En muchas ocasiones he señalado que la Historia no se repite, pero sí rima. De hecho es probable que una lectura superficial de la Historia pueda conducirnos a esa fatal justicia poética de caer de nuevo en la misma piedra, aunque de otra manera, seguramente más grotesca, por lo ridículo. Y es que quizás, después de todo, se haya producido algún tipo de aprendizaje o incluso de Progreso que impida al menos farsas tan sangrientas. Algunos ahora han querido recordar la historia de la descomposición de Yugoslavia como algo de lo que pueden sacarse enseñanzas para el proceso iniciado en Cataluña, sí, ése que acapara todas las portadas, ése por el cual se intenta independizar a esta Región o Comunidad Autónoma del resto de España, convirtiéndola en una Nación Estado. Han hablado de la vía Eslovena, e incluso de la vía Kosovar (nada de la Croata, muy de derechas), desde las filas nacionalistas, y otros, desde el otro lado de la barrera, aún estupefactos, han perorado tremulamente sobre la posible balcanización de España. Pero lo que sucedió en la última década del pasado siglo en Yugoslavia y principios de la primera del presente y lo que lleva sucediendo aquí en España en los últimos años no son, en absoluto, “Procesos” comparables.
Como no encuentro ni remotamente parecidos hablaré de las diferencias más obvias.
Principios de los 90. El Muro había caído. La Unión Soviética se estaba desmembrando. Cierto es que Yugoslavia había seguido su propio camino, con el General Tito, en el que se habían tomado muchas precauciones respecto a los soviéticos y se había creado un ejército defensivo pensado para repeler a los Rusos, más que a cualquiera de las democracias occidentales con las que hacían frontera, pero eran una República Socialista en un mundo que ya no era bipolar. La Guerra Fría la había ganado EEUU, la había ganado el liberalismo, la había ganado el modelo de democracia representativa. Con Tito muerto además una década atrás, el puño de hierro del dictador se había convertido en un blando ejército de burócratas de un partido comunista decadente. Y los Yugoslavos querían cambiar esa orientación ideológica por otra más adaptada a los tiempos o a sus vísceras…
Y es que en Yugoslavia sí existían pueblos y etnias muy diferentes. Serbios ortodoxos, Croatas, Albaneses, Macedonios, Bosnios musulmanes, Eslovenos…y algunos de ellos dispersos por todas las regiones de Yugoslavia, como los Serbios y los Croatas. La gestión de la diversidad cultural y social dentro de la economía planificada y bajo el control del ejército federal de Tito funcionó dentro del viejo orden de la guerra fría. Sin Tito y sin la URSS los resortes para alcanzar el poder se fueron gradualmente desplazando, pieza a pieza, de la maquinaria del socialismo a la del populismo nacionalista.
Por otro lado los vecinos Europeos del Norte y Oeste convergían hacia la creación de un mercado común Europeo con moneda única, que prometía ser una zona de libre comercio enorme y poderosa. Quienes más cerca se encontraban de ellos, que eran además las regiones más ricas de Yugoslavia, los eslovenos y los croatas, no dudaron en proclamar su independencia a un tiempo, apoyados tácitamente por una Europa Unida que no parecía preocuparse demasiado por la posibilidad de un conflicto masivo en cadena en los Balcanes.
Croatas y Eslovenos trataron de acaparar las armas de las unidades del ejército federal afincadas en sus territorios, que desde el gobierno central pretendían retirar. En la medida que no lograron adquirir suficientes armas acudieron a la compra de contrabando, por ejemplo en Hungría.
Recientemente la Generalidad de Cataluña pidió a una empresa Belga armas para reforzar sus fuerzas policiales para enfrentar mejor al terrorismo islamista. La empresa desconfió: su interlocutor era el Gobierno de España, no el de una de sus regiones. Pusieron en alerta a nuestro Gobierno y la operación fue abortada. Desconozco si habrán buscado otras vías para hacerse con armamento para un eventual enfrentamiento militar contra España. Pienso en la Rusia de Putin. Al menos su aparato de propaganda, con ánimo de desestabilizar la Europa Occidental que considera decadente y enemiga de su proyecto de supremacía eslava en Eurasia, ha difundido, con su habitual cinismo la versión claramente distorsionada de los hechos acaecidos estos días en Cataluña de los nacionalistas. ¿Les venderás armas para que los en torno a 17.000 mozos de la policía autonómica formen algo parecido a un ejército, y para que se formen milicias con miembros de la CUP y otros exaltados? No lo sé. Supongo que saberlo es cosa de nuestros servicios de inteligencia.
Lo que parece claro es que el apoyo de la Unión Europea les ha sido enfáticamente negado por activa y por pasiva, tanto por representantes de las instituciones propiamente europeas, que no quieren una Europa de 80 Estados, como por los líderes de los países miembros. Todos tienen en su patio trasero grupitos de rebeldes con una causa nacionalista, más o menos legítima. A ninguno de ellos les interesa que se salgan con la suya los nacionalistas catalanes con maniobras torticeras que reinterpretan la partitura del Estado de Derecho, la ley y la Democracia con una cacofonía que hasta huele a podredumbre moral. Si ellos pueden hacerlo de esa forma tan inelegante, tan cutre, ¿qué no podrán hacer otros?
Los tiempos han cambiado, y mucho, desde la caída del Muro. Las promesas del nuevo liberalismo han tenido que matizarse, y mucho, a la luz de los nuevos acontecimientos que han sacudido el mundo desde la victoria aparentemente definitiva de la guerra fría que dio origen al llamado Nuevo Orden Mundial.
Tenemos un Putin maquiavélico o un Trump impulsivo en las cumbres del poder mundial. Tenemos unos chinos que parecen una marabunta económica confunciana que va a arrasarlo todo y a convertirlo en un gran hormiguero. Tenemos un Islam indomable que practica a diario la solución final en formato multimedia con todo aquel que no comulgue con sus creencias. Tenemos unas redes sociales en las que podemos caer como incautos insectos voladores para ser devorados por la araña multicéfala que la ha tejido inconscientemente.
Y tenemos a Puigdemont, uno que nació nacionalista y que ha dedicado su vida profesional y personal por completo al nacionalismo.
¿Qué tiene que ver este contexto internacional y nacional, étnico y político con el de Yugoslavia? Yo diría que menos que poco.
Y si nuestros nacionalistas viajan al pasado sin moverse del terruño tampoco tienen muchos precedentes en los que apoyarse de forma coherente. Lluis Companys vivía en un país (España) y una época (entre las dos guerras mundiales) en dónde existía un República joven e inexperta y un ambiente prerrevolucionario inspirado por la Revolución Rusa (y otro más reaccionario inspirado en el fascismo italiano o el nacional-socialismo alemán) que provocaba estallidos de violencia en todo el país. De hecho la declaración unilateral de independencia de Companys coincidió con otras rebeliones simultáneas en otros lugares de España. Por entonces la respuesta del Gobierno Central no fue tan matizada. Un par de centenares de muertos y huída al exilio del líder Catalanista. Quizás Puigdemont desee sinceramente una vía pacífica y negociada a la Independencia, pero creo que a su causa, en estos días de grandes titulares, visión superficial de los asuntos, y fobia a cualquier tipo de violencia, incluida la legítima, algún caído le ayudaría. No digo que él lo quiera, aunque pueda pensarlo en mis momentos más suspicaces, pero parece claro que si tensa la cuerda en este órdago a la grande, esta puede romperse con la baraja y las fuerzas que ejercen la coacción legal, para restituir el orden constitucional en Cataluña, pueden hacer más pupa para lograr su objetivo que la que hicieron las desplegadas para tratar de frenar el paripé de Referendum del 1-0.
Se ha hablado también mucho estos días de la lentitud, dejadez, y sobre todo de la lenilidad del Presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy. Él ha insistido en que hay que manejar adecuadamente los tiempos. Y pudiera ser que esté haciendo lo más astuto para dejar en evidencia la pantomima victimista y plañidera independentista, retrasando el puñetazo encima de la mesa que el rey exigió en su discurso con los puños cerrados sobre su propio escritorio. Quiere que Puigdemont, Junqueras, Forcadell, Gabriel y demás lumbreras de la independencia se queden sin el más mínimo conato de argumento plausible para acompañar los gestos y ademanes ostensibles que hacen de cara a la galería de la opinión pública mundial, llenándose la boca de palabras como democracia, libertad, ley, representatividad, pacifismo…etc Quiere probablemente que la gran payasada del circo político catalán acabe con los payasos tropezando solitos consigo mismos, haciendo prorrumpir en sonora y multitudinaria carcajada al público.
Los eslovenos tenían detrás a Europa y en frente a Slobodan Milosevic. Los albano-kosovares tenían también en frente al Milosevic de las limpiezas étnicas y detrás a la OTAN. ¿Y quién está detrás de los Catalanes Independentistas? ¿Quién les apoya? ¿Y a quién tienen en frente? No, creo que Rajoy no da el perfil de déspota genocida.
Libros interesantes sobre las guerras de secesión yugoslavas:
La Fábrica de Fronteras. Francisco Veiga.
Y LLegó la Barbarie. José Ángel Ruíz Jiménez.
Extraordinario texto. Completamente de acuerdo. Lo pongo en mi Twitter (con eco en mi FB).
Gracias!
El problema de Cataluña no se resolverá mirando situaciones supuestamente paralelas. Mucho más importante que eso, que podría ser sólo una curiosidad, es estudiar las condiciones actuales. Para el Gobierno, el problema está en la graduación de la respuesta en una sociedad que ha interiorizado el maximalismo de «NO a la violencia» sin más matices. No hay más que ver la respuesta a la relativamente tímida represión (histriónicamente exagerada sin que haya caído en el ridículo), de la intervención policial el 1-O. El gobierno sedicioso sabe, que en el fondo, sólo cuenta con la carta de la calle y la vergüenza del Estado a responder con violencia (proporcionada o no), a revueltas populares muy capaces de paralizar Cataluña y su economía (que ya se está resintiendo, pues estamos en un momento en que todo el mundo se sujeta la cartera esperando que la situación se clarifique para tomar decisiones). La realidad es que sin represión física suficientemente desactivadora, muy poca gente puede hacer mucho daño. Y que las cámaras de TV3, y todos los medios subvencionados estarán allí para grabar las imágenes «intolerables en una democracia avanzada» que decanten la balanza del juicio popular hacia el lado sedicioso. Es un conflicto de escaparate. El fondo, ahora mismo, no interesa a nadie con poder de decisión. Quedará para los historiadores del futuro.
El Gobierno sabe que su respuesta ha de ser siempre blanda, pero constante, avanzando paso a paso, de manera que sean los sediciosos los que vayan propasándose tan claramente que la opinión popular exija la bofetada. De ahí el patético peloteo entre ambas partes, sin que ninguna se atreva a dar un paso claro (como por ejemplo lo dio el rey).
La cosa podría seguir así indefinidamente si no fuera porque realmente la sociedad catalana, sus relaciones y su economía están sufriendo mucho aunque no se note demasiado la tensión que se va acumulando porque todavía las costuras aguantan. Pero desde luego, dos meses es demadiado para lo que sea. Mucho antes veremos, como mínimo, como cruje la economía con todo lo que ello implica. Al final el gobierno tendrá que mojarse. De cómo lo haga dependerá la partida, pero ya no vale eso de decir que es la lucha de un gigante, con la victoria asegurada, contra un enano. Las patadas y las marrullerías se le perdonarán al enano, pero cuidadito con el grandullón abusón, que podría llegar el primo de zumosol a sacarle la cara al mocoso si lo estozan demasiado.
La respuesta tiene que ser proporcionada. ¿Pero quién determina qué es proporcionado dónde todo se distorsiona?
El gobierno por supuesto, que es quien determina la respuesta y quien cobra para ello. Si acierta o no, lo sabrá posteriormente con la reacción. En cualquier caso, si no soluciona el problema está claro que no ha sido proporcional sino escasa. Si lo hace, dependerá de si lo mismo se podría haber conseguido a menor precio. En cualquier caso todo es responsabilidad suya. Para eso gobierna. Y no debe tener miedo en tomar decisiones, o demostraría falta de valor y de criterio.
Y eso entre eslavos con casi nula diversidad racial, idioma semejante con pequeñas diferencias, y con cierta historia común. Veremos en las ciudades Europeas, algunas con un 30% o más de musulmanes, con barrios con el árabe o turco como idioma corriente y donde las leyes europeas cada vez se aplican menos.
¿Pero quién escarmienta en cabeza ajena?
Ése es otro asunto, pero también de gran calado.