Aquí en Alemania también se cuece con agua. Y las aguas políticas, está claro, son en casi todas partes las mismas.
Ya podemos comentar las primeras reacciones serias al manifiesto schröderiano por la reorganización de la OTAN y el distanciamineto de Europa respecto de los EEUU en política exterior.
Está claro que Schröder no se ha presentado a la 41. Conferencia sobre Seguridad con semejante discurso cual pistolero solitario frente al sol. Él sabe (más reuniones y conferencias telefónicas secretas?) que cuenta con el apoyo de, al menos, Chirac y Zapatero. Plantear una política de distanciamiento frente a EEUU esconde además dos aspectos de capital importancia para el Canciller: reafirmación de la política exterior europea como referente mundial (no olvidemos que Alemania espera obtener derecho a veto como miembro permanente de del Consejo de Seguridad de la ONU) y, de rebote, empezar a hacer campaña en casa de cara a las elecciones del 2006. Subirse a la ola antiamericanista puede ser un grave error político a medio plazo, pero desde luego da un gran número de votos en Alemania. Es la misma política miope de la que hacen gala nuestros gobernantes en España. Nada nuevo bajo el sol.
En frente ha quedado solo el CDU (curiosa coincidencia ésta también, en casa quien está solo es el PP). Su vicepresidente Schäuble no se ha cansado todo el fin de semana de afirmar que «…la OTAN es firme en sus estructuras y objetivos…no hay porqué cambiar nada…». Su jefa de filas, Angela Merkel, es más directa y le pone nombre a «la cosa»: «las políticas que adoptemos frente al problema iraní serán las que determinen si la Alianza funciona… Es el mayor reto al que se enfrentará la Alianza en los próximos meses.»
Tanto EEUU como la UE pondrán, no lo dudo, toda la maquinaria diplomática en marcha para convencer al gobierno iraní de que abandone su programa nucleares. La cuestión sin embargo surgirá después si, agotadas las vías diplomáticas, Irán se negase a aceptar las condiciones de occidente. La determinación del Presidente y Gobierno americanos les llevaría a no descartar acciones militares contra el régimen de los Ayatolahs y sería justamente entonces cuando la UE deberá tomar una decisión: seguir en la tibieza (yo diría casi hipócrita tibieza, a juzgar por cómo se ha desarrollado la visita de Rice la semana pasada) que fué característica en la crisis de Irak o, demostrando vocación atlantista, coordinando con EEUU y la ONU las acciones a realizar.
«Alea jacta est» y solo el futuro tiene la respuesta.