La II República española fue un desastre por numerosos motivos. No el menos importante fue el tradicional sectarismo de la izquierda de nuestro país, incapaz de convivir con la derecha y entregada siempre por ello con un placer no exento de miope perversión a la antidemocrática labor de aniquilarla o ningunearla.
El Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fiel seguidor de esa tradición sectaria, mira aquella etapa de nuestra historia con expresión soñadora, cual si se tratase de una Edad de Oro, de un Paraíso Perdido. Se afana no obstante en recuperarlo a golpe de leyes diversas, a todas y cada una de las cuales trata de insuflar un espíritu republicano, esto es, sectario de izquierdas.
La lección de la II República y de la subsiguiente guerra civil no ha sido pues aprendida por el principal líder de la izquierda española. Por supuesto tampoco ha aprendido la que se deriva de la Transición. Su beligerancia disfrazada de pacifismo y su intolerancia disfrazada de talante, así como su falta absoluta de sentido común, de criterio, de perspectiva, de sensatez, de realismo, de posibilismo y de sentido de la oportunidad histórico, han llevado al país a una grave situación. En cierto sentido es un buen emulador de sus idolatrados republicanos: nos ha llevado al colapso. Si bien el contexto histórico no es el mismo, y quizás sobrevivamos a sus desatinos.
La Memoria Histórica es un esfuerzo coordinado desde el Gobierno para tergiversar la historia reciente de nuestro país y presentar a unos (los fachas, los católicos, los “propietarios”, la derecha en general) como malos y a otros (los comunistas, socialistas, anarquistas…) como buenos. En una guerra fraticida en la que se cometieron atrocidades en ambos bandos, se olvidarán convenientemente las de uno de ellos y se recordarán activamente las del otro. Hay que admitir que así funciona muchas veces nuestra frágil memoria humana, la de cada individuo, pero la historia se escribe para impedir que se repitan los errores, y queda plasmada en documentos y sometida al escrutinio de muchas mentes preclaras.
Una de esas mentes es la del gran historiador e hispanista Stanley G. Payne. Profesor de la Universidad de Wisconsin, ha dedicado muchos años de su vida a recopilar, analizar e interpretar información relativa a nuestra historia reciente, y ha brindado a todos aquellos que también están interesados en la misma excelentes libros.
Gracias a su labor algunos hemos podido comprender algo mejor en qué consistieron los fascismos o porqué colapsó la II República española.
El Profesor Payne ha tenido la inmensa amabilidad de responder unas preguntas para Desde el Exilio.
1. Ortega y Gasset escribió su España Invertebrada en 1921, diez años antes de que se proclamara la II República. Hoy la Constitución de 1978 ha sido puesta en duda con el Estatuto de Cataluña, ahora en el centro del debate por su evaluación en el Tribunal Constitucional. ¿Cuán acertado estuvo Ortega sobre nuestra invertebración? ¿Está España condenada a una perpetua lucha intestina de taifas y a una marcada polarización en cuestiones políticas?
España logró una relativa unidad– igual a la de otros países occidentales– bajo su monarquía tradicional, que fue continuada en una forma mas centralista (aunque nunca acabada) bajo el liberalismo decimonónico. Pero el siglo XIX fue un tiempo inestable y conflictivo en el que siempre se luchó para conseguir la estabilidad, la modernización y la unidad, con resultados muy desiguales. Sus frustraciones acabaron estimulando el llamado nacionalismo periférico, y los argumentos de Ortega reflejaron esta frustración.
Es cierto que nunca se logró una unidad completa y positiva (menos, por ejemplo, que Italia, el país mas «gemelo»), pero no fue por un esencialismo perverso sino por un complejo de circunstancias complicadas. Actualmente la cuestión se ha exacerbado por las tendencias culturales generales del mundo occidental (posmodernismo, subjetivismo, narcisismo), un pasado reciente muy conflictivo y una estructura de estado frágil y algo débil.
2. Al principio de su Colapso de la República enumera algunos de los puntos esenciales en los que el republicanismo quería cambiar la faz de la sociedad española (educación, laicismo, ejército, autonomía regional, relaciones laborales, ampliación de obras públicas y reforma agraria). En esos mismos puntos –a excepción del último – parece incidir el actual gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que, por otro lado, no ha ocultado nunca su nostalgia de este período republicano. ¿Qué paralelismos ve entre la Segunda República y la actual democracia en estas dos últimas legislaturas?
Zapatero es el presidente mas izquierdista desde Largo Caballero y en los puntos enumerados coincide con las izquierdas de la Republica. Pero es un izquierdista de la nueva ideología «buenista» y no del marxismo. Por eso pone énfasis sobre todo en las cuestiones culturales (la revolución cultural y de la familia), y no en el socialismo económico y la violencia política, las dos tendencias mas destacables del PSOE bajo la Republica. Busca la atomización hedonista para manipular, en vez de la lucha de clases para vencer.
3. Como americano, proveniente de una cultura anglosajona, ¿qué es lo que más le llama la atención de nuestro país? ¿Qué le movió a interesarse tanto por su historia?
Me fijé en España originalmente a la edad de 21 anos, no como consecuencia de un análisis profundo sino por alguna circunstancias, o accidentes, biográficos míos que me llevaron a una primera decisión en parte meramente pragmática, casi oportunista. Luego me salió bien y pude profundizar.
Lo que mas me impresionaba era, en primer término, la integridad de la historia clásica del país, una historia única basada en una cultura mundial de gran fidelidad y objetivos claros, aunque parcialmente frustrados. La segunda parte de su historia es la lucha de y por la modernización– por la cual la cultura tradicional, aun más que en otras partes, era hasta cierto punto un obstáculo– y a partir de ahí una historia otra vez dramática, y en esta época internamente conflictiva, como ninguna otra.
4. Podría decirse que, políticamente, el siglo XX fue el siglo de los totalitarismos y de los grandes genocidios. ¿Conocer su historia podrá ayudarnos a no repetirla?
Es una pregunta que casi se contesta a si misma. Huelga decir que si. Absolutamente toda la cultural europea actual esta orientada para evitar algo como el fascismo y el genocidio.
Pero el totalitarismo es otra cosa, porque «el pensamiento único» actual pretende logar un totalitarismo «benigno» que permite elecciones democráticas y no quiere matar a nadie, ni siquiera a sus peores enemigos.
5. En España muchas veces tenemos la sensación de ir a remolque, por detrás, de países más importantes en el escenario internacional ¿Qué papel representó España en la Historia en general y en la contemporánea en particular? ¿Qué diría que representa hoy?
España llegó a ser uno de los grandes líderes de la primera época de historia occidental, de lo que se llama a veces el «Occidente Viejo» que emergió en el siglo ocho y empezó a transformarse en el siglo dieciocho. Durante el segundo ciclo, la época de la Modernidad, en los últimos dos siglos, en cambio, muchas veces ha ido a remolque. Pero lo que es notable es que en varias fases de este segundo ciclo los españoles han querido «quemar etapas» y, de repente, han querido protagonizar versiones mas radicales de las tendencias nuevas, más que en otros países.
6. En ciencia muchos investigadores falsean deliberada o inconscientemente sus datos para que sus resultados coincidan con sus expectativas. Así sucede con los que defienden el Diseño Inteligente frente a la evolución, con los negacionistas del holocausto o, más recientemente, con los postuladores del calentamiento global antropogénico (ver lo que ha sucedido con el CRU). ¿Es la Memoria Histórica un intento más de tergiversar la verdad con una finalidad política? ¿Hay un Ministerio de la Verdad orwelliano reescribiendo la historia según los intereses de la casta dominante del momento?
Zapatero no ha logrado instituir ningún «Ministerio de la Verdad»– lo cual seria demasiado obvio– pero representa esta tendencia española de los últimos dos siglos a querer exagerar y radicalizar las tendencias mas nuevas e izquierdistas. Saca sus ideas de los franceses y americanos, pero las implementa de un modo mas directo y extremo. Es evidente que la grotescamente llamada ley de Memoria Histórica no tiene el menor interés en la historia, que desconoce y de la cual rehuye en todo momento. Lo que interesa es la manipulación política actual.
7.-¿En qué trabaja ahora?
Estoy ultimando un ensayo que se trata de la guerra civil española desde la perspectiva comparada de las guerras civiles en otros países europeos de la primera mitad del siglo veinte, y de las razones por la derrota republicana. También estoy preparando uno que se dedica exclusivamente a la historia y análisis comparativo de estas otras guerras civiles.
Yo creo que ZP simpatiza con los que ahora se llaman antisistema y vándalos, en la intimidad de su mente profundamente socialista e idealista de izquierdas, pero se ha visto atrapado en una compleja red de intereses y poderes entre los que destacan -más que los socialistas verdaderamente moderados- la UE y la competitividad dentro de la economía mundial.
Yo presentaría un cuadro ligeramente distinto al tuyo: más que qué el PSOE sea una derecha moderada el PP es una izquierda moderada. Y lo que se denomina ultraderecha -en este país residual- es asimismo una forma de colectivismo, de izquierdismo radical, mezclado con nacionalismo y etnocentrismo exacerbados, como opuestos al internacionalismo obrero de los comunistas originales.
Gracias a ti por tu interesante punto de vista.
Por lo que hace a la Ley de Memoria Histórica me posiciono con el profesor Payne, puesto que es una basura cuyo objetivo es enmarcar a los buenos y a los malos: lo cual es una estupidez, ya que cada bando tenía sus intereses (y ambos cometieron atrocidades). Coincido también en que la historia debe mirarse con la máxima objetividad posible, aunque considero precipitado el trato de esta disciplina como «científico». La historia está constituida por todos los individuos que la viven, incluido el profesor Payne o nosotros mismos, y se quiera o no la ideología personal siempre está patente.
Discrepo además de esa opinión que el respestable historiador afirma cuando se refiere que Zapatero » pone a los de izquierdas como buenos (anarquistas, comunistas, socialistas…)». Si os fijais en los libros de historia, cuando se habla de la guerra civil, sólo existen republicanos y nacionales. Pero se menciona muy escuetamente que esos republicanos estaban formados en su mayoría por anarquistas y comunistas: la republica para ellos no tenía ningún valor y muchos buscaban la revolución obrera.
Los miembros del PSOE (que son en realidad una derecha moderada, cosa que muchos no entienden o no quieren entender) cuando hablan de los anarquistas o comunistas los descalifican como «antisistema». Los introducen dentro del saco de lo que son en realidad bándalos o saqueadores, que no tienen nada que ver con intelectuales o activistas de izquierdas.
Gracias por leer las reflexiones de este estudiante de historia.
¿A quién le conviene no recordar? Quizás a Carrillo.
Lo de un gobierno instaurado por el pueblo, democráticamente, suena bien. Pero la política es más compleja, y en aquellos años la violencia política era moneda de cambio corriente. En pleno auge de los totalitarismos Franco bien pudiera considerarse un moderado. Su golpe fue encaminado a impedir que España se convirtiera en otra República Socialista Soviética.
Hubo una guerra y la ganó, si. Cualquiera sabe qué hubiera pasado de haber ganado los otros. Treinta y pico años después llegó la democracia, de forma pacífica. Hubo amnistías y reconciliación nacional. Poco después el PSOE ganaría las elecciones nacionales y los nacionalistas las autonómicas. Pero no, no bastaba con eso.
ZP, ya supuestamente superado el asunto, cuando la mayor parte de los protagonistas están muertos, y la mayoría de la gente ha perdonado y, sobre todo, olvidado -con la característica fragilidad de la memoria- decidió que la República fue una Democracia Idílica y que Franco fue un perverso totalitario que la destruyó violentamente. De ahí se deduce lógicamente que los muertos del bando republicano eran mártires y los del bando nacional -o religiosos, o empresarios- perversos enemigos de la Democracia y el Progreso. Si eso no es maniqueo no sé bien qué lo es.
¿De qué derecho estamos hablando? ¿Del derecho a desenterrar e identificar los muertos de ambos bandos? ¿Del derecho a conocer la Historia para no repetirla? ¿O más bien del derecho a hacer propaganda política de izquierdas en nuestra actual Democracia, sacando a pasear los cadáveres de las viejas guerras?
Estoy en total desacuerdo. En realidad, si durante mucho tiempo se tuvieron visiones maniqueistas fueron los victoriosos y los vencidos. Que viudas cobraron sus pagas? Quienes estuvieron en prision?
La Guerra Civil fue una guerra fatricida contra un gobierno instaurado por el pueblo, democráticamente. Y si debemos recordar, para que lleguemos a una transición efectiva, para que muchos puedan encontrar a sus familiares, asesinados y echados en fosas colectivas. A quién le conviene no recordar? Si la memoria es frágil y manipulativa, como dice el Sr Payne con quien no me podría mostrar en mayor desacuerdo. La tradición sectaria, Sr. Payne fue instaurada y decretada durante 40 años. Quienes fueron los olvidados durante ese período reclaman que se les oiga ahora, y tienen todo su derecho.
Es una alegría poder disfrutar de libertad de expresión.
Cuantos desde la IIR y desde mucho antes y durante el franquismo, no solo no pudieron dist¡frutar de libertad de expresión (muchos eran analfabetos y no sabían ni como expresarse) sino que incluso tuvieron que soportar, muchas veces sin saberlo, el abuso intelectual de los políticos y revolucionarios del momento, hata el punto de ser ultilizados y manipulados para sobre, sus ya castigados huesos y fuerza de trabajo, construir otro PARAISO donde poder medrar e imponer un nuevo totalitarismo o, como en el caso de FF, un nuevo régimen autoritario.
Y, para colmo, debemos soportar las incongruencias de algunos hombres del mundo científico que supeditan los más elementales principios del método científico de cada disciplina, al servilismo intelectualoide de una ideología. Sobre esos discursos, vacíos de todo fundamento, construyen los progres de hoy (proyecto ZP) sus divagaciones ideológicas y vuelven a sustentar su nuevo PARAISO sobre la más sublime y consciente ignorancia de los muchos voceros que se llenan la boca de tópicos de andar por casa.
Parece ser que desde el 36 hasta ZP hemos vivido en una nada vacia de poder legítimo (hasta se duda de la legitimidad de la sucesión dinástica hasta nuestro rey), lo que nos hace unos proscritos del poder legítimo que emana directamente de la IIR (¿quizá de aquellas municipales en las que triunfó el frente popular?). Gracias ZP y comanda, por recatarnos de tamaño abismo y elevarnos a la categoría de hijos de dios, de hijos de poder totalitario que nos quiere volver a imponer ZP.
Gracias señor Payne por matenerse fiel a la diciplina científica, ahora y cuando nos mandaba FF.
Tienes razón, Antonio. No hay una cosa tal como una mente colectiva. Esa lección deberían aprenderla muchos. También tienes razón al calificar de basura a la II República. Una basura entre cuyos restos escarba ahora ZP, con la esperanza de encontrar algo de valor.
«Aprender del pasado». Como no hay mente colectiva es imposible que la enseñanza de un pasado cuaje «socialmente» … Decía Vidarte que «todos fuímos culpables» pero el título de ese libro no era un intento de reconciliación tras el desastre que significó la GC, si no el reflejo de la frustración de quienes se tenían por garantes del paraíso republicano. Pero sí, todos, o casi, los politicastros de entonces fueron culpables de que centenares de miles convirtieran rencillas en odio ideológico. La lección a aprender es que los políticos no merecen ni nuestra libertad ni por supuesto nuestra sangre. Y en otro sentido, más concreto: la IIR fue una basura.