Tibiezas y exabruptos

Cada día me resulta más difícil sentarme frente al teclado del PC para expresar de forma coordinada mis pensamientos. No es vagancia, como sospecha AMDG, ni cansancio, como me empeño yo en autodisculparme. Es la tormenta neuroemocional en la que me encuentro, que me oculta los pilares básicos de mi pensamiento y, entre tanto nubarrón, sólo deja un resquicio al exabrupto o a la tibieza más ruin. Empiezan a ser legión las ocasiones en las que mi plexo solar gana la batalla que entabla cada día con el córtex, complejo en sus circunvoluciones y no siempre tan rápido como el Nervus Vagus, presto a la reacción inmediata en forma de vómito y arcada. Soy hijo de mi tiempo, paradigma en mi individualidad de un fenómeno social. Soy como mi país: visceral.

Curioso que, sin tener en cuenta los momentos de lucidez temporal a que todo ser inteligente está sometido de vez en cuando, haya tenido que lanzarme al abismo del blog para darme cuenta de mi propia inmadurez. Tal vez sea una buena idea animar a todo el mundo a escribir su propio blog. Es una buenísima terapia.

Lo escrito es espejo no del alma, sino del yo. No me gustan los dualismos. Releo lo escrito desde este exilio de letras y descubro cuán fácil es maquillar la ignorancia con tres enlaces, esconder la ira tras dos párrafos a medio hilar, disimular la falta de criterio tras elucubraciones más aprendidas que aprehendidas. El diagnóstico es claro y abrumador: soy un ignorante visceral.

Y no encuentro disculpa en el hecho de que mi visceralidad no sea más que el reflejo de la visceral España. Este país donde las decisiones se toman a golpe de titular de periódico, llamamiento partidista o tangana en el bar de la esquina. Este país dónde seguimos autoengañándonos sobre la excelencia de una transición que presumimos (y de la que presumimos) modélica y no ha sido más que un apaño entre franquistas y ex-franquistas para repartirse el poder y los sueldos. La quintuplicacón del Estado a costa del contribuyente que diría el yo que piensa. La única solución posible, que diría mi parasimpático.
No encuentro disculpa en la inmadurez de la sociedad en la que vivo, a la que asisto y critico. Esa inmadurez que nos obliga a ser esclavos de nuestros sentimientos, cual adolescentes clearasil en mano, manifestándonos por el sentimiento nacional antes que por el bien propio, que es el común a la postre. Lanzando vivas a las entelequias nacionales antes que a los principios de la libertad. Renunciando a nuestra capacidad de asunción de responsabilidades personales mientras nos autojustificamos con “yo ya he votado, que trabajen ahora para mí». Adolescentes en busca de una familia que les comprenda, que les alimente, que les sane cuando están enfermos, que les page la disco y les diga : «no temas, corre, experimenta, cae, que yo estoy aquí para sacarte del fango». Adolescentes de 30, 40, 50 años. Adolescentes políticos y sociales.

En el fondo soy como Rajoy, como Rodríguez, como Maragall, como Carod. Ellos tienen un micro, un escaño, poder. Yo tengo mi blog. Lanzo proclamas unitaristas y constitucionalistas (releo… la Constitución Española está llena de errores mejorables, de ambigüedades, de mentiras. Ejercicio de autoengaño agarrado al clavo ardiente constitucional para no caer en el abismo de tener que tomar nuevas decisiones) cual Rajoy parlamentario ; medio en las discusiones de mis lectores cual Rodríguez talentero, presa del pánico a la confrontación, esclavo de mi falta de fé en mí mismo y mis argumentos; maragallianamente asumo criterios de otros como buenos a sabiendas de que ello aumenta el número de mis lectores (pongan ustedes la « e » delante) ; y cuando el córtex se hecha a dormir, harto de ser repetidamente ignorado, surge el Carod parasimpático en mí lanzando improperios, calentando el ambiente, consciente de que los demás reaccionarán de igual manera. Y ya se sabe, a río revuelto en tormenta de exabruptos, ganancia de «pescadores».

No se asusten. Ni voy a dejar el blog ni voy a cambiar de la noche a la mañana. Seguiré cometiendo los mismos errores que hasta hoy. Tal vez menos, cierto, pero a qué nos vamos a engañar.

De todos modos dejo esto escrito en el blog. Siempre me quedará la posibilidad de volver aquí y releerme, reencontrarme con mi córtex y avergonzarme de mis faltas. Y, claro, el reto está planteado: seré capaz de aprender? Seremos capaces de aprender?

Nota: Primera y última vez que publico al unísono en Hispalibertas y Desde es exilio. Pero tenía que decirlo. Aquí y allí.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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8 comentarios

  1. Hairanakh, gracias. Creeme que lo intento, aunque no siempre es posible desnudarse de la hipocresía con que nos «ensuciamos» a lo largo de la vida.
    Un saludo, Luis

  2. Luis,
    tus escritos y reflexiones son de los más interesantes que he tenido ocasión de disfrutar por la blogosfera. Mirarse uno mismo no es más que un pequeño síntoma de sabiduría. Aun reconociendo que no siempre puedo coincidir con tus opiniones, al menos he de reconocer que se presentan de forma consistente y, al menos en apariencia, honrada. Que es más de lo que, hoy por hoy (y hasta que alguien les quite los juguetes), uno puede conceder a Rajoy, Rodríguez, Carod y Maragall.
    Un cordial saludo,
    h.

  3. Es la astenia primaveral Luis 🙂 En Alemania este año aún no se ha asentado el verano… Por descontado que la producción literaria -la «creación» que dicen los cursis- tiene siempre altibajos. A mí me gusta escribir, no me produce horror la hoja blanca, tengo que embridar la imaginación porque me salen demasiadas cosas.

    Es cierto que hay plumillas con una lucidez y un estilo que desaniman. G. Bueno, Albiac, Ruiz Quintano, ¿quién se podrá comparar con ellos?

    Creo que lo que debemos hacer en el Exilio es especializarnos. Una entrada casi diaria sobre actualidad alemana no estaría mal.

  4. Realmente pienso que todo este colectivo de personas, en el cual tambien incluyo, a los que nos gusta escribir, poner a bailar unas palabras en nuestra pantalla en blanco, y comunicar a la sociedad unos hechos actuales, nuestros propios sentimientos, o simplemente nuestra critica a la sociedad actual pienso que estamos ante una oportunidad grandiosa de darnos a conocer en un futuro no muy lejano y en esta era en la que estamos inmersos la «era de la comunicacion» internet se convierte en una gran herramienta como nuevo medio de comunicacion. Invito a muchas personas que en un futuro quieren ser profesionales de la palabra, profesionales de su lenguaje, en resumen, profesionales de la comunicacion, a que creen su propio blog y den a concer al resto de la sociedad su opinion y les haga mostrar de una manera u otra su propia realidad que es la realidad de todos. Un saludo.

  5. Amigo Policronio, gracias. No estoy en crisis. Sólo faltaba. Pero está bien pararse de vez en cuando y echar un vistazo a lo hecho. Por aquello de reorientar los pasos.

  6. Si te he entendido bien, Luis, hoy tienes uno de esos días que no sabes dónde te encuentras ni qué vas a hacer con tu vida (léase bitácora), dicho sea en un tono que no pretende ser demasiado trascendental. Ese sentimiento de no saber lo que uno es o qué debería sentir, indecisionis vulgaris, a mí me acomete casi a diario, a veces con una profundidad aterradora cuando me hallo ante la pantalla en blanco y me propongo escribir un artículo. Yo aún no lo he superado, ni creo que lo supere nunca. Es más, ni siquiera el gran Campany debió superarlo en sus muchos años de periodismo. Pero existen herramientas que ayudan a sobreponerse, una de ellas, cuando de trances hablamos, es crear nuevas secciones en la bitácora. Te pongo como ejemplo mi caso. Yo cree en Batiburrillo la sección LIBROS, y comenté dos de tres que había leído. Anteriormente fue SEPAMOS, un apartado que pretendía ocuparse de episodios históricos, donde describí un trabajo mío de investigación que se refería a la batalla de Guadalete, etc, etc. En resumen, no todo ni todo el tiempo puede ser política en nuestras bitácoras.

  7. Apreciado exilado:
    Como dices, es un buen ejercicio de auto-conciencia escribir un blog personal. Yo empecé uno que ahora tengo abandonado (que no olvidado) al darme cuenta que lejos del ejercicio de descubrimento y auto observación personal que me propuse, me podía el entorno diario de eventos «no afines» a mi esencia y acababa permitiendo a mis diferentes «personalidades», abundar y perderse en sus ganas de participar «socialmente». En mi caso, a la ignorancia, había que sumar la desinformación y la falta de talento redactora. Listones insuperables, cuando quieras o no lo que se pretende es que te lean los «afines». Quizá algún día retomaré la escritura, pues algo positivo pese a todo ha aportado a mi vida. No me importará, entonces, gustar o no gustar, convencer o no convencer, e incluso tener razón o no. Sin embargo, la voz de los bloggers que gracias a esta actividad descubrí, mantiene viva mi intención primera y que no es otra que verificar una vez más que la conciencia colectiva, se forma de las individuales y que la libertad individual a su vez, es el único camino hacia la colectiva.
    Un abrazo.

  8. Buena reflexión. Yo últimamente sólo escribo cuando las cosas llegan a un punto en que despiertan mi enfado, primer paso para cometer innumerables errores. El problema es que, si decido los temas por la vía reflexiva y razonable, nunca me parecen estar lo suficientemente bien construidos como para escribirlos así que las pocas cosas interesantes quedan por decir y lo que toma forma es lo más sentimental y difuso. Pura humanidad.

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