Hace unos meses escribí sobre el secuestro y posterior asesinato del Arzobispo Caldeo de Mosul, el Padre Paulus Faraj Rahho. Hoy The American Thinker publica un artículo sobre su asesinato muy interesante:
El padre Rahho como otros muchos a lo largo del mundo, hacía colectas en las misas. Pero en su caso, después daba una parte de las colectas a un hombre que había amenazado con matarle. Los militares americanos dijeron que la situación de seguridad comenzó a mejorar el año pasado, así que el Arzobispo Rahho, de 65 años, dejó de pagar el «dinero de protección», simplemente una muestra pequeñita de la larga sombra de violencia y persecución que ha obligado a cientos de miles de cristianos a huir de Irak. Esta decisión, según los oficiales, es por lo que fue secuestrado en febrero. Dos semanas después, su cuerpo fue encontrado en una tumba fuera de Mosul, la bíblica ciudad de Nínive.
Eso es lo que ocurrió. Ahora veamos la prescripción religiosa islámica sobre la Jiyza:
El nativo infiel «dhimmi» (palabra que viene de «pacto» o también de «culpa» – es culpable de sus errores religiosos) tiene que reconocer la propiedad islámica sobre su tierra, someterse a la Ley Islámica, y aceptar el pago del impuesto coránico o jizya – el impuesto que se paga por no ser asesinado – basado en la sura coránica 9:29. Al- Mawardi hace notar que:
“El enemigo hace el pago a cambio de paz y reconciliación… La reconciliación y la seguridad duran mientras el pago se hace. En el caso de que el pago cese, la jihad se reinicia.”
Una de las cosas que señala la wikipedia sobre el Padre Rahho es que expresó su disconformidad con que se introdujera la Sharia como fuente de Derecho en la Constitución iraquí. No me extraña nada que lo hiciera.