Cataluña está viviendo unos momentos de fractura política y social no vistos en España desde los primeros años 80 en el País Vasco, y parece que se están sembrando las bases para acabar igual, algo que absolutamente nadie quiere. Seamos francos. En Cataluña hay que dialogar largo y tendido. Pero no en la forma en la que se está sugiriendo.
El diálogo que se está planteando está basado en un supuesto choque de soberanías, reduciendo la cuestión al ámbito político. Como bien aporta Juan Ramón Rallo, están por un lado los que no reconocen la autoridad del Estado español en Cataluña, mientras que por el otro están quienes consideran que la Generalidad de Cataluña está vulnerando gravemente sus derechos.
Yo, que tengo una nula confianza en los políticos, considero estas cuestiones muy importantes, pero quedan limitadas al orden jurídico. La gravedad de los hechos, sin embargo, no reside en que unos gobernantes impongan sus normas a base de delitos o porrazos. Está en que una parte de la sociedad catalana ha estado acosando gravemente a la otra. Se la ha acosado cuando se les hacían comentarios ofensivos por declarar públicamente su españolidad. O por pertenecer a cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. O por sacar una bandera de España. O por estar en contra de la independencia. O por cumplir con las leyes. O por querer trabajar en un día de huelga. O por cuestionar siquiera la legalidad del referéndum. Por favor, cuando esto suceda en sentido contrario, avísenme para que también pueda condenarlo.
¿Cómo pretenden dialogar con gente a la que se le pita su himno cuando suena? Cuando suena “Els Segadors”, la otra parte no pita. Será toda la libertad de expresión que quieran, pero también un grave insulto y una falta de respeto. Si realmente se quiere dialogar, las partes deben entender que las presiones, chantajes, amenazas, coacciones o insultos son completamente inaceptables. Así pues, y habida cuenta de que esta falta de respeto se produce prácticamente en una única dirección, cabría pedir a esa parte que dialogasen entre ellos y dejasen de comportarse así con respecto a quienes discrepan de sus ideas. Es decir, deberían ser los propios ciudadanos los que, de propia iniciativa, considerasen ciertos comportamientos de sus correligionarios inaceptables y reprochar aquellos que supusieran faltas de respeto o algo peor. Insisto: Por mucho que defienda la libertad de expresión, también creo que la gente toma nota de esas expresiones y que actúa en consecuencia.
Respecto del diálogo político, también creo que los políticos deben dialogar. Creo que el señor Puigdemont y sus lacayos deben dialogar con los policías que les arresten, para que les queden muy claros sus derechos. Creo que deben dialogar con la fiscalía, para ver cuántos años de condena les quitarían si firman una confesión completa. Y creo que deben dialogar con el juez, para que les envíen a la cárcel de Brians en lugar de la del Puerto de Santamaría o de Alcalá Meco. Lo lamento profundamente, pero no se puede dialogar con delincuentes. Personalmente, si los catalanes deciden de forma legal, informada y libre independizarse, no me atreveré a cuestionar esa decisión. Pero no se puede dialogar con quien ha ninguneado sistemáticamente a la oposición en el Parlamento de Cataluña, les ha negado la palabra, han falsificado la firma de funcionarios públicos para aprobar leyes, han coaccionado a funcionarios públicos, han controlado medios de comunicación públicos para que dieran sólo un tipo de mensajes, han aprobado un referéndum sin ninguna clase de cobertura legal, han (en el mejor de los casos) ignorado sistemáticamente las presiones que se han dado de una parte de la sociedad contra la otra, han vulnerado el derecho a la protección de datos personales, dan órdenes a la policía de que ignoren mandatos judiciales y tratan de pisotear arbitrariamente las libertades y derechos fundamentales de más de la mitad de la población. Y si han llegado al punto de que las empresas se están yendo de Cataluña, ¿qué otros derechos y libertades de los ciudadanos violarán para conseguir sus objetivos? Llámenme fascista, pero yo no dialogaría con esa clase de personas en la medida que me fuera posible. ¿O es que usted sí estaría dispuesto a dialogar con ellos, pero no con quien viola toda la legislación nacional e internacional vigente para prohibir la homosexualidad, para limitar la libertad de credo o para quien destruye su derecho a la educación, a la sanidad o a su pensión*?
Lo primero que debe haber para que haya diálogo es que haya un marco de respeto mutuo y convivencia pacífica. En principio, entre todos los catalanes; y luego, entre las instituciones catalanas y sus ciudadanos a través del Derecho. Y entonces, sí, es necesario hablar. Para plantear el derecho de secesión de las regiones. Para plantear un mejor sistema de financiación autonómico, más razonable. Para que se deje de adoctrinar a los niños catalanes en los colegios. Para que todos los españoles tengamos el mismo libro de Historia en el colegio. Para que TV3 (y el resto de medios de comunicación públicos de España) dejen de ser instrumentos de propaganda al servicio de partidos. Para revisar las competencias que tiene cada uno de los niveles administrativos. Para cuestionar la utilidad de la Corona. Para replantear las funciones del Senado. Para todo.
Mientras estas condiciones no se den, lo único que pienso dialogar es sobre las horas que le faltan a Puigdemont para declarar unilateralmente la independencia, se suprima la autonomía de Cataluña y acabe en la cárcel.
* En Cataluña, esto sí se ha hecho.
Totalmente de acuerdo con usted, Don Manuel.
Espero que ahora que está de vuelta en España, se presente a las próximas elecciones, que nos falta gente joven, sensata, preparada, viajada, y con las ideas claras en el panorama patrio.
Yo, desde luego, si pudiera, le votaría-
La cantinela del diálogo siempre suena cuando los que usan la coacción, que en sus versiones más extremas es terrorismo puro y duro, están perdiendo la guerra que ellos han empezado. Cuando ETA estaba prácticamente derrotada policialmente llegó el dialogante de ZP y la blanqueo, con el resultado de que sin necesidad de matar controlan una buena parte de Vascongadsa y Navarra. Ahora que Puigdemont está contra las cuerdas salen los de siempre con que hay que dialogar, cosa que no han dicho en todos los años que los indepes han estado coaccionando y marginando a la mitad de su población. Así que por mi parte a otro perro con ese hueso.
con traidores no se negocia, se les encarcela como a tejero