Sí. Voy a hablar de las oportunidades del PSOE de volver a llegar al poder. Esto supone «ayudar» al partido que más ha devastado Andalucía y el más daño ha hecho a España (sí, bastante más que el PP, y miren que eso era difícil con sus Gürteles, subidas de impuestos y demás). Pido perdón de antemano a todas las víctimas de sus políticas (entre las que, como andaluz, me incluyo), pero me puede la vena analista/jugador de póker.
Esta legislatura ha sido la del fracaso de Pedro Sánchez. Dado el resultado de las elecciones de diciembre de 2015, cualquier alternativa de crear Gobierno pasaba siempre por el PSOE, ya hubiese para encabezarlo siendo apoyado siempre por Podemos y luego con Ciudadanos o con independensitas, o bien apoyando al Partido Popular. Dado que el Partido Popular había sido descartado de primeras, sólo le quedaba pactar con Podemos. Y ha fracasado. Como consecuencia de su fracaso, volvemos a tener elecciones. Y de estas elecciones sólo pueden pasar dos cosas, habida cuenta de lo que ha ocurrido en este período y las siempre discutibles encuestas:
La primera es que vuelva a salir un resultado similar a estas elecciones, con PP como primera fuerza pero incapaz de gobernar, y luego PSOE + Podemos y Ciudadanos o Independentistas. Una variante sería que Podemos e Izquierda Unida superara a PSOE en escaños… pero el resultado sería el mismo. No se pondrían de acuerdo (no veo yo al PSOE apoyando el rupturismo de Podemos; de hecho, es el motivo por el que no han podido formar gobierno), y tendríamos unas terceras elecciones. Un escenario aterrador desde el punto de vista político y económico. Lo único que salvaría a Pedro Sánchez es ser Presidente del Gobierno, volviendo a intentar lo que ha ocurrido, y dado que Podemos muy probablemente crezca, Pedro Sánchez tiene toda la pinta de estar en la cola del INEM el día siguiente. Susana Díaz es elegida por mayoría aplastante secretaria general en congreso extraordinario del PSOE en los plazos correspondientes.
La segunda opción, y creo que más la probable, es que el PP gobierne con Ciudadanos. Bajo mi punto de vista, es la que más estabilidad política y económica ofrece (los datos de gestión del PP son buenos, y el votante hastiado por la corrupción se irá a Ciudadanos). La noche de estos hipotéticos resultados electorales, Pedro Sánchez anuncia su dimisión como secretario General del PSOE y su ingreso en la lista del INEM. Susana Díaz es elegida por mayoría aplastante secretaria general en congreso ordinario del PSOE en los plazos correspondientes.
Susana Díaz tiene una «filosofía intrapartido» muy clara. A Susana Díaz se la elige por aclamación, no compitiendo entre compañeros. Si discutes conmigo, o te «pliegas» a cambio de un buen puesto o te mandaré al ostracismo. Va a apoyar a Pedro Sánchez porque es lo que quieren que hagan con ella cuando se las vea canutas. Será leal. Luchará por cada voto que beneficie a Pedro Sánchez. Porque sabe que Pedro Sánchez va a ser el gran perdedor de las próximas elecciones. Esforzarse por la derrota de Pedro Sánchez es destruir su propio barco, y el PSOE es un barco muy duro de hundir si no se sabotean ellos mismos. Pero en un Congreso, sea ordinario o extraordinario, Susana Díaz trituraría a Pedro Sánchez, a Eduardo Madina y al que se le pusiera por delante. ¿Por qué?
Susana Díaz no es una política brillante. No es una gestora eficaz. No es una interesante argumentadora. No es una legisladora valiente. No se puede decir que se rodee de gente brillante en la que apoyarse. Ni tiene una dedicación para acabar con la corrupción que merezca elogio alguno. Sus resultados en términos de administración en Andalucía tampoco pasan de mediocres, y en ningún caso atribuibles a su trabajo. Por poner algunos ejemplo, de su gran «plan de empleo» de más de 420 millones de euros, se dedicaron 240 millones a que los ayuntamientos contrataran durante un máximo de 6 meses a parados de larga duración; tiene una administración paralela inútil valorada en 6.000 millones de euros; la Escuela de La Cónsula (galardonada, de las que formaba personal que acaba creando empleo y riqueza) sigue cerrada mientras es incapaz de compensar el agujero formativo generado por 3.000 millones de euros que nadie sabe dónde están… Si se crea empleo en Andalucía, no es porque Susana Díaz lo haya puesto más fácil, sino porque la reforma laboral del PP lo ha hecho más fácil; pero incluso atribuyéndole el mérito, su mayor logro habría sido mejorar los datos de paro de Mauritania. Suena muy cruel (es muy cruel, sobre todo cuando la gente lo intenta todo de buena voluntad y no le salen las cosas como quieren), pero si un trabajador en mi hipotética empresa me presentara los resultados de Susana Díaz, la despediría pagándole toda la indemnización que fuera necesaria. Todo, con tal de que no tuviera más responsabilidades. Sale barato.
Siendo así, ¿qué tiene Susana Díaz para erigirse líderesa del PSOE? Muy sencillo. Susana Díaz es la única política del PSOE con un cargo muy importante (ser Presidente de la Junta de Andalucía lo es) que puede competir con Podemos en populismo, que es el nido de votos por el que se está desangrando el PSOE. Susana Díaz es la última Presidente de un partido que lleva 35 años gobernando Andalucía bajo la promesa proteger a sus ciudadanos del miedo al desamparo que ese mismo partido ha creado. Ese aval, y la consciencia de que cualquier acto de enfrentamiento con Susana Díaz será estalinistamente purgado, son lo único que necesita el afiliado del PSOE para tener muy claro quién manda y a quién apoyar.
Más aún. Susana Díaz se lleva fantásticamente con la prensa afín. Me refiero expresamente a los medios como El País, La Sexta, Cadena SER y otros. Para que se hagan a la idea, si a mí me hubiesen hecho la entrevista que le hicieron el sábado en La Sexta Noche periodistas como Ignacio Escolar o Eduardo Inda… en fin. Si los periodistas independientes son llamados por su nombre de pila por los políticos, es muy probable que los periodistas no sean independientes. O, cuanto menos, neutrales. Cualquier… no ya periodista, sino tuitero con un mínimo de conocimiento de datos habría destripado a Susana Díaz al punto de hacerle llorar de vergüenza. Nos volvimos a quedar con las ganas de verla dando explicaciones de verdad.
También es cierto que vaticiné hace un año que Susana Díaz iba a presidir a estas alturas el PSOE… vamos, que tengo menos futuro como adivino que Scottie Pippen cuando dijo que Arvydas Sabonis sería «un cacho de carne más en la NBA»… Por favor, bájenme a la tierra.
Lo que me gustaría a mi (soy consciente de que lo que me guste o no es irrelevante) es que Susana fuera ya el presente del PSOE. Que fuera ya la candidata del partido socialista para evitar el más que previsible «sorpasso» de Potemos/IU.
Como bien dice Burrhus, solo ella es capaz de ganar en populismo a Pablemos y solo por eso para mi merece la pena darle todo el apoyo. Todos los defectos señalados de Susana son «peccata minuta» comparado con lo que sería un gobierno bolivariano.
Queda una tercera posibilidad, no contemplada hasta ahora por nadie, que yo sepa:
Un PSOE hundido en la derrota aplastante (80 o algo así de diputados, y 2º o 3º, no importa) que le dé un puntapié en el culo a Sánchez y que, con una presidencia urgente ad hoc (es decir, NO la de Susana Díaz, para no perder imagen ni margen de maniobra) decida, por «patriotismo» o por «responsabilidad cívica» o cualquier tontería por el estilo, apoyar a un gobierno tal vez de dos años a Rajoy. ¿Imposible? Creo que no.
Vaticinar no es fácil. Es también un «arte» en el que triunfan los embaucadores y charlatanes, que tienen una visión retrospectiva de sus propios vaticinios sesgada (recuerdan los escasos aciertos y se olvidan de los múltiples y graves errores) que logran transmitir a los demás. Para hacer predicciones «populares» hay que estar en la onda, ser llamativo, mediocre, en realidad, como la persona que retratas lo es en política. No hay mucha diferencia entre los que prometen el paraíso o el bienestar futuros y los que predicen el resultado de una competición o un juego complejo: todos ellos dicen a la gente lo que quiere oír, todos ellos practican la demagogia.