Todo periodo histórico necesita su relato. La gente necesita un relato de buenos y malos, de hechos y consecuencias, que sea atractivo y claro, para entender la Historia.
Ese relato va incluido dentro de una determinada ideología que es consecuencia y causa a la vez del relato.
El centro derecha español nunca ha tenido un relato en toda la época democrática posterior al franquismo. Tampoco ha mantenido una ideología clara.
Pero de la mano de Rajoy el centro derecha español ha renunciado totalmente a tener una ideología propia. En todos los aspectos fundamentales se ha rendido a las ideas de la izquierda y si no ha cedido más es por el límite que impone la Constitución.
Rajoy ha expulsado del PP a cualquiera que mantenga una ideología. Desde los liberales a los pro vida a Rajoy le sobra todo el mundo. Toda la “ideología” de Rajoy se reduce a cumplir tímidamente las recomendaciones de los organismos internacionales, de la UE al FMI, pero no mucho que tampoco es ponerse a reducir en serio el déficit público.
Rajoy ha incumplido todas sus promesas de reducción de impuestos o de cambios de las leyes más ideológicas del zapaterismo.
Y en cuanto al relato ¡qué decir!. La extrema izquierda ha impuesto cómodamente su relato de que la crisis la causó las ayudas de “cientos de miles de millones de euros” a “los bancos” y del recorte social por culpa de que “los del PP robaron miles de millones”.
Pero no solo eso, la extrema izquierda ha impuesto el relato de toda la Historia. Desde la Revolución Industrial a la Guerra Civil, de la Gran Depresión al crecimiento intolerable de la desigualdad como causa de todos los males del mundo.
¿Y ahora qué?
Rajoy y el PP no tienen proyecto que vender porque han renunciado a tenerlo. Si hay gente que todavía les vota es más por terror a la izquierda y a los ultranacionalistas que por ninguna convicción (que el PP tampoco tiene).
Rajoy y el PP renunciaron a tener un relato propio, a contar “su Historia”. Renunciaron en las televisiones y en las Universidades, en el Parlamento y en las escuelas y ahora solo pueden vender unos datos económicos que empalidecen en comparación de los mágicos programas de la izquierda.
Cuando no tienes relato siempre pierdes porque los demás van a elaborar su relato que manipulará o falseará los hechos a su antojo.
Por ejemplo Arberto Garzón defiende en su libro “Hay Alternativas” que fue la Ley del Suelo del PP la que dio el banderazo de salida a la burbuja inmobiliaria. Da igual que la ley citada fue declarada inconstitucional en los referente a la planificación urbanística y liberalización del suelo y que de hecho nunca entró en vigor, si empiezas una discusión en internet siempre te van a sacar la “Ley de Liberalización del Suelo del PP” como causa de la burbuja y de la especulación inmobiliaria.
Construir, y no digamos ya imponer, un relato lleva tiempo y muchos esfuerzos. Y cuando durante 40 años has renunciado al relato y a la ideología y te has refugiado en una gestión (dudosa en la mayor parte de los casos y corrupta en algunos) la cosa se transforma en heroica.
¿Quien convence a la gente de que no existe un “impuesto al sol”?
¿Quien le explica a la gente que los republicanos mataron gente inocente a diestro y siniestro durante la Guerra Civil?
La realidad es el relato y los hechos importan un pimiento.
Rajoy y el PP le han dejado a la izquierda más extremista ,introducida por Zapatero y continuada por Iglesias, y a los nacionalistas más intransigentes y odiadores de España la construcción del relato. Es decir han (Rajoy y el PP) liquidado el liberal conservadurismo en España y a España misma.
Y encima (Rajoy y el PP) son tan gilipollas que creen que han ganado.
Coincido con el análisis, pero la «desidia» de Rajoy hay que ponerla en contexto. El constante abandono de anteriores baluartes conservadores no es un fenómeno patrio, si no que se da en todo el mundo occidental. El ala más conservadora del partido republicano de EEUU habla de los «cuckservatives», en alusión a los líderes del partido que han ido desmontando todas las posturas fundamentales de partida. No es sólo que se abandonen anteriores políticas, es que además se aceptan las que ha impuesto la izquierda. En general, es evidente una deriva continua hacia el progresismo en todas las sociedades occidentales. No hay duda de que la influencia americana, donde nacen la mayor parte de objetivos del activismo político de izquierdas, pesa mucho. Harvard, ese faro del saber humano, y el New York Times, el mensajero universal, son baluartes del progresismo. Pero yendo más hacia el fondo de la cuestión, quizá deberíamos concluir que la democracia es la verdadera culpable de la continua deriva izquierdista, porque pone las bases a una guerra ideológica que se gana no por la razón, por la tradición o por el prestidio de ciertos líderes, sino por la suma de manos alzadas. Y ante eso, ¿cómo nos posicionamos? ¿como anti-demócratas?
Efectivamente en tu último párrafo sintetizas perfectamente la cuestión: de hecho, nuestra democracia actual occidental presenta muchas similitudes con la seudodemocracia asamblearia, en la que, bajo una aparente decisión colectiva mayoritaria, en la que evidentemente el margen de discrepancia individual acarrea un coste a menudo inasumible, sirve para legitimar la opresión sobre ciertas minorías.
Desde mi punto de vista ese ha sido el gran triunfo que el progresismo ha sido capaz de imponer, particularmente a la derecha política: la falacia de que cualquier decisión, sobre cualquier ámbito, por el mero hecho de contar con suficiente apoyo popular y por tanto «democrático», se convierte en legítima.
Dicho lo anterior, dado que en mi opinión, en último término las relaciones humanas, incluidas las políticas, son relaciones de poder, lo cierto es que lo anterior es casi inevitable dado que en democracia, a la postre, son los votos los que otorgan el poder, de lo que se deduce que, en el juego democrático, los demagogos, que básicamente son buenos vendedores, juegan con ventaja.
Completamente de acuerdo. Y lo peor es que, valga la redundancia, la cosa se puede poner aún peor, tanto para el PP como para España, porque toda situación tiene la posibilidad de empeorar, y en mi opinión la cuesta abajo del PP, de ser ya grave va a pasar a ser gravísima en el medio plazo, y puede llevar al PP al borde de su desaparición, como bien dijo Cayetana Alvarez de Toledo.
Absolutamente de acuerdo con el contenido del art.
Uno de los comportamientos constantes que se dan en casi cualquier individuo y por acumulación en todo grupo humano es la de echar las culpas de nuestros males a otros, y en la izquierda populista española, esa es su estrategia estrella: así para la izquierda, el relato de los culpables de nuestros males son: en primer y destacado lugar Franco, y a continuación los ricos, los banqueros, las multinacionales, la Iglesia y en definitiva la derecha representada por el PP, que no son otra cosa que los herederos del franquismo.
Y como el PP no se atreve a reivindicar, no ya las objetivas cosas buenas del régimen de Franco, sino ni siquiera a defender la evidencia de que durante la Guerra Civil los republicanos cometieron, como mínimo las mismas canalladas y asesinatos que los nacionales, se encuentran con que ya de partida ellos son los herederos del «malo oficial» de la película izquierdista que desde 1936, no es otro que Franco.
Lo anterior pone al PP en una situación de permanente inferioridad «psicológica» frente a la izquierda, aun cuando haya contado con 2 mayorías absolutas durante la etapa democrática.
La «historia » de Ley de Memoria Histórica del desaparecido ZP lo ilustra a la perfección: el tipo gana las elecciones, por lo pelos y solo gracias al 11-M, y no se corta un pelo en promulgar una ley que determina de forma ideológica, partidista y revanchista quién son los buenos y los malos en la Guerra Civil:, equiparando a los vencedores con los asesinos y a los perdedores con las víctimas inocentes.
A continuación, tras la peor crisis económica de la historia reciente, el PP gana por mayoría absoluta y ni en ese escenario,se atreve no ya a derogar ese insulto a la Historia y a la inteligencia, sino ni siquiera a modificar una sola coma del engendro, con el que indirectamente, sus enemigos les colocan en la diana.
En resumen, mientras la derecha española no se atreva a reivindicar la figura de Franco que es de donde arranca el relato manipulador de la izquierda, ésta seguirá monopolizando el relato histórico con las ventajas que eso conlleva a la hora de conseguir y ejercer el poder.