La crisis de Polonia empezó cuando Donald Tusk, a quien todavía tengo por un gestor razonablemente bueno, no se le ocurrió como mensaje político otra cosa que prometer unicorinios del tipo «nuestro nivel de vida mejorará espectacularmente» y que Polonia sería tan atractiva que incluso los emigrantes polacos querrían volver. Llegó el año 2015 y los datos de paro (7,4% en septiembre de 2015), deuda pública (rondando el 50% del PIB) y renta per cápita (+ 3,3% el último año) podían ser bastante buenos, pero no eran los unicornios prometidos, y acabaron por facilitar que los diferentes candidatos del Partido Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco, controlado por Jarosław Kaczyński) ganaran, primero, la Presidencia de la República de Polonia de la mano de Andrzej Duda y luego, tras las elecciones del 25 de octubre, el PiS logró la mayoría parlamentria, otorgando a Beata Szydło la Jefatura del Estado. Los problemas no tardaron siquiera un mes en llegar.
- Así, el 18 de noviembre el Presidente Andrzej Duda amnistió a Mariusz Kaminski, ex-jefe de la Oficina anticorrupción polaca condenado a tres años de cárcel, para ser luego nombrado coordinador de los servicios de inteligencia.
- El 23 de noviembre, el Parlamento polaco aprobaba una ley según la cual se impedía a cinco jueces acceder a su cargo en el Tribunal Constitucional, y Jarosław Kaczyński llegó a amenazar a los jueces críticos con medidas disciplinarias.
- El 23 de diciembre, el Parlamento polaco aprobaba por ley una reforma del Tribunal Constitucional según la cual se limitaba la capacidad de dicho Tribunal para controlar la acción del Gobierno. Mientras que antes se requería de una mayoría simple para que dicho Tribunal llegara a decisiones, desde su aprobación será de dos tercios.
- El 30 de diciembre, el Parlamento polaco aprobó una ley por la que se autorizaba al Gobierno a poner al frente del ente de comunicación pública, es decir, de los programas, a los periodistas que el Gobierno considerase oportuno. Todos los presentadores de noticias dimitieron antes de que se aprobara la ley.
La reacción popular es la esperable en estos casos: Cada dos por tres está saliendo la gente de Varsovia a protestar contra el régimen del Partido Ley y Justicia.
Los medios internacionales han sido durísimos frente a estas medidas. El editorial del New York Times de 13 de enero titulaba «Polonia se desvía de la democracia«, acusó directamente a Kaczynski de poner a jueces del Tribunal Constitucional a dedo para que no limitaran las leyes polacas, de poner a periodistas afines en los medios de comunicación públicos y de poner a un leal al partido condenado por abuso de poder al frente de los servicios de inteligencia polacos, llegando a afirmar:
«[…] it should be made clear to the Polish government that its retreat from the fundamental values of liberal democracy is reprehensible and foolish.»
El Telegraph se preguntó si se muere la democracia en Polonia. Neal Ascherson aseguró en The Guardian que el asalto a la democracia en Polonia amenazaba tanto a los polacos como a los europeos. El Der Spiegel lo tachó de «derecha populista«.
Por su parte, las reacciones de la UE como institución han sido algo menos vehementes: hablar del «lado oscuro de la Fuerza» y amenazar con echar a Polonia de Eurovisión. Parece que, a pesar de tal política de acoso y derribo, el Primer Ministro polaco Jarosław Kaczyński decidió proseguir con sus planes.
Y hay más. El Gobierno de Beata Szydło apenas ha necesitado cuatro meses para, no sólo poner en duda la calidad democrática de su país, sino también para poner en riesgo su credibilidad económica. Y no hablamos sólo de la bajada en el rating de deuda por parte de Standard & Poors a BBB+ a causa de la inestabilidad política. Hay muchos más motivos:
Independencia del Banco Central de Polonia. Felix Winnekess, analista de Standard & Poors, afirma que la independencia del Banco Central de Polonia puede estar amenazada. Marek Belka, presidente del Banco Central Polaco, ya ha salido en la radio asgurando su independencia.
Hipotecas en francos suizos. Aprovechándose de ayudas estatales a la compra de vivienda y que el franco suizo estaba muy barato hace varios años, miles de polacos compraron sus casas en esta divisa. Tras el fin del precio del franco suizo fijado en euros, el franco suizo volvió a recuperar valor, dejando en problemas muy graves a estos polacos que tenían su sueldo en zlotys baratísimos. Ya ha habido suicidios, protestas de afectados, y la promesa de los políticos de turno de que ayudarán a los afectados. Ahora mismo todo está en el aire, pero se está hablando de convertir las deudas a zlotys y de freír a impuestos a los bancos. El presidente del Banco central de Polonia, el señor Belka, ya ha dicho que hacer algo así supone tener una crisis bancaria.
Energía. Reuters habla de rumores de que el Gobierno polaco utilizaría dos empresas estatales como Energa y PGNiG para expandirse aún más al mercado eléctrico a través de adquisiciones de empresas en este sector.
Cheques familias por hijos. Una de las promesas electorales de Jaroslaw Kaczynski ha sido la de garantizar 500 zlotys (unos 125 euros antes de la depreciación de la moneda) por cada hijo de cada familia. Resultó que a alguien le ocurrió hacer cuentas y ya se está hablando de otorgar esa ayuda a partir del segundo hijo.
Fuerte caída del zloty frente al euro. El zloty, la moneda polaca de curso forzoso, ha caído frente al euro a niveles de hace 4 años.
Dentro de poco comenzarán a salir datos oficiales sobre desempleo y deuda pública. No obstante, la situación no parece nada positiva para Polonia. La caída del zloty puede facilitar las exportaciones, pero por otro lado tiene cientos de miles de familias con préstamos hipotecarios en francos suizos. A pesar del margen de endeudamiento que pueda tener el gobierno polaco para enfrentarse a estos problemas, su mayor problema ahora mismo es de certidumbre, de garantizar que Polonia siga siendo un estado de Derecho con seguridad jurídica. Se trata de un Gobierno impredecible, que debe confrontar las promesas a sus votantes a la cruda realidad económica y cuyas primeras medidas legislativas han sido más propias de un gobierno pseudodemocrático como el venezolano que el de su vecino alemán.
Reflexión al margen. El amor al poder del Estado no es ni de izquierdas ni de derechas. Cualquiera de las medidas políticas y económicas emprendidas por el PiS, calificada de derecha populista, podría ser llevada a cabo por un Gobierno como el de Podemos, que se define a sí misma como «izquierda danesa».
Actualización: He corregido los cargos que ocupa cada uno:
- Andrzej Duda: Presidente de Polonia.
- Beata Szydło: Primer Ministro.
- Jaroslaw Kaczynski: Líder del Partido Ley y Justicia (PiS), y quien se rumorea que controla a los dos anteriores.
Muchas cosas como esas, y peores, las hacen otros gobiernos y no se habla de «democracia en peligro». Supongo que porque son calificados de «derechas».
No. Esta gente se lo ha ganado por méritos propios. El tema del Constitucional es un tema muy serio. Desde una óptica socialista era mucho más peligrosa la Plataforma Cívica de Donald Tusk. Yo, si fuera socialista, estaría encantado con este Partido Ley y Justicia. Tanto en el ámbito económico como en el político.
dejen a polonia en paz y vallan a reclamar a paises como arabia saudita
al fin y al cabo la misma poblacion lo voto, y si al pueblo no le molesta su «regimen» bienvenido sea
ya cuando se cansen votan a otro