1.- Llegan unos nuevos dirigentes jóvenes y limpios sin ataduras del pasado.
2.- Pasado un tiempo empiezan los primeros rumores de corrupción en la calle.
3.- Los medios de comunicación empiezan a publicar las primeras noticias de irregularidades.
4.- El partido político acusado dice que todo es una campaña para desprestigiarlos.
5.- Aparecen más indicios de corrupción.
6.- Los afectados defienden su integridad y amenazan con querellas.
7.- Aparecen pruebas demoledoras, el caso llega al juzgado.
8.- El partido defiende la inocencia de los afectados y espera que pronto puedan defenderse en un juicio.
9.- Aparecen más pruebas aún. El juez empieza a procesar a gente.
10.- Los afectados acusan al juez de partidismo y piden que el caso llegue al Supremo.
11.- Su partido dice que hay que respetar la presunción de inocencia.
12.- Comienza el juicio y los afectados dimiten para poder defenderse mejor y no afectar a la política.
13.- Tras varios años llega la sentencia en la que se condenan a varios políticos.
14.- El partido dice que esos individuos hace tiempo que no están en el partido, que hay que evitar generalizaciones y que hay que defender la honradez de los políticos y la necesidad de la política.
15.- Por supuesto ya han llegado nuevos dirigentes… (este esquema también sirve para los sindicatos)
Y así llevamos 35 años. Y además hay que tener en cuenta que la corrupción que ha sido condenada judicialmente no debe de ser ni la décima parte de la real, porque ya se sabe que conseguir que se condene a un político no es nada fácil.
Pero no preocuparse: la gente votará a los mismos en las próximas elecciones (o a Podemos, que no se que es peor)
Está muy bien, pero para mi también le falta otro mecanismo. Psicológico, pero clave. Yo le llamo «ontología», pero lo mismo le podría llamar «furbo», o «hooliganizacion» del personal. Conseguir tribalizarnos a base de convencernos de que *somos* algo. Somos progresistas; somos vascos, catalanes; somos de derechas; somos liberales. Y por tanto tenemos que combatir a los que *son* otras cosas. Y en el combate uno no critica ni juzga a los suyos.
Por eso: «la gente votará a los mismos en las próximas elecciones». Porque no son «los mismos», sino que son «los míos».
Lo que haría falta es ver qué países / sistemas producen menos corrupción, y pensar si merece la pena.
También conviene pensar si corrupción es todo lo que nos pasa, o lo principal de lo que nos pasa. Por ejemplo, la corrupción en Inglaterra en la época de su despliegue imperial y la revolución industrial era sencillamente inenarrable. No era una corrupción sistemática, sino que probablemente la corrupción era el sistema. Y sin embargo se comieron el mundo. Y USA, en su despegue como potencia (entre 1ª y 2ª Guerra Mundial), no era exactamente un convento de Carmelitas. También hay los ejemplos contrarios, claro. Gran corrupción e ineficacia total. Sudamérica, un poner.
Y luego la «guerra contra la corrupción» tiene una gracia especial. Es como las drogas (o en su día el sexo). Una guerra sin fin, garantizada. Puedes invertir (y distraer) en ella una cantidad infinita de recursos, porque sabes que no tiene fin. Es el ideal de cualquier gobernante.
Así que la solución tal vez se parezca a la solución (nunca aplicada) que tienen las drogas. No intentes eliminar al delincuente, sino el delito. O su posibilidad. Por ejemplo, si las «decisiones políticas» pueden mover miles de millones, reduce todo lo posible las decisiones políticas y habrás reducido la corrupción. Puras matemáticas. Sin cárcel, ni juicios, ni leyes, ni nada. Pero siempre teniendo en cuenta que tal vez la corrupción no es *el* problema, sino sólo uno de ellos. Y nunca absoluto (independiente de dosis).
Yo no necesito que vayan a la cárcel. Ni que les pongan multas , que con los años que tardan en aparecer las cosas, la mitad habrán prescrito.
Lo que sí necesitaría, es que devolvieran el dinero mal adquirido a expensas de todos ; y los intereses, y los beneficios sacados a ese dinero.
Y si con ello se descapitalizan los sindicatos, los partidos, las diputaciones, o los altos cargos de lo que sea, habrá que ponerles sueldos de verdad, para que no tengan que «sisar», o hacer lo que haga falta.
Pero primero habrá que sanearlo todo, y achicar burocracias. Y que a los partidos y a los sindicatos, los mantengan sus afiliados…
En tu listado faltan dos elementos esenciales que explican la base misma de la corrupción:
1) La aceptación e incluso el regodeo de la ciudadanía con los corruptos y en general con el estado continuo de corrupción. Los ciudadanos votan una y otra vez a los mismos corruptos, a plena conciencia, conociendo perfectamente la realidad. Aparentemente, la única condición es que le sigan mintiendo y/o prometiendo cosas tan descabelladas como agradables a su oído.
2) El sistema institucional elegido. El parlamentarismo tal como se aplica en España destruye en la práctica el viejo marco de la separación de poderes. Así, y gracias a los sistemas de listas cerradas, son el realidad los dirigentes partidarios los que deciden la composición parlamentaria, de modo que el ejecutivo no responde al control de los diputados.