Lysenkismo y James Hansen
por Bob Carter
Marzo 3, 2010
(Este es el ensayo que la ABC de Australia intentó censurar. Ver la historia aquí)
¿Es el hansenismo más peligroso que el lysenkismo?
El 23 de junio de 1988, James Hansen, un joven modelista informático desconocido hasta entonces, compareció ante el congreso de los Estados Unidos en una audiencia sobre cambio climático. En aquella ocasión Hansen usó un gráfico para convencer a sus oyentes de que a finales del siglo XX estaba ocurriendo un calentamiento acelerado. Una mirada a través de la ventana parecía confirmarlo, porque aquel era uno de esos días achicharrantes de verano de Washington.
Más tarde escribió justificándose, en el Washington Post (del 11 de febrero de 1989), que “la evidencia de un efecto invernadero incrementándose es tan fuerte que hubiera sido irresponsable no alertar a los líderes políticos”.
El testimonio de Hansen acabó en las portadas de los periódicos, y en unos días la gran mayoría del público americano creía que un apocalipsis climático estaba a la vuelta de la esquina. La liebre del calentamiento global se escapó. De ahí Hansen se tranformó en una estrella mediática del clima que en breve iba a cautivar a los ingenuos en una conferencia en el Adelaide Festival.
15 años después, en el Scientific American de marzo de 2004, Hansen escribió que “El énfasis en escenarios extremos puede haber sido apropiado un en tiempo, cuando el público y los políticos eran relativamente ignorantes del problema del cambio climático. Ahora, sin embargo, la necesidad es de escenarios climáticos demostrablemente objetivos consistentes con lo que es realista”.
Pero esta conversión a la realidad llegó demasiado tarde, porque en el intervalo miles de climatólogos se habían subido al vagon de la pasta gansa. Actualmente al alarmismo del calentamiento global está impulsado por unos gastos mundiales en investigación asociada y burocracia estimados en 10 mil millones de dólares. .
Siendo humanos los científicos y los burócratas, no se debería subestimar el poder de tales sumas de dinero para corromper no solo a los políticos, sino el proceso científico mismo. En reconocimiento de estos hechos se usa a veces el término “hansenismo” para describir el clima de histeria que, hasta hace poco, ha envuelto a la prensa y a la opinión política, de negocios, y pública, en un abrazo mortal.
La historia de la ciencia cuenta con el caso del control ideológico soviético de la biología a mediados del siglo XX por el científico agrónomo Trofim Lysenko, que para 1940 había llegado a director del influyente Instituto de Genética de la Academia Rusa de Ciencias. Lysenko y sus seguidores rechazaban los ”peligrosos conceptos occidentales” de la genética de Mendel y de la evolución de Darwin. Preferían la visión lamarckiana de la herencia de los caracteres adquiridos; de hecho, que las vacas podían ser entrenadas a dar más leche y que sus crías heredarían este rasgo.
Aunque no hubiese sido esta una hipótesis irrazonable de haberse emitido a principios del siglo 19, para los años 30 la idea había sido ensayada de muchas maneras y se sabía que estaba equivocada. Requerir su aplicación a la investigación biológica en agricultura y otras disciplinas relacionadas en la URSS fue desastroso, y no solo por la viciosa persecución de científicos que tuvo lugar; el legado de este triste episodio sigue hasta hoy poniendo en desventaja a la biología rusa.
El Lysenkismo creció a partir cuatro raíces primarias:
- La necesidad de demostrar la relevancia práctica de la ciencia aplicada a las necesidades de la sociedad;
- La acumulación de evidencias para mostrar la “corrección” del concepto como un sustituto de la prueba causal;
- Corrupción de la causa noble, en donde la información se manipula para apoyar a una causa que se ve como una verdad superior; y
- Fervor ideológico; tal, que los disidentes son silenciados como “enemigos de la verdad.”
La primera de estas raíces está fuertemente representa en las actitudes del gobierno australiano ante el financiamiento de las ciencias ya desde el remoto 1980. Las tres raíces restantes ejemplifican estrechamente las técnicas que son usadas actualmente por los alarmistas del calentamiento global en pos de sus metas –como ha sido expuesto recientemente por el Climategate y los escándalos del IPCCgate para que todos podamos verlo.
El Lyenkismo dañó principalmente a la ciencia y a la sociedad soviética, mientras que el Hansenismo ha ejercido su influencia perniciosa en todo el mundo durante más de 20 años. El creciente alarmismo climático resultante ha estado socavando durante mucho tiempo la preciosa confianza pública de la que la ciencia extrae su tradicional influencia y sustento, y ahora el Climategate ha abierto sumideros por todas partes.
El alarmismo climático del Hansenismo también ha dañado la reputación de muchas publicaciones, ‘journals’ y organizaciones científicas, que han reemplazado su anterior cuidadoso equilibrio editorial y organizativo por el alarmismo ambiental y la desnuda abogacía por el calentamiento global.
Es muy probable que los futuros historiadores de la ciencia juzguen al frenesí del alarmismo del cambio climático como más dañino todavía que el Lysenkismo, a causa de la desconfianza que el colapso del paradigma de calentamiento global ya ha inculcado acerca del uso de la ciencia para informar a los hacedores de políticas modernas.
En lugar de ejercer el liderazgo que es desesperadamente necesario para corregir esto, y para restaurar la fe pública en la ciencia y los científicos, las declaraciones de los asesores en investigaciones de Australia muestran que, hasta ahora, han perdido el argumento y que ya no están siquiera centrados en el tema.
Así tenemos a Megan Clark, CEO de CSIRO, alardeando en la radio ABC 612 de Brisbane que “hay 40 científicos del CSIRO en el panel del IPCC,” como si esto fuese algo de lo que habría que sentirse orgulloso. Mientras tanto, el Presidente de Universities Australia, Peter Coaldrake, describe al escándalo del Climategate como “esta masacre tabloide de la ciencia”. Luego, Margaret Sheil CEO del Consejo Australiano de Investigación, dijo que ella está profundamente preocupada por la repercusión negativa generada por los emails de la Unidad de Investigación del Clima de East Anglia, [y] las críticas a Rajendra Kuma Pachauri, jefe del IPCC.
Finalmente, el científico en Jefe Penny Sackett, hasta donde yo sé, ha permanecido silente desde su comentario “yo también” del 9 de febrero en apoyo a una anodina declaración de bendición a los escépticos del clima emitida por el científico jefe de Gran Bretaña, John Beddington. Cuanta influencia tuvieron sobre el Dr. Beddington las visiones de estos científicos independientes, puede juzgarse leyendo el estudio apocalíptico que acaba de publicar en relación a los efectos de un imaginario cambio de clima futuro en Gran Bretaña (Land Use Futures: Making the Most of Land in the 21st Century). Este estudio se describe en una carta del Doctor Gerrit van der Lingen en el Christchurch Press de hoy:
Un grupo de 300 científicos, economistas y urbanistas en su torre de marfil del Reino Unido, dirigidos por el asesor científico del gobierno británico, elaboraron un nuevo escenario apocalíptico todavía basado en las creencias catastrofistas del calentamiento global antropogénico (27-28 de febrero). Probablemente creyeron que debían hacerlo ya que el Climategate y el descubrimiento de los graves errores del informe del IPCC habían expuesto fatalmente el timo del AGW. Su punto de vista carece de cualquier credibilidad científica e ignora totalmente la naturaleza humana. Su acción no es más que una maniobra de retaguardia.
Además, la cumbre de Copenhague ha mostrado que el equilibrio de poder mundial se ha desplazado hacia los llamados países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Los países occidentales, incluyendo Nueva Zelanda y Australia, fueron mantenidos totalmente al margen durante la cumbre. Ahora es extremadamente improbable que alguna vez se llegue a alcanzar un acuerdo internacional sobre el clima. Gracias a los países del BRIC, podemos todos respirar de alivio.
Asombrosamente, a la luz de todo esto, la preocupación expresa de nuestros directores de investigación australianos permanecía en que las revelaciones del Climategate y del IPCCgate habían causado un re-examen de la ciencia del calentamiento global, con el consiguiente cambio en la opinión pública. Aparentemente no tuvieron ni siquiera un pensamiento sobre el profundo malestar científico provocado y que la conducta malintencionada había quedado expuesta a la vista de todo el mundo -parte de lo cual está en estos momentos siendo investigado por un comité parlamentario británico.
Pisando los talones a las revelaciones sobre el remiendo de datos en el exterior, también se han descubierto irregularidades en lo que a la manipulación de datos de temperaturas de Australia se refiere. Y, a lo largo del Mar de Tasmania, el NIWAgate se desarrolla rápidamente en lo que el NIWA (National Institute of Water & Atmosphere) de Nueva Zelanda batalla para pasar una auditoría parlamentaria de su archivo histórico de temperaturas, que bien podría probar el recurso a la excusa de “el perro se comió mis deberes” para explicar la aparente ausencia de algunos registros.
Y aún así , los representantes científicos no han ofrecido ningún comentario sobre nada de esto – ni sobre cuestiones relacionadas de ética, procedimientos y política científicos. Está diáfanamente claro que sólo hay una vía para restablecer la confianza ciudadana en la política y la investigación en Australia, y ello es mediante una investigación independiente y autorizada sobre la cuestion ante un juez con experiencia y asistido por asesores científicos expertos.
Como los cuatro asesores del senador Fielding -todos los cuales son climatólogos independientes y experimentados- han recomendado en su Informe de Diligencia Debida (punto 7) sobre el consejo que la Ministra del Clima Wong está recibiendo de su departamento:
El Parlamento debería aplazar la deliberación del proyecto de ley CPRS (Carbon Pollution Reduction Scheme) e instituir una Comisión Real plenamente independiente para la investigación de la evidencia a favor o en contra de la perjudicial influencia humana en el clima. Añadimos… que la comunidad científica está ahora tan polarizada en cuanto al controvertido asunto del peligroso calentamiento global que una diligencia debida apropiada sólo puede conseguirse con testigos científicos competentes sometidos a examen cruzado bajo juramento y bajo estrictas normas de evidencia.
Bob Carter es geólogo y científico ambientalista que estudia los antiguos cambios del clima. El artículo original en Quadrant.
Gracias a Alicia, Eduardo y Plazaeme por la ayuda inestimable en la traducción.
?????
masdelomismo: disonancia cognitiva (L. Festinger).
Googlea tú, anda.
Manin, como parece que te interesa el tema, podras encontrar muchas webs especializadas en rebatir los argumentos de los que niegan el cambio climático basta buscar con el Google “arguments” “global warming” o “climatic change”. Por ejemlo, las dos siguientes son las mas conocidas, cuentan con 90 y 120 refutaciones respectivamente, y tienen tropecientos links y chorros de datos.
http://www.skepticalscience.com/argument.php
http://www.grist.org/article/series/skeptics/
Y otra que no presenta las refutaciones en forma de listado, pero que está bastante al día:
http://www.realclimate.org/
(y ya sabes que google -> herramientas del idioma tienen un traductor pasable)
Manin, eres fascinante. Si le quitan el Oscar a Gore tiene que ser para dártelo a ti. ¿¿Qué es lo que no cuela?? O_o
A mí me parece que Luis habla sin tapujos de la NASA, de Nature o de Santa Rita cuando toca y le da la gana, cosa que es muy de agradecer.
¿Quizá el Sr. Hansen no tiene nada que ver con la NASA?
¿¿Quién ha alertado del problema?? ¿¿Cuál de todos los problemas??
Repito, fascinante…
Manin:
«Perdona, pero no ha sido James Hansen el que ha alertado del problema.»
Disculpe Manín, una pregunta, ¿que problema ha habido a raíz de este supuesto cambio climático?.
Perdona, pero no ha sido James Hansen el que ha alertado del problema. COmo siempre buscando algo en lo que centrar la atención y olvidando a la NASA y cientos de centros meteorológicvos y climático, revistas como Science o Nature, PNAS, etc, etc, etc.Luis, no cuela.
Por qué será Manin, que no me extraña tu comentario en absoluto. As usual …
Relee y procura entender lo que cuenta Carter, anda. No tienes disculpa, está en un idioma parecido al tuyo.