Acostumbrados como nos tienen a buscar la paja en el ojo ajeno antes de eliminar la viga en el propio, lo fácil es decir que la culpa de todos nuestros problemas la tienen el Estado, España, “Madrit” o la Casa Real. Cada vez menos españoles se sienten cómodos bajo la marca España o la tutela del Estado Constitucional, de manera que a nadie debería sorprenderle la carrera de pollos descabezados a que asistimos todos los días a poco que nos asomemos a los titulares de prensa. No voy a perder ni una línea explicando por qué es absurdo combatir un nacionalismo con otro, o por qué cualquiera de los modelos de estado puestos actualmente sobre la mesa son absolutamente inservibles para lograr el objetivo que nos prometemos: ser más felices, más ricos, más sanos y estar más seguros. Digo esto porque, problamente, la meta de su vida no es ser español, catalán o gordonés.
Antes de nada creo necesario responder a una pregunta. ¿Quienes somos los españoles?
Tenemos un Rey y con él otras 16 personas que viven del dinero de los demás.
Ahí está el Presidente del Gobierno, sus predecesores, 13 Ministros, sus predecesores y otros 80.000 políticos, casi todos ellos viviendo de nuestro dinero, proclamando sus virtudes en grandes y pequeños discursos, vendiendo felicidad y justicia.
Son 163.400 deportistas federados, más de 230.000 médicos colegiados, 15.000 profesionales del fitness federados, 240.000 maestros y pedagogos velando por las inquietudes y modelando el futuro de nuestros hijos y más de 90.000 amantes de la sardana felices cuando no llueve y pueden bailar porque les gusta.
Los 36.000 afiliados de Izquierda Unida que baten sus banderas rojas al viento, alguno de ellos deseando batir el cobre a los más de 700.000 afiliados al Partido Popular. En Euskadi hay 7.168 ganaderos y pescadores pendientes de la metereología. 2.765.940 gallegos presumen de hermosas playas y bosques.
63.900 jóvenes andaluces con menos de 25 años aún no saben lo que es trabajar para comer. 30 millones de católicos confían en no haberlo perdido todo (espiritualmente hablando). Más de 100.000 abortos al año indignan a media España.
Más de 1,7 millones de musulmanes pasean por la calle al lado de 900.000 presuntos alcohólicos o los 400.000 fumadores de hachís. El año pasado fallecieron más de 400.000 españoles y vieron la luz del día casi medio millón de nuevos ciudadanos.
Los 402.000 millonarios españoles siguen ayudando (también) con su dinero a los 4,7 millones de parados. Más de 8.000 homosexuales viven felices su reciente matrimonio (2013) y más de 7.000 reclusos celebraron con menos alegría la entrada del nuevo año.
¿Me olvido de alguien? Con seguridad. La lista podría ser inmensa, pero dudo que por muy larga que fuese lograse que todos ustedes se sintiesen incluidos en ella. Si acaso, el único denominador común es que vivimos, comemos y dormimos en España algo más de 41 millones de personas. Y sólo temos una cosa en común: todos queremos ser más felices, más ricos y vivir más seguros.
No, no todos piensan que hay que cambiar el sistema. No, no todos creen que “antes se vivía mejor”. No, no todos están dispuestos a cambiar de amo en función del adjetivo nacional. Y si me apuran, se lo confieso: a la inmensa mayoría de todos ellos les importa un bledo lo que yo estoy escribiendo ahora.
Hay motivos:
“Desde luego, no hay razón alguna para que el nuevo totalitarismo se parezca al antiguo. El Gobierno, por medio de porras y piquetes de ejecución, hambre artificialmente provocada, encarcelamientos en masa y deportación también en masa no es solamente inhumano (a nadie, hoy día, le importa demasiado este hecho); se ha comprobado que es ineficaz, y en una época de tecnología avanzada la ineficacia es un pecado contra el Espíritu Santo. Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre.” Aldus Huxley, Un Mundo Feliz
¡Que paren este tren! Yo me bajo aquí. O les dejo una idea, para que la destrocen:
La política es la tarea secundaria más importante del mundo. La tarea primaria es la defensa de la libertad, la igualdad ante la ley y la propiedad privada de todos los yoes. La únicia misión del estado español (o gordonés si ustedes así lo deciden) es la de proteger todos los yoes y sus propiedades. Para ello es necesario:
– Todos los españoles se constituyen en sociedades mercantiles unipersonales. Quién paga decide qué compra. El proveedor de servicios define el precio. El propietario es único soberano sobre su propiedad individual. Todos los yoes y sus propiedades (cuerpo, mente, y todo lo adquirido legalmente) han de ser respetados por los otros. Las leyes solo están para proteger a los yoes y su propiedad. Cualquier otro tipo de intercambio entre los yoes es exclusivamente objeto del acuerdo voluntario.
– Un parlamento. Sus diputados se eligen de forma directa, sin listas. Circunscripciones de 100.000 habitantes (410 diputados). Cada diputado es únicamente responsable, bajo contrato ligado a su programa electoral, ante sus votantes y por un perído de 4 años. 30.000 firmas son necesarias para cancelar el contrato y convocar nuevas elecciones en esa circunscripción. Pago voluntario de su trabajo directamente por sus votantes, sin cuantía miníma o máxima.
– El parlamento elige un ejecutivo que se encarga de coordinar las labores de defensa, seguridad y representación en el exterior. No tiene más labores.
– Un Tribunal Supremo. Se vota un Consejo de Justicia. Los miembros son elegidos entre los jueces del mismo modo que los parlamentarios. El Consejo de Justicia elige entre sus miembros a 20 jueces que conforman el Tribunal Supremo y se autodisuelve hasta nueva elección (cada 4 años) o requerimiento del Parlamento. Los diputados del Parlamento controlan la acción del Tribunal Supremo y conovocan al Consejo de Justicia en caso de irregularidades. El Tribunal Supremo es última instancia. Civil, administrativo, social, laboral y penal en primera instancia se resuelven en tribunales privados de arbitraje.
– El Parlamento puede eliminar leyes por mayoría simple. Para hacer entrar en vigencia una nueva ley es necesario el voto, mediante referéndum, del 75% de los votantes.
– El único impuesto es un IVA del 3% Con él se financian ejército y sus funcionarios, Tribunal Supremo, policía y sus funcionarios y el cuerpo diplomático.
A nivel local (ayuntamientos) existe sólo el Concejo. Quien no tenga interés, o tiempo para participar en las reuniones del Concejo, no tiene por qué hacerlo. El Concejo decide cómo se organiza y qué funciones asume. Si el Concejo decide nombrar un órgano de gobierno, sus miembros podrán hacer campañas para recoger donativos y financiar su actividad. Es ilegal pagar con ingresos procedentes de taxaciones las actividades del Concejo o sus órganos de gobierno.
¿Quieren una visión/propuesta más “realista”? ¿Más antropológica? ¿Menos alegre? No la tengo, y se lo explico en cuatro líneas:
En primer lugar, en términos de una ceterum censeo hermenéutica: Usted ya vive en una estructura social particular, ¡esto puede afectar su imparcialidad a la hora de reflexionar sobre ella! La mía también.
Si usted desea un monopolio estatal porque espera de él algunos valores como la justicia, la protección de los débiles, la paz o la estabilidad, lo hace obviamente, porque esas son preocupaciones que le interesan, basadas en su naturaleza. Luego no es fruto ni mérito del Estado que existan estas preocupaciones. Puede que sea una estructura apropiada para alcanzar los valores deseados, pero tal vez existan incluso mejores estructuras para poner en práctica esas mismas metas, ¡piense en las hormigas de su jardín!
Permítame que le recuerde que tanto los defensores como los opositores de una estructura social particular comparten las preocupaciones típicas de la gente: la victoria, el poder, la influencia política, la riqueza, pero también la calma, la paz, la felicidad, la justicia, la protección de los débiles, la evitación del sufrimiento; que ninguna de las estructuras seleccionadas crea el paraíso, que la mejor manera de avanzar es ir optimizando experimentos, ya sea en la afirmación de un monopolio estatal, ya sea en un estado libre.
Y por lo que se, habría buenas razones para desear una sociedad más libre, pero también razones en contra, efectos secundarios desagradables tipo Guerra de Señores o luchas inter-Mafias. También habrá buenas razones para defender el monopolio del Estado, pero también poderosas razones en contra, sobre todo si tenemos en cuenta los riesgos del abuso del poder. Sobre todo si miramos los periódicos de hoy.
Decida usted lo que decida, intente no perder nunca de vista las palabras de Aldus Huxley que le dejo más arriba. Y si no mata, ni roba, ni miente, indígnese conmigo aunque nuestras soluciones sean diferentes.
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Entrando en la cuestión de como pueden ser los Estados más limitados y a la vez más eficientes, cosa que no tengo nada clara, me gustaría saber si hay datos estadísticos de lo que ocurre con las multinacionales, que son los grupos organizados y jerárquicos que por tamaño pueden ser comparados y equiparables con los Estados. Se me ocurren al respecto preguntas del tipo:
¿Podría hablarse de multinacionales más burocratizadas e intervencionistas frente a otras cuya estructura burocrática sea más limitada?. A bote pronto pienso en Telefónica o Iberia como ejemplos de multinacionales más burocratizadas que por ejemplo Inditex, pero realmente no tengo datos que apoyen esa impresión.
Lo relevante es saber si hay datos reales de una correlación entre Estado o empresa con burocracia limitada y mayor eficacia medida en términos de riqueza de ciudadanos y o accionistas.
Luis: Discúlpame porque ya no entiendo que es lo que defiendes con la defensa (perdón por la redundancia) del derecho de autoderminación de las personas. Porque siguiendo tus tres supuestos:
1º Si acatas la Ley española, entonces no te autodeterminas de ninguna forma, entre otras cosas porque la Ley española no reconoce ese derecho, como no reconoce el derecho de pernada.
2º Si te declaras en rebeldía, es decir dejas de obeceder la leyes españolas, (por ejemplo dejas de pagar impuestos o convocas refedemdums ilegales) y vas a la carcel, no entiendo que defiendas las dos cosas simultaneamente. que la personas puedan ejercer «el derecho de autodeterminación» y que por ello vayan a la cárcel.
3º Si te marchas a otro país, eso no es «audeterminarte» sino emigrar. Y ahí caben dos opciones: que lo hagas legalmente gracias a tu pasaporte español, o que lo hagas ilegalmente porque al «autodeterminarte» hayas destruido o renunciado a tu pasaporte español, cosa que hasta a los más entusiastas partidarios de la autodeterminación (vulgo independentistas) raramente se les pasa por la cabeza cuando viajan al extranjero.
En resumidas cuentas, que cuanto más que me esfuerzo por intentar comprender que significa eso del «derecho a la autodeterminación personal» menos lo entiendo.
En pocas palabras y por lo bajini:
soy partidario de la economía sumergida, de la existencia de paraísos fiscales y de la objeción de conciencia fiscal 😉
Pero como soy padre de familia, he decidido no vivir al margen de la ley 🙂
PVL, pero es que yo propongo un modelo organizativo, diferente tal vez, menos agobiante, más individualista, pero no una anarquía salvaje 😉
Y yo estoy completamente de acuerdo contigo en que un Estado menos agobiante y más limitado sería beneficioso, (aunque sigo sin tener claro como sería eso en la práctica y desde luego me parece el debate esencial: como un Estado limitado puede ser a la vez fuerte y eficaz para evitar que los distintos grupos de presión puedan arrimar el ascua a su sardina.
Pero eso es una cosa y otra completamente distinta es algo que ya has expresado en distintas ocasiones como es el derecho a la autodeterminación: es decir el derecho a que cualquiera que viva en el territorio del Estado decida que no tiene porque cumplir con las leyes (pocas o muchas) que rijan en Estado: eso conduce a la pura y simple la anarquía salvaje que ninguno de los dos queremos (y si no que se lo pregunten a los españolitos de la I República, que por cierto, no eran ni más listos, ni mas tontos, ni más decentes ni más indecentes, ni más egoistas, ni más altruistas, de lo que lo somos hoy en día).
La autodeterminación de las personas no les exime del cumplimiento de la ley. En otras palabras: si yo me declaro independiente del Reino de España sólo tengo tres opciones:
– o acatar la ley española para no caer en prisión
– o declararme en rebeldía, lo que significa que podré ingresar en prisión
– o marcharme del país a otro sitio donde crea que voy a vivir más libremente.
Hay algo que suelo omitir en mis declaraciones «alegres» porque considero (equivocadamente por lo que veo) que está claro para todo el mundo: cuando ejerces tu libertad no debes olvidar nunca tu responsabilidad. Los actos tienen consecuencias, todos. 🙂
Luis: la cuestión, tal y como yo la veo es que los Estados existen y la superficie del planeta, menos la Antartida, está repartida entre Estados. Y eso produce que en la práctica y en la realidad cotidiana, los derechos humanos que en teoría son patrimonio de las personas, son simplemente los derechos que los Estados reconocen a sus ciudadanos y/o a los ciudadanos de otros Estados con los que tienen firmados convenios . Eso implica que por ejemplo los españoles tenemos libertad de residencia en España y dentro de la UE, pero no lo tenemos en USA, a menos que el estado de USA nos conceda ese permiso.
En resumidas cuentas, que la mayor parte de los derechos de todo tipo (políticos, económicos, sociales, laborales, etec) que tenemos los individuos, solamente los tenemos en función de que somos ciudadanos de un Estado y que dichos derechos se evaporarían instantáneamente, si los Estados que respaldan con el poder esos derechos, desaparecieran.
Dicho en breve: un apátrida, prácticamente carece de derechos, porque no tiene detrás de sí el poder de ningún Estado que lo respalde.
Precisamente eso que describes, que es lo que hay, es lo que ha de cambiar. Necesariamente!
Luis: una cosa es abogar por un determinado tipo de Estado, por ejemplo uno de tipo liberal de tamaño reducido y limitado (aunque habría que explicar los mecanismos que lo harían posible y eficaz) y otra completamente distinta es pretender la abolición del Estado, con el argumento de que son la fuente de las desdichas de la humanidad.
Con lo 1º estoy de acuerdo, aun insistiendo en que queda pendiente la explicación de los mecanismos que harían posible que un Estado reducido y limitado siguiera siendo viable y eficaz. Con lo 2º estoy en completo desacuerdo: prefiero un mal Estado que un Estado inexistente, y si no que se lo pregunten a los somalíes o a los iraquíes, como se vive en ausencia de Estado o con un Estado tan débil que simplemente es incapaz de imponer y mantener la paz en su territorio y que es poco más que una banda callejera más.
Hombre PVL, yo no se que denuncian otros liberales radicales, pero sí te aseguro que de lo que he escrito no se deriva lo que tu concluyes.
No, no estoy «solo» en contra de la jerarquía del estado. Estoy en contra de cuaquier jerarquía que no nace de la cooperación voluntaria de individuos mediante contrato. Un contrato en el que pone a que se comprmete cada parte y que, en caso de no cumplirse por alguna de ellas, inicia acciones legales.
AL empleado de CocaCola le protege la ley. Al nacido en Espanya que no quiere ser espanyol no le protege nadie. Ahí está la diferencia. Bueno, es que el que va a trabajar a Cocacola «va». El que nace en Espanya, ni le preguntan, ni necesita «ir».
Yo veo una contradicción insuperable en este tipo de planteamientos: las empresas funcionan, las que funcionan, entre otras cosas porque son organizaciones jerárquicas, sin que eso signifique que la jerarquía por sí misma asegura la eficacia. Lo mismo se podría decir de los ejércitos, de los equipos de fútbol y casi de cualquier grupo humano que pretende conseguir unos objetivos determinados.
Por eso no comparto lo que yo entiendo que es el planteamiento último del art. y en general de las posiciones radicales del liberalismo: en esencia, que la jerarquía que hay que abolir es únicamente la del Estado porque se trataría de una jerarquía impuesta al individuo, mientras que por contraste se defiende a ultranza la jerarquía que rige las empresas. El argumento implícito en lo anterior concepción «ultraliberal o ancap» viene a ser que los individuos somos libres de someternos o no, a la jerarquía de las empresas, pero no somos libres a la hora de someternos a la jerarquía Estatal que nos viene impuesta de nacimiento, y da ahí en aras de la libertad de los individuos, había que abolir los Estados y por ende su estructura jerarquizada, para que las relaciones entre los individuos fueran exclusivamente las acordadas entre ellos de manera voluntaria.
Por ejemplo y en resumen: que si uno trabaja para Coca-cola y por tanto se somete a la jerarquía de dicha organización empresarial es porque quiere, mientras que si uno nace en España, se le somete por la fuerza a la jerarquía del Estado Español, y dado que se trata de algo impuesto, lo que hay que hacer es acabar con el Estado español.
Yo creo que este planteamiento es tan erróneo como los planteamientos situados en las antípodas ideológicas: comunismo y anarquismo colectivista.
Y por el mismo motivo: pretenden que los grupos humanos actúen de una determinada forma utópica que es la meta de sus modelos, pero que no tiene nada que ver con la realidad.
En el caso de los utopistas colectivistas, la utopía consiste en pretender que el egoísmo individual puede y debe ser erradicado, diluyendo al individuo en la masa, el pueblo, el proletariado, la humanidad.
En el caso de los utopistas liberales, la utopía consiste en pretender que los conflictos de intereses derivados del egoismo personal pueden ser resueltos sin recurrir a la violencia mediante acuerdos voluntarios.
Muy bueno, lo único que no me cuadra es el IVA del 3%, me parecería mejor un impuesto fijo por persona. O sea, cada persona que viva en el estado, paga X. Esto evita tener un órgano de control del comercio (en tu caso para controlar que la gente pague el iva).
Ese importe podría variar de circunscripción en circunscripción.
También es una buena idea. Gracias!
Si me lo permiten, qusiera sugerir algunos temas nuevos para este blog que, desde luego, están muy relacionados con la libertad.
Uno de los temas que me han llamado la atención recientemente es el de la esclavitud: este reportaje del diario The Atlantic es tremendo. Para los que estén interesados en el tema de la esclavitud, recomiendo también esta lectura que es muy útil para empezar a rellenar una enorme laguna en el conocimiento corriente acerca de este tema.
En comparación con eso, casi cualquier cosa palidece. No obstante, y aunque parezcan menores, hay otras cosas que también deberían preocuparnos, como esta: la Unión Europea podría prohibir el discurso antifeminista justificándolo como una medida contra el «discurso del odio».
¡Ay, la Unión Europea! Otra taza de caldo: En 2020, la Policía detendrá tu coche a distancia.
Ahí tienen, amigos, material para hincar el diente durante un buen rato.
Un saludo a todos.
Gracias Helvetius por traernos esos interesantísimos temas. Seguro que volveremos sobre ellos.
No me convencería el referendum del 75% de los ciudadanos. Dejaría el poder de forma manifiesta en los medios de comunicación, puesto que serían los encargados de convencer a tanta gente como sea posible para aprobar leyes. La cita de Winston Churchill viene que ni pintada: «El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio.»
Sé que no es un comentario constructivo, y lo siento, no he pensado un sistema mejor, pero me daría miedo que el día que lo pensase tuviera que convencer a un 75% de la gente para aprobarlo.
No creas que te falta razón, no.
Totalmente, pero por otro lado, puede ser una forma interesante de ver como reacciona la masa al ver que sus nuevas leyes no tienen los efectos deseados. Por poner un ejemplo, los primeros dos días salen la ley de el sueldo mínimo ahora son 2000€ y que una empresa no puede despedir a nadie.
Son cosas que suenan super guays a unos, pero que tienen unos efectos colaterales monstruosos y francamente, aunque luego limpiar el estropicio sería telita, por lo menos ha sido el «bloque democrático» el que se ha comido la hostia y recapacite que a base de leyes no se arreglan los males. O eso me gustaría pensar.
Sí, equivocarse es una buena forma de aprender. Aunque duela.
Corregido. Gracias Jahd!
Jo, no repitais aquí el mantra de los 400.000 políticos, que ya está más que demostrado que es mentira.