Siempre me gustó que el himno español no tuviera letra. Me dan bastante igual los símbolos nacionales, sean cuales sean esas naciones. Mi patria y mi bandera son mi familia y amigos. Lo demás importará a otros. A mi no.
Sin embargo, es imprescindible reconocer la influencia que pueden tener en la vida de cada uno los hechos han tenido lugar y las personas que los han protagonizado en el área geográfica en la que residimos. Somos herederos de una cultura forjada con el tiempo por las diferentes interacciones sociales que nos han llevado hasta donde estamos. Esto no define quienes somos, pero desde luego marca un sesgo en nuestra particular historia individual. Ya cada cual que defina consciente o inconscientemente la influencia que tenga sobre su persona el bagaje conjunto que arrastramos.
Si reconocemos este hecho, estas tradiciones y tópicos que de alguna manera tratan de plasmar lo que todos pudiéramos tener en común, lo que nos hace colectivo y lo enfrentamos a la realidad de lo que somos, individuos todos, distintos, hijos de nuestro padre y nuestra madre, como se suele decir vulgarmente, no resulta descabellado proponer como símbolo de unión y representación un himno sin letra. No hay estrofa ni estribillo que represente a todos y cada uno de los españoles. (Ni a los franceses, por ejemplo, que no van machando y haciendo correr sangre impura los más de los días, al menos últimamente.)
Así pues, un himno sin letra no solo me parece aceptable si no que puede ser, honestamente, lo más adecuado. Siendo como es uno de los himnos más antiguos, de la cacareada nación más antigua de Europa, que nadie haya dado con la tecla, parece que viene a darme la razón. Si ha de representar a todos, mejor que no diga nada. Una marcha animosa y reconocible puede atrapar mejor esa cultura que antes mencionaba. De hecho, si España es diferente – Spain is different, decían – que mejor que un himno diferente, uno sin letra. No sé como lo verán ustedes. Uno, al que no le importan demasiado estas cosas, lo ve así.
No estoy de acuerdo. El himno debe tener la letra, no hace falta satisfacer a todos -es imposible- solo que refleja los sentimientos comunes profundos ya es suficiente. La «Cancion del inmigrante» de Vallderrama o «Viva España» de Escobar lo tienen. La versión de Marta Sanchez también.
Tras la derrota de España ante Chile en el mundial de Brasil, Steven Gerrard en su cuenta de Twitter señaló “Seamos justos en decir que El Himno Nacional de Chile mató toda esperanza de España”. No sé que sucederá con los españoles cuando escuchan su himno, pero al no tener letra, se ven impedidos de participar en él, por lo que me parece que no cumple con el propósito de unirlos en torno a una idea común, Eso es precisamente lo que consigue la canción nacional de Chile -y creo que todas las que cuentan con letra-, que durante los pocos minutos que dura, las diferencias de los nacionales desaparezcan y todos sean uno solo. Muy posiblemente el sentimiento que tenemos los chilenos al entonar nuestro himno sea una atávica vuelta a la tribu, pero los españoles privados de cantar el suyo, también vuelven a sus tribus, solo que estas son cada vez más pequeñas.
¿Y que pasa con los españoles a los que les da lo mismo el deporte? Aquí uno que ha hecho deporte a buen nivel, tiene la opinión de que eso es una soberana tontería.
¿Y qué tiene que ver el deporte? No hice nada más que poner un ejemplo de la cohesión que produce cantar la letra del himno patrio y del contraste que se produce con quienes no tienen nada que cantar. En vez del ejemplo del fútbol podría haberle comentado sobre las emociones que nos produjo a los chilenos cantar nuestro himno cuando se rescataron a los 33 mineros, emociones de la que los españoles se ven privados por tener que mantenerse mudos cuando escuchan su himno. Por querer posar de genio, el que evidencia un profundo desconocimiento, sino desprecio, de la naturaleza humana es usted, que lo único que logra es pasar por tonto. Quedo a la espera de su confirmación
Sí, desde luego que soy tonto. No hay más que hablar.
Como te explica Eduardo: la existencia de una letra hace que las personas puedan sentir ese himno como propio, que desaparezcan sus diferencias y se sientan parte de un todo.
Las personas aborrecen no hacer nada. Así cuando el himno español suena la gente (los jugadores, los espectadores, …) pueden hacer varias cosas, a cada cual más ridícula (y ellos lo saben):
a.- ponerse en plan berbena a cantar «lolo, lolo, lo lolo lolo, lolo,…». Todos se dedican a asemejarse a borrachos en plena fiesta y los de otros países piensan «¡vaya desastre de españoles!»
b.- Quedarse callados… pero como eso es hacer nada… empiezan a moverse, a mirar las cosas, a poner caras raras, a tocarse la nariz…
En fin, lo dicho, el no tener letra es otra de las sinrazones de España, otra piedra contra la unidad y, como dicen, la vuelta a la tribu chiquitina (que curiosamente ponen himnos con letras…)
Me es tan propio el himno español sin letra, como el valenciano, que la tiene y me sé de memoria. Ahora bien, ¿qué tipo de diferencias hay que aparcar y por qué hay que sentirse parte del todo que los partidarios de una España unida o de una España fragmentada deseen? Los símbolos nacionales no gustan a todos, es un hecho.
Me resulta tremendamente curioso que la expresión de un hecho subjetivo y de un gusto personal, apoyado eso sí en el razonamiento de que además se ajusta realmente a la idiosincrasia española real – no la que a ud pueda gustarle o preferir – pueda resultar tan polémica. Me afean el gusto, pero no rebaten el argumento en el que lo apoyo. Y oiga, para gustos, colores, ya ven que los míos difieren bastante de los suyos, al menos en lo que a esto se refiere.
No hay argumentos para poner letra a un himno ni para tener himno. Sólo hay intereses. Y los intereses pueden ser sanos o insanos, justos o injustos, claros u oscuros. El interés de un himno es cohesionar un colectivo (como el de un uniforme). El debate profundo sería si es interesante cohesionar España o sus Autonomías (ya transmutadas en taifas). EL debate sería sobre la proporción de localismo o universalidad. A mi me ilusiona más la idea de una nación europea que la española, entre otras cosas porque siendo europeo, puedo ser también español y catalán (y vasco, donde nací) de pleno derecho, pero al revés no. Es mi punto de vista. Y en función de ese interés (recalco lo de interés, cuyo valor moral dará valor a lo que se haga), me gustaría un himno europeo con letra y música para utilizarlo antes que ningún otro como instrumento cohesionador (manipulador de emociones) en vista de que algún día la gente se sienta primero europea y luego española, francesa, etc. Pero es sólo una opinión basada en deseos y razones personales. Como no hay una manera de decidirlo por medio de «principios naturales», estas cosas son de las que habría que votar. Sería interesante saber que desean los españoles sobre su himno.
Me he pasado la vida sin himnos ni banderas hasta antes de ayer. Alguna vez, al constatar que todos los himnos que he oído tenían letra y el español no, me salía un ¡qué curioso!, y no pasaba de ahí. Pero lo que se descubre, si miras detenidamente -y últimamente me han obligado a mirar así-, es que eso no es una circunstancia casual, sino una manipulación sibilina. Existen en nuestro país muchísimas fuerzas -no solo las nacionalistas- que de una u otra manera quieren destruirlo por razones como construír otros, ganar guerras perdidas hace décadas, acabar con «el capitalismo» o vete tú a saber qué más. Así que por causa expontánea, el himno con letra o sin ella me da igual, pero como consecuencia de una manipulación para privar a la gente de una herramienta de expresar sentimientos, que no entro a valorar, mientras se los prodigan a otros, con otros sentimientos, que tampoco vienen al caso, me parece juego sucio y no estoy de acuerdo.
Por otra parte, nunca todas las letras, ni todas las melodías, serán del gusto de todos, pero cumplen la función para la que fueron creados, que no es deleitar con letra o música (que mejor), sino cohesionar y fomentar un sentimiento común. Precisamente lo que se quiere evitar -por muchos- que suceda con el himno español. Un himno es una herramienta para un fin que acepto que se podría discutir, pero en el punto al que hemos llegado, el himno español es una herramienta coja, además de vilipendiada. Yo de eso, no quiero ser cómplice.
Exacto JJI:
De hecho, mayoritariamente para los de mi generación de los primeros 60, la letra del himno español fue la de Pemán con total naturalidad independientemente de que fuera o no oficial, hasta que nos lo dejamos arrebatar, como nos dejamos arrebatar todo lo demás, empezando por el águila de los Reyes Católicos del escudo español, siguiendo por la Reconquista o la conquista de América de la Historia o el propio ejército español, incluso la derecha política como parte legítima de nuestro país, ya que todas ellas eran manifestaciones franquistas, y por tanto absolutamente deleznables, de acuerdo con la ideología progre que se impuso, eso sí, una vez muerto el Caudillo.
Así que más vale tarde que nunca, bienvenido sea el cambio de opinión al respecto que se percibe últimamente en España, como ha quedado demostrado con la proliferación de banderas españolas, como forma de decir, al menos por mi parte: «algunas (muchas) veces me callé, para evitar ser tachado de franquista, pero eso se ha acabado».
España no existía hace mil años y no existirá dentro de mil.
Por usted, ojalá no existiera hoy. En Hispano América queremos más a España que lo que la quieren muchos de ustedes. Único país del mundo que se avergüenza de lo que fue y de lo que es. Y hace mil años usted no existía y tampoco existirá dentro de mil
En qué momento he dicho que España deba o no deba de existir hoy?
En qué momento he dicho que me avergüence o me enorgullezca de un país? Máxime cuando es absurdo avergonzarse o enorgullecerse de un país y tampoco tiene mucho sentido hacerlo de lo que hicieron otros en otro momento de la Historia. Me encanta vivir en España y no reniego de lo que soy ni de las implicaciones que pueda tener haber nacido y haber sido criado aquí, pero para gobernar mi vida prefiero usar la poca razón que me quede antes que cualquier sentimentalismo, que son pésimos consejeros.
Nadie es mejor ni peor por querer más o menos a una u otra tribu, asociación, organización o territorio. La bondad tiene que ver con las relaciones con las personas, con las que están vivitas y coleando.
Y por cierto, a mí (y a ud) mi país no me ha dado nada que no se haya cobrado antes con impuestos a precio desorbitado y muchas veces contra mi voluntad y contra la lógica más simple.
Por partes:
-De acuerdo en que preferimos (casi todos), gobernar nuestras vidas. Se llama libertad. Lo que pasa es que no podemos hacerlo del todo solos, y ahí surge el problema del estado y su límites. Normalmente cuanto más capaz, más te molesta el estado y al revés, pero insisto en que tenemos que caber todos.
-También de acuerdo en que la bondad se ejerce con las personas principalmente, aunque querer, incluso animales o cosas, generalmente te hace más bien que mal. Sólo cuando la querencia se vuelve posesiva o excluyente empieza a hacer daño. Ya ve, no hay manera de ser maximalista.
-Con lo que no estoy de acuerdo es con su última afirmación sobre que nuestro país no nos ha dado nada. Supongo que cuando dice mi país, quiere decir mi Estado, pero yo por país, entiendo país, así que su afirmación me parece de un desagradecimiento ciego. Yo, cuando camino por una carretera, cuando veo, un pueblo, un hospital, una simple fuente, reconozco que casi todo eso lo han hecho los demás y que por ello puedo disfrutarlo. Y comprendo la gran diferencia que existe entre nacer en Somalia o en España, por ejemplo. Y todas las cosas que mi país ha puesto a mi disposición desde el mismo momento de nacer sin que yo haya hecho nada. Y eso me hace mirar atrás, a mis padres y ancestros con un profoundo agradecimiento. Y nunca me olvido de que a pesar de que me considero fuerte y capaz, no hubiera sido gran cosa sin todo ese esfuerzo que me ha precedido y en el que me apoyo. Y sí, por supuesto. En esa montaña de esfuerzo, antes y ahora, anidaron y anidan muchos parásitos acomodados, pero ellos no son ni mi país ni mi Estado.
Exacto JJI: lo has clavado con tu último párrafo.
Hay que ser muy ciego y muy desagradecido para no valorar lo que nuestros antepasados, es decir nuestro país en sentido amplio, nos han legado, tanto materialmente (todas esas «minucias» que citas, como carreteras o simples fuentes públicas (o su equivalente moderno, el abastecimiento de agua), que aún está por demostrar como se habrían realizado en ausencia de Estado) como inmateriales, por ejemplo para las generaciones actuales españolas, la etapa más larga de paz de toda la larga Historia de España (más de cinco siglos contando desde 1492).
Por descontado también hay legados nefastos, y si no que se lo pregunten a los alemanes actuales que siguen abochornados por las atrocidades de sus antepasados nazis.
De hecho una de las características más necias y más comunes de los aspirantes a revolucionarios de toda época, condición e ideología es su pretensión de escribir la Historia desde 0, contado por supuesto a partir de que ellos conquistan el poder, lo cual aparte de necio en el sentido de inculto es de una arrogancia extrema.
Está más que demostrado que no es necesario el concurso del Estado para hacer carreteras o abastecimiento de aguas.
Algún ejemplo significativo de su afirmación?
Henry Flagler, los 2/3 de carreteras privadas Suecas, las carreteras británicas del SXIX, el metro de Madrid, sin mencionar que los Estados contratan empresas privadas para realizar las obras, pues son las que tienen el conocimiento, así a bote pronto.
Y sabe cómo adquieren los terrenos esas compañías cuando los propietarios no quieren vender o no les interesa el precio que les ofrecen? Porque en España y me juego la cabeza de que es igual en el resto del mundo en el que existen grandes infraestructuras, esos terrenos se expropian mediante leyes estatales, lo cual es lo único que garantiza su ejecución ya que de otra manera un solo propietario podría bloquear e impedir su construcción.
El hecho es que se ha podido hacer en el pasado y podría hacerse en el futuro. Un proceso de expropiación tampoco es sencillo. Y desde luego que una vez iniciado el negocio, un empresario debería contar con varias opciones, varios itinerarios.
En España la ley ha permitido la gestión y ejecución privada de multitud de áreas para convertirlas en zonas urbanas, con sus infraestructuras y sus servicios, y eso no precisaba de expropiación, generalmente cuando la gente veía los rendimientos económicos que le reportaba entraba sin problemas y vuelvo a hablar por propia experiencia.
La gestión privada de la que usted habla está respaldada por la ley pública estatal de expropiación, que permite expropiar al que no se adhiere voluntariamente, pagándole el llamado justiprecio que no es otra cosa que lo que el Estado determina. Así que es precisamente esa garantía estatal la que permite la gestión privada de la que usted habla, porque en su ausencia no se podrían acometer ni las infraestructuras ni el urbanismo en la mayoría de los casos.
Por cierto, en el pasado como sucedió con el ferrocarril en USA al propietario que no quería vender por las buenas le obligaban a hacerlo por las malas.
Y por eso no cité ninguno de esos dos ejemplos en mi respuesta. Nadie respaldó a Henry Flagler y ni a los británicos del SXIX ni a los suecos.
El Estado hoy, es el único garante de la ley, y así nos va. Pero eso no tiene por qué ser así ni mucho menos.
Resumen:
1º Por regla general las grandes infraestructuras como carreteras, puertos etc, durante toda la Historia, desde las calzadas romanas hasta las grandes operaciones urbanísticas de la actualidad, se han ejecutado, bien por iniciativa o bajo el amparo de los Estados simple y llanamente porque eran los únicos entes que disponían del poder y los recursos necesarios para ello.
2º El Estado moderno con sus leyes de expropiación ha sustituido al tradicional uso de la fuerza para obligar al propietario que no quiere por las buenas a ceder sus propiedades para que por ellas discurran las grandes infraestructuras.
3º Parece ser que hay algunos ejemplos contados de grandes infraestructuras que se han ejecutado sin Estado y sin coacción, y que a falta de detalles que expliquen la inexistencia de propietarios díscolos en esos ejemplos, (cosa verdaderamente excepcional en caso de ser cierta), se pretende que son la regla y no la excepción, simple y llanamente porque, esa parte del dogma, forma parte de los sagrados mandamientos del anarcoliberalismo.
pd: como siempre comento al respecto, basta tener la experiencia de asistir a una reunión de una simple comunidad de propietarios de un humilde bloque de viviendas, para saber lo «sencillo» que es obtener acuerdos unánimes para acometer una simple obra en zonas comunes, para darse cuenta de lo que implicaría acometer, pongamos por caso la construcción del AVE Madrid-Galicia, intentado poner de acuerdo por las buenas a todos los afectados por su trazado.
«basta tener la experiencia de asistir a una reunión de una simple comunidad de propietarios de un humilde bloque de viviendas, para saber lo «sencillo» que es obtener acuerdos unánimes para acometer una simple obra en zonas comunes,»
Y como se pasan por salva sea la parte los derechos de los disidentes pacíficos y racionales.
Al 3er punto. Obviamente. Y como digo mi país o mi nación son mi familia amigos y la gente que tengo alrededor. Debí entrecomillar o usar Estado. El propio artículo creo que pone de manifiesto de forma implícita que los antepasados son parte de lo que somos y hay que ponerlo en valor.
Aún así tampoco determina toda nuestra existencia ni debe ser el único pilar en el que nos sostenemos.
Me hace gracia cuando veo a los egipcios tan orgullosos de sus pirámides. Los que las contruyeron no tienen nada que ver con los actuales egipcios, pero están sobre la misma tierra. Y eso es algo que han compartido. Hay que relativizar mucho el orgullo de tu país, pero tampoco menospreciarlo. La España de hoy no existía hace cincuenta años, no ya hace mil. Hace quinientos había reinos que se traspasaban con la herencia, pero en todos los tiempos, la gente de un lugar, al menos la mayoría, ha amado ese lugar. Y eso permanece a lo largo de los tiempos, llámesele como se quiera. Y es un sentimiento compartido a lo largo de los tiempos. Por eso, cierto orgullo de que alguien que comparte algo contigo haga algo bien (por ejemplo Javier Fernández), tiene cierta justificación. Se ve claramente natural en los padres que se enorgullecen de lo que hacen sus hijos. Está más justificado porque su sentimiento común es mucho más cercano, pero sea cual sea su magnitud, la conexión existe. Yo personalmente me siento orgulloso de lo que han hecho muchos humanos, no sólo de mi país, y su ejemplo me ha motivado y mejorado.
Y por supuesto que esos sentimientos son negativos cuando se exacerban. No hay más que ver los resultados de los nacionalismos, pero la carencia total de ellos probablemente sería mucho peor. Por eso ni existe.
Por cierto, ya Pascal hablaba fatal de los sentimientos, las emociones e incluso la imaginación. Los consideraba a todos enemigos de la razón. Lo que pasa es que no somos sólo razón. Lo tomas o lo tomas.
Fomentar sentimientos comunes, qué cosa más peligrosa.
Si y no. Puede ser tan peligroso como beneficioso. Depende de los sentimientos (los hay buenos y malos), y de quién y cómo se usen. Y no podemos vivir sin ellos. De todas formas, yo no me he pronuciado ni a favor ni en contra de los himnos. He dicho que se hacen para un fin (que admito discutible), y que en ese terreno, con el español se juega sucio, y eso no lo comparto en absoluto.
Ud se fía del gobierno fomentando sentimientos, parece. Yo, desde luego que no.