Por qué el estado no garantiza la felicidad

Es necesaria una nueva sociología, una sociología libertaria, menos apegada a la estadística, a las tradiciones, a las estructuras; más interesada por el hombre, preocupada por sus contradicciones pero capaz de reconocer el potencial de desarrollo de cada uno de ellos. El sociólogo debería huir de la obsesiva búsqueda de medidas y soluciones para todos los hombres incluidos en grupos sociales arbitrarios.