En casa tenemos dos cajas. Una la administro yo, la otra(la grande) mi mujer. De mi caja sale la pasta para el tabaco, la gasolina y las tonterías de los niños. De la caja de mi mujer el resto. A los niños se les llevan prometiendo cosas desde que nacieron. Pocas veces mamá o papá dicen la palabra mágica no. Es el estado de bienestar social de mi familia.
Resulta que estamos pasando un bache coyuntural, fruto de la involución económica global y del capitalismo rampante. Las cajas se quedan vacías. Además, los abuelos ya no ingresan como antes, y ya no son cuatro, sino sólo tres. Total, que el pueblo, o sea, los niños, están protestones porque papá dice muy a menudo que no, que no puede ser.
Claro, se genera el problema del «intercambio de cariño», esto es, a más chucherías de papá, más besitos dan los nenes, y viceversa. Cada vez me queda menos para tabaco. Irrenunciable!
Así que me he inventado un truco. He convencido a mis niños para que sólo tomen chicles sin azúcar. Entra en el cápítulo de «cosas útiles», y por lo tanto, paga mamá. Además, como ya son unos mozos, hay que darles propina. La paga es también cosa de mamá. Yo luego les asesoro en las compras y tal. Así he logrado aumentar el budget libre para «mis cosas». Qué listo soy.
Lo mismo, pero a lo grande, lo están haciendo los Ayuntamientos en Alemania. Resulta que si un parado lo es por motivos de salud recibe lo que aquí llaman «ayuda social» y el dinero sale de las arcas municipales. Si está sano, pues le toca al estado pagar «subsidio de desempleo», saliendo aquí la pasta de las arcas generales. Hasta aquí todo claro.
Lo que ocurre es que las «cajas» de los Ayuntamientos se están quedando vacías. No queda para los «vicios de uno». Me llamaron por teléfono y les asesoré, que para eso me pagan.
Es muy fácil, les dije, cojed a todos los enfermos terminales de cáncer y dadlos de alta en Trabajo como «capaces de trabajar». Trabajo paga el «subsidio» tres o cuatro meses, tu te ahorras la pasta y, para cuando se quieran dar cuenta, el sujeto ya sucumbió a su enfermedad. No se enterará nadie.
Dicho y hecho: «Cientos de enfermos terminales de cáncer reciben subsidio de desempleo«