LA MANO INVISIBLE.
Al empezar el anterior capítulo dije que:
“En un mercado libre la única manera que tiene un capitalista de ganar dinero es ofrecer productos que satisfagan las necesidades de la gente de la mejor y más barata manera posible.”
Esta afirmación no es otra cosa que el enunciado de la “Teoría de la mano invisible”.
La teoría de la «mano invisible» es fundamental en la Teoría económica y a la vez es una de las que con más fuerza se ha intentado refutar.
Si vemos las tres maneras en que un capitalista puede aumentar sus beneficios en un mercado libre la consecuencia es que:
En un mercado libre la única manera que tiene un capitalista de aumentar sus beneficios es beneficiar de alguna manera al consumidor.
Esta idea puede parecer contraintiutiva. La gente piensa que la única manera que tiene el capitalista de aumentar sus beneficios es disminuyendo los de alguien. Pero en un mercado libre la competencia evita que los capitalistas ganen dinero simplemente subiendo el precio (a no ser en los casos de demanda sobrevenida).
Tanto si un capitalista aumenta la productividad como si produce un bien que satisface mejor las necesidades del consumidor o si aumenta el precio de un bien que de repente se ha convertido en escaso, está beneficiando directa o indirectamente al consumidor.
En el primer caso el aumento de la productividad permitirá al capitalista ofrecer el bien a un precio más barato, beneficiando al consumidor, y a la vez aumentar sus beneficios. Pero incluso en el caso de que el capitalista no repercutiese ni un céntimo bajando el precio, el consumidor se acabaría beneficiando también. Vendiendo al mismo precio y con mayor productividad el capitalista vería aumentar sus beneficios y su capital permitiéndole invertir en otros proyectos y producir más bienes. El resultado final siempre va a ser una mayor cantidad de bienes a disposición
de los consumidores.
Pero ¿Y si los nuevos bienes que produce el capitalista gracias al aumento de productividad sólo se dedican a satisfacer las necesidades del propio capitalista?
El objetivo de todo capitalista es obtener el mayor beneficio posible. La mayor productividad le permite producir a un coste más bajo, con esa ventaja puede reducir los precios y expulsar del mercado a la competencia, puede que gane menos por unidad de bien vendida pero venderá muchísimos más bienes y el beneficio total será mayor.
El resultado de que ambas partes, capitalista y consumidor, se beneficien parte del hecho de que un aumento de la productividad supone producir más bienes con los mismos factores de producción, eso es lo que permite que al mismo tiempo que el empresario gane más dinero el consumidor tenga precios más bajos y por tanto tenga mayor poder adquisitivo.
En el segundo caso, al crear un nuevo bien o mejorar uno existente, el consumidor también se beneficia o de otra manera no lo compraría. El capitalista puede aumentar sus beneficios puesto que se encontrará en una situación monopolística mientras que nadie de la competencia produzca algo parecido. Curiosamente al final, cuando haya varios capitalistas produciendo el nuevo bien (o uno parecido), el que sigue beneficiándose es el consumidor que sigue pudiendo consumirlo, mientras que el capitalista deja de ser monopolista.
En el tercer caso ya he explicado que la única manera de acabar con la escasez de un bien es permitir que este tenga su precio de mercado.
La conclusión final es que los intentos de los capitalistas por obtener mayores beneficios resultarán en un mayor beneficio para todos los miembros de la sociedad, como ya dije más arriba.
No son necesarias leyes ni reglamentos, el propio capitalista en su intento de ganar más dinero generará más bienestar para la gente al intentar aumentar sus beneficios. Como la mayoría de la gente no relaciona el interés del capitalista en ganar dinero con el resultado de un mayor beneficio para la gente a este efecto se le denomina la mano invisible.
La “mano invisible” no es mas que la representación del hecho de que en un sistema de libre mercado todas las maneras de los capitalistas de aumentar sus beneficios suponen un beneficio, no necesariamente deseado por el capitalista, para toda la sociedad.
Aunque ese “toda la sociedad” no sea absoluto, siempre va a haber perjudicados por los cambios en el mercado, por ejemplo los capitalistas de las empresas que quiebren o vean mermados sus beneficios por culpa de otros capitalistas que sean más eficaces a la hora de producir bienes. Los “perjudicados” van a intentar desprestigiar el sistema de libre mercado y esgrimir toda clase de ideas para justificar que este se limite: perdida de puestos de trabajo, de independencia económica, sectores estratégicos, supuestos perjuicios a la salud o a la naturaleza,… También se exhibirán los fracasos relativos y/o temporales del libre mercado, que como he dicho no es un sistema perfecto, para decir que el sistema no se autorregula. Los críticos con el sistema de libre mercado, por verse perjudicados por él, por lo general no piden medidas para mejorar su funcionamiento sino medidas para sustituirlo por otro sistema que les beneficie.
Pero el hecho indiscutible es que, miremos el sector económico que miremos, veremos que los capitalistas que triunfan son los que ofrecen los mejores bienes a sus clientes y esto tiene que ser así porque ni pueden imponer su compra ni el precio al que venden.
Otro de los intentos de refutación de la “Teoría de la mano invisible” es decir que existen determinados bienes que los capitalistas no producirían o producirían en cantidad insuficiente. Normalmente esta acusación no hace referencia a bienes nuevos o mejora de los existentes sino a determinados bienes como la educación o la sanidad.
De hecho hay toda una serie de bienes que, según algunos economistas, los capitalistas no producirán o producirán de una manera escasa o ineficiente y que denominan bienes públicos. La lista de bienes públicos varía según los economistas.
Otros bienes cuya producción, algunos economistas, consideran que no deben dejarse en manos de los capitalistas son aquellos cuyas características los hacen esenciales para el funcionamiento de la economía de un país. Estos bienes son denominados estratégicos. Muchos bienes son calificados como “públicos” y “estratégicos” a la vez. Como en el anterior caso el número de estos bienes varía.
Sin embargo la calificación de “públicos” o “estratégicos” es lo suficientemente flexible como para que cualquier bien pueda entrar en esas denominaciones y de hecho una vez que se empieza a distinguir entre bienes “públicos”, “estratégicos” y “normales” la lista de bienes “normales” se va haciendo más y más pequeña.
Dedicaré un capítulo a demostrar el poco sentido que tiene hablar de bienes “públicos” y “estratégicos” y lo poco eficiente que es, en la mayor parte de los casos, hacer esas distinciones.
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EL BENEFICIO JUSTO.
Un tema sobre el que también se ha discutido mucho es sobre la cantidad de beneficios que obtiene el capitalista y si esos beneficios deben estar limitados por alguna ley o si existe algún límite moral a partir del cual esos beneficios deben considerarse como malos o injustos.
Quede claro que estoy hablando de beneficios o rendimientos por unidad de capital invertido. Una gran inversión de capital puede generar un gran beneficio, pero lo que importa son los beneficios por unidad de capital, porque como veremos más adelante una inversión se considera exitosa si conseguimos obtener un rendimiento, por unidad, mayor que el que da el mercado de dinero.
Dado que los beneficios dependen de la demanda de los bienes que produce el capitalista sólo el volumen de esta demanda debería limitar la cantidad de los beneficios. Unos beneficios gigantescos supondrían que el nuevo proceso de producción o el nuevo producto o las mejoras en el existente o varias de las cosas anteriores mezcladas suponen un beneficio gigantesco para los consumidores que estarían dispuestos a comprar dicho bien.
Posiblemente el capitalista ofertaría ese nuevo bien aunque sus beneficios se limitasen y no pudieran ser tan gigantescos pero entonces surge el problema de que otros capitalistas sin ofrecer unas mejoras tan importantes para los consumidores podrían obtener el mismo o parecido beneficio o incluso simplemente obtener beneficios. La conclusión de todo esto es que los capitalistas irían perdiendo poco a poco el interés en mejorar los bienes que producen si, al fin y al cabo, todos van a obtener unos beneficios similares.
Incluso si se mantuviesen unas diferencias de beneficios, aunque menores de las que proporciona el libre mercado, todo proceso de mejora o innovación de un bien o un proceso productivo que tenga un resultado espectacular requiere la genialidad o el esfuerzo extraordinario del capitalista o de enormes cantidades de dinero o tiempo o de una mezcla de todas las anteriores cosas. ¿Sería justo que todos esos recursos tuviesen un limitado beneficio?
Pero es que en el libre mercado el beneficio ya está limitado de la manera más justa: en función de su demanda por parte de todos los consumidores. Una limitación adicional tendría que ser explicada por aquellos que dicen que existen unos beneficios “excesivos”, pero los defensores de las limitaciones (de beneficios) adicionales simplemente se basan en su percepción personal de lo que son beneficios extraordinarios de lo que no lo son.
Nuevamente existen casos en que capitalistas por simple casualidad encuentran nuevos métodos de producción o crean nuevos productos y se encuentran con fabulosos beneficios, también existen casos de beneficios sobrevenidos en los que simplemente por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado un capitalista obtiene grandes beneficios ;estos casos son utilizados por los defensores de establecer límites a los beneficios para defender sus ideas.
Pero ¿Cómo establecemos el sistema para diferenciar la genialidad de la casualidad? Ambos fenómenos no tienen que ser incompatibles. Un cantante ¿Ha logrado su éxito gracias a su esfuerzo en ensayar todos los días o gracias a sus facultades naturales para cantar? Y en otro orden de cosas ¿Por qué los ataques a los beneficios extraordinarios siempre se refieren a grandes empresas que casi siempre han realizado grandes inversiones y no a actores que por sus cualidades naturales y su fama cobran millones por realizar una simple película? Más aún ¿Acaso los beneficios elevados no permiten a los capitalistas invertir en producir más bienes, bienes que acaso sólo ellos, que han sido tan geniales como para crear sistemas productivos o bienes revolucionarios, pueden crear?
Pretender establecer límites a los beneficios mediante la decisión subjetiva y a veces interesada de un grupo de personas no parece el mecanismo más adecuado cuando el sistema de libre mercado ofrece sus propios límites en función de la demanda de cada uno de los participantes en el mercado.
No puede tener el mismo peso la opinión de un grupo de personas de lo que es el beneficio justo que la decisión de todos y cada uno de los participantes en el mercado, de cual debe ser la demanda y el precio y en consecuencia los beneficios que obtenga un capitalista; sobre todo porque las opiniones son sólo opiniones y las decisiones de compra son actos que implican un sacrificio en el poder adquisitivo de la gente y que por tanto tienen que ser mucho más sopesadas por toda la gente y no por un grupo.
Dicho en otros términos necesariamente tiene que tener más importancia la decisión de una persona de comprar un bien a cinco euros, por ejemplo,que la opinión de otra de que ese bien debería valer cuatro euros. Y necesariamente tiene que tener mucho más valor las decisiones de todos los componentes del mercado que la de un grupo.
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LOS MERCADOS MADUROS Y EL RENDIMIENTO O INTERES DEL DINERO.
No todos los bienes tienen la misma demanda de los consumidores en relación con la oferta de los capitalistas.
Unos bienes pueden tener poca oferta o aumentar la demanda de ellos, y por tanto la producción de esos bienes puede aumentar, ya sea por parte del mismo grupo de capitalistas o por otros nuevos que se sumen a producir dichos bienes, sin que se vea afectado el equilibrio entre oferta y demanda.
En el caso de otros bienes la demanda ya está cubierta y no se espera que aumente o incluso es posible que disminuya e incluso bajando el precio la gente no consumiría más de esos bienes. La demanda de dichos bienes se dice que está saturada. El mercado de estos bienes cuyas necesidades están cubiertas se llama mercado maduro.
En el caso de los bienes de un mercado maduro los capitalistas que quieran entrar a producirlos van a tener que hacerlo en competencia con unos capitalistas que ya satisfacen la demanda y por tanto solo podrán sobrevivir si bajan el precio del bien reduciendo sus beneficios, o porque mejoren la productividad, o si introducen mejoras en el bien o una mezcla de esas actuaciones a la vez.
Incluso si no entra ningún capitalista nuevo y si la demanda de esos bienes disminuye los capitalistas que ya lo producen van a enfrentarse a una disminución de beneficios ya sea porque bajen el precio ya sea por que vendan menos o por ambas cosas a la vez.
Hay que recordar que el objetivo de todo capitalista es obtener el máximo rendimiento de su capital. Por tanto si la demanda de un bien no aumenta o disminuye los capitalistas que producen dicho bien no invertirán más capital en producir ese bien y buscarán otros bienes, produciendo los cuales, obtengan mayores rendimientos de su capital. También es posible que inviertan dinero en mejorar el bien que venden o su productividad para hacerlo más atractivo y/o más barato y conseguir mantener o mejorar sus beneficios.
La conclusión es que los capitalistas estarán reajustando continuamente sus inversiones en busca del máximo rendimiento de su capital.
En un sistema de libre mercado idealmente perfecto los rendimientos del capital serían los mismos produciendo el bien que fuese, eso evidentemente no se da nunca. Lo que sí ocurre es que los capitalistas intentarán invertir su capital en la producción de los bienes que le otorgue un mayor beneficio.
Pero ¿Existe un rendimiento del capital que pueda considerarse el ideal o correcto? ¿Existe un beneficio que pueda considerarse como el justo?
No todas las personas que ahorran invierten sus ahorros directamente, ni todas las personas que invierten lo hacen con su dinero. Como trataré más adelante, al igual que de otros bienes, existe un mercado de dinero en el que se presta y toma prestado dinero. Evidentemente como en todo mercado existe un precio o en este caso un interés o rendimiento que tiene el dinero que se presta y se toma prestado. Este interés o rendimiento es el rendimiento mínimo que va a intentar tener todo capitalista en sus inversiones.
El razonamiento es muy sencillo si un capitalista invierte su propio dinero y no llega a obtener ese interés mínimo entonces mejor haría en prestar su dinero y no tener que afrontar las incertidumbres y el trabajo que requiere realizar su propia inversión. Si el capitalista invierte con dinero prestado entonces simplemente perderá dinero si su inversión no llega a ese mínimo, puesto que no ganará ni para pagar al prestamista los intereses del capital invertido.
Sin embargo en el mercado del dinero no hay un único interés. Existirán toda una serie de submercados dependiendo de la persona o entidad que solicite el préstamo y de la persona o entidad que oferte el dinero.
Una persona o entidad con una gran solvencia ofrecerá una seguridad en la recuperación de su dinero y en el cobro de rendimientos o intereses al prestamista y por tanto tendrá una mayor cantidad de prestamistas dispuestas a ofrecerle un préstamo. La consecuencia es que a mayor solvencia de la persona o entidad que demanda el préstamo mayor será la oferta de dinero que tendrá y ello derivará en menores rendimientos o intereses para el prestamista y en menores intereses o rendimientos que tendrá que pagar el demandante de préstamo.
No va a existir un único interés o rendimiento para los préstamos , sino que va a existir un rango de uno intereses o rendimientos más bajos según sea mayor la solvencia del solicitante del dinero hasta unos intereses o rendimientos muy altos para las personas o entidades con poca solvencia. Además, lógicamente, el interés o rendimiento del dinero va a cambiar con el tiempo según cambien las circunstancias del mercado.
Pero desde el lado de la oferta también van a existir diferentes prestamistas según sea la preferencia por el consumo inmediato de cada uno de ellos. Un prestamista con una gran tendencia al consumo inmediato sólo prestará si le ofrecen un elevado rendimiento o interés por su dinero, otros prestamistas con menor tendencia al consumo inmediato o con grandes ingresos que le hagan tener gran cantidad de dinero ahorrado puede ofertar su dinero a cambio de un menor rendimiento o interés.
Como consecuencia de todo lo anterior el beneficio que intentará obtener todo capitalista estará por encima de lo que el mercado del dinero fije. Obsérvese que hablamos de que intentará no de que lo conseguirá, muchos negocios acaban en pérdidas y en la quiebra y otros apenas consiguen situarse por encima del rendimiento del dinero en el mercado de préstamos, cosa que por cierto nunca tienen en cuenta los que claman por unos beneficios “excesivos” cando el inversor tiene éxito. Como además no existe un único rendimiento o interés para el dinero se da el caso en que unos rendimientos ,que en la inversión en la producción de determinados bienes o que para un determinado inversor se considerarán aceptables, en otras inversiones o inversores se consideran bajos.
Cuando en el apartado anterior hablaba sobre la posibilidad de limitar los beneficios hice referencia a que era la demanda de los bienes producidos por un determinado capital lo que debía limitar los beneficios. Vemos en este apartado que los beneficios también están limitados por el lado de la oferta. Toda inversión en la producción de un bien en la que se obtengan elevados beneficios o rendimientos va a atraer inmediatamente a nuevos capitalistas, que con dinero propio u obtenido mediante préstamos de otros capitalistas o ahorradores, tratarán de producir ese bien.
Cuanto mayor sea el beneficio que produzca la producción de un bien mayor serán los capitales que se pongan a disposición de los inversores para producir ese bien y mayor será la oferta de ese bien hasta convertir el mercado del bien en cuestión en un mercado maduro. Si repasamos todos los bienes que consumimos veremos que todos han pasado por un proceso de maduramiento en que han pasado de ser bienes caros y escasos, que producían grandes beneficios, hasta ser bienes de consumo habituales.
Incluso los bienes que sólo están al alcance de las personas con más ingresos sufren el proceso de maduración a medida que los capitales destinados a su producción aumentan hasta que la demanda que puede adquirirlos, al precio que permite su producción con los conocimientos técnicos actuales, queda satisfecha.
Incidir finalmente en que todo el proceso de transferencia de capitales de la producción de bienes menos rentables o de la inversión en procesos productivos menos eficientes hacia la producción de bienes más rentable o la inversión en procesos productivos más eficientes es un proceso que puede ser lento, a veces con avances y retrocesos, con éxitos y con fracasos y por lo tanto la eficacia y el rendimiento de las inversiones nunca va a ser óptima.
JaJa, ¡ya hacía tiempo que no venía a leer una comedia!
¡Es que me parto! Supongo que Soros cuando se hace unos cuantos millones por segundo esta beneficiando mucho al consumidor.
Y si, la desregulación del mercado no está en la base de esta crisis, la culpa la tiene Obama. En cuanto se supo que Bush se iba todo se desmandó.
¡No cambieis!, ¡sois un soplo de aire fresco en el humor español! (¿o es en la religión?, por que hay que ver que creencias mas raritas teneis)
Quizá aquí encuentre la respuesta.
https://desdeelexilio.com/2010/11/20/comprendiendo-la-economia-capitulo-6-la-coaccion-y-sus-consecuencias/
El mercado libre beneficia como bien dices al consumidor y al buen empresario (esto, además de en negritas, deberíamos ponerlo siempre en mayúsculas y letra grande). Y perjudica al mal empresario, cuyos aliados en la lucha contra la libertad son el Estado con sus leyes y los medios de desinformación masiva con sus intoxicaciones.
Así, nos encontramos con mercados muy poco libres, enormes beneficios para los malos empresarios y empobrecimiento de los consumidores. A los cuales quieren hacer creer que la culpa es del «libre mercado» (con bastante éxito) aquéllos que más se benefician de que esa libertad no exista.
Si no fuera criminal, resultaría hasta curioso.
¿De verdad piensas que un pais sin regulaciones ni leyes podría funcionar?
Si no hay ley no hay propiedad privada
Si no hay quien la haga cumplir tampoco.
Si yo te robo y no voy a la cárcel (por que no es ilegal), esto es una anarquía y la economía (al menos la capitalista) no funcionaría.
Algún tipo de regulanción y Estado tendrá que haber, digo yo.
¿no es así?
Pues claro que es necesaria la ley y la seguridad jurídica. Lo que sobran son leyes que impiden o coartan el libre intercambio y falta la mentalidad de que a más libertad más riqueza para todos. En fin, en el enlace se cuenta algo más.