Luis:
Cuentan que putas y puteros son el último termómetro del ciclo: más putas ¡y encima españolas! y menos puteros, que hasta se beben los hielos derretidos para no pagar el tercer güisqui. El precio de la lujuria se pone por los suelos como un exponente de lo visible que se está volviendo el umbral de la honorabilidad intachable. Puede ser el momento de recordar que todos tenemos un precio: reflexión inevitable.
La foto de Camps rodeado de tristones e indudablemente honorables compañeros de fatigas de la aventura valenciana, tiene otra mirada hoy en la que no reparaba el día del discurso emotivo de la honradez por encima de todo y otros grandes ideales de los grandes hombres y mujeres públicas (y públicos, con su precio o sin él): hay que ver lo fino del corte de los trajes y el aspecto de los paños de todos y todas los presentes. Leer hoy que todo un señor aforado llama ocho veces ocho a su sastre el mismo día en que el juez le interroga sobre si hay dineros que le pagan el aspecto caballeroso e ilustre que el poder demanda, puede ser toda una filtración interesada, pero queremos saber.
Queremos saber en primer lugar si se paga los trajes con su sueldo o el de su mujer, porque yo sí. Y la respuesta es muy simple: no es «estoy trabajando por España», como el ministro con canana, sino un simple sí o no a si me pago yo los trajes, que ya me cuenta luego si hay conspiración y todo lo que quiera. Pero queremos saber más: que me diga la señora presidenta de la Comunidad de Madrid si hay o no hay informes sobre la vida privada de las personas pagado con dinero público y que además son compañeros de partido. Es muy simple: sí o no. Después me cuenta la señora presidenta si es trivial un pequeño seguimiento para ver dónde comes, que diría Pedro José, partiendo del hecho de que no se sabe por qué un ciudadano debe ser seguido en sus almuerzos por alguien que está cobrando de nuestros impuestos si no es un policía y hay una sospecha de delito. Porque si la hay, quiero saberlo también: ¿tenían la sospecha de un delito de sus compañeros de partido? Sí o no. Luego me cuenta por qué no se lo dijo al juez.
Queremos saber más: por qué aparecen alcaldes y concejales de todos los partidos repletos de yeso hasta el cuello. Quiero saber por qué no pasa nada. En especial, quiero saber por qué los más afamados derechistas, conservadores y liberales de tomo y lomo no aprovechan para contarme como la crisis inmobiliaria de funestas consecuencias se produce en un sector regulado hasta la extenuación y presuntamente repleto de controles públicos. Lo digo porque es chocante que la codicia sea tan malvada para los gestores de los hedge funds ávidos de dinero, opacos y sin norma ni control, y por qué la codicia no es malvada en los concejales de pueblos y metrópolis repletos de boletines oficiales del estado. La petición de explicación también la dirijo a los más eximios representantes de la moderna, exquisita y excelsa izquierda que reclama intervención, regulación y tutela pública de todo lo que se menea.
Quiero saber qué hace un líder de irreprochable trayectoria de lucha, compromiso con la liberación de su nación y altos valores morales en el yate de un constructor. Quiero saber cuánto dinero ingresa el rey y su familia por sus trabajos oficialmente privados. Quiero saber por qué la vicepresidenta del gobierno le compra botellas de vino por navidad a los funcionarios cuyo sueldo pago, además de la botella de vino. Quiero saber la suma de todas las decoraciones de despachos de todos los alcaldes, presidentes de autonomía, ministros y ministras que están trabajando por España renunciando a tantas cosas por hacerlo, entre ellas se supone que una nómina estupenda en el sector privado: lo que le costó a Zaplana irse a ganar millones a Telefónica en un caso claro que pone a prueba la racionalidad de las decisiones económicas de los individuos.
Y así. Respuestas simples, sí o no, a si lo que gasto es de mi bolsillo. Respuestas simples a cuanto he gastado en decisiones discrecionales sobre mis subordinados y sobre los muebles de mi despacho, mis comidas y bebidas, mis viajes a Siberia, mis séquitos, etcétera. Si luego sufren por España estaré encantado de saberlo. Mientras, la radio y las trincheras salvando la patria de la amenaza secesionista, los masones, los titiriteros, el amor oficializado de maricas y tortilleras, el de Rubianes por España o de las fotos de monjas en pelotas. O salvándonos de la derechona, del calentamiento global con la nieve hasta el cuello, de los fascistas, de las estatuas de Franco, del top manta, de lo mala que es la globalización tras mis últimas vacaciones en Thailandia y del insuficiente conocimiento de la lengua vernácula de los niños de la periferia.
Si son unos pocos trajes, las putas están por los suelos, Luis. Los puteros, de últimas. Propongo que los bares de alterne dejen de servir güisqui y en su lugar sirvan tazas de té: en el centro de todo, sólo subyace una simple y sencilla cosa, la comedia humana en todo su esplendor. El abuso de poder y la apropiación del dinero de uno por parte de otros. Ya es hora de dejar de salvar a la patria y a la humanidad y empezar a hablar de salvarnos a nosotros de los guardianes de España, de Cataluña, del pueblo vasco y las letras gallegas entre otras presuntas causas que reclaman bañadores.
Tuyo,
Mardito Roedor
Pues hace algún tiempo que llegué a la siguiente conclusión: Esto es España, y aquí se escribió el Lazarillo de Tormes y somos los inventores de la novela picaresca. No es casualidad. La batida de caza no habría que hacerla en Jaén, sino en cada uno de los más de 8000 ayuntamientos españoles, que con total arbitrariedad y sin ningún criterio, trazan una línea roja, que dice que es urbanizable o no, donde comienzan las comisiones.