El vídeo gordo de Sasete. Luis debe ayudar

Hace ya algún tiempo el Instituto Mises realizó un vídeo tiulado «Jorge debería ayudar«. Me he tomado la libertad de «traducir» -si cabe, pues el vídeo es claro como el agua de mayo- al lenguaje coloquial el contenido del mismo. Efectivamente, es moral y responsable ayudar a quien lo necesita. Pero no es ni moral, ni responsable, obligar a otros a hacerlo. Menos bajo amenaza de violencia. Confío en qe nadie se escandalize por este vídeo que, si les soy sincero, admite pocas matizaciones. Les invito a buscar conmigo soluciones sin coacción. La solidaridad, si obligatoria, no es solidaria, ni justa, ni moral, ni ética. Existen otras vías.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

Artículos: 3201

40 comentarios

  1. Yo veo que la discusión se está perdiendo en conceptos efímeros y ambiguos. Lo que es moral y justo para mi puede perfectamente no serlo para otra persona u otra cultura. Vamos, que cuando dices que es «lo moral y justo», solo puede entenderse según tu propia moral que puede colisionar perfectamente con la mía y en ese momento, ¿qué se supone que tenemos que hacer?

    • Interesado, yo diría que la discusión no «se está empezando» a perder en conceptos indefinidos como moral y justo, sino que precisamente ha empezado por perderse con ellos desde su mismo arranque, y muy alegremente. Figuran siete veces en el primer y único párrafo de esta entrada. A partir de ahí, ya no queda mucho por «empezar».

      😉

  2. Vamos a darle una vueta más, Luis. Aprovechando que eres empresario, con una empresa alemana.

    Hace un tiempo, un ejecutivo alemán de una multinacional con delegaciones / representantes en todo el mundo me decía que pare él, en el País Vasco había mayor «cultura empresarial» que en Alemania. Y no es precisamente muy socialdemócrata. Sin discutir si tenía razón o no, sí podemos mirar a qué se refería con eso de «cultura empresarial», que para él era un concepto clave.

    ¿Qué piensas que puede ser? ¿Aceptas la idea de algo que podemos llamar cultura empresarial? ¿Piensas que puede ser algo que afecta tanto a empresarios como a trabajadores? ¿Crees que puede tener algo que ver con cierto espíritu de sacrificio, de «arrimar el hombro», en pro de lo común, que no existe pero se llama la empresa, y muy distinto de la mera transacción concreta?

    Bien, tal vez pienses que es «voluntario». En cuyo caso te sugiero que lo vuelvas a pensar, y mires si no habrá sutiles presiones, como muy malas caras y modos (incluso ostracismo) con el jeta que sólo piensa en sí mismo. Se llama «grupo», y no tiene mucho que ver con *mi* dinero, *mi* voluntad, etc.

    Pues en mi opinión, mientras no integres el concepto «grupo» en el esquema, el esquema no vale.

  3. Y ya que estamos de citas, traigo al Profesor Rodriguez Braun de su artículo de hoy, que viene a cuento:

    Son precisamente los amigos de la coacción del poder político y legislativo los que, para avalar sus incursiones punitivas contra la libertad de la gente, deben sugerir que dicha coacción es necesaria porque la gente es imbécil. Detrás de todo estatista hay un paternalista, alguien que cree que las personas no pueden ser dejadas en libertad, porque no sabrán o no podrán decidir.

    • Luis, esa cita muy genérica no tiene relación con el caso muy concreto del vídeo y entrada de los que hablamos. Y en todo caso, yo no he traído a Rallo porque *tenga* que tener razón por ser quién es, sino como ejemplo de que desde unos presupuestos determinados (liberales) se puede defender lo contrario de lo que defiendes. Se puede no quiere decir tener razón. Solo quiere decir se puede, y solo pretende dar perspectiva.

      Abundando. Una mayoría del grupo de amigos cerveceros sí puede decidir que el grupo haga un fondo común, y el destino de ese fondo. Y el que no lo soporte, sí puede cambiarse de grupo. No hay ningún problema. Pero sí hay una sociedad (el grupo cervecero). Y también puedes cambiar la voluntad del grupo, o intentarlo. Pero solo usando las leyes de la dinámica de grupos, que son muy diferentes de las leyes de interacción a individual. Es algo tan evidente, que ni siquiera Pedro + Juan, cerveceros, es lo mismo que Pedro y Juana, matrimonio.

      • Ahí ya empezamos a estar más en la misma línea. Esto que denuncio en el video DEBE cambiar. Obviamente, usando las reglas de juego de que disponemos. No he llamado al rfraude fiscal en masa, me he limitado a denuniar que lo que ocurre en estos momentos es insostenible. Adelanto en el vídeo también que la serie continuará, e intentaré hacer propuestas prácticas para solucionar esos problemas.

        No pretendo tener razón, pretendo extender la idea de que la responsabilidad individual, el mérito y el trabajo, y el uso del patrimonio propio fruto de todo ello, no son socializables más que por la propia voluntad. Que la mayoría hoy piensa diferente? Lo se.

        • Luis, para mi tu problema es que la mayoría *siempre* ha pensado diferente. Pero no solo a nivel estatal, sino a nivel de cualquier sistema al que se pueda llamar «grupo». Y los humanos, salvo excepciones «robinsónicas» (normalmente nada voluntarias), funcionan en grupo.

  4. Pues vale. Lo razonable es que lo que en el caso particular es claramente una violación de la ley, inmoral y profundamente injusto, deja de serlo si lo deciden unos cuantos más para obligar a otros cuantos. Todo para que nadie se quede descolgado, o por mantener el status «social» adquirido tras milenios de evolución, culminada hasta la perfeccción y en la que no caben más avances ni alternativas.

    Perfecto.

    Cuando «para que nadie se quede descolgado» decidamos que lo «mejor» es limitar el número de habitantes de una zona territorial determinada, incluso obligando a las mujeres a abortar, o impidiendo las relaciones sexuales, callaremos también y tragaremos, es lo «social» y democrático. y si un tipo cuelga un vídeo denunciando que se trata de asesinato y liberticididio, le decimos que calle y se deje de alegrías, que baje al suelo de la realidad y acepte que las cosas son como son y no como él vocifera.

    Joer….

    • Pues sí, Luis. En tu protesta hay dos problemas muy gordos. Peras con manzanas (caso particular / sociedad), e indefinición (inmoral, injusto).

      Peras con manzanas.
      A mi me parece estupendo que opines que la sociedad *debería* de ser exclusivamente la suma de interacciones entre particulares. El único problema es que *ninguna* sociedad es eso. Y me da igual qué sociedad contemples. Desde el Club de Canicas de Mi Pueblo, la Tribu de las Cuevas, hasta la Sociedad Ornitológica de la Galaxia. Son sistemas dierentes con dinámicas diferentes. Mercader Pedro tratando con mercader Juan no es la misma dinámica que Pedro y Juan, miembros de la sociedad X. Y entonces, por supuesto que » lo que en el caso particular es claramente una violación de la ley», deja de serlo si la ley de la sociedad establece una norma distinta para la sociedad.

      Indefinición.
      El día que me traigas unas instrucciones del mundo que definan de forma universal eso de «inmoral» e «injusto», podremos empezar a usar esos términos de la forma que los quieres usar. Mientras tanto, no funciona.

      • No digo que sea «inmoral» O «injusto», digo que es inmoral E injusto.
        inmoral.
        (De in-2 y moral).
        1. adj. Que se opone a la moral o a las buenas costumbres.

        injusto, ta.
        (Del lat. iniustus).
        1. adj. No justo o equitativo. Apl. a pers., u. t. c. s.

        No, mi porpiedad es SIEMPRE mi propiedad, son sólo MIS MANZANAS. No me importa que me las quite uno, o los secuaces de veintemil. No hablo de peras. A vosotros os interesa llamar a una cosa manzanas y a la otra peras, porque os parece muy buen que me roben a mí para ayudar a no se quien. Yo lo tengo claro, hablo solo y simepre de MIS manzanas. Y las reparto entre quien me da la gana, no entre quien creen otros que debe recibirlas.

        No veo los, problemas «gordos» por ningún sitio.

      • ¡Joé, Luis! Esas definiciones no definen nada.Si para justo me remites a equidad, y para equidad me remites a justo, y a me dirás tú lo que has hecho. Bailar la conga. 😉

        Vale. Si sostienes que estar en una sociedad / grupo es lo mismo que no estar, estás diciendo que es lo mismo -por ejemplo- vender un coche a alguien con el que no esperas volver a tener más tratos en tu vida, que tratar con un sistema cuya pervivencia deseas y necesitas. Una locura.

      • Por cierto, esta no es tan mala como parece:

        Que se opone a la moral o a las buenas costumbres

        En efecto, moral viene de mos, que es costumbre. En el sentido de tradición. ¿Me puedes decir de qué costumbre me estás hablando? Porque una costumbre sin ejemplos es algo un poco raro.

  5. Este artículo de JR Rallo, de hoy, me parece sorprendentemente sensato. E incide en el tema de la entrada.

    Renta básica: infinanciable y egoísta

    Esta última renta ha sido, de hecho, defendida por algunos pensadores liberales como Friedrich Hayek (suele afirmarse que Hayek defendió la RBU, pero no: se limitó a defender unos ingresos mínimos garantizados exclusivamente para aquellos que no pudiesen valerse por sí mismos en un mercado libre). Yo mismo en Una revolución liberal para España defiendo este tipo de esquemas, tratando de exponer por qué la lógica y la evidencia histórica apuntan a que emergerían en una sociedad libre sin necesidad de que el Estado los impusiera (si bien, si fuera menester, un Estado mínimo podría imponerla para garantizar que nadie se quedara descolgado) y que conllevarían un coste máximo del 4% del PIB.

    Me parece un planteamiento muy distinto. No hay humo (con perdón), como justicia, moral, ética. Y no hay absolutos, como «no se puede» obligar a otros. Al final, es hablar de cantidades, y de efectos. O alternativas. Lo razonable, vaya.

  6. En primer lugar, no existe la posibilidad de no formar parte de un Estado. En segundo lugar, tanto en Alemania como en España no solo los «receptores» pueden participar en la política, también los que pagan impuestos. En cierto modo habrá que reconocer que quienes pagan impuestos también reciben ciertos servicios. Servicios poco medibles como liberar París en 1944.

    Aún así, estirando mucho el argumento, puedo reconocer que todos los servicios del Estado los puede hacer la voluntad libre de la gente. Pero en ese caso ya no habría Estado. El problema es que no hay no-Estado y soy incapaz de ver cómo lo puede haber. Creo que siempre lo habrá. Creo que es un muro contra el que estos argumentos siempre van a chocar. Lo que queda es procurar que el Estado no devenga en tiranía, y eso se logra con política.

    Un saludo.

    • Sí, sí que conoces «no-Estado». Conoces zonas, sectores, actividades de «no-Estado». Por narices, dado que no todos los estados ocupan el mismo espacio en todas partes, ni en todas las épocas, dentro del mismo sitio.

      • La condición de «Estado» va más allá de sectores o actividades concretos. Evidentemente gran parte de nuestras relaciones y actividades son ajenas al Estado, eso no quiere decir que sea posible la desaparición del Estado.

        PD: el argumento «en otras épocas» creo que es poco práctico. Yo prefiero ser práctico y me fijo en lo que hay aquí y ahora.

        • Pablo, sin duda te fijas en los absolutos. Hay estado, no hay estado. Y meintras te fijas en los absolutos, extasiado, te meten por la puerta de atrás mucho más estado del soportable / razonable. Porque no miras la única pregunta de interés. ¿Cuánto estado?

      • PD: el argumento “en otras épocas” creo que es poco práctico. Yo prefiero ser práctico y me fijo en lo que hay aquí y ahora.

        Que haya tiempo (otras épocas) implica que hay cambio (es la esencia de tiempo). Si hay cambio, estado ≠ estado. Si estado ≠ estado, lo práctico es comparar (pensar).

        Peor todavía. «Aquí y ahora», también ocurre que estado ≠ estado. Y pasa lo mismo de arriba. El mismo problema en el tiempo y en el espacio. ¿Un problema consustancial a «estado» tal vez? Hmmm …

  7. Hombre, a mi me parece que es tan fácil afirmar (incluso defender) que «la solidaridad, si obligatoria, no es solidaria, ni justa, ni moral, ni ética», como defender su exacto contrario. Depende de tantas asunciones y definiciones arbitrarias …

    Por eso lo que se me ocurre es que no es un enfoque muy práctico. Sí, ya lo sé; lo usan los buscadores de unicornios. Pero no nos comemos a los caníbales (Borges). ¿De qué otra manera se puede enfocar? Y aquí viene el problema. Porque el otro gran sistema es el de la elección de alternativas. No si es bueno / malo, etc, sino si es «mejor» (más apetecible, lo que quieras) la alternativa A, o la B, o la C, y tal. Y tú no puedes presentar una alternativa. Puedes inventar una alternativa imaginaria. Ese es el significado de «buscar soluciones conmigo». Pero a la gente normalmente le cuesta mucho comprar soluciones imaginarias.

    No es broma. Y hay un motivo muy sensato. Los planes fallan muchas veces. Y cuando son planes sobre aguas no cartografiadas, ni te cuento. Y un fallo imprevisto en algo como esto, te puede traer un infierno de cojones. Ríase usted de Mad Max y una vuelta a las cavernas. Simplemente, no hay forma de saberlo.

    Sí, puedes llamarle injusto, insolidario, inmoral, no ético, y lo que se te ocurra. Pero mientras no vivas en una sociedad donde las decisiones las tome una muy reducida minoría, más o menos iluminada o sabia, el único efecto que van a tener esas palabras prodigiosas (inmoral, etc) va a ser que te cabrees como un mono. Más recorrido no le veo.

    Les invito a buscar conmigo soluciones sin coacción.

    Se acepta la invitación. Intenta imaginar soluciones experimentales voluntarias, que no pongan en peligro a los demás. Se me ocurre, así a botepronto, un «limbo». Podría ser un segundo tipo de ciudadanía, voluntario. Donde se reducen las prestaciones del estado que crees pueden reducirse, y correspondientemente las obligaciones con el mismo. Pero si el resultado es que se van al limbo los que tienen mucho, y se quedan en la ciudadanía plena todos los demás, me temo que te iban a sacar un dedo. Aunque tal vez ese sea el chiste. La prueba del algodón. Que seas capaz de pensar en un limbo al que también se apuntan los que tienen menos.

    Sí, sí; ya lo sé. Mi propuesta te parece inmoral. Porque es aceptar la existencia de las pistolas, y eso. Sin embargo, las pistolas existen, y están ahí. Y tú no tienes. Y también está ahí la alternativa entre cabrearte como un mono, o intentar algo posible. No hay más. No que yo vea.

    Slds.

    • Francamente, lo que dice Plaza me cuadra mucho. Por eso me considero un liberal moderado, porque no concivo una serie de conceciones de grupo para concevir un marco legal común en el que realizar actividades. Yo ante todo defiendo más que el poder del estado el poder judicial. Pero para que el poder judicial pueda hacer su trabajo a sus plenas capacidades y la cosa no degenere en varios colectivos con sus dogmas tirándose basura a las caras, tiene que haber un marco común de funcionamiento y eso solo se puede obtener con una constitución concensuada.

      Ese es el aspecto que siempre se me queda en un limbo negro cuando se habla del concepto de un mundo liberal.

  8. Y antes de que se me acuse de estar en favor del «Ancien Régime y de la Caridad Cristiana » ; cuando contribuyo a ayudar a alguien que me parece que lo necesita, no lo hago «por caridad», sino más bien por egoísmo; por aquello de «hoy por ti, y mañana por mí «, o , si yo ya no estoy, por otro que lo necesite.
    Y porque me apetece que los de la siguiente remesa conozcan el mar , lo amen, y lo cuiden, que sepan lo que es formar parte de una familia etc etc, en vez de que venga luego una generación de destrozatodo resentidos.
    Y pido perdón por venir tres veces seguidas.
    Ya me voy, de verdad.

  9. Y otra cosa:
    No creo que nadie quiera abolir totalmente los impuestos. Pero se deberían recaudar impuestos en función de las necesidades básicas reales:
    Para que nadie tuviera que pasar hambre, ni frío, ni suciedad, para sostener las fuerzas de seguridad ( ejército, guardia civil, policía ), para sostener una sanidad básica buena ( pero organizada con cabeza y sin demagogia ), para la enseñanza ( igual para toda España, con énfasis en las materias en que fallamos, como las ciencias duras, la comprensión oral y escrita, la capacidad de razonar… ), pero sin políticas partidistas disgregadoras…

    Con esa clase de impuestos, todos estaríamos de acuerdo. Y que le quedase dinero en su bolsillo a cada cual que lo ganase, para sostener lo que le pareciera que merecía la pena ser sostenido.

  10. Pues yo tengo que hacer la declaración cada tres meses, así que la de ahora me importa un pepino, que en esta sólo quedan los restos. Porque a estas alturas de mi vida, me gasto en vivir una miseria, y lo que gano con mi empresa,lo reinvierto , en la propia empresa, para dejar el negocio tan saneado como pueda a los que vienen detrás.

    Así que, si me quitan todos mis beneficios, como me siento responsable respecto de mis hijos y de mis nietos, seguiré intentando reinvertir lo mismo en el negocio familiar , ( que estaba en ruinas cuando me llegó, y lo pasé fatal para resucitarlo ), pero bajará mi nivel de vida , es decir:
    Pasaré frío en invierno , no podré salir al mar ni un día en verano, comeré alimentos para gatos, y, lo más triste para mí ; dejaré de poder echar una mano a las personas que conozca y que estén en un mal momento, como he hecho has ta ahora.
    Y tampoco podré hacer mis aportaciones a «La Casa de la Virgen» ( de los jesuitas, y que se lleva a niños y adolescentes a colonias de verano para que respiren el aire del mar durante 15 días ), a los de las Aldeas Infantiles, a los de la Cruz Roja, a Cáritas….
    Y da la casualidad de que casi todas esas organizaciones son de la Iglesia Católica, y que yo estoy fuera de esa Iglesia desde hace como 45 años.
    ¡ Que se le va a hacer !

    En cambio, tendré que aguantarme la rabia por el hecho de que ese dinero contributivo que me quitan ( por la fuerza ), vaya a sustentar corrupciones locales, o causas internacionales en las que no creo, o que, incluso, me parecen perjudiciales.
    ¡ Manda Trillos !

  11. Vengaaaa… que todos sabemos qué es lo que pasa: ¡que ha llegado el día de hacer la declaración!

    Seamos demócratas: propongamos un referendum para abolir el pago de impuestos. De todas las alocadas ideas del liberalismo más extremo, esa es la única por la que apostaría dinero a que gana, jejejejeje….

  12. «no es posible obligar a nadie por la fuerza a firmar un contrato. Ningún contrato.»

    Entonces no es posible obligar a nadie a cumplir la ley.

      • Yo no he visto que se intente obligar a nadie a firmar un papel. Yo creo que el señor Gómez se queja de que el estado actúa como si lo hubiera firmado. En realidad lo que hace el estado es obligar a cumplir las leyes (todas, haya impuestos o no) y para eso no hace falta firma. Si hiciera falta firmar no se podría obligar a nadie a cumplir ninguna ley.

        • Exacto. Y si la ley dice que hay que denunciar judíos, se les denuncia y punto. Y si hay que encerrar al que se niega a pensar como dice el partido «democráticamente» elegido que se debe pensar, se le encierra. Después de todo la ley no nace de la moral, solo es moral aquello que es legal.
          Es la base de todos los totalitarismos.

      • Entonces usted propone que las leyes sean voluntarias y que cada uno se comporte dependiendo de su moral (o sea, como le dé la gana).

  13. En principio creo que este video es una forma bastante simplista de presentar «la ética» de los impuestos que no ayuda precisamente a hacer liberales sino lo contrario. No es muy difícil demostrar que un cierto nivel impositivo es positivo para los contribuyentes. También está claro que pasado cierto punto es negativo, y que ese punto no es fijo sino que oscila con las circunstancias de cada país, y que por lo tanto hay que saber adaptarse (eso exigiría gobierno competente y responsable).
    Hoy en España creo que nos hemos pasado varios pueblos con los impuestos, y conozco bastante gente que no puede desarrollar proyectos productivos por falta de capital o por miedo al fisco. Lo mismo pasa con «las ayudas a los necesitados». Ayudar a alguien a levantarse es gratificante para ambas partes, y beneficiará a ambos. Situar a alguien en ayuda permanente es maligno para ambas partes, especialmente para quien recibe, que lo disfrace como lo disfrace, pierde su dignidad, el otro sólo su dinero, pero ¿cómo salir de éste último círculo vicioso? Ya que hay que «ayudar» se me ocurrió hace tiempo que cualquiera que pague más del 21% (por ejemplo), es decir todos, porque eso ya se va en IVA, el contribuyente debería poder decidir a qué grupo, ONG o lo que sea fuera dedicada su aportación marcando una crucecita en la declaración de la renta donde debería estar toda la lista de «ayudantes» que quisieran hacerlo. Por supuesto que eso no colará nunca con políticos y «ayudadores» como los que tenemos.
    Eso sería introducir liberalismo en un asunto social, puesto que introduciría la competencia en un sector actualmente bastante corrupto (bueno, como todos). Y eso no creo que provoque rechazo entre la gente «solidaria», que son los que votan, sino como dije, entre los que manejan el tinglado, que son cuatro gatos. El mensaje es: yo voy a ayudarte, pero deseo que la gestión de mi ayuda te cueste lo mínimo para que te llegue la mayor parte. Para eso necesitas organizaciones eficaces.
    Y por supuesto que mi objetivo final, como liberal, es que llegara el momento en que el nivel de ayuda que necesita una sociedad sea muy pequeño, síntoma de buena salud, como cuando no se necesita el médico. Y es que estoy convencido de que el liberalismo es lo más social que puede haber hoy en día, pero los liberales, peleones ellos y muchas veces pistoleros de salón, les encanta asustar a los que no son tan rápidos. Probablemente eso es una pequeña venganza porque no creen mucho en sus posibilidades de gobernar «algún día».
    En mi opiniñon, cuando escribís (que ya sabéis que lo hacéis muy bien), deberíais pensar: ¿cuánta gente no liberal voy a atraer con esto? Pues eso: seducir, seducir y seducir. La gente, la mayoría, es emocianal. Y por amor hará cualquier cosa. ¡Hasta hacerse liberal!

    • Gracias JJI.
      En realidad no es sólo un problema de efectividad (que también). Es problema de moral, de ética. No sólo se trata de poder hacer una cruz en el grupo «solidario» ONG-chupigüay de mi eleccion, que tambien. Se trata de que si hay gente que, por el motivo que sea, no puede «ayudar» en un momento determinado … o no desea hacerlo, no considero que la voluntad mayoritaria baste para legitimar el uso de la coacción para obligarle a hacerlo.

      De todos modos, si nos quedamos con la solución «crucecita en casilla X» aparece de nuevo la cuestión del aparato administrativo necesario para encauzar esos medios y esas voluntades. Y eso cuesta dinero. Y no es para lo que yo quiero ayudar, ni a quien yo quiero ayudar. Introducir liberalismo en el sistema recaudatorio necesita de dos condiciones:
      1) ha de haber un contrato que ambas partes han de cumplir. Necesario pues yo pongo parte de mi patrimonio en manos de terceros y estos han de ajustarse a las condiciones que considero justas para ello y se reflejan en dicho contrato. Al revés, si firmo, he de pagar la cuota correspondiente.
      2) no es posible obligar a nadie por la fuerza a firmar un contrato. Ningún contrato. De ahí que las soluciones reales pasan por determinar a quién quiero ayudar, cuándo y en qué medida. PEro esa es siempre una decisión personal, nunca una decisión que adopta el colectivo por mí.

      Hablamos de ayuda social, no hemos hablado de otros servicios «básicos», que los iré tocando en entregas posteriores.

      Hay ideas que, por sencillas, resultan «simplistas». PEro lo más sencillo y simple es llamar al blanco blanco, no? 😉

      • Lo que pasa Luís es que yo hablo desde un punto de vista de lo posible (alguien definió la política como eso ¿no?), y a ti te gusta teorizar al límite (igual que a DonNadie), y en los límites, hasta las matemáticas fallan.
        Hoy por hoy, vas a pagar impuestos para «ayudar» sí o sí, o sea que en lugar de teorizar sobre su «moralidad», es mejor aceptarlos (con lo cual no te pueden colgar el sambenito de «insolidario») y tratar de volver tu aportación más eficiente (con lo cual hasta los comunistas tendrán que estar de acuerdo al menos de boquilla) y así sacas el tema del terreno ideológico (donde los sacerdotes son unos artistas) para llevarlo al mucho más concretable de la técnica donde los susodichos patinan sí o sí.
        Y dicho con un ejemplo. Si a un señor que se ha quedado en paro, con familia e hipoteca, que va a ser desahuciado le largas tu discurso de este hilo, no esperes que te vote (fracaso político e imposibilidad de cambiar el sistema garantizados, si ése era tu objetivo final), porque a quien tiene hambre no le vayas con discursos sino con un bocadillo. A partir de ahí es cuando cambia la acción. Un socialista le dirá que la culpa de lo que le pasa no es suya, sino de “los ricos”, los banqueros, los empresarios y los paraísos fiscales, y que si le vota él les quitará “lo que le roban” y se lo devolverá. Las consecuencias de esa actitud irresponsabilizante es la infatilización de ese individuo y su caída en una progresiva dependencia del Estado, al cual, aunque lo llegue a comprender, defenderá a capa y espada porque está convencido de que por sí mismo es incapaz de nada (hemos creado un inútil social). Un “drogoestadoadicto”.
        Un conservador, acabará haciendo algo parecido con otras artimañas, pero no me alargo. Ambos quieren la dependencia del individuo del sistema que garantiza su estatus privilegiado.
        Un liberal, una vez solucionado el problema inmediato del individuo, le hará una sencilla pregunta: ¿Cómo es que has llegado a esta situación tan lastimosa? Y a partir de ahí le inducirá a pensar. Le recordará que un individuo libre es responsable y que siempre es posible empezar de nuevo. Le inculcará que es posible que los demás tengan mucha culpa de lo que le pasa, incluso la mayor parte, si quiere, pero que la única culpa que realmente le importa es la suya, porque es la única que de manera inmediata puede cambiar, cosa que hacerlo con la ajena es una tarea titánica por no decir imposible. Y en definitiva le dejará cargar con su responsabilidad (sin la cual, o se es un niño o no se puede tener dignidad), mientras le ayuda a levantarse sin hablarle de caridad ni de derechos. Y él será el primer interesado en hacerlo. Y cuando lo haya logrado tendremos uno más tirando del carro y uno menos subido a él. Ayudaremos, en definitiva a crear individuos libres, capaces por tanto de controlar a sus gobernantes y de establecer el tamaño más adecuado de estado, de impuestos y de ayudas que más les interese a ellos, a los ciudadanos, que son los que pagan, y no a los gobernantes y “ayudadores” como es el caso actualmente.
        Pienso que si lo que quieres con este blog es despertar conciencias (en lugar de evidenciar las incoherencias racionales que conlleva el obligar a nadie a ayudar o a lo que sea), habrías de escribir para la gente común, no para darles un puñetazo en los dientes a los teóricos del socialismo, que de todas formas, jamás se doblegarán a la razón porque viven de su cuento.
        Es por lo anterior que dije que el liberalismo es el sistema más social, aunque muy difícil de vender, y el socialismo –añado-, el más profundamente insocial a la larga, aunque se venda muy bien porque apela a los más bajos instintos del ser humano: el aparentar sin ser (que ser cuesta mucho trabajo). El tener sin merecer. El tener por derecho de nacimiento. Como los reyes. Una globalización, en definitiva, del derecho divino al que apelaba la nobleza.

  14. Esto que cuentas, Luis, me recuerda «vagamente» un dinero que había, o que hay, que pagar a cierta organización que opera por determinada zona del norte de España, llamado «impuesto revolucionario».

Los comentarios están cerrados.