Tómese un recipiente inestable. Vierta en él una buena cantidad de radicales libres en suspensión. Añada un puñado de soberbia y una pizca de envidia (justificada o no, no importa para esta receta). Como catalizador use 817 miligramos de odio. Deje reposar veinte años, hasta que la mezcla alcance un estado pre-exotérmico.
Ahora añada, en una atmósfera de talante unas gotas de intolerencia homogeneizada con otra pizca de envidia.
Ya puede salir corriendo!