Apreciada Milady,
Cada día que pasa crece más mi asombro y, a la vez, más os extraño. Este lugar y estas gentes me resultan tan ajenos que diríase que vivo en otro planeta.
Ayer me invitaron a una universidad. Acostumbrada como estáis a aprender de maestros y libros, a dejaros guiar por tutores que perseveran en su tarea, conocen vuestras flaquezas y os ayudan a superarlas, proporcionándoos no solamente conociomientos sino también madurez para asimilarlos, me resulta harto difícil describiros qué es una universidad. La manera más simple, Milady, es deciros que una universidad es un gremio de malos maestros. Como todos los gremios, tratan a toda costa de monopolizar la producción y el comercio, en este caso de conocimientos, no siempre verdaderos, ni sólidos, ni siquiera útiles…
También como en el caso de los gremios sus miembros son muy agresivos con quienes pretenden superar la situación empleando la imaginación, y esgrimen en su descargo el argumento de que solamente tratan de preservar la calidad del producto. La ventaja de quienes se erigen en «doctores» y «catedráticos» universitarios es que conocen términos y expresiones cuyo significado es tan oscuro que el vulgo queda obnubilado ante tanta supuesta sabiduría. A eso se le llama «sentar cátedra». El diseño de los estudios, como podéis imaginar, es tal que nadie dude ni remotamente que pueda aprenderse tantas cosas fuera de las universidades. Los alumnos, incautos y deseosos de desfogar sus ánimos, alargar la adolescencia y vivir a costa de otros, consienten y se entusiasman ante la idea de recibir un grado, que no es otra cosa que un sello gremial que no garantiza nada más que el lugar donde aprendió a ser un ignorante ilustrado.
En el colmo de la desfachatez, Milady, el gremio de cada reino ha unido sus energías con el del reino de al lado, como los señores que unen sus fuerzas para derrotar al infiel, y combaten caballeros de distintas armas y blasones, por un bien común a todos ellos. Pues eso es lo que han hecho los gremios universitarios de casi 50 reinos y reinezuelos para impedir que nadie destaque. Son tan ruines que están dispuestos a dejarse vencer por la mediocridad, a cortar las cabezas de quienes despunten a cambio de asegurarse que ningún otro país o docente les sobrepasará a ellos. Se trata de la tan aclamada Reforma de Bolonia y el Espacio Europeo de Educación Superior.
¿A dónde van a llegar? Solamente confío, señora, en la labor de quienes como Lady Laura, señora de Mascaró y Rotger, del reino de Menorca, defienden el derecho de cada cual a enseñar a sus hijos, a sus jóvenes, eligiendo libremente el modo y manera que mejor se amolda a las necesidades de los discípulos. Sé por las últimas misivas que me envían sus doncellas que la situación se está poniendo difícil, que están escolarizando hijos de sus padres a la fuerza so pena de arrebatárselos. Y tampoco los comerciantes e industriales ayudan en esta cuestión. Todos se pliegan a los políticos y reclaman del futuro trabajador un título de grado de cualquier universidad, a sabiendas de que es papel mojado, y que más les valiera contratar a quien mejor les resolviera los problemas y que menos fatigas les ocasionara.
Por el momento, Milady, voy a dedicarme un poco a la literatura, a leer de nuevo los versos de Gracián, que tan bien le vendría a alguno que yo me sé:
Recuerde el alma dormida
Avive el seso y despierte
Contemplando…
Espero vuestra respuesta y los libros que me prometisteis como agua de mayo y espero el perdón de mi señor para poder volver a vuestro lado. Vuestra fiel,
María Blessing
Sra. Blessing, quitas a cualquiera las ganas de volver a la universidad … releeré estas lineas y tomare en unos días mi decisión final …
Cierto… Jorge Manrique. Pensaba en un amigo que me debe un libro de Baltasar Gracián. Lo dejaré equivocado para vergüenza mía. ¡Muchas gracias!
Manrique, no Gracián