No, si no me extraña. Luego nos quejamos de que el nivel científico e innovador de España anda por los suelos.
Y digo yo: acaso este elemento, sectario y pagado de sí mismo, representa en alguna medida (más allá de lo que podamos medir sin anteponer un «micro» o un «nano») a la ciencia de la psicología española?
Espero que no.
– Doctor: Si quiere le entrevisto yo a usted.
– J. L. Cano: Vale
– D: ¿Cree que la conducta hommosexual está de acuerdo con la identidad de género, de actitudes, emocional y de persona?
– JLC: Sí.
– D: ¿Lo tiene en estudios probados?
– JLC: Ahora no tengo tiempo…
– D: ¿Cuántas horas tiene de terapia con homosexuales adultos?
– JLC: No voy a entrar…
– D: Entonces yo tampoco voy a entrar, así que le agradezco la entrevista y aquí terminamos, ¿vale?
Y el doctor colgó.
Fuente: Periodista Digital.
Dónde queda la autocrítica? Dónde la curiosidad infinita del investigador? Dónde la inquietud por contrastar datos? Dónde la contínua revisión de los propios postulados en busca de la mejor aproximación a la realidad? Dónde la exposición detallada, documentada, validada de los datos que avalan las hipótesis? Dónde la ciencia?
Absolutismo cienticista, diría yo, es lo que representa este señor.
Más al respecto en Ajopringue.
Actualizado: No dejen de leer » Expertos de jornada» en el blog Pistas de Wonka. Como siempre tremendamente clarificadores sus comentarios.
También Fernando, en su Humeando letras libres se ocupa del tema: Esto no me lo callo
Harturo, Raimundo. Todos tenemos, podemos decir algo al respecto y opinar. Pero nadie debe hacerlo (al menos eso creo yo) autoarrogándose estar en posesión de la verdad. Y es que la verdad…
No pretendía llevar yo el debate por estos derroteros, sino limitarme a criticar la actitud arrogante del criticado catedrático. Pero ya que estamos:
Concepto «normal». Qué es normal y qué no? Difícil pregunta de difícil respuesta. Yo me la respondo siempre que voy a misa (que he de reconocer, no es muy frecuentemente): si todos somos hijos de Dios, somos todos normales, o anormales, según se mire.
Patológico. Otro concepto que se las trae. Si ser diferente es patológico, pues vale. Pero ese no es el concepto que prefiero. El fenómeno de la homosexualidad no es de ahora. Existen los homosexuales desde que existe la humanidad. Luego también puede verse como una «particularidad» de la especie, no necesariamente como una patología.
Y digo yo que un catedrático en pscicopatología tendrá algo que decir, ¿no? Es más, yo sin tener ni idea pero apelando al sentido común, he pensado, pienso y supongo que pensaré siempre lo mismo. ¿Tanto miedo les da la palabra patología?
Lo que me niego a consentir es que se me cuele por normal lo que no es normal. Con todos los derechos, tolerancia, respeto, cariño y comprensión que quieran. Pero no es normal. Porque si fuera lo normal no se perpetuaría la especie.
O a millones. El caso es que hasta hace bien poco nada tenían de particular palabras como las del Dr. Polaino. El giro que se ha dado en las cuestiones relacionadas con la homosexualidad no surge de un mejor conocimiento científico sino de pacientes estrategias ideológicas pergeñadas por lunáticos y lunáticas. Mañana votarán que el sol sale por el oeste, o que España no existe, pero la verdad no se infiere mediante un voto de mayorías. lo que yo piensod e la homsexualidad ya lo puse en LD.
¿Qué han aprendido los senadores? que la ciencia debe amoldarse a la política y no al revés. A ver quién es el guapo que se dedica a investigar la homosexualidad ahora, vista la tolerancia a la opinión ajena que se acredita por aquí. Menos mal que trabaja en el CEU ¿Y quien es un catedratico para chulear a Gomaespuma?
Esos dos se lo tiene buscado hace 10 años como mínimo, pero vosotros veréis, mañana será el «Mínimo Estado» el concepto a criminalizar.
no se, no se, Luis. Creo que falta mucho camino por andar para entender por qué un individuo actúa en contra de las leyes naturales.
Tal vez sea por ejercicio de su libre albedrío, pero recuerdo una charla que tuve con un gay brasileño hace varios años, en South Beach, a la luz de la luna (si no hubiera sido gay, hasta habría sido romántico, jajaja), y creo que puede estar más cerca de la verdad el científico que no quiso hablar, que el periodista cachondo.
Hablando sobre el tema, le pregunté a Joao (el gay): ¿qué es lo que te hizo decidir que te gustaban los hombres?. A lo que él me contestó ¿qué es lo que te hizo decidir que te gustaban los hombres?
Me quedé pensando, haciendo memoria hasta mis 5 años, cuando me gustó el primer chico (de la Pola… obviamente), y le tuve que contestar: «la verdad es que no lo decidí, me gustaron siempre». Y el me dijo «yo tampoco lo decidí, me gustaron siempre».
En mi caso, mi naturaleza está ajustada con mis preferencias. En el caso de él, no.
Hace unos años leí algo sobre un estudio que se hizo sobre los cuerpos callosos de los homosexuales, que presentaban una longitud bastante mayor que la de los heterosexuales, y más parecida a la de las mujeres. No se si era muy «científico», porque la biología no es mi campo. Pero me hizo pensar que -así como hay muchas enfermedades mentales que son producto de desbalances químicos en el cerebro (o como se pueda expresar de manera más científica)- tal vez, y repito tal vez, el tema de la homosexualidad sea más biológico que psicológico.
En fin… menudo temita…. ya voy preparándome para recibir palos… (no den muy fuerte!)
el problema es que en este caso no se trata de una discusión científica o académica sino mediática.
aunque es cierto que al catedrático le falta un poco bastante de mano izquierda
Por cierto, datos y literatura que muestran una visión completamente diferente de la homosexualidad a la dada por el buen señor éste, los hay a miles.
No, Erpayo. No es eso. Yo me pongo en el lugar del catedrático. Me llaman de la radio para una entrevista en un programa que tiene fama de «cachondo», tengo dos opciones: digo «no gracias» o, por el contrario, me presto a la broma.
Los calificativos de intransigente y sectario se los gana por aceptar la entrevista (aaah, me llaman de la radio! qué importente soy – ya era hora de que reconociesen mi trabajo) y no saber mantenerse en «la broma» y gracias a su pregunta retórica y malintencionada: «…Cuántas horas tiene de terapia con homosexuales adultos?» hecha a un periodista que sólo pretende «quedarse con él». O acaso no es esa la pregunta favorita de todos los dogmatizadores?, pregunta hecha desde el «yo sé de que hablo, usted no tiene ni idea»?
A eso iba.
«Dónde queda la autocrítica? Dónde la curiosidad infinita del investigador? Dónde la inquietud por contrastar datos? Dónde la contínua revisión de los propios postulados en busca de la mejor aproximación a la realidad? Dónde la exposición detallada, documentada, validada de los datos que avalan las hipótesis? Dónde la ciencia?»
o sea… si he entendido bien un psicólogo, catedrático de psicopatología con 30 años de experiencia en terapia y que presenta una serie de datos avalados por estudios es un «elemento, sectario y pagado de sí mismo» mientras que un «periodista» (en realidad humorista) que le llama para chotearse y que presume de afirmar una posición sin atreverse a contrastar datos que no tiene en una materia de la que no tiene conocimiento es alguien digno de alabanza.
¿?