Se acercan las elecciones generales al Parlamento y Senado del reino de España y el mercadillo político se anima de manera inusitada. Los partidos políticos vuelven a engalanar sus barracas con banderas, pancartas y girnaldas devolviendo el color a la plaza. Sus consignas son voceadas en cada esquina, en cada calle, apovechando cualquier corrillo en el que difundir sus ofertas. Tienen un producto que vender y están deseosos de regresar a casa con las alforjas bien repletas de escaños.
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Los llamados fallos del mercado siempre se producen cuando las personas no actúan tal y como preveían los modelos utópicos de un “mercado perfectamente diseñado”, algo que ocurre siempre porque nadie sabe nunca prácticamente nada de cómo van a actuar las personas mañana. Los políticos,y los economistas que les asesoran, sin embargo, hacen como que ellos sí lo saben, diseñan un “mercado” y cuando este falla, se lo achacan a “los mercados”. Una herramienta esta maravillosa, pues les permite diseñar, vía regulación estatal, un nuevo “mercado perfecto, justo, equitativo, solidario ecologico y sostenible”.
¿Cómo pueden los defensores de la regulación estatal afirmar que la regulación es necesaria con el fin de suprimir los efectos negativos del egoísmo de los hombres libres ignorando al mismo tiempo, que los políticos y los burócratas son humanos y, por tanto, también expuestos a las mismas debilidades de quienes pretenden regular? La fe en las buenas intenciones de las autoridades -reyes, nobles y burócratas nos ha regalado la historia a miles- es muy vieja y demasiado humana: nos da seguridad y nos libera de las decisiones difíciles. Se nos inculcó en la escuela, en la universidad, en los medios.
Sin embargo, un sobrio análisis de los procesos políticos reales sólo conduce a la conclusión de que los políticos no son mejores personas que los demás: ellos también piensan primero en sus propios intereses. Y sin embargo les regalamos un marco de acción valiosísimo: son quienes pueden escribir la ley, tienen poder para disponer de nuestros medios y con frecuencia, por aforados, actúan incluso por encima de la ley.
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Lea el artículo completo «Elecciones generales: La regulación estatal y los privilegios» en el nuevo diario digital Decisión Económica. Todavía en fase beta, el proyecto de Jesús Sáez promete ser atractivo. Me han invitado a escribir una columna semanal, que se publicará todos los viernes bajo el epígrafe «Cartas desde Leipzig» y he accedido gustosamente.
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Don Luis ; He ido al enlace, a leer el artículo entero. Y me ha gustado mucho eso que dice al final ( no lo he conseguido copiar, así que lo digo a mi manera , que mi memoria ya no es lo que era ). «Recapacitemos, y cuando vayamos a votar, hagámoslo para nosotros, que lo merecemos, y ellos nos lo deben »
Pero , ya me gustaría a mí tener una bola de cristal, y saber si en efecto mi voto iba a servirme de algo, o, por el contrario, me iba a arrepentir de haberlo desperdiciado…