El trágico balance de los últimos 5 días en Baviera, las eternas discusiones de los «expertos» en los debates televisivos y las peroratas de los articulistas en sus periódicos no deben sustraernos de aquello que considero verdaderamente esencial: el estado «fuerte y con capacidad de acción» ha sido incapaz de cumplir con su labor de protección, independientemente de que los agresores (gente que siempre va armada, curiosamente) sean delincuentes, transtornados mentales, fanáticos religiosos o egómanos despechados.
Würzbug, München, Ansbach … lo acontecido estos días marcará un antes y un después en la percepción que los alemanes tienen de la política de sus gobernantes sobre la acogida de refugiados. Independientemente de si «los refugiados» son culpables de algo o no. Cuando un estado «fuerte y con capacidad de acción» fracasa extrepitosamente en una de sus funciones fundamentales, a nadie debe extrañarle que los ciudadanos comienzen a pensar en posibles alternativas. El tiempo dará y quitará razones.
El espectáculo desconcertante de la pasada noche del viernes es muy significativo: mientras los estrategas de seguridad muniqueses habían paralizado completamente la red de transporte público en Munich, un ciudadano reprendía voz en grito al presunto atacante llamándole «masturbador» y «sucio extranjero» al tiempo que le dejaba claro lo que él haría con su transtornada cabeza: cortársela.
El delincuente se defendió diciendo que era alemán y que ya había estado en tratamiento.
Y mientras al público en general se presentaba ese vídeo en bucle sin fin en todas las cadenas de televisión, el policía de a pié, en la calle, no sabía nada de tal «disputa». Al parecer, la jefatura de operaciones de la policía tuvo información sobre ese diálogo filmado sólo después de pasadas unas horas. Ese vídeo mostraba que todo el incidente era, muy probablemente, la obra de un único operador, el cual basaba sus acciones en algún tipo de problema personal.
Al mismo tiempo llegaban testimonios de muchos residentes denunciando disparos en otros lugares de la ciudad, o denunciando movimientos de «grupos terroristas». Una ciudad en estado de pánico. Por lo tanto, no es sorprendente que las fuerzas de seguridad tuviesen que asumir durante un largo período de tiempo que perseguían a un grupo terrorista que podía estar cambiando la localización de la escena del crimen, incluso multiplicándola.
El número de víctimas de Munich deja claro que cualquier loco con un arma convencional en la mano y una cantidad suficiente de munición puede perpetrar en cualquier momento un matanza cuyo balance final de víctimas sólo conoce los siguientes límites:
- La pistola falla
- Se acaba la munición
- El atacante se rinde o suicida
… hay un cuarto supuesto (como ocurrió en Reutlingen)
- un tercero detiene al atacante contundentemente
Y es aquí donde empieza la historia. El Jefe de Gobierno bávaro Seehofer, anunció que «nosotros» debemos hacer todo lo posible para defender nuestra libertad. Que sin seguridad no hay libertad y «nosotros» por lo tanto, seguimos necesitando un «estado fuerte y con capacidad de acción».
La persecución consecuente de esas metas por parte de este político y sus colegas es tan fatal como obviamente falsa. El «estado fuerte, capaz de actuar» lo sufren los ciudadanos de todos los países de nuestro entorno a la hora de hacer su declaración de la renta. Con cruda contundencia cuando no la hacemos. El «estado fuerte, capaz de actuar» se mostró especialmente diligente en la misma ciudad de Munich, cuando de hacer cumplir la prohibición de fumar en los clubes de fumadores se trataba. Y, por supuesto, todo conductor sabe perfectamente lo que es un «estado fuerte, capaz de actuar» en cuanto uno posee una máquina con limpiaparabrisas y una matrícula.
Pero cuando un loco cualquiera, por el motivo que sea, se lanza a asesinar transeúntes de manera arbitraria, el «estado fuerte, capaza de actuar» llega siempre tarde. Y es así que el loco, con una cierta calma y serenidad, puede disparar a los protegidos por este «estado fuerte, capaz de actuar», como un cazador al jabalí que horas antes el forestal de turno había seleccionado para la cacería de hoy.
En Munich hubo suerte, pues 9 víctimas son pocas si tenemos en cuenta el tiempo de que dispuso el asesino para masacrar a sus odiados conciudadanos hasta que la policía, en representación del «estado fuerte, capaz de actuar», se personó en el lugar de los hechos. Todos y cada uno de estos criminales, independientemente de la fe, motivo o estado mental, se encuentra con una sociedad indefensa y desarmada de forma sistemática. Y esta circunstancia es el resultado de décadas de adoctrinamiento político.
No, los tiroteos en las escuelas y los ataques terroristas no se pueden prevenir por el simple hecho de que a partir de mañana mi esposa lleve en su bolso un arma de fuego, con la que posiblemente se daría un tiro en el pié pasado mañana. No es posible evitar absolutamente todos los tiroteos y ataques terroristas. Pero no me cabe la menor duda de que una mayor presencia de ciudadanos convenientemente armados y ejerciendo su derecho a la autodefensa limitaría drásticamente el número de ataques y la cuantía de las víctimas.
Porque uno de los elementos esenciales de nuestros Estados no es su «fuerza y su capacidad de actuar», sino la indefensión estructurada de sus ciudadanos.
Nota final en el contexto alemán: puede sonar cínico, pero estoy seguro de que la sociedad civil se sobrepondrá al trauma de estos días y, finalmente, lo verá desde la distancia en el tiempo. Soportará incluso ataques islamistas más graves que los de estos días en una especie de ritual macabro de condolencia e indignación. Si embargo, las consecuencias sociales y políticas de un gran contraataque de la ultraderecha germana deben ser seriamente sopesadas. Probablemente, una célula terrorista de ultraderecha no sería tan «exitosa», en el sentido de provocar un cambio social en detrimento de la libertad, en ningún otro país de Europa como en Alemania.
Parece claro que las prohibiciones para poseer armas solo afectan a los ciudadanos que respetan las leyes. Los delincuentes SIEMPRE encuentran formas de conseguirlas. Si la masacre del iraní que odiaba a los turcos hubiera ocurrido en los EEUU, todos los comentaristas estarían hablando de la necesidad de un control de armas más riguroso. Pero ha ocurrido en Alemania, donde no es fácil para el ciudadano medio agenciarse legalmente una pistola. Curiosamente nada de esto ocurre en Suiza, donde la población en edad militar tiene acceso a armas de guerra durante años.
Las prohibiciones de armas solo sirven para dejar indefensos a los ciudadanos honrados frente a criminales o terroristas. Mientras el Estado, con su monopolio de la violencia, ha sido capaz de defenderlos, la cosa ha sido soportable. Pero los hechos recientes demuestran que eso ya no es cierto: los estados democráticos no son capaces de defender a sus propios ciudadanos. Solo sirven para impedirles que se defiendan por si mismos.
Yo en Alemania estaría muy preocupado: hay algún tipo de virus por el aire que afecta a los que llevan ADN musulmán y les vuelve locos. Y es muy contagioso…
En una semana se ha contagiado un chico que, en un ataque de locura, usó un hacha para liarse a matar gente; un camarero que con su machete se lió a matar (incluso dicen que persiguió un coche de policía… lo que no dicen es que hacía el coche de policía llendo en dirección contraria al asesino); otro que con una pistola se lía a tiros en un centro comercial.
Por supuesto el que sean todos musulmanes y maten a cristianos es una casualidad, no son terroristas, pertenecen a una «religión de paz y amor»…
Se está investigando porqué los 80 millones de alemanes no se contagian del virus, pero es evidente que no tiene nada que ver con su religión (¡ni pensarlo! ¡racista!)
Inmediatamente de los hechos las autoridades se apresuran a decir que son casos aislados, que son ataques de locura y que la gente está muy segura, ya que los recien llegados son gente de paz.
Lo peor es que si son sólo ataques de locura, no se puede hacer nada, ni vigilancia, ni servicios secretos, ni policía… sólo esperar como buenos croderitos a que nuestro carnicero desee cortar el cuello de alguien (y rogar porque no sea el nuestro).
«no se puede hacer nada, ni vigilancia, ni servicios secretos, ni policía…»
La cosa es todavía peor. En muchos países, registrar a un sospechoso por su aspecto se considera discriminatorio, ya que equivaldría a criminalizar a sectores completos de la población, sobre todo a los que pertenecen a «religiones de paz», como se dice ahora, y los policías que lo hagan se exponen a una denuncia que cualquier juez garantista fallará contra ellos. Hay que esperar a que alguien empiece a matar o se haga explotar para poder tomar medidas. Después, a burro muerto, la cebada al rabo. Y las consabidas declaraciones de que la mayoría de los musulmanes no son terroristas. Evidente: pero la pregunta es ¿a que religión pertenecen la casi totalidad de los terroristas, incluidos «frustrados sociales», «locos sobrevenidos», delincuentes ordinarios «radicalizados», lobos solitarios, …? ¿Qué religión actual sigue ordenando «matar al infiel»?
Los cachondos de los del gobierno alemán han dicho que como el atacante de Munich atacó con una pistola ilegal, ¡harán más estrictos los controles para obtener un arma de forma legal!.
Desde luego los estados van a estar «blindados» frente a la gente honrada.
Eso está muy bien… así la próxima vez sólo usará un camión como en Niza…
Eso sí, sospecho que los mandamases seguirán con guardaespaldas hasta para ir a mear…