Los de París sí son «nuestros» muertos

Consternación. Dolor. Estupefacción. Rabia. Los atentados terroristas de anoche en París han dejado una estela de muerte y sangre, dolor y lágrimas en las calles de la ciudad de la luz y el amor. Absolutamente nada justifica la muerte de más de 120 personas completamente inocentes. Ellos no participaron en las guerras tribales del oriente medio, ni en las masacres perpetradas por dictadores medievales. Tampoco tuvieron nada que ver con los ataques a civiles cometidos por el régimen sirio.  Son inocentes de la intromisión occidental en dichas disputas. No enviaron tropas a Irak, o Afganistán. Eran gente normal, como usted y como yo, con sus vidas asentadas en la pseudoseguridad y falsa certeza que imaginamos nos da nuestro estado de bienestar. Salieron a la calle a cenar, a ver el fútbol, a escuchar un concierto. No veo en ello nada que les hiciese culpables de nada más allá de la candidez que nos caracteriza a los occidentales en nuestro fantasmagórico mundo rosa.

Recuerdo que me he equivocado varias veces. He cometido el error de defender, aunque fuera con la boca pequeña, las misiones de «paz» de occidente más allá de sus fronteras. De haber sabido entonces todo lo que se hoy, jamás lo hubiera hecho. Es tremendamente doloroso ver cómo día a día, los fanáticos de todas las tribus de todos los países en lo que llamamos el mundo musulmán asesinan injustificadamente, en nombre de su clan o de su Dios, civiles indefensos, mujeres, niños, hombres y ancianos. El secuestro de adolescentes, la decapitación de adultos, la violación de mujeres, el exterminio de castas enteras mediante la aniquilación de los niños. Es inhumano no sentir rabia y compasión. Todo parece obligarnos a lanzar un  ¡Basta ya!, y enviar a nuestras tropas a «pacificar» el infierno que nos ofrecen las pantallas de nuestros televisores.

Fue y es un error. Occidente no es la policía del mundo. USA no lo es. La OTAN no lo es. Y Naciones Unidas es una banda de cabecillas tercermundistas incapaces de ver más allá de su propio plato de lentejas. Admiro el valor de los hombres y mujeres que, desde organizaciones no gubernamentales, intentan, poniendo en riesgo sus vidas, ayudar a las víctimas de la barbarie medievalista. Digo que es un error, porque los «contendientes» no quieren ser «pacificados», ni «democratizados», ni «salvados». Tras siglos de luchas intestinas sólo quieren venganza y supremacía: la derrota total del enemigo. Y en cuanto nos ponemos del lado de una de las partes, nos convertimos en enemigos de todos los demás. Por eso hoy casi todos nos odian. Por eso no habrá en ningún país, en ninguna ciudad musulmana, gigantescas manifestaciones de dolor y pésame en memoria de la víctimas de París, ni en repudia de los actos terroristas. Callarán. Porque nos odian. Nos odian, porque hemos tomado partido. No nos hemos limitado a ser infieles en nuestras casas, hemos pretendido secularizar y pacificar a golpe de bomba lo insecularizable y lo inpacificable. No hemos sido capaces de entender bien lo que a ellos realmente les importa, creyendo que lo único que serviría de algo es lo que a nosotros  nos importa. Haciendo «nuestros» algunos de sus muertos y declarando «suyos» a todos los demás.

No, los muertos de Siria, Jordania, Líbano, Irak, Egipto, Libia, … no son «nuestros» muertos. Son los suyos. Todos. Injustificables, deleznables, terribles, pero suyos. Son ellos los que desean terminar sus propias batallas. Son ellos los que guerrean armados, eso sí, con nuestras máquinas de matar. Son ellos los que quieren alcanzar el poder final sobre sí mismos, aún a costa de la barbarie…. o simplemente mediante la barbarie.

Hoy nos queda la enorme tristeza y el dolor tras los asesinatos de anoche en París. Nuestros muertos en la calle, como en Londres, Madrid o Nueva York. Unos echan mano del maniqueísmo antioccidental para justificar lo injustificable. Otros reclaman venganza, sangrienta si es posible. Yo reclamo silencio. Silencio por nuestras víctimas. Y cordura. Cordura para no ensangrentar aún más la memoria de los caídos anoche.

Mis condolencias a las familias de los fallecidos, mi corazón con las de los heridos.

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Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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13 comentarios

  1. En este punto, estimado Luis, estamos completamente en desacuerdo.

    El islamismo ha traído la guerra, el terror y la muerte a nuestras tierras, ese es el punto. Por lo tanto no somos nosotros los que los hemos elegido como enemigos, sino que ellos se han declarado como tales y han tomado acciones al respecto.

    Por supuesto, no debemos intentar democratizarlos ni pacificarlos. Debemos ir allí con todas nuestras fuerzas para aplastarlos en su mismo terreno, con ira e indignación y también sin piedad, pues eso es lo que se merecen. Lo debemos hacer no para transformarlos o convencerlos, sino para dejarlos tan débiles en número y fuerza como para que dejen de molestarnos por algún tiempo. Y en el futuro, si insisten con sus ataques, pues a volver a destrozarlos, que es lo que se merecen.

    Y después de haber cumplido esa tarea a conciencia, no debemos quedarnos allí para que no puedan tildarnos de «ocupantes» o «conquistadores». Debemos castigarlos amplia y claramente, y después volver tranquilamente a nuestros países, dejándolos solos para que rumien su derrota.

  2. Si esto es una guerra (y lo es) deberíamos comportarnos como en todas las guerras: al enemigo ni agua y todo posible quintacolumnista debe ser «desactivado».

    ¿Cómo se hizo en otros momentos? Evidéntemente no entrando cientos de miles de posibles enemigos tras las líneas en la «buenista» intención de esperar que no sean malos… que no todos son malos… todos somos hermanos y todos somos humanos…

    Siempre se ha expulsado a todos los que no eran de tu país y de tu bando y a los que no se pudiera se les ha mantenido en campos de concentración, vigilados y revisados de forma contínua, para evitar que pudieran estar armados o que pasaran información, logística y apoyo al «enemigo».

    ¿Qué supone esto en nuestro caso?

    1.- Expulsión de todo islamista no legal a su país
    Sin líos de «derechos humanos» (que no respetan), ni juicios eternos…
    ¿queremos que siga habiendo juicios? Pues juzgados inmediatos sin más dilaciones que si son de un pais musulmán y no son cristianos se les echa.

    2.- Todo musulmán que haya conseguido la nacionalidad este su país, tendría la inmediata pérdida de la misma y expulsión. Por ser posiblemente peligroso para nuestra civilización… ¿queremos mantener la «idea» de que son como si fueran nacionales nacidos y criados de generaciones de españoles? Pues se les da elección a quedarse perfectamente vigilados en campos de concentración o guettos.
    Sé que es duro… pero mientras siga habiendo «guerra» (y pueden ser siglos) siguen siendo posibles enemigos.

    3.- Los convertidos nacidos de generaciones de cristianos deberían ser conminados a apostatar del enemigo (y quedar bajo vigilancia estricta).

    4.- Prohibición de toda mezquita, centro de estudios musulmán, etc.

    5.- Empezar la Guerra contra el Islam de forma seria: apoyo de veras a los apóstatas y cristianos de la zona y a los «no islámicos» ateos y demás… Todo país con Sharia y tal, invadido y colocado gobiernos ateos.

    Sé que es duro el que se tenga que echemos alos que no son «occidentales», a los que «vienen a buscarse la vida», a los que no son terroristas… que nos bunquericemos… pero la otra opción es esperar el próximo atentado, mantenernos esperando el cuchillo deseando que no sea a mí al que me toque… y esperar a que siga empeorando (es lo que ha hecho en los últimos 60 años y de foma acelerada en los últimos 20 y no va a cambiar) hasta que no nos quede más remedio que hacerlo en condiciones peores (pues habrá más millones de expulsados) o que sean mayoría y nos tengamos que ir…

    Ellos llevan años haciendo esto en sus países… y mandando a quintacolumnistas a los nuestros… y si un día son mayoría (o se acercan a ella, si seguimos siendo tan cobardes) no tendrán nuestros «escrúpulos» en hacer esto que he comentado… bueno…. convenientemente aderezado con unos cuantos cortes de cuello y cuelgues de grúas…

    • Lo siento, pero no estoy de acuerdo en nada de lo que dices 🙂
      En realidad basta con aplicar la ley y que los que vengan sepan que, o se atienen a ella, o terminarán en la cárcel. Creo que es la única señal legítima que debermos enviar.

      • Totalmente de acuerdo en que basta aplicar la ley: Los refugiados son inmigrantes ilegales.
        No veo eso como una guerra contra el Islam, hay millones de musulmanes que viven en Europa y no son islamistas y el primer objetivo de los islamistas son musulmanes, pero los refugiados procedentes de oriente cual reyes magos no veo que hacen queriendo entrar en la UE y muy especialmente en Alemania.

      • El problema es que a los muertos no se les puede aplicar la ley.

        Los 8 terroristas se han suicidado y se han llevado consigo a 129 (por el momento) «enemigos».

        ¿Cuántos más va a haber? Puedes decirles que se les aplicará la Ley… y la respuesta será: «no te preocupes, os mataremos y después me iré a mi paraíso a follar (perdón) con mis 70 vírgenes»

        ¿De veras crees que los suicidas estos no sabían que se les aplicaría la Ley tras el atentado? Por supuesto que sí… y les ha traído al fresco.

        La Ley que dices hace que uno de ellos fuera un francés detenido y fichado «por vínculos con el terrorismo islámico» y que después se ponga una bomba y pille el kalashnikov y se lie a tiros… «Dura Lex» ¿no? jajajaja

        Me temo que la Ley lo único que nos deja es esperar el próximo atentado y rogar por no estar allá…

        ¿Recuerdas? Por la Ley no puedes vigilar a alguien de forma eterna… sólo tiene que esperar… y volarse en el metro, en un autobús, en una discoteca, en una calle o mercado… es imposible vigilar todos los puntos donde un terrorista podría atentar y es imposible vigilar 14’5 millones de posibles terroristas y 14 millones de personas que o los apoyan o miran a otro lado.

        Al final lo que propones ¿qué es? Esperar a que vuelen a otros… la amenaza de la cárcel no va a parar al que se va a inmolar.

  3. Que hacemos entonces con los refugiados? ¿Los devolvemos? Porque tampoco son «nuestros refugiados» sobre todo aquellos «refugiados sirios procedentes de Afganistán» como escuché en una emisora de radio hace unos días.
    El caso es que el partido ya fue tomado » à tort ou à raison» y hay que salir del paso lo mejor que se pueda.

    • Sabe que no soy partidario de fronteras. Soy partidario del imperio de la ley y la autodefensa. Soy partidario de que quien quiera venir a trabajar huyendo de lo que sea venga y trabaje. Soy partidario de defender con uñas y dientes (con la ley en la mano y si necesario a mano armada) los principios delibertad a que tienen derecho todos, los de aquí y los que llegan.
      Si, ya se, muchos no han venido a trabajar, algunos habrán venido a matar. Pues que caiga sobre los últimos todo el peso de la ley y sobre los primeros el desengaño: esto no es jauja.

      • La cuestión es que los que llegan no lo hacen por medios legales y la autodefensa no es posible en nuestras sociedades. La ola de refugiados ha conseguido destruir el tratado de Schengen y va camino de destruir la propia UE.
        Yo tampoco soy partidario de fronteras, pero mientras las hay no se pueden ignorar

      • Al que viene a matar no le importa tu cárcel (que por otra parte son muy cómodas para ellos)… total, se van a suicidar antes… El que no viene a matar, entiende, apoya o al menos calla y oculta al que ciene a matar.

  4. Hola, buenas Don Luis
    Vale todo lo que expone me parece lúcido y cierto, más sin embargo debemos ver que el daño está hecho, el partido ya fue tomado, y estamos metidos hasta el cuello. ahora necesitamos salir con la mayor dignidad y el menor daño posible, y mucho me temo eso va a tener que pasar necesariamente por las armas, dado que si bien a nosotros nos gustan las reglas y los árbitros, a los otros les importan un pimiento, y ese precisamente es nuestro flanco débil que explotan a la menor oportunidad. Para fines prácticos Poco importa ya quien empezó, Sino quienes y como decidamos acabarlo, y ahí me temo la mayor batalla va a ser con nosotros mismos.
    Que tenga buena tarde, me gusta mucho leerle

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