Yo también soy un caníbal

De mí mismo. Y no me refiero a las uñas, que hace ya muchos años dejé de mordisquear, no. Tampoco me refiero a que me guste comer unos jugosos filetes de lomo, que la flexibilidad no me da para ver donde corto en la espalda. Yo soy un caníbal de mis propias ideas y convicciones. Las mastico, las saboreo. Unas son escupidas con gesto de amargor de forma inmediata, otras consu(asu)midas con el mismo placer que me provoca el chocolate caliente. En ocasiones regurgito alguna de ellas. Y más de una termina definitivamente en el escupidero, por muy sabrosa que hubiese parecido en la ingesta y tras larga digestión. Todo proceso de maduración intelectual es un ejercicio contínuo de autocanibalismo. Lo demás es inmovilismo.

Qué duda cabe, cuando una idea nos ha sabido bien y no provoca ardores límbicos (o frontales, que encima dan dolor de cabeza) es de recibo defenderla a capa y espada. Nos infundamos la casaca favorita y, blandiendo los argumentos recién pulidos, salimos a la palestra de la discusión dispuestos a demostrar al mundo que la nuestra es la mejor idea. Legítimo. Y así nos tiramos dias, meses, años …. algunos toda una vida. Yo no puedo. Mi mundo está en contínuo movimiento y mi deformación profesional me obliga a observarlo siempre con ojos nuevos. Me resulta imposible mantenerme exclusivamente centrado en el filo de mis argumentos. Me fascinan los reflejos, siempre distintos en función de las distintas "calles Matasiete" que son testigos de mi gallardía. La misma idea que tan poderosa semejaba hace un momento (no le atribuyan al "momento" ningún parámetro temporal, ni corto ni largo – es sólo tiempo) pierde su brillo algunos eones después, pues la experiencia del duelo me permite ver con nitidez las carencias de mi hierro. Y de mi esgrima. Otrora son las mellas en la hoja, testigos de la lucha, improntas ineludibles dejadas ahí por mi hábil contrincante. Y no todas son carne de afilador, trabajo para el herrero. Hay mellas fascinantes, capaces de conferir a mi tizona dialéctica un carácter inédito, una madurez inusitada. Las ideas de los otros pasan a formar parte de mi repertorio espadachín, encarnadas e indelebles en el filo de mis propios argumentos.

Para sobrevivir en este mi mundo debo ejercer el autocanibalismo ideológico. Y cuanto más me canibalizo, mayor es la certeza en los conceptos (y más reducido su número). Certeza que se convierte en aplastante cuando descubro lo más importante de mis ideas: son MÍAS. Y ya está, son SÓLO las mías. Son las herramientas que YO uso para sobrevivir mi vida. Y justo en ese momento de iluminación egófaga nace (o se desvela, mejor, pues siempre ha estado ahí)) la IDEA: no consentiré que NADIE me imponga sus verdades. Para acto seguido dar a luz la ética que ha de acompañar a toda idea: no me consentiré nunca imponer a otros mis propias verdades.

El liberalismo, tal y como yo lo entiendo (hoy) es justamente eso. No se trata de defender el canibalismo per se, se trata de defender el derecho de alguien a dejarse comer por su vecino. No se trata de predicar para otros una ética determinada, se trata de ser consecuente con la propia. No se trata de patalear infantilmente por mis derechos recurriendo a ejemplos extremos (o simplemente a la pataleta), se trata de reclamar para sí mismo (y por ende para todos los demás) el derecho a disponer de la propia libertad, del propio cuerpo, no ya frente a la voluntad del otro, sino de una cosa carente de entidad propia como es el estado. Y siempre, SIEMPRE, con absoluto (sagrado, diría yo) respeto a la libertad, al cuerpo y a la propiedad de los demás.

Si me equivoco, el filo de mi Tizona aún tiene sitio para muchas mellas.

 

Dedicado a mis compañeros de batalla Mary Withe y José García Palacios. Un abrazo a los dos.

 

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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9 comentarios

  1. Muchas gracias por la aclaración Luis

    Y estoy de acuerdo. Bien, ahora que sabemos que el estado si tiene entidad-no propia, y sin poder esperar a ese anhelado post sobre relativismo, me gustaría explicar mi postura, y el porqué de las preguntas que formulo:

    Como deciamos, si el estado tiene una entidad, proporcionada por los ciudadanos (se supone), tiene también una función. Supongo también, que esta función, o la principal de ellas, es la de ser garante de La Ley. Como creo que decía Iracundo en algúna parte, y si no lo digo yo, La Ley es la ética del estado, y si es democrático, es la ética de la sociedad.

    Si estámos diciendo que se debe permitir cualquier deseo relativo a qué hacer con el cuerpo de uno, o con el de los demás, llegando a la permisividad de satisfacer los deseos de morir, para además ser devorado, en pro de los derechos individuales de dos personas, no dejando que el estado regule en esta materia, entonces se llega al relativismo. Si no me equivoco en algo.

    Quiero decir, que si se llega a estos extremos, ¿que otros derechos pueden ser cuestionados como tales, entonces? Si todo puede ser permitido, ergo -> relativismo

    Digo que es posible que no haya entendido algo, ya que este comentario nada que ponga como premisa el respeto absoluto a la vida y la propiedad del otro es relativismo total (ni siquiera relativismo). me desconcierta. ¿no es atentar contra la vida el canibalismo, así como el suicidio?

    Con esto me doy cuenta de que este tema enlaza con la eutanasia. Así que mejor ir despacio que en efecto, hay pa’rato. :-).

    Saludos

  2. Iracundo! telepatía 🙂 Estaba yo precisamente pensando en ti. Como le decía antes a Lino, el tema del relativismo me parece de enjundia suficiente como para no despacharlo en un comentario. A ver qué paridas se me ocurren al respecto.
    Saludos!

    PS: menuda «cogida» teneis María y tú, hmmmm

  3. María Blanco dice «No contesto a veces por falta de tiempo, o porque se trata del típico tipo que te insulta sistemáticamente y no tiene argumentos, y es más de lo mismo, esa manía persecutoria que no hace más que reflejar un complejo o una envidia reprimida o algo así.»

    No, María, no. Usted no contesta porque no tiene nada que contestar más allá de reivindicar la superioridad ética de la «no-agresión». Una superioridad basada en el sentimentalismo anarquista y no en ningún criterio relevante. Por esto, que lo sabe hasta usted, a veces les da por elaborar artículos en que claman por la ineficiencia del estado (lo cual es un non-sense en su marco ético).

    Y en cuanto a las alusiones personales… creo que resulta evidente a los ojos de quienes no sean sus incondicionales amiguitos la «altura» demostrada por usted así como lo constante de su recurso argumentativo a la acusación de ser acomplejados a los demás. Yo por mi parte haré el papel de hombre prudente y no hablaré de su salud mental o su estado psicológico. No. A mi me basta con decir, a la luz de los hechos, que es usted una persona deshonesta, mediocre y a lo que parece sumamente débil. ¿Y por qué? Porque no tiene redaños a defender argumentando mínimamente los esputos que desde su blog diariamente le dedica a 4000 años de evolución humana. Y cuando alguien le discute… usted cierra la boca, se limita a proclamar una nueva profecía o, incluso, se dedica a verter dudas sobre la salud mental del personal.

    Así que ya ve: se retrata.

    Y sobre el canibalismo creo haber comentado ya el asunto: no se puede deducir la ética exclusivamente de la dinámica de mercado. Ni es realista, ni es operativo. Y escaparse por el tema de que el canibalismo es una extravaganza no puede ocular el hecho de que lo que se discute no es diferente del debate sobre si un genocidio ha de ser detenido por la fuerza o no. En definitiva se trata de determinar si el relativismo ético es aceptable. No lo es.

    Salud y libre comercio

    Salud y libre comercio

  4. Estimado Lino, empezando por la última:

    – es una afirmación. El estado no es por sí mismo. Un estado ES por decisión de quienes bajo esa forma se organizan. Luego no tiene entidad propia.

    – la diferencia es radical. Esa pregunta merece un post. Pero te dejo un apunte: nada que ponga como premisa el respeto absoluto a la vida y la propiedad del otro es relativismo total (ni siquiera relativismo). Por otro lado, no hablamos de cualquier supuesto derecho individual, hablamos del derecho a morir voluntariamente en la mesa del vecino. Pero ya te digo, tu pregunta y un par de comentarios de nuestro Iracundo favorito me dan pié a escribir algo sobre relativismo y libertad. Sobre ética, subjetividad y percepción subjetiva de la ética. O la moral, como quieras.
    Un saludo!

  5. Me sabe mal interrumpir este encuentro e intercambio emotivo de opiniones, pero me gustaría preguntar lo siguiente:

    ¿que diferencia existe entre la total permisividad de cualquier supuesto derecho individual además de los habituales (la vida, comida, trabajo, etc..) como este del canibalismo consentido, y el relativismo total?

    otra pregunta «una cosa carente de entidad propia como es el estado»: ¿es una afirmación o un deseo personal?

    gracias y saludos

  6. Querido Luis:
    Me siento ajena a esa guerra y a muchas de las guerras que se montan a mi alrededor de vez en cuando. Contesto a quienes escriben en mi blog aunque sea solo por deferencia hacia ellos, que al fin y al cabo se han molestado en teclear, y además porque muchas veces hay gente de bien que me hace plantearme las cosas desde otro punto de vista. No contesto a veces por falta de tiempo, o porque se trata del típico tipo que te insulta sistemáticamente y no tiene argumentos, y es más de lo mismo, esa manía persecutoria que no hace más que reflejar un complejo o una envidia reprimida o algo así. He contestado en el blog de José G. Palacios a un anónimo que se preguntaba en alto acerca de mí, y le di la razón además. Me malinterpretó, claro… otro que tal baila. Pero no he entrado en nada más.
    Coincido contigo en el canibalismo intelectual, pero (sin pontificar, es una opinión) creo que igual debías plantearte además, como complemento, lo reconfortante que resulta aprender de otros, en especial cuando se trata alguien muy alejado en tiempo y espacio; y para terminar, añadiría lo asombroso de encontrarte en libros insospechados las ideas que llevas rumiando tanto tiempo, lo feliz que se siente uno cuando ve que otro, ajeno, ha llegado a las mimas conclusiones.
    Un abrazo para tí también. 🙂

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