No hace mucho leía, no recuerdo dónde, que a poco que esperásemos unos meses sería más fácil llamar «negacionista» a los calentólogos que a quienes se muestran críticos con los dogmas de fe de esa nueva religión llamada «Calentamiento Global Antropogénico». Era, decían, cuestión de números. Los fieles, miembros de la iglesia del «Sagrado Consenso», irían reduciendo su número, convirtiéndose en una especie de secta furibunda y lenguaraz, desconfiada de todos y de todo, enquistada en las cuatro paredes de sus argumentos de fe.
Lo primero que me vino a la mente fué: imposible mientras dure la expansión del neoprogresismo. Me equivoqué. Gracias a Gaia. Para muestra un botón (y, si siguen el enlace, muchos botones, muchos):
«It is a tribute to the scientific ignorance of politicians and journalists that they keep regurgitating the nonsense about human-caused global warming», veteran Left-wing commentator and Nation magazine columnist Alexander Cockburn wrote. «The greenhouse fear mongers rely on unverified, crudely oversimplified models to finger mankind’s sinful contribution — and carbon trafficking, just like the old indulgences, is powered by guilt, credulity, cynicism, and greed».
Aquí les dejo una colección de botones: «La izquierda se desmarca del Calentamiento Global Antropogénico»
Y en España? Aquí seguimos riéndonos del primo de Rajoy o del tipo del bigote. «Semos asín»
Buuuf, a este paso el Pachauri no va a dar abasto para poner en órbita a tanto negacionista.