No vamos a decir que hayamos descubierto nada nuevo bajo el sol: que la prensa catalana mantiene frente a los temas relacionados con el nacionalismo una sospechosa unanimidad era cosa sabida. Pero el hecho de que doce diarios catalanes hayan tenido la desfachatez de publicar en portada un editorial conjunto en defensa del proyecto de estatuto de Cataluña ha producido en más de uno una sensación de sonrojo considerable.
Ya saben ustedes que uno es catalán, aunque últimamente prefiera definirse más bien como un español de Barcelona. Hay días en que esa sensación se acrecienta, y hoy es sin duda uno de ellos. Vamos a dejar de lado el hastío que produce ya la reiteración nauseabunda del recurso a la dignidad supuestamente ofendida de Cataluña, la libertad supuestamente aplastada de Cataluña, la riqueza supuestamente expoliada de Cataluña, la supremacía supuestamente no reconocida de Cataluña y el idioma supuestamente proscrito de Cataluña (una anécdota al respecto: en la segunda ciudad de España, la iluminación navideña felicita las fiestas, que no las Navidades, en media docena de idiomas, empezando por el catalán. El español no aparece). Vamos a dar por bueno hoy, por no aburrir, que los catalanes somos más altos, más guapos, más listos, más brillantes, más ricos, más generosos, más solidarios, más laboriosos y más inteligentes y que probablemente la tenemos más grande que el resto de los españoles. Qué digo: que el resto de los mortales.
Admito que empiezo a comprender la reacción de un número cada vez mayor de españoles que invita a que, de una vez, Cataluña se largue de España y deje, hablando en plata, de tocar las pelotas y de aburrir con sus sollozos, llantos, reivindicaciones, protestas, pataleos y quejas. Eso sí: insisto en advertirles de que eso no es más que una reacción pretendida precisamente por los nacionalistas. Se trabaja a los propios para aleccionarlos y se provoca a los ajenos para generar rechazo, y cuando ambas fuerzas se suman la sinergia resulta irresistible.
Pero hoy quiero llamar la atención de los lectores sobre un par de hechos. Dato primero: cerca de un 65 % del electorado catalán no votó el nuevo estatuto. Es decir, casi dos de cada tres votantes catalanes se pronunciaron en contra o se abstuvieron. Se ve que la dignidad catalana no iba con ellos, con nosotros. Dato segundo: el 95 % de los escaños del parlamento de Cataluña está en manos de diputados que defienden postulados nacionalistas desde diversos partidos. Dato tercero: el 100 % de los periódicos catalanes se pronuncian abiertamente a favor de un estatuto manifiestamente soberanista y presionando al Tribunal Constitucional para que, por encima de las consideraciones legales que le son propias, falle a favor del texto en cuestión.
Se ha dicho recientemente que la sociedad catalana está enferma. No lo sé, pero ciertamente algo no encaja. En buena lógica, el reparto de escaños debería ser diferente cuando la práctica totalidad de los partidos pidió el voto favorable al estatuto y sin embargo un 65 % de la ciudadanía no les siguió. En buena lógica también, si dos terceras partes de la ciudadanía no apoyaron el estatuto, parece sensato suponer que habrá un porcentaje semejante de publicaciones que defiendan esa postura. Pues no. Ni una.
Eso revela dos cosas. Una, que realmente algo no encaja con la lógica en Cataluña. Dos, que es misión imposible oponerse al establishment nacionalista en Cataluña, cuando la totalidad de los medios locales se pronuncian de forma monolítica, soviética, a favor de un proyecto.
Cataluña se ha constituido en un auténtico régimen en el que poco importa quién gobierne. Un régimen impenetrable, sin oposición, que hoy ha efectuado una impresionante demostración de fuerza. A la voz de firmes, toda la prensa catalana se ha cuadrado. Importante aviso para los cada vez más escasos discrepantes.
©Germont
Agradezco enormemente la parte que me toca. Pero esta semana el mérito tengo que compartirlo con la gripe A y una sobredosis de tisanas y horas de cama. Que si bien me están impidiendo meter baza en más de un artículo que se me torna pesado (por mi, no por el artículo), tienen que ver con lo que va saliendo… 😉
Un placer contarles entre mis amistades. Y a ver si nos vamos organizando para algo más lúdico-festivo. Por de pronto, si alguien se atreve a venir el último fin de semana de marzo se podrá encontrar con esto, o esto. La cocina empieza a trabajar el jueves y cierra el domingo… 😀
No hace falta arreglar el mundo para pasar un buen rato con buena gente…
He tomado nota de las Firgas … Juano, no prometo nada, pero en la agenda queda 🙂
Y a quién no le gustan los comentarios de Juano?
Me encanta el primer párrafo del comentario de Juano.
Eso sí, cuando, en mitad de su acontecimiento planetario, Rodríguez escuche de Trichet que s´acabao la liquidez al uno por ciento, vamos a tener movilización ciudadana para aburrir. estos ultraderechistas de redacción van a recoger lo que han sembrado. Ni ellos mismos saben lo que tienen en casa.
Ahí, Juano, ahí. Un país entero a lo que diga el señorito, el cuatripartidito, como si fuera la cabeza monstruosa de un cuerpo que traga y asiente. Y cuando álguien habla, se dice que sólo él habla.
(O que es un complot de los jesuitas, etc, etc).
LA DIGNIDAD DE CATALUÑA
O EL TRASLADO A LA CÁRCEL DE BRIANS DE LOS HOMBRES DE CIU Y PSC
MACIÁ ALAVEDRA, LLUIS PRENAFETA, BERTOMEU MUÑOZ…
Rafael del Barco Carreras
Titulares de ayer 26-11-09. Últimamente me sucede a diario, se me cruzan los cables, o por la edad. ¡Pero no!, intentando entender mi vida, la madeja de corruptos alcanza tantos kilómetros, ¡y lo qué falta por desmadejar!, que debo recortar los escritos, borrar con el cursor, y unir dos y tres en uno. Intentando minimizar, porque de lo contrario no me releo ni yo mismo.
Lo de la DIGNIDAD manejada por los políticos, ahogados entre la corrupción y el saqueo a las caixas, con su Tele y Prensa (quebrados y subvencionados) no tiene nada que ver con lo del traslado a BRIANS, ¿o sí?, pero si leo la definición de la Real Academia, nos abarca a todos, individuos o entes públicos y privados, y no es disparatada la abstracción DIGNIDAD-BRIANS. Todos tenemos la nuestra, y a la mayoría de los ciudadanos nos la pisotean a diario, por lo que si los políticos nos meten a los demás en sus dignidades o indignidades, nos ofenden.
La de los ciudadanos de Cataluña y sus políticos son dos paralelas sin posible punto de contacto, pues votando unas listas cerradas, y apañadas por vete a saber que intereses, no se representa en particular a nadie. Ese Estatuto, que desataría la cuarta guerra Mundial, de escucharles, solo lo votaron una minoría. Mi dignidad acabó entre el Clan de los PUJOL y el de NARCIS SERRA – PASCUAL MARAGALL. Huí de mi querida Barcelona y en Madrid pasé largas y buenas temporadas, aunque los bancos amargaran mi existencia. Es normal, tras años de cárcel alguien pagaría el desastre empresarial que arrastraba.
¡Pero qué me importa a mí esa DIGNIDAD de que hablan los DOCE periódicos catalanes, más o menos lo que se inventaron mi vida a favor de Javier de la Rosa y toda su recua de vividores!… Pero si me importó la de la Junta de Tratamiento de esa prisión, la de la Generalitat y del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria cuando salí siete días después de TOTALMENTE cumplida la condena (y más perrerías en tiempos de Maciá Alavedra en la Generalitat amenazando al distribuidor de mi primer libro sobre el tema), ver imágenes en http://www.lagrancorrupcion.blogspot.com
Les advertiría desde mi humilde blog a los de BRIANS, la Generalitat y los juzgados de Vigilancia Penitenciaria que no les concedan el TERCER GRADO antes de ser condenados. Es de suponer que Garzón dicte la libertad con fianza, que ni eso me concedieron a mí, pues si con todos los “amigos” con largas condenas no han respetado ni el tiempo de rellenar los formularios cumpliendo con el reglamento…pudiera suceder que en su probada eficacia se olvidaran del detalle de no ser aun penados.
¿DIGNIDAD…? dudo que en esos estamentos oficiales se considere… la de los demás CATALANES
El pueblo español en general (más bien en coronel y bajando) y el catalán, canario o el que sea en particular, cada vez actúa más como el marido aquel al que cada vez que se le pregunta algo quien responde es la mujer.
Los periódicos se alzan como la voz del pueblo, los políticos presumen de ser la voz del pueblo, los sesudos intelectuales destilan la voz del pueblo… Y el pueblo mientras tanto con cara de poker y pensando cómo va a llegar a fin de mes.
Igual que el marido tímido de perder a esa mujer que se dejó querer y con miedo a verse solo y buscándose la vida, mientras el silencio no implique renunciar a cuatro cosas elementales todo vale.
Lo surrealista de la situación en este país y lo que nos lleva a pensar en una enfermedad colectiva es que el marido tiene la certeza de que es cornudo hasta la saciedad y que la mujer sólo quiere su dinero para mantener su juerga perenne, las promesas de cariño ya no son creíbles ni estimulan siquiera la imaginación. Y con todo el tolete sigue callado y con miedo a salir a buscar otra alternativa…
Ya no es que se prefiera un mal polvo a una buena paja. Es que se prefiere la promesa de un posible mal revolcón en un horizonte temporal indefinido a un buen, inmediato, cierto y autónomo alivio. Y así, obviamente, estamos para ir a mear y no echar gota…
El pueblo no ha hablado, no habla y no se le espera para otra cosa que no sea pagar la cuenta.
Si mañana promulgan una ley según la cual a todo el que pierda los puntos del carnet de conducir se le extirpa un testículo aquí no pasa nada. Si lo dice mi señora por algo será, que para algo es mi señora…
Sepa vuecencia que su anotación ha sido digna de reseña.
Buen artículo.
Si bien me parece exagerada (pero previsible) la hostilidad con que se recibe el editorial fuera de Cataluña y empatizo en cierta medida con el sentimiento de quienes lo suscriben (porque la sinergia de la que habla Germont es de doble sentido y muchos catalanes también reaccionan a una afrenta percibida), se destacan unas cuantas verdades que tienen que decirse y están muy bien dichas: ni el Parlamento ni, en este caso, los medios de comunicación, son un reflejo fidedigno de la diversidad catalana en cuestiones de identidad y nacionalismo. El estatut fue respaldado por un tercio de la sociedad, pero el 95% del Parlamento y virtualmente toda la prensa considera un ataque a la dignidad de todos los catalanes que el TC haga lo que la constitución (votada por un mayor número de catalanes en su momento) le encomienda. Estamos ante una situación anómala.
Saludos