La Junta de Andalucía planea establecer un riguroso control sobre las empresas cuyos convenios colectivos incluyan apartados en los que se discrimine a la mujer, y establecerá sanciones de hasta 120.000 euros para castigar situaciones de desigualdades de género. Aparecerá un nuevo organismo estatal de control (alguien debe «controlar») que bien podríamos llamar «Policía de Género», como hace el diario ABC.
En España la ley Orgánica de 2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, incluye en el artículo 75 una recomendación a las sociedades obligadas a presentar cuenta de pérdidas y ganancias, para que “intenten alcanzar un presencia equilibrada de hombres y mujeres en su consejo de administración, en un plazo de ocho años a partir de la entrada en vigor de dicha ley”.
Esa ley convertía a España en una de las pioneras europeas en materia de legislación por la igualdad. Sin embargo, los resultados son apenas apreciables y las críticas cada vez más notorias. Son cada vez más las mujeres profesionales que denuncian abiertamente la intervención del legislador. Muchas de ellas consideran que su posición actual, conseguida sólo gracias a su propio mérito profesional, se ve seriamente devaluada en un sistema de cuotas. También señalan que la cuota en los consejos de administración no se corresponde en la mayoría de los casos con la todavía baja proporción de mujeres en numerosas ramas de la industria y la economía. Por otra parte, las condiciones persistentemente insuficientes para la conciliación de la vida laboral y familiar son, con mucho, el mayor problema para la mayoría de las mujeres. Además, la falta de viabilidad de las cuotas para mujeres en ocupaciones tradicionalmente masculinas y las industrias relacionadas con ellas supone una restricción severa de la libertad de elección de las empresas, indispensable para su éxito en una economía libre. No menos importante, son cada vez más las voces que insisten en un enfoque pragmático del tema, haciendo hincapié en que la calidad y la experiencia en la vida laboral debe ser criterio de selección más importante que la afiliación de género.
Permítanme que llame su atención sobre el hecho de que la disputa sobre la política de cuotas ya no nace «desde abajo», sino que se alimenta de y en la propia élite política: las políticas de igualdad actuales no giran en torno a la necesidad de facilitar por igul el acceso de hombres y mujeres a los puestos de control del poder político y económico, sino que refleja el conflicto entre sistemas de valores diferentes, que se atribuyen a los sexos.
Para darnos cuenta de lo alejados que vivimos en el día a día de la discusión sobre cuántas mujeres y cuántos hombres ocupan los puestos de poder en nuestras empresas basta con salir a la calle o moverse por las redes sociales. Mientras que entre el común de los mortales se extiende como la pólvora el fuerte rechazo a las luchas por el poder y el arribismo en la política y los negocios, «el movimiento feminista desde arriba» centra su discurso en la igualdad de representación en los consejos de administración en las grandes empresas y, por lo tanto, en las áreas de la vida que no tienen relevancia para la gran mayoría de mujeres y hombres . Así, al tiempo que en la población – y sobre todo en las mujeres – el deseo de vivir una vida sólo en función de una carrera profesional que permita acceder a uno de esos puestos políticos o profesionales devaluados por la corrupción (los políticos roban) y la crisis (los ejecutivos roban y son malvados) pierde su atractivo, luchan los políticos de ambos sexos y de todos los colores por asegurar un mayor número de mujeres en posiciones de liderazgo.
En el día a día, son sobre todo las madres que trabajan las que se enfrentan a verdaderos problemas a la hora de poder desarrrollar conjuntamente su papel de madres y trabajadoras. Si la intención de los políticos y sus leyes de igualdad fuera realmente ayudar a las mujeres de todas las clases sociales, desde todos los ministerios nacerian iniciativas y presupuestos encaminados a mejorar el acceso a (por ejemplo) guarderías de jornada completa. Pero es justamente aquí donde no se alcanzan –ni se fijan- objetivos verdaderamente encaminados a facilitar la integración de las madres en la vida laboral. Al contrario, los ojos políticos están puestos exclusivamente en los consejos de administración, no en el cuidado de los niños de esas madres que quieren trabajar. Es más fácil conseguir grandes titulares (y comprar votos de forma más barata) legislando igualdad en una junta de accionistas que trabajar – y gastar- denodadamente por la mejora real de las condiciones de esa gran proporción de mujeres trabajadoras que viven su maternidad y no desean renunciar a su vida laboral.
En relidad asistimos a un ejemplo perfecto de ingeniería social. Cuando las personas y sus formas de organización social no se desarrollan tal y como desean los impacientes «iluminados» de la élite gobernante, entonces – sin cuestionar los motivos – se imponen los cambios mediante las pertinentes decisiones políticas. Esta forma de diseño social podemos verla hoy en día en muchas áreas de nuestras vidas: política energética, políticas de integración, políticas económicas, financieras y laborales, políticas de familia y la política medioambiental. Nos vemos obligados a seguir los dictados de este estilo autoritario, incapaces de ver alternativas, concediendo que la causa de nuestros problemas reside en nuestra incapacidad para superar nuestros defectos humanos y aceptando tales normativas como el único motor posible para desarrollar aquellos procesos de desarrollo de la sociedad civil para los que las buenas intenciones no son suficientes.
Las políticas de igualdad son magníficas herramientas de regulación autoritaria, ya que partiendo de supuestas características de comportamiento específicos de género profundamente arraigadas en el verdadero soberano – el individuo, mujer u hombre- es sencillo diseñar medidas de represión o favoritismo redefiniendo los contenidos que al legislador-diseñador más le interesen. Feministas y estudiosos de los llamados «asuntos de género» deploran la desventaja real que las mujeres siguen padeciendo a pesar de la igualdad jurídica , ilustrándolo en diversas biografías profesionales frustradas o en la persistente escasa representación de las mujeres en los consejos de administración. La conclusión de todo ello es: la igualdad ante la ley no es suficiente. Necesitamos entonces una política que no descanse en la igualdad formal, sino en la promoción específica de las mujeres, incluso en términos de lo que se denomina «discriminación positiva», es decir, una diferencia de trato específico de los hombres y las mujeres. Esta es la idea básica del Gender-Mainstreaming, desde 1999 objetivo oficial de la política de igualdad de género de la Unión Europea y ahora introducida en todos los ámbitos políticos.
Siguiendo la tradición feminista clásica, las principales causas para la persistencia de diferencias entre los hombres y las mujeres no son sólo buscadas en los defectos de las estructuras sociales existentes, sino en la interpretación de su existencia como una expresión de la dominación masculina. El cambio en el énfasis está claro: el problema no es la falta de estructuras en sí (que se podrían cambiar), el problema es que los hombres están atrapados en su identidad masculina y en su sistema social de valores masculinos y no tienen interés en el fortalecimiento de la posición femenina. La consecuencia lógica es que el problema no se puede resolver desde la sociedad masculina. Es necesario un nuevo orden social.
Cuando los problemas de orden social no se discuten como tales, sino que se interpretan como manifestación de deformaciones psicológicas y sexuales típicas individuales que requieren un tratamiento integral, aparece una forma de política que podemos definir como «autoritarismo terapéutico». Es autoritario, ya que el otrora «soberano», el individuo, ya no sirve como diseñador y ha de ser devuelto –o reeducado- por todos los medios al camino correcto. Es terapeútico porque la única forma de integrarse en él es la curación de aquellas características personales que nos hacen diferentes unos de otros.
Autoritaria, terapeútica y discriminatoria: cuando el legislador toma partido por una de las partes, la defensa de la igualdad ante la ley sin distinción de sexo se diluye en un cuerpo legal profundamente discriminatorio. No es casualidad la aparición de una ley de cuotas, encaminada a disolver cualquier intención de fomento del mérito en condiciones de igualdad de oportunidades. El mérito, después de todo, no es más que un residuo de las antiguas estructuras sociales basadas en la familia. Y ésta es la estructura nuclear más temida y combatida por el estatismo. El “Estado social” asume el papel de la familia como fuente única de justicia social, educación y protección. Los hombres se convierten en expendedores de esperma y pagadores de manutención, las mujeres en clientes agradecidas, por fin a la misma altura que ellos. A ambos se les obliga a renunciar a su función de educadores.
Una sociedad en la que el legislador se pone al servicio de quienes consideran la familia no más que un sistema de opresión de la mujer, los embarazos una invasión indeseada del cuerpo femenino, a los niños sólo como un obstáculo para el desarrollo de la “capacidad laboral femenina” y la falta de pene argumento fundamental para llegar a ser ministro está condenada a la autodestrucción. Una sociedad que se ignora a sí misma como fruto de las sinergias de la masculinidad y la feminidad que le son propias, está negando su propia capacidad de crecimiento. No porque fomentar la feminidad sea negativo. Porque no fomentar la excelencia, tenga el sexo que tenga, sólo puede acabar en la decadencia.
El «feminismo estatalizado» es una mala opereta, con el inconveniente de que además de obligarnos a verla, nos obligan a participar en ella.
Muy buena entrada Luis, te felicito. Me alegro doblemente, primero porque es una entrada de denuncia al hembrismo feminista y segundo, porque ya era hora que los liberales habláramos claro desenmascarando que lo que hay detrás del discurso feminista es puro totalitarismo.
Ya va siendo hora por tanto, que denunciamos la “discriminación negativa” que sufrimos los hombres y que de una forma o de otra está presente en toda jurisprudencia feminista, muy en concreto en el ámbito de la familia y la paternidad.
Dichas “discriminaciones negativas” que sufrimos los hombres en el ámbito de la familia y la paternidad, ahora la están extendiendo al ámbito del trabajo y las empresas. A diferencia del ámbito de la familia, en los que los hombres hemos presentado una mínima resistencia (de momento), aquí tendrán mucho más difícil las totalitarias feministas salirse con la suya sin la resistencia, por parte de empresas, varones y, mujeres (estas últimas porque cada vez son más conscientes que dichas regulaciones de clara reingeniería social totalitaria perjudican a la mayoría de ellas en beneficio de las élites feministas).
Has tocado temas muy importantes en tu texto y no se pueden abordar todos en mi respuesta, pero en lo que refiere al tema salarial si quiero decir algo al respecto de los manipulados conceptos salariales por parte del feminismo.
Tienen por costumbre mezclar dos conceptos retributivos para falsear los datos: el de “masa salarial” con el de “salarios”. El salario refiere al monto de retribución que una persona recibe en función del perfil de puesto. El de masa salarial al de todos los pluses que la persona recibe por las tareas que realiza más allá de las básicas del puesto. Ejemplo: un transportista tiene un salario base, pero si ese trabajo decide hacerlo en nocturnidad, dicho salario es mayor; si además transporta mercancías peligrosas, recibe un plus por ello; si dicho transporte es de carácter internacional, otro plus más; si lo hace en fines de semana o festivos, tiene aún mayor emolumento, etc.
Por supuesto, ese mismo perfil de puesto, si lo realiza una mujer, no suele realizar ninguno de los pluses relatados. Cuando las feministas afirman que los salarios de hombres y mujeres tienen de media una diferencia de hasta más de 30%, intencionadamente mienten mezclando en la comparativa “masa salarial” con “salario”. ¡Manipulación asquerosamente hembrista!
Para el feminismo estatista, ese que impone estas políticas hembristas y totalitarias (pues el resto de los feminismos son bonitos discursos para la galería), en el ámbito de la empresa nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino con sus políticas de “igualdad”. Esas políticas en las que sólo quieren igualdad en las ventajas pero en los sacrificios.
Hay mucha formas de interrelacionar variables de costes-beneficios a la hora de implantar políticas laborales equitativas, pero las feministas nos quieren imponer las suyas, a las que me niego y me negaré siempre por discriminatorias para con los hombres. A estas feministas yo les propongo otras, por ejemplo, preguntémonos por cada hombre que está en los Consejos de Administración ¿Cuántos hombres en el
mundo del trabajo quedan parapléjicos, tetrapléjicos, muertos? ¿Por qué no hablan de esa relación hombres directivos-hombres víctimas en el trabajo? Las feministas como hembristas que son (en este caso feminazis), sólo quieren igualdad en la cumbre, para nada igualdad en los costes que los hombres hemos
tenido y tenemos desde siempre en el resto de los niveles laborales.
Repito Luis, mis felicitaciones por tu denuncia del totalitario feminismo.
Fernando Nogales
Gracias, Fernando. Un saludo!
Nunca hé dicho que todos los hombres que se quedaban hasta as diez trabajaban efectivamnete (hé conocido a uno que se quedaba tarde era para estar a solas con cierta dama). Pero hay gente que si que se queda tarde para trabajar o que se lleva trabajo a casa durante los fines de semana. LO cual es normal que repercuta en la remuneracion y el ascenso. También que los que se implican hasta ese punto suelen ser hombres. Las mujeres tiene una vida menos polarizada, mas variada, mas «rica». Pues bien si en una categoria de empleados hay gente muy implicada y en la otra no la hay o menos entonces es normal que la primera tenga un salario_medio_ superior y eso aunque la empresa pague igual a igual rendimiento. Ignorar esta clase de efectos de estructura es una forma elemental de hacer decir a las estadisticas lo contrario de la realidad.
Haddock dice:
Lo de hombres trabajando hasta las 10 habría que cogerlo con pinzas. He conocido a muchos quedándose horas delante del ordenador (navegando por internet, jugando, leyendo el Marca…) con tal de hacer tiempo. Por un lado ganan puntos ante el jefe (o eso creen) y por el otro, lo más importante, evitan llegar a casa justo en el momento en el que hay que ayudar (ocuparse de bañar a lo niños, deberes, preparar la cena…).
Pero por lo demás, estoy fundamentalmente de acuerdo convuestras opiniones.
P.D. Llevo más de media hora intentando publicar mi comentario. Se supone que tengo cuenta en DEE, en FB, también en Discus, pero no consigo atinar… Al final tengo que hacerlo como anónimo. ¿Podría explicarme alguien cómo debo operar?
Sal de todos los sitios, limpia las cookies de tu navegador, e inténtalo de nuevo. Es el bálsamo de Fierabrás para estos problemas 😉
Pues no se que decirte. Funcionó el consejo de Eclectikus? Es lo que yo te hubiera dicho. Saludos!
A proposito de la igualdad. Quieren una representacion equlibrada en los consejos de administracion pero hay tantas mujeres candidatas como hombres? Porque si no las hay entonces una mujer candidata tiene mas posibilidades de ser elegida que un hombre o sea que este es discriminado.
Dicane que hoy en dia las mujeres son mas diplomoadas que los hombre en EEUU y buena parte de Europa. Si pero en qué? Porque un diploma de ingeniero no pesa lo mismo en el mercado laboral (y despues para subir los escalones) que uno de esos pseudo-diplomas que tiene Ada Colau. Pues bien. En Francia la entrada en las escuelas de ingenieros se hace por oposiciones y estas se preparan en unas clases preparatorias en las que hay que trabajar durisimo (mientras sales otros te estan rebasando) y atiborrarse de Matematicas y Fisica. Hay muy pocas chicas en esas clases. Y cuando se lo dije a una feminista me espeto que es porque esas clases eran inhumanas. O sea que habia que hacerlas mas «blandas» para adaptarlas a las mujeres. Pero a mi que si las 20 horas de Matematicas y las quince de Fisica a la semana les parecen inhumanas y prefieren Historia del Cine y hartarse de ver peliculas que luego no se vengan quejando.
Dicen que a trabajo igual deberia ser salario igual. Totalmente de acuerdo. Pero es trabajo igual? Quien acepta los trabajos desagradables, insalubres o peligrosos,? Cuantas mujeres trabajan en el alcantarillado? Porque a mi me parece justo y «de mercado» (pagar mas para encontrar trabajadores que acepten ese trabajo), que a igual cualificacion un trabajo penoso, insalubre o peligroso, incluido el de esos ingenieros que tiene que llevar casco, se pague mas que uno que se desarrolla en una oficina con aire acondicionado. Hay estudios en EEUU segun los cuales antes de aceptar un empleo los hombres se interesan mas en el salario y las mujeres en el ambiente que reina en la empresa y la «agradabilidad» del trabajo. Pues aceptar trabajar con cabr.azos o en situaciones de gran tension nerviosa es uno de esos aspectos desagradables que se pagan.
Dicen que a trabajo igual salario igual. Si pero quien se queda hasta las diez de la noche y quien va al teatro? . Considero acertado tener una vida mas alla del trabajo en vez de ser como esas personas que no ven a sus hijos. Pero desde el punto de vista de la empresa lo normal y lo justo es pagar mas al que se queda hasta las diez y estadisticamente son los hombres.
No estoy defendiendo ninguna discrmiancion: las discriminaciones ademas de ser injustas son inefeientes, lo que hécho ha sido exponer una cuatas distorsiones estadisticas que el feminismo y los que po demagogia se suben a su carro se cuida muy bien de exponer cuando reclama leyes de «Igualdad»..
Hay una diferencia de concepto en lo relativo al trabajo por parte de las mujeres y de los hombres (aunque sea generalizar y, luego haya de todo, como en botica).
Los hombres han sido enseñados (o lo tienen asumido) que hay que trabajar, subir, cobrar todo lo posible y esforzarse, aún perdiendo vida privada, para sacar suficiente para pooder vivir tú y tu familia (aunque sea futura y sólo posible)… Si a un hombre le dicen que va a cobrar un 20% más en otro puesto, donde no lo pasará bien, ni le gustará, pero que tiene más futuro y posibilidades de subir y mejorar más su sueldo, lo cogerá…
Las mujeres han sido enseñadas (y lo tienen requeteasumido) que tienen que trabajar para ganar para ellas, para no depender del hombre y para «poder mandar al pedorro de al lado a tomar viento fresco» en cuanto les dé la gana… pero no tienen porqué buscar ganar lo suficiente para ella y para los demás… Así la mujer valora más el que lo pase bien en el trabajo, que sea «enriquecedor», que le guste y que le deje teimpo para seguir con su vida privada… en el caso igual al anterior la mayoría de las mujeres no eligen el trabajo malo con más sueldo.
Por eso también están más dispuestas a coger la baja de maternidad, a coger medias jornadas para «realizarse» como madres, a buscar trabajos sedentarios donde puedan salir a la hora sin faltar un día, etc etc ¿que se cobra menos? No importa, ya proveerá el otro… ella sólo necesita ayudar y tener para «ella y sus caprichos».
Actualmente las mujeres son «muy egoístas», miran por ellas y por «su libertad», «su realización», etc.
Es curioso, en caso de divorcio, separación etc, lo que quieren es sacar toda la tajada posible, aunque sea usando los niños o las denuncias falasas (sí, esas que no existen según los feminist@s). Vivir bien y si pueden con lo que se saque del hombre mejor. Por eso cada vez hay más hombres que no quieren saber nada de mujeres en el tema sentimental (sexo y listo…).
Todo viene de lo mismo: la enseñanza a la mujer de que debe poder mandar a tomar viento fresco al hombre a la mínima…
Tu les reprochas a las mujeres algo que yo veo como un asunto de evolucion y de biologia. En toda la historia de la Humanidad el hombre ha sido el que cazaba el mamut y al mujer la que ademas de cuidar de los hijos trais medio kilo de zanahorias. O sea que si el hombre no cazaba no se comia y si la mujer no recogia las znahorias se comia un poco menos pero se comia. Por lo cual estamos condicionados ta tratar de cazar el mayor mamut posible (obtener un trabajo bien pagado) mientras que ellas si traer mas zanahorias significa descuidar a los hijos o dejarse la salud (tas mujeres son mucho mas irremplazables que los hombres que es una de las razones por las cuales somos nostros quien vamos a la guerra) pues se conforman con menos.
Y yo lo veo muy bien ya que considero que los hiios son lo primero. Lo que me j..e es que trabajando menos horas, en trabajos menos penosos, tras estudios «gradables» en vez de matematicas y fisica hasta la extenuacion y con menos antigüedad efectiva debido a las bajas por maternidad, algunas y algunos consideren como un derecho el tener la misma paga que los que trabajan mas, en trabajos mas duros, hicieron ingenieria y por supuesto no son bajas por maternidad.
Lo que me j..e es que habiendo muchos mas hombres que mujeres que se dedican a una activida publica algunas y algunos quierna imponer la obligacion de apridad. Lo cual es una discriminacion.
Magnífico artículo.
Gracias!