Cualquier daño sufrido en el transcurso de un allanamiento debería ser considerado como defensa propia. Cualquier daño también es la muerte. Así de sencillo. Así de crudo.
Pueden ustedes pensar en unos indeseables entrando en su casa, mientras su familia duerme, acercándose a sus hijos. “Me los cargo” es una respuesta del todo aceptable. Moral y éticamente correcta. Sin embargo, el código penal español, como en tantas otras circunstancias prefiere los paños calientes y la puntita nada más a coger el toro por los cuernos, llamar a las cosas por su nombre y aplicar lo que en conciencia todos y cada uno de los ciudadanos aplicaríamos.
La legítima defensa en este país es a duras penas un eximente, cuando actuar en defensa propia es algo instintivo y necesario y por tanto legítimo para la propia supervivencia en muchas ocasiones. Quien sufre una agresión no tiene en muchos casos otra salida que repelerla con violencia. Parece que el legislador prefiere que nos dejemos las huellas digitales marcando el 112 y esperando que la operadora envíe a la patrulla de guardia. Y que sea lo que Dios quiera. Todos conocemos ejemplos y muchos hemos colgado desesperados el teléfono alguna vez. No hay que extenderse en ello.
Sin propiedad no hay vida. La noción intelectual de poseer nuestro cuerpo es innata y por todos experimentada. Mi cuerpo es mío. Nadie puede hacer uso de mi cuerpo sin mi permiso. Consideremos además que, para desarrollar ese cuerpo, para crecer y para vivir, es necesario apropiarse, hacer propios, comida o vestimenta, medicamentos a veces. Casa o herramientas que utilizamos para obtener o conservar alimentos y vestidos, para seguir creando vida. De esta forma en un momento dado integraremos dentro de ese cuerpo que es nuestro todos los elementos que creemos que nos ayudarán a seguir existiendo. Esos elementos son nuestros y acaban por formar parte de nosotros. Sin propiedad no hay existencia.
Bajo este prisma una violación del espacio privado sería equivalente tanto si ese espacio está en nuestro cuerpo como en nuestras pertenencias, por lo que el castigo debería ser equivalente. Alguien que lucha por no ser violado bien pudiera equipararse a alguien que lucha por no ser robado y las consecuencias para el agresor, sean las que fueren, consideradas legítima defensa y libres de cargo para el agredido.
Parece, no obstante, que lo suyo es quedarse esperando a que vengan los agentes de la ley. Ya se sabe, siempre hay uno cerca, mientras no los necesite. Así nos quiere el Estado. Esperando desarmados. El Estado nos ampara dice, mientras los ejemplos en sentido contrario se comentan en las calles, desde el anciano de Canarias al robo de los Tous. Bien distintas son las garantías procesales – aquí nadie ha dicho que tras un tiroteo o una agresión no se abran las pertinentes diligencias para investigar y esclarecer lo que haya ocurrido hasta el último detalle – de proteger a quien no toca. La Ley debe proteger al que tiene la razón de su lado. No al débil, ni al pobre, ni al analfabeto. Si no tienen la razón, no es de justicia dársela. Al fin y al cabo, todos tenemos una familia desestructurada de cuando en cuando.
Eres un integrista de mercado cuya única defensa es la propiedad. Niegas la existencia de DDHH más que los que son gratuitos para el Estado, y te basas en un dogma moral, el de la única posesión de la verdad absoluta. El poder está de vuestro lado pero engañáis a nadie.
Pues a mí me parece que el integrista eres tú. Y además, como todos los que te apoyan (que sois la mayoría), no necesitas argumentar nada, porque por supuesto, “sabéis que tenéis LA RAZÓN” y os basta con pontifica, y que quien pretenda que digáis por qué, sólo es un… (pon el descalificativo que quieras, por ejemplo: integrista de mercado). Así que el poder está de vuestro lado, porque los amigos de la libertad y de la pesada responsabilidad que implica, suelen ser una minoría a la que dejáis sobrevivir porque ya habéis aprendido, a base de sonados fracasos históricos, que es contraproducente acabar con la gallina de los huevos de oro.
¡A perdón! ¿Qué tú te referías a los grupos de presión económica del capitalismo salvaje global? Pues siento decirte que esos, de liberales, tienen lo mismo que vosotros “los buenos”, es decir nada. Su salsa, como la vuestra, es la lucha permanente contra la libertad individual, es decir, vuestro denominador común es la intolerancia, ya sea buscada desde la impotencia (la de los buenos, cuya única potencia es su masa) o desde la potencia que da el dinero. Digamos que éstos últimos son los más listos de entre vosotros.
En dos líneas tienes también tiempo de hablar de dogmas morales (según tú, para un liberal sería la propiedad privada). Digamos que es difícil, pero no imposible, definir lo que sería una propiedad legítima, pero es que los enemigos de ella –o sea los que dicen lo que tú- no la reconocen nunca (ni siquiera la propia defensa ante la amenaza desconocida a la propia integridad), poniendo por delante de ella “las necesidades” de cualquier “necesitado”, que por
supuesto, está en la situación que está porque el mundo “es injusto”, no por la propia responsabilidad (maldita palabra). Pues la marca del fracasado es,
precisamente, su tendencia insuperable a echar la culpa a los demás de sus fracasos.
Y hasta te queda tiempo de hablar de los DDHH (así, en acrónimo, en plan “enterao”). Pues te diré (como seguramente sabrás, ya que los traes a colación), que el malsano paternalismo estatal, tan de moda actualmente, que nos está convirtiendo en una sociedad de niños (ya oficialmente lo son, y sin ningún rubor, hasta los 18) los ha adulterado hasta la náusea. Hasta hacerles decir lo contrario de lo que pretendían sus creadores (que podríamos retroceder hasta el padre Francisco de Vitoria). Veamos, por ejemplo, la magnífica, trascendental y simple declaración de los derechos humanos -sin matices- de la Revolución Francesa, y de los posteriores «retoques» de una pandilla de cretinos con pretensiones. Estas manipulaciones son como si unos envanecidos «pintores» se
atrevieran a retocar la sonrisa de La Gioconda supuestamente para «mejorarla». No hay más que leer el primer y fundamental artículo para ver cómo lo han desnaturalizado:
Artículo 1 DDHH (actual): Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Como se ve, no han podido resistir ni una puta línea sin ordenarte hacer algo (debes comportarte) y eso que están hablando de tus derechos, no de tus deberes. Es que más ciegos y no nacen. ¿Y si no me da la gana qué? ¿No puedo ser simplemente respetuoso en lugar de fraternal? ¡Capullos!
Comparemos con el «poco progresista» artículo 1 de la declaración francesa: (Recuerdo que en aquellos tiempos «hombres» era un plural mayestático
que significaba la humanidad.)
Article premier (original): Les hommes naissent et demeurent libres et égaux en droits. Les distinctions sociales ne peuvent être fondées que sur l’utilité commune.
(Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales no pueden ser fundamentadas más que en la utilidad común.)
Simple, directo y concreto. No hay paternalismo. No hay ampulosidad en el lenguaje (compárese con el falsificado). No hay nada que lo ensucie con conceptos
«elevados», y además, deja claro que ninguna condición de diferenciación (sexo, raza, lengua, inteligencia y todas las que se te ocurran hasta el infinito) puede ser fundada más que en la conveniencia común (ni siquiera aquí emplean la palabra «social»).
Y además, la definición actual miente ostensiblemente. Un recien nacido no puede ser indigno, por lo tanto, tampoco puede ser digno, pero sí que puedes ser igual en derechos desde la cuna. Tampoco estás dotado de razón ni de conciencia necesariamente, desde luego, no al nacer, y después (mentir contra la realidad es escupir al cielo), evidentemente las personas están dotadas en muy distinto grado de esas virtudes (no son iguales por tanto), e incluso pueden
carecer de alguna de ellas o de las dos (como algunos tipos de enfermos que no por ello pueden perder sus derechos según el artículo original). Y ya sólo falta lo de la fraternidad con el peñazo (por ejemplo) de tu vecino. En definitiva, cogen una maravilla inatacable y la convierten en un bodrio. Y no contentos, se dedican a criarle «hermanitos»: derechos de éstos, derechos de aquellos (con la señalada excepción de los hombres ¿adivináis por qué?), en flagrante contradicción con el articulo 1 original que prohibe distinguir salvo por interés común.
Y encima pretenden que, como una nueva Biblia, nos la creamos sin crítica. ¡Faltaría más!
Falsificación posterior (original actual, si no la han «mejorado» desde que me ocupé de estas averiguaciones):
-Tous les êtres humains naissent libres et égaux en dignité et en droits. Ils sont doués de raison et de conscience et doivent agir les uns envers les autres dans un esprit de fraternité.
Bueno, la próxima vez, cuando hables de los Derechos Humanos, acláranos a cuáles te refieres. Si a los originales o a la falsificación.
¡Y argumenta un poco joé! Que igual tienes razón y nosotros sin enterarnos.
Completamente de acuerdo con el art. salvo por la siguiente matización: donde dice «Así nos quiere el Estado. Esperando desarmados» en mi opinión sería más ajustado a la realidad que dijera: «Así nos quiere una parte lo suficientemente numerosa de nuestra sociedad, como para que su moral, que es la progresista, se refleje y recoja en las leyes: esperando desarmados».
Tan es así, que incluso, cuando el PP ha gobernado con mayoría absoluta, tanto en tiempos de Aznar como de Rajoy, no se ha atrevido a modificar las leyes progresistas tan aberrantes como las que critica con toda la razón el art. y que permiten situaciones tan dantescas como la reciente del anciano de Tenerife condenado a 2,5 años de prisión por matar al h.d.g.p. que les estaba torturando a él y a su familia para robarles en su propia casa.
Que conste que es algo que personalmente no le perdono al PP, aunque comprenda perfectamente que mientras la necia moral progre, que ampara en ultima instancia esas injusticias, sea la mayoritaria, como lo es hoy en día para desgracia de cualquier ciudadano honrado, la cobardía consustancial de la derecha española desde la muerte de Franco, les empuje a ponerse de perfil en estas cuestiones para no pasar el trago de que, como es habitual, los progres les tachen de franquistas (como en el irónico comentario de JJI).
En resumidas cuentas: que, mientras no se demuestre lo contrario,tenemos lo que mayoritariamente elegimos, lo cual me lleva a opinar que mayoritariamente somos un país de gilipollas, al menos en este tipo de cuestiones, porque hay que ser gilipollas para opinar que si alguien entra en tu casa a robar y le matas en defensa, eso sea un delito en vez de un heroico servicio a tí mismo, a tu familia y a la comunidad en la que vives.
De gilipollas no tanto. No sabemos ni lo que votamos, no por ignorancia si no por desidia.
Votamos entre unas seis listas con posibilidades, !que escogen ellos! ¿Puede haber «democracia» más famélica? Bien se guardan los políticos de no estar expuestos a la voluntad de los ciudadanos.
Pero intenta cambiar el sistema. Verás la montaña que has de escalar. ¡Y cuidado con el camino!
Lo he dicho otras veces. La gente es la gente. No va a cambiar y hay que aceptarla. Es ridículo, y una pérdida de tiempo, criminalizarla. Lo que hemos de cambiar es el sistema. Y el sistema (una abrumadora minoría de privilegiados), se protege muy bien. Su mejor arma es que sabe convertir a los que lo asaltan en parte del mismo. Sabe corromper a los que lo escalan. ¡Es tan satisfactorio para los que lo disfrutan que se olvidan de sus fines iniciales! Y si no, no llegan.
Y la única manera civilizada de cambiar el sistema es desde el poder. La otra es la revolución, para la que hoy en día no se dan las circunstancias materiales necesarias (que podrían darse en un futuro no lejano). Pero la revolución, como ha demostrado a lo largo de la Historia, sólo sirve para cambiar un sistema por otro.
Los intelectuales son como los ratones que roen la montaña. ¡Jamás la derribarán! Sólo cuando conectan con la energía negativa de la frustración de la masa, ésta se pone en marcha con la fuerza necesaria para cambiar el sistema. Y a veces el cambio es a mejor.
Milito en el P-LIB desde casi su fundación en 2009, trabajo en la administración pública en ocasiones y contra la administración pública en el resto de ocasiones… que me va ud a contar.
Evolución siempre, revolución, nunca.
«La Ley debe proteger al que tiene la razón de su lado. No al débil, ni al pobre, ni al analfabeto.»
¡No hombre no! (Fachilla), la ley tiene que proteger al débil. ¿Qué es eso de la razón? La debilidad no entiende de razones. La razón es el montaje que te das tú (más listo, es decir, más fuerte), para justificar la apropiación de bienes que otros necesitan con mucha más urgencia que tú. ¡Anda que no estamos cansados, los analfabetos, de que nos mareéis la cabeza con vuestras razones! ¡Díselo a mi estómago! ¡Díselo a mis ambiciones! ¿O te crees, tú, con más derechos por haber nacido en una familia con medios? ¿O por haber nacido más inteligente, más sano, o más guapo? ¡Qué no, hombre, que no! Que todos somos iguales (especialmente en deseos), y nos ofendes con tus logros y nos humilla tu éxito. Así que a repartir. ¡Qué los pobres también tenemos derecho, so egoísta insolidario! Lo que tú quisieras es que nos muriéramos todos: los débiles, los pobres y los tontos, para no estropear tu paisaje estético de vencedor. ¡So fascista! ¿Por qué has de ganar tú 1000, con un trabajo limpio, cuando yo sólo gano 100, con un trabajo sucio? ¿La inteligencia te da derecho a tener más? ¿Es que necesitas más? ¿Tienes dos estómagos, acaso? ¿Tienes más ambiciones o deseos, acaso? Pues no, elitista de mierda, seréis más inteligentes, más capaces, más esforzados, si queréis, pero nosotros somos más, muchos más, y nos importan una mierda vuestras razones y vuestros logros. Y no me vengas con la tontería esa de igualar por arriba. Sabes perfectamente que eso es imposible. Pero no lo es igualar por abajo. Eso es mucho más fácil, y sobre todo, mucho más cómodo para los que son como yo: débilesl, pobres y analfabetos. Pero ni se te ocurra decir lo que te he dicho, porque lo negaré en cualquier sitio, y hay una cosa en que somos mejores, mucho mejores que vosotros: mintiendo. La mentira nos consuela mucho, y en ella somos expertos. ¡No hay color!
Todo esto lo he oído en alguna ocasión de íntima sinceridad con algún comunista-socialista. Puede parecer una fantasía, pero mírese bajo esa óptica el diseño de nuestras leyes, o de nuestros planes de estudios, o la corrupción en las titulaciones, etc., y se verá si cuadra o no, con esa filosofía.
¡ Qué bárbaro JJL !
Estaba fascinada con el artículo de Jose Luis Montesinos, y con su defensa de la propiedad, igualándola a la defensa del propio cuerpo, y de la propia vida, y me he puesto a leer los comentarios, y este de JJL me ha dejado totalmente epustuflada.
¡¡¡ Qué gozada !!!
Totalmente de acuerdo. Es estupefaciente que el legislador espere que alguien pueda «conocer» las intenciones de un asaltante a su casa, o incluso evaluar la amenaza, qué armas lleva, etc… Una banda de asaltantes entra en tu casa a las 3 de la madrugada, y tú durmiendo y al despertarte de momento tienes que hacer un análisis criminológico de la amenaza, para no «pasarte», que sino te toca indemnizar a la madre de los criminales. Como el último caso de Tenerife.
Por otro lado, incluso si no estás en tu casa, aunque no cabe «legítima defensa», sí se debería tener el apoyo legal y policial. Y ahí está el caso de la okupación, que es, a la vez, allanamiento de morada y robo de TODO el continente de la casa, y donde obligan a los legítimos propietarios a gastar tiempo y dinero en que les restituyan su propiedad.
Completamente de acuerdo:
La legislación y su aplicación práctica sobre la Okupación es otra muestra más de Leyes que parecen estar hechas por nuestros peores enemigos, con el objetivo de jodernos la vida lo más posible.
Solo una sociedad enferma o profundamente masoquista se daría a sí misma leyes tan necias y nocivas para con el ciudadano honrado.
Pero basta con pensar por un segundo que las dos mayores ciudades de España, Madrid y Barcelona, están gobernadas por partidos que defienden abiertamente a los Okupantes frente a los propietarios, para darse cuenta de la cantidad de necios con la que compartimos ciudadanía.