Este artículo es la opinión personal de alguien dedicado al alquiler vacacional. Nada más.
No puedo hacerme a la idea de lo aburridos que estaban los medios de comunicación sin noticias que contar. A duras penas Venezuela, la subida del PSOE y el juez de la Gürtel haciendo su trabajo con Rajoy… Ya me imaginaba yo a los de Antena 3 hablando otra vez sobre las tortillas, cuando un grupo de extrema izquierda vinculado a la CUP consigue rellenar minutos y minutos de telediario gracias a haberle prendido fuego a un autobús, pinchar ruedas y lanzar mensajes contra el turismo. Los mensajes del tipo “Tourism kills the cities” o “Tourists go home” son la misma basura fascista que los españoles hemos tenido que tragar cuando emigrábamos a Gran Bretaña, Irlanda o Alemania durante la crisis. Se lo dice uno al que se lo han contado, lo ha visto y lo ha sufrido en sus propias carnes. No llega a xenofobia clasista (que es lo que aparenta) porque, en realidad, el programa ideológico de cualquier partido de la izquierda radical consiste en convertir en una parodia aquello que merece la pena defender e incapacitar todo aquello que funcione. Y como todo tiene contras y externalidades, siempre hay una excusa para actuar y salir en el telediario. Ayer mismo se llamaba turismofobia™a una discusión entre dos personas (alguien de turismo en un yate y un grupo cultural tradicional que difundía su cultura entre los turistas) por ver quién hacía más ruido.
Y es que, queridos lectores, la turismofobia™ ha llegado. Al parecer, llegan demasiados turistas a España, sin duda alentados por los bajos precios que ponen malvados especuladores, y que motivan una espectacular subida de los alquileres. La sarta de tonterías por línea cuadrada que un ser humano tiene que leer. La última, la de la comunidad de Baleares, que ha limitado de facto el número de personas que pueden ir a las islas. ¿Qué buscan? ¿Limitar la libre circulación de personas en Europa? ¿Limitar aún más de lo que está la libertad de empresa? ¿Pretenden decirle lo que cada persona puede hacer con su propiedad privada? ¿Con su casa? ¿Qué economía existe en Baleares que permita una alternativa a los ciudadanos?
Resulta hilarante ver cómo, por un lado, los partidos tienen un discurso completamente anticapitalista y, por el otro, adoptan medidas que benefician principalmente a los capitalistas más grandes: Los hoteles. ¿Quién se beneficia de limitar la oferta de un servicio muy demandado y de reducirlo a aquellos designados por la Administración? Salvo por las pruebas, que a día de hoy no existen, da la sensación de tratarse de otro caso de capitalismo de amiguetes.
Por si aún no se habían dado cuenta, gracias al alquiler vacacional miles de familias pueden pagar su hipoteca, cosa que antes no podían. España tiene a día de hoy un 17% de paro, con muchas regiones por encima del 20% y un paro juvenil en el 39,5%. Para colmo, esas casas fueron compradas en muchísimos casos en plena burbuja, por lo que sus dueños van a estar endeudados. ¿Cómo pretenden pagar su gente las casas? ¿Con abrazos, sonrisas, palmaditas en la espalda y sesiones de coaching? ¿Con una subvención de un Estado cuya deuda ya es superior al 100% del PIB? En el alquiler vacacional hay muy pocas empresas detrás. En la inmensa mayoría de los casos es cada uno con su pisito, yéndose él mismo a un alquiler más barato y en peores condiciones.
La variedad de problemas que presuntamente genera el alquiler vacacional daría para varios libros. A continuación, comentaremos algunos.
Uno de estos “problemas” es el aumento de los precios del alquiler (ver Madrid o Barcelona). Al parecer, resulta que viviendas que antes estaban para ser alquiladas de larga temporada ahora pueden cubrir otra función. Y, claro, vivir ahora en ciertas zonas se ha vuelto bastante más caro. ¿Significa eso que no hay viviendas? Pues sí. Las hay, y a porrillo. En diciembre del año pasado había 1,4 millones de viviendas vacías. Y se habla de “gentrificación”. ¿Qué ocurre? Por un lado, el 80% de esas casas lo tienen los bancos; por el otro, hay zonas más demandadas que otras. Simplemente, hay zonas donde la gente quiere vivir y otras donde no quiere vivir. Pero viviendas, hay. Curiosamente, los pobres propietarios de casas con una muy buena ubicación pueden ganar mucho dinero vendiendo su casa y comprando otra ubicada en otro lugar… siempre y cuando los impuestos relacionados con la compraventa no sean demasiado altos (¡ups!). Si esto no se viera como una crisis, sino como una oportunidad, se trataría de una ocasión extraordinaria para transformar las ciudades, de hacerlas más verdes, más sostenibles, que permita el paso de bicicletas. Suelo hay. Todo el que se quiera. Alemania, con menos superficie, tiene 82 millones de habitantes. Y en Alemania sobran suelo y altura.
También en Berlín se produjo gentrificación. Tras caer el Muro, los Länder de la antigua RDA sufrieron una enorme recesión, que llegó a durar 15 años. En este tiempo, los precios de la vivienda en Berlín eran bajísimos, pero Berlín sufría tasas de paro del 20%. Hasta que llegó su recuperación. En este tiempo, Berlín ha visto disparados los precios del alquiler. Hablamos de pagar 750€ mensualmente por una habitación bastante amplia en un piso compartido en Prenzlauer Berg. Pero es que Berlín ha pasado de un 25% de paro (grandes éxitos de la economía y la educación comunistas) a un 8,8% hoy, a lo que debe añadirse el incremento de los salarios. Esto vino acompañado de un enorme esfuerzo de renovación de las viviendas. Muchas de ellas se caían a trozos porque durante la época comunista no se entendía como prioritaria la renovación de las casas en las que vivían sus habitantes. Y sí, había gente que tenía que marcharse de la casa donde vivía porque el casero le subía el alquiler. Estas historias son reales. Hay hasta canciones. Pero nadie se quedaba en la calle, ni sufrió frío. Se encontraba otra casa mientras se aprovechaban las subidas salariales. Sencillamente se mudó. Hoy, Berlín es una ciudad a la que todo el mundo quiere ir, empezando por los propios emigrantes españoles. No ya para hacer turismo, que también, sino para vivir, emigrar, montar un negocio, desarrollar una carrera profesional, formar una familia. La gentrificación es parte de este proceso, un proceso absolutamente positivo.
Otra excusa, bastante divertida, es la de que “los alquileres vacacionales no pagan impuestos”. Cualquiera que esté dentro de este mundo sabe que se trata de una mentira malintencionada. Prácticamente todo el alquiler vacacional vive de anunciarse en internet a través de diferentes páginas: Airbnb, Home Away, Trip Advisor, etc. Pues bien: TODAS ELLAS FUNCIONAN CON TRANSFERENCIAS. Sí, amigos. Aquí, el dinero negro, no existe. Al ir todo por transferencia, Hacienda lo tiene controlado cuando y como le dé la gana. Y ¡ay! de aquel listillo que crea poder burlar ese control. Descuiden, que si les preocupa el terrorismo y se va por lo legal (algo más que recomendable), todos los clientes que pasen por la vivienda mayores de 16 años deben estar registrados como si estuvieran en un hotel. A partir de aquí, cada uno paga los impuestos que le tocan. Lo que marca la ley. Ni más ni menos.
Además, hasta hace seis meses, Francia tenía más turistas que España, pero allí no hay turismofobia™. Qué cosas. ¿Creen acaso que la gente en París la gente no se emborracha? ¿Ni hace tonterías? Aumentar el número de turistas que vienen a España no es un motivo para estar avergonzado, sino para estar orgulloso. Significa que tenemos algo que la gente quiere y que sabemos cómo trabajarlo. Tal vez moleste más que esto se haya logrado de una forma más espontánea que dirigida y centralizada por el Estado, y que gracias a esta idea, que viene de la gente, se pueda quitar uno una hipoteca impagable concedida durante la época de la burbuja inmobiliaria.
Y luego están los argumentos del sector hotelero contra el alquiler vacacional, que son tan mediocres intelectualmente hablando que dedicar tiempo a refutarlos requiere disfrutar del sadisimo:
– No hay ninguna diferencia entre los hoteleros y los taxistas que se quejan de Uber, los fabricantes de máquinas de escribir protestando por la llegada del ordenador o cualquier otro negocio que reclame la protección estatal para proteger sus intereses ante un competidor que es mejor. Lo que se conoce como “economía informal” ha llegado para quedarse.
– Cuando se quejan de la calidad del servicio, encubren a conciencia que el servicio que ellos mismos proveían hasta hace pocos años era, salvo en hoteles de cuatro y cinco estrellas, mucho peor y era prestado a un precio desorbitado.
– Normalmente, las habitaciones de los hoteles son para una, dos o, excepcionalmente, tres personas. Un alquiler vacacional puede incluir a una familia por el mismo precio, y no al doble como suelen hacer los hoteles. ¿Cuánto creen que cuesta meter en un hotel meter a unos padres con sus dos hijos? Ya no les digo si son tres hijos, o viene el abuelo con ellos.
– Basta con una normativa razonable para asegurar a los clientes un servicio de calidad. En Andalucía, por ejemplo, los baños deben tener un espacio mínimo, todas las habitaciones deben tener aire acondicionado… la normativa ya es exigente.
– Tributaciones distintas. Si hay un sector económico en España que ha considerado un gran logro cumplir con la normativa laboral y dejar de pagar salarios en negro, ése es el turístico. A un servidor, que ha tenido la oportunidad de hablar con algunos directores de hoteles, lo decían orgullosos: “YA NO PAGAMOS EN NEGRO”.
– El alquiler vacacional genera su propia demanda: Renovación de viviendas, necesidad de formación, demanda de productos mejores, más baratos y respetuosos con el medio ambiente. Basta con que pregunten en las grandes superficies de muebles y materiales de construcción qué les supone el alquiler vacacional. Por otra parte, les puedo garantizar que el primero que quiere que el edificio de su vivienda y el barrio donde se ubica sean limpios y seguros es el que tiene un alquiler vacacional. Se juega perder completamente su inversión y arruinarse.
– Se afirma que el alquiler vacacional fomenta el turismo de borrachera. Aquí se mezclan dos cosas. En primer lugar, los primeros que han fomentado ese turismo en según qué lugares han sido los propios hoteles. En segundo lugar, el problema no es el turismo, sino la cultura de borrachera de los jóvenes. Esto no se corrige quitando los apartamentos turísticos, sino previniendo desde la educación sobre los efectos del alcohol y las drogas.
Bajo mi punto de vista, los mayores interrogantes surgen de la convivencia entre vecinos. En mi experiencia, hay vecinos completamente idiotas que se quejan por cualquier clase de estupidez sin fundamento. Sin embargo, sí existen casos en los que los turistas no se comportan de forma en la forma debida y que generan molestias justificadas a los vecinos. No obstante, en el 95% de los casos, las soluciones se pueden encontrar de forma razonable. Aquí deben diferenciarse los problemas que causan vecinos molestos de los que causan únicamente turistas. Si los problemas son del tipo “es que oigo el ruido del ascensor porque el vuelo de tus clientes sale a las 6 de la mañana”, te aguantas. Es como si alguien tiene que salir a trabajar por la noche, o por la mañana muy temprano. ¿Se quejaría? Nadie tiene la culpa de que el ascensor haga demasiado ruido, o de que las ruedas de las maletas hagan ruido. Por el contrario, si los clientes son unos cretinos que se creen que pueden hacer la fiesta que no pueden hacer en sus países de origen y arman el taco a las 00:01 de la noche o si se comportan de forma incívica en cualquier momento, se llama a la policía y se echa a los clientes (… y que no se pongan tontitos, no vaya a ser que acaben en la cárcel). Luego están las envidias, la mediocridad de cada uno y el tocar las narices cuanto se pueda; pero eso es, en esencia, la convivencia entre vecinos. Seamos honestos: Salvo que los clientes decidan hacer una fiesta en la casa, los problemas del alquiler vacacional son los mismos que se puede encontrar otro vecino: La música un poco más alta de lo normal, una charla de cinco personas viendo la tele, un electrodoméstico que hace más ruido de la cuenta…
Para todos aquellos que crean que el alquiler vacacional es la gallina de los huevos de oro, lo siento, pero no es así. Lamento decepcionar a los vendedores de humo. España tiene ahora mismo más turistas, y podría incluso superar a Francia, por el mero hecho de que el Norte de África es un polvorín. Más tarde o más temprano, aquello se pacificará, tendrán unas libertades equiparables a las occidentales y la parte de turistas que iban de vacaciones, a Argelia, Libia, Túnez o Egipto volverá a ir. Y, entonces, sólo quedarán los mejores. Es más: personalmente, creo que ya ha empezado a formarse una burbuja en el sector. Tanto en el alquiler vacacional como el inmobiliario. Sencillamente, ni es tan rentable el alquiler vacacional, ni los salarios permiten pagar los desorbitados precios que se piden en el mercado del alquiler. Los números no cuadran. El alquiler vacacional es para quienes tienen una vivienda en propiedad, pero no trabajo, y con eso y con todo conozco más casos de fracaso que de éxito.
Mucha gente cree que esto consiste en poner la mano y poner una sonrisa. Si se hace profesionalmente, la limpieza de la vivienda es lo que menos tiempo ocupa, y eso ya ocupa bastante tiempo y un importante esfuerzo físico. Salvo que se logre una ocupación sobresaliente o un precio muy alto, es más rentable y tranquilo alquilarlo de larga temporada. Además, en este negocio se puede perder muchísimo dinero si el producto o el servicio no cumplen con las exigencias de los clientes. No hay nada que le dé más miedo a un gestor de alquileres vacacionales que un mal comentario en una página. Tanto las visitas como las reservas pueden caer en picado. Eso conlleva un nivel de exigencia personal muy elevado, que no todo el mundo puede cumplir. En algunos casos, ni siquiera cumpliéndolo se puede conseguir un buen comentario.
Por concluir, me gustaría decir que viajar es algo maravilloso. Conoces otros lugares, países, historias, culturas, idiomas, personas, formas de trabajar, de pensar. Es poder ver el Gernika de Picasso. La arquitectura de Nueva York. O la de Florencia. La gastronomía en cada uno de los lugares de España. Es algo que merece la pena fomentar en nuestros hijos. Te permite descansar de la rutina, pasar momentos especiales solo, con tu familia, tu pareja o tus amigos. La turismofobia es no conocer otros lugares, países culturas, idiomas, personas, formas de trabajar y de pensar. Es ser más cateto. Un ser humano peor. Más tonto. Más inculto. No salir nunca del pueblo. Las mismas caras. Los mismos edificios. Los mismos lugares. Sólo por esa condena al aburrimiento perpetuo deberíamos ignorarles.
Ms. Lügner Menteur.
El Estado siempre obstaculizando la iniciativa de la gente para rentabilizar su propiedad. Sólo puede ser por dos razones: afán de fiscalización o defensa de estructuras previas que pagan favores.
No saben hacer otra cosa, JJI. Gracias a esto, la gente puede salir de las hipotecas y comer. Pues no, hay que ponerle un cepo, no vaya a ser que dejen de llorar de miedo y sufrir por la incertidumbre. Está entre vergonzoso y lo repugnante.
Una de las estrategias clásicas y básicas de cualquier grupo terrorista es atacar las fuentes de riquezas de las sociedades que quieren conquistar.
Los comunistas de las CUP siguen al pié de la letra el manual del terrorista.
Yo más bien hablaría de estrategias militares. La política es tan solo una fachada. Fíjate, en los tiempos de la ETA, Herri Batasuna era la marioneta política. Salvo por los muertos, los secuestros y buena parte de las extorsiones, ¿en qué se diferencia de la ETA organizativa y políticamente? El ideario es el mismo. La kale borroka quemaba autobuses. Arran también. HB estaba en todo lo que ayudara al progreso vasco, y Arrán también. Es exactamente lo mismo (con las salvedades mencionadas), pero con la lección aprendida. Se puede decir que de hace 30 años hasta aquí ha habido una evolución, no en las ideas de fondo, pero sí en las formas de actuar, de la izquierda radical. Ya no es comunista, es antisistema. Ya no matan ni secuestran. Ahora tienen slogans que suenan guay. Y lo están sabiendo vender. Una lástima que sus argumentos sean una basura desde puntos de vista racionales y científicos.
«Yo más bien hablaría de estrategias militares».
Efectivamente estos tarados pijo-comunistas se consideran así mismos en guerra contra sus enemigos ideológicos, que son todo el resto de la sociedad que no se comulga con sus delirios. Dicho en plata: para la sectas ( y esto es lo que realmente son), el resto no son adversarios politicos, son enemigos a erradicar, por los medios que sean.
«Se puede decir que de hace 30 años hasta aquí ha habido una evolución, no en las ideas de fondo, pero sí en las formas de actuar, de la izquierda radical. Ya no es comunista, es anti-sistema».
Al menos de cara al exterior así es. El banderín de enganche de la bandera roja y la marca comunista están pasados de moda: sencillamente no venden, como en los años 60-70 del siglo pasado. Ahora lo «modelno» es ser «antisistema».
«Ya no matan ni secuestran».
No por falta de ganas sino porque de tontos no tienen un pelo y saben como acabaron sus héroes de la ETA, Brigadas Rojas, etc, que «se echaron al monte» en esos años: muertos o con 20 años entre rejas, que aunque sean en los hoteles de lujo de las cárceles españolas o europeas, no es un panorama demasiado alentador, por mucho que cuando salen les reciban como héroes sus paisanos más cerriles.
Admitamos también que la legislación y las administraciones han fallado. Hemos tenido un 50% de paro juvenil. ¿A qué votarías, si encima te has educado en sistema progre? Cristian Campos lo ha descrito perfectamente: A uno se le quita el marxismo de la cabeza en cuanto le llega la primera cuota de autónomo. Ahí tienes el caldo de cultivo perfecto para fomentar la estupidez.