Me ha pillado por sorpresa mientras repasaba los titulares de El Mundo la noticia del fallecimiento de Pablo Herreros Ubalde. Ya el pasado verano fallecía mi querido amigo, el físico Juan Domínguez. Juan buscaba a Dios en sus investigaciones, y tras una serie de caídas y recaídas, la vida se lo comió por dentro. Los «cocos» bacterianos más comunes no se apiadaron de él. Darwin había vencido a Dios en el cuerpo de un gran hombre, por decirlo de alguna manera. Y es que sólo en la física se puede buscar aún a Dios con un atisbo de esperanza. Darwin la había perdido con su Teoría, su enfermedad crónica y la muerte de la niña de sus ojos.
Pablo era muy joven. Y sabía lo que era la vida, en última instancia. Ahora la ha perdido, y es una pena. Un cáncer, ese «legado evolutivo», en palabras de Mel Greaves, se ha llevado su cuerpo…de su espíritu queda lo que divulgó por televisión, prensa y libros.
Ojalá tuviera mejores noticias