Y no me resigno a no desmontar todas las trampas ideológicas que nos tienden nuestros adversarios.
Cito a Esperanza Aguirre, sí. Hoy se abre el décimo debate de investidura de nuestra joven democracia. Joven y defectuosa. Víctima de esa juventud aún no superada, de la precariedad con que los timoneles de la transición asentaron los principios de representatividad, en una adolescecia permanente, no asistiremos hoy -y mañana, previsiblenente- a un debate de ideas. Será, una vez más, un debate sobre modos. Cómo articular el activismo político para mantener los privilegios del estado -y de quienes lo sostienen- sin que se note que no se hace en nombre de ninguna idea. Las ideas en España o están muertas, por caducas, o soportan la mordaza nacida del activismo hiperregulador, o viven en la clandestinidad del anonimato.
Estamos asistiendo al parricidio -pues son sus hijos los que blanden el arma letal- de lo poco que del 68 quedaba: en nombre de la paz nos conminan a renunciar a la protesta y abrazar la sumisión a lo políticamente correcto. En nombre del clima nos autoperdonamos errores que cuestan la vida a cientos, miles de humanos cuya condición les impide alimentarse de gasolina «bio». En nombre de la «justicia social» asistimos a la alienación de la propia voluntad por ayudar al necesitado, papá estado ya se encarga. En nombre de la «igualdad» sacamos la tijera de podar y eliminamos todo aquello que sobresale de la masa informe, aburrida, abducida, entregada de la mediocridad.
Chiquilikuatre es la cúspide de la creatividad, José Blanco el paradigma de la inteligencia política y la prensa rosa el soporte literario de una sociedad decididamente abandonada a su propia insignificancia. La idea «nacional» de españolistas, vasquistas, catalanistas, galleguistas, andalucistas y todos los demás -istas cubre con su hedor putrefacto, cual negro manto de prestidigitador de tercera, los tejemanejes de los plutócratas locales y sus clientes funcionarios. Nunca antes una descentralización fué llevada a cabo con tanto ahínco centralizador y déspota como en España. Envidia tienen los franceses, con su pobre París: aquí tenemos Madrid, Barcelona, Vitoria, Sevilla … No, los principales culpables no son «ellos», no se equivoquen. Somos nosotros, felices con los dos euros que mendigamos a los «Pepe Blancos»para poder comprar el Hola y bailar un «tumbaíto». Felices en la cúspide de nuestro «rien ne va plus» cultural, social e intelectual. Acaso no somos la octava «potencia» del mundo mundial? Pues eso.
No me resigno. Yo tampoco. No me resigno a creer que es imposible otra forma de representatividad, que permita al ciudadano recobrar la responsabilidad sobre sus representados. No me resigno a pensar que es imposible despertar de esta especie de hipnosis colectiva y recuperar la conciencia de sí mismo, el amor propio, la ambición por llegar a ser quien puedo ser y no quien me toca por asignación estatal, dogmatización escolar o chantaje subvencional. No me resigno a aceptar la imposibilidad de una administración territorial más efectiva, barata, cercana al ciudadano, esencial. No me resigno a asistir al contínuo crecimiento del monstruo estatal, que me roba, me espía en la alcoba, me dicta la dieta y me recuerda en los anuncios de la tele que no debo mear cara al viento.
Yo no me resigno. Es la guerra. Y empieza una batalla que durará cuatro años.
Te linko en mi blogo y doy movimiento a tu hermoso post.
Ya te dije esta mañana por correo que el post era buenísimo. Pero al releerlo me ha gustado más.
Sí, a mí en principio también me gusta más Esperanza, pero hay que ver qué pasa a partir de ahora…
Un saludo Bastiat, me alegra que te haya gustado… no somos tan pocos como parece 😉
Una de las cosas mas emocionantes de andar por la blogosfera es encontrar textos tan hermosos como éste que expresan así de claro, así de contundente, así de emocionante el deseo mas intenso que me embarga.
No podemos, bajo ningún concepto, perder la esperanza…
Yo no me resigno.
Un Saludo.
Ciudadano, como le comento a yosoyhayek en su casa, soy de los que antes de echar al vuelo las campanas «esperancistas» prefiero ver qué consecuencias tiene su discurso, sin duda de agradecer en los días que corren.
Totalmente de acuerdo. Hay muchos que no pensamos resignarnos.
Y excelente Esperanza. Un discurso que sintetiza las líneas generales de un programa de gobierno (y por supuesto de oposición)
saludos!
Ese «yo no me resigno» puede convertirse en un buen eslogan para los liberales, no creéis?
YO TAMPOCO ME RESIGNO, VAMOS A DAR LA BATALLA Y LA VAMOS A GANAR!
Saludos y Libertad!
Por un momento he revivido el «Yo acuso» de Zola.
Mejor elogio no se me ocurre.
Excelente diagnosis de una sociedad enferma, la española.
Creo que muchos de los que intervenimos en estos foros liberales hemos utilizado, aunque sólo sea coloquialmente, el «no me resigno»
Después de leer el discurso de Esperanza Aguirre me lo apunto ya como un lema.
No me resigno a esta España resignada y embrutecida.
No; y hay que propiciar que esa primera persona del presente de indicativo del verbo resignar, pase a ser la primera del plural con un «no NOS resignamos» con un «nos» que incluya a millones de españoles suficientes para echar de sus cargos a tanto vividor de los demás a través de la política.