En el día de los trabajadores salen a la calle a manifestarse los vagos sindicalistas. Sus agrias críticas, en estos momentos de grave crisis, no se dirigen a quienes desde el gobierno la crean o cuando menos la profundizan, ni al sistema político que limita la creación de riqueza o directamente destruye la acumulada. Tienen por el contrario otros dos objetivos:
1.-El gobierno de la CAM, presidido por Esperanza Aguirre.
2.-El sistema capitalista, entendiendo por este uno en el que prime el mercado sobre lo público y la libertad de elección de los individuos sobre las normativas dirigidas a rebaños.
Así, en los discursos pronunciados por los líderes sindicales el día 1 de mayo, que pude ver en el canal 24 horas de RTVE, hay un abierto ataque a Esperanza Aguirre y su gobierno en la CAM, y un silencio cómplice respecto al gobierno de ZP o el de otras Comunidades Autónomas cuyo índice de paro es crónico y mucho mayor (adivinen quien las gobierna).
Esperanza Aguirre les recuerda demasiado a esa otra gran mujer de la política, que empezó a gobernar hace ahora 30 años el Reino Unido desde Downing Street: Margaret Thatcher. Según escribieron en el teletexto de RTVE con motivo de este aniversario en el mismo 1 de Mayo:»Hoy, es una anciana frágil en un mundo globalizado en el que no valen sus recetas».
La fragilidad la contraponen al epíteto que hacen suyo, que pusieron los comunistas soviéticos a Thatcher, a la vista de que no les toleraba: «La Dama de Hierro». Su fortaleza de entonces venía de su defensa del liberalismo y su repudio de los sistemas políticos que impedían su desenvolvimiento.
Resulta llamativa además la categórica afirmación de que las recetas de Thatcher hoy no valen. Equivale a sugerir que el liberalismo no vale en un mundo globalizado que sólo ha sido y es posible en la escasa medida en la que se han aplicado, precisamente, esas «recetas» liberales (decir que son de Thatcher es una forma sutil de denigrarlas, al circunscribirlas a la ocurrencia de una persona en unas circunstancias dadas).
Una de las cosas que consideraban imprescindibles los sindicalistas de este 1 de mayo de 2009 era la recuperación del tejido industrial. En este «mundo globalizado» resulta que la industria va allá dónde la mano de obra sea más barata, dónde no tiene artificialmente inflados sus precios por la acción sindical y política. Esto no es una conspiración, sino casi una ley natural: a igual calidad buscamos lo barato.
También lo es, en las sociedades, que los parásitos y free riders buscarán la forma de hacer creer a los demás que están contribuyendo al común. Durante nuestra historia evolutiva hemos desarrollado estrategias tanto para aprovecharnos como para impedir que se aprovechen de nosotros. Los sindicatos son una compleja forma de explotar al capital (y a las personas, en definitiva) que aprovecha al máximo nuestras capacidades evolucionadas. Se supone que son una defensa contra los explotadores, pero resultan ser un mecanismo elaboradísimo de explotación que ha evolucionado culturalmente en nuestras sociedades a partir de esa base natural que funcionaba en los entornos sociales ancestrales.
Thatcher quería acabar con esa rémora, cortar ese incómodo nudo gordiano que impedía el paso a la riqueza, quería suprimir esa auténtica «clase ociosa» que representan los sindicatos. Decía: «el poder de los sindicatos crea desempleo». Y tenía razón entonces, y tendría razón ahora. Más aún en este mundo globalizado, si cabe.
Las recetas que no sirven son las marxistas, que ahora los sindicatos esgrimen en encendidos discursos. En todo tiempo y lugar el socialismo fracasa y nos hace fracasar a todos y el liberalismo crea riqueza porque deja que esta se genere con el trabajo y la iniciativa de la gente. El único trabajo e iniciativas que podemos ver en los sindicatos es el de sistemática destrucción de capital, empleos, y hoy, el del apagón de Telemadrid.
Tenemos que poner de manifiesto sus mentiras y sus privilegios, y que la gente lo sepa, cuando opina y cuando vota.
Un día un hombre decide revelarse contra lo que el considera una injusticia. Tras trabajar duro, el gobierno le da una ocupación remunerada. Es cuestión de tiempo, que se olvide de la injusticia y sus acciones vayan encaminadas a proteger su privilegiado estatus. Da igual en que consistan estas acciones y las consecuencias colaterales que puedan tener, cualquier persona suficientemente estúpida podrá auto convencerse de que en realidad está haciendo un bien por la sociedad. Esto va a pasar siempre. Por lo tanto, echarle la culpa al sindicalista no nos llevará a ningún sitio. Ningún argumento podrá convencer a un necio que está defendiendo su estátus económico y social. Tenemos que apuntar al que financia al mismo sin exigirle el cumplimiento de un objetivo que justifique esa remuneración.
Como tantas personas y grupos en la sociedad, Ijon, pasan a practicar aquello contra lo que dicen luchar.
¡Son unos explotadores!
Los sindicatos (si es que alguna vez lo hicieron) hace tiempo que no defienden los derechos de los trabajadores, sino los de los vagos.
Y es algo totalmente lógico, el trabajador tiene un instrumento de defensa mucho más poderoso que cualquier sindicato: su trabajo.
En cambio, el vago, necesita mantener su posición de privilegio mediante la coacción mafiosa sindiquera.
Toda acción busca su recompensa. Si los sindicalistas siguen en la brecha y se manifiestan algo obtendrán. Espero que no por mucho tiempo.
De nada Germánico. De hecho yo tampoco frecuento la caverna hace tiempo. Ya dije aquí que pese a la abrumadora mayoría progre de menéame, merece la pena pasarse de vez en cuando aunque sea por defender la honrilla, pero la verdad es que uno se cansa de poner la otra mejilla, y además el nivel de los comentaristas (en general) es tan bajo que al final aburre. Pero quería que vieras la que se había montado en menéame por aquello de la justicia poética y tal.
Volvamos a los sindivagos. Lo de la paella lo decía porque sinceramente me parece alucinante que se siga celebrando el 1º de Mayo.
Por un lado creo que es aberrante que sigamos (sigan) celebrando una fiesta puramente de izquierdas. Que ejemplo de neutralidad. Me recuerda a Euskadi, que no tienen mejor bandera que ponerse que la ikurriña sabiniana (y al que no le guste, fascista).
Por otro, es alucinante la falta de perspectiva de los sindicatos y la izquierda en general (por lo menos en España). Siguen viendo a los empresarios como «millonetis» con rabo y cuernos (amén de chistera y puro).
Pero lo que ya clama al cielo es que hagan una manifestación ……. ¿contra que? Con un gobierno que es mas socialista que los mismo sindicatos, ¿que razón había para salir a la calle que no fuera la paella?
La verdad es que me hubiera gustado acercarme a la manifestación en mi ciudad, mas que nada para oir las proclamas, a ver que decían……. fijo que a Aznar le pitaron los oídos.
Gracias de todas formas Spartan, por tomarte en serio lo que te decía medio en broma. No pretendía que gastaras tu escaso karma promoviendo uno de mis escritos en un entorno de feroz radicalismo de izquierdas.
Yo el mío no sé cómo estará. Después de mi episodio en mierdéame no he vuelto por allí.
Los de los sindicatos comen unas bien nutridas paellas en la intimidad, así como consumen frescas cervecitas. Pero en público se dedican a hablar de la miseria de la clase obrera y de todas esas cosas que les permiten sacar su pedazo de renta para gastar en paellas y cervefrías.
Lo siento Germánico, mi cuenta esta viva pero no tengo karma para enviar noticias. Falsa Alarma. Lástima.
A mi sobre el tema de los sindicatos me alucina que:
– en pleno s. XXI, cuando empresario puede ser cualquier hijo de vecino
– con un gobierno socialista (mes que mai) que va por delante de los sindicatos (y de la fagocitada IU)
– con una cifras de asistencia a las manifestaciones del 1 de Mayo que dan risa
– y sobre todo con unas cifras de paro que dejan en evidencia (por comparación con otros países del entorno) al sistema laboral español
no se fueran a comer la paella en la intimidad.
Juano, tu análisis es certero, pero con el zoom puesto en otro lado y con otro aumento. Creo que es complementario con el mío. Depende en qué nivel de detalle se entre y cuáles sean los parámetros y variables observados.
Creo que el análisis es mucho más simple: el gobierno actual ha comprado a los sindicatos y los utiliza en su beneficio. Se ha inventado deudas históricas para dar millones de euros a UGT para tapar el agujero de la cooperativa de viviendas (casualmente la deuda histórica fue por la misma cuantía) y ha proclamado a CCOO heredera del ¡sindicato vertical franquista! para darle también unos milloncejos para que se apunte al progromo.
Por si la dádiva no fuera suficiente en los últimos tres años la partida de los sindicatos amigos en el presupuesto han crecido «nada más» que un 50%. Mientras que para arreglar los problemas de la justicia se pusieron sobre la mesa 4 millones de euros, para los sindicatos en la última subida hay 15 millones. Y eso que los liberados ya cobran de sus respectivas empresas por no hacer nada -en el mejor de los casos-, o por tocar las narices e incrementar los gastos de producción.
Jimmy Hoffa se revuelve de envidia en su tumba viendo como estos «sindicalistas» han perfeccionado su sistema con socios más generosos y menos peligrosos…