Corrían los años 1989-1990 y los marxistas de todo el mundo se hundían en su perplejidad. El socialismo real no sólo era derrotado por el odiado capitalismo, había implosionado en su propia incapacidad para generar incluso la menor de sus premisas. Eso que los marxistas llaman capitalismo no sólo era superior en todos los aspectos: no había alternativa. Sin duda no se trata de una casualidad el hecho de que, justamente en aquellos días, surgiese de pronto el concepto «globalización», nadie se atrevía ya a hablar del capitalismo malvado.
Nadie se atrevía, pues, dondequiera que el capitalismo tendía sus redes, aumentaban el poder adquisitivo y el bienestar social de las personas, provocando la aparición de nuevos Estados de Derecho incluso allí dónde nadie osaba vaticinar, no hablo ya de promover, un movimiento de democratización (curiosamente exceptuando los países ricos en recursos naturales, en manos de las oligarquías locales). Ése y no otro es el verdadero efecto de la «globalización». Allí donde no ha sido posible una integración en la globalización capitalista – como en África – se mantienen la injusticia, el hambre y la pobreza como dolorosos denominadores comunes.
En los últimos 100 años todas las generaciones hemos sufrido de forma más o menos consciente la influencia de las ideas de Karl Marx. Del socialismo se dice que es el mejor sistema, aunque no haya logrado funcionar en la vida real. Y en la misma medida que iba en aumento el bienestar social ha ido creciendo el cáncer del «Estado social», que nos sugiere a todos la ilusión de que la socialdemocracia (la de «derechas» y la de «izquierdas») nos libera y protege de todos los riesgos posibles en nuestras vidas. Ninguno de los teóricos y políticos del «bienestar social» ha sido capaz de despedirse de sus queridas estructuras mentales.
A la sombra de la rémora socialista, en la urgencia de encontrar nuevos campos en los que hacer efectivas las máximas marxistas de igualitarismo, control del individuo, colectivismo y justicia social, y ante la imposibilidad de volverse de nuevo contra los ricos – todos los somos – surgen nuevas formas de vasallaje no menos liberticidas.
La redistribución de riquezas no se logra hoy mediante embargos y asesinatos de estado, basta una política impositiva que permita controlar un número cada vez mayor de individuos y grupos subvencionados, atrapados en la trampa de una solidaridaz fingida en tanto que involuntaria. El beneficiado cae ingenuo en el ardid, deja de ser dueño de su destino para convertirse en marioneta de las agencias de trabajo, cifra en las estadísticas de los centros de salud, número en los ministerios de interior y hacienda. Olvida el orgullo y el amor propio para alinearse en la cola de los que esperan, derrotados, la limosna mensual del estado. Ya no son su trabajo, ni su talento, ni su mérito los que otorgan valor a su vida. El estado es quien decide quién cobra más, quién menos, quién por trabajar y quién por no hacerlo.
Hoy no son necesarios KGB’s ni «Stasis» para hacer de nosotros seres transparentes a la arbitrariedad del Estado. El miedo, bien utilizado como argumento, se ha encargado de ello. El chantaje surte su máximo efecto bajo la amenaza de violencia ante un ser desarmado. La amenaza terrorista es usada por el estado -monopolista de la violencia- para obligarnos a los ciudadanos -desarmados, maniatados por las leyes incluso en el ejercicio de la legítima defensa- a desnudarnos ante los voyeurs ministeriales: datos personales, videocámaras, control de lo publicado en internet. La divisa es sencilla: renunciemos a nuestra intimidad a cambio de la protección del estado.
Pero el buen socialista sabe que lo más importante para conseguir colectivizar al ser humano es la motivación. Es imprescindible disponer de una idea-motor, un lema, un objetivo común por el que «merezca la pena» luchar juntos. Hay cientos de ellas aplicables en lo local: nación, lengua, identidad. Pero en un mundo globalizado estos son conceptos demasiado limitados, por particulares. Por ello hemos retomado la vieja idea del hombre como ser malvado en sí mismo y necesitado de educación, de ilustración para convertirlo así en un ser social. Y el sujeto de nuestra maldad es ahora el planeta en el que vivimos, del que vivimos. La maldad del hombre contra el hombre abandona el centro de toda discusión, no sea que alguien les recuerde los millones de cadáveres que adornan las cunetas del camino socialista en el pasado siglo. Quién no ha matado una mosca en su vida? Quién no ha cortado una flor? Quién no ha olvidado una bolsa de plástico en el bosque? Quién no ha escondido las pilas entre la basura para ahorrarse el camino al recipiente adecuado para su eliminación? Se trata de una «mala conciencia» colectiva, un enemigo «real» dentro de cada uno de nosotros. El hombre que come carne, que ensucia el aire con su coche, que «impacta» el medio con sus fábricas. Presentar al hombre como la bestia del planeta, hacerle consciente de su culpa, tanto, que olvida que ha de comer para vivir, que ha de moverse para ganar dinero, que sin fábricas no hay ni coche ni comida. La solución de los problemas que genera el maluso de nuestro medio no puede ser abandonada en manos del individuo, ignorante y sedicioso. El consumismo y la contaminación son las verdaderas consecuencias de la globalización capitalista, no la riqueza y el bienestar, méritos del Estado socialdemócrata. Frente a la amenaza global de las rémoras del capitalismo es necesaria una acción así mismo global, colectiva, definitiva.
El hombre alienado, subvencionado, transparente y culpable. Bienvenidos a un mundo feliz.
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JotaEle, no me has demostrado (ni tú ni el autor del blog) por qué el capitalismo y sólo el capitalismo es la forma única, divina y eterna, entregada a nosotros, que asegura la libertad del hombre. Y no lo has hecho porque no puedes. El capitalismo lo que asegura es la esclavitud del hombre al capital. ¿Qué hombre va a ser libre si ni su vida ni su trabajo valen nada si no producen rentabilidad? Eso ni lo tenéis en cuenta, no os importa.
Y veo que tampoco tienes muy claras las cosas. Me pones dos enlaces sobre trabajo infantil, pero que no sirven para nada, puesto que no se dice qué papel juega el capitalismo en la protección de, entre otros, los niños. Te limitarás nuevamente a poner dos enlaces y olvidarte de pensar.
De lo que dices de las necesidades básicas, quizá no piensen lo mismo que tú los miles y millones de personas que viven en la absoluta miseria en países capitalistas. La socialdemocracia (yo no soy partidario de ella) también asegura tener las necesidades básicas cubiertas, eso no es ningún logro del capitalismo.
Por último ya dejas entrever la triste soberbia típica de los defensores del pensamiento único: dices ENTRE LOS DE TU SECTA, como si yo, por tener opinión, perteneciera a una secta despreciable. A lo mejor es que soy un terrorista sólo por no pensar como tú, jaja. Qué pocos recursos y qué aversión le tenéis a eso de pensar, sobre todo cuando alguien no lo hace igual que vosotros.
Feliz Navidad a usted también.
Creo que se ha tragado un comentario. CAsi es mejor que lo lea en pudorosa intimidad. Feliz Navidaz, a la ceremoniosa manera de los alemanes.
Usted, D Luis, como prototipo del “antipensador-único” – no solitipo ni unitipo – siempre ha pertenecido a la estirpe de quienes, en medio de un ambiente general agresivo, afrontaron el reto y, en lugar de introyectar acríticamente las invectivas hostiles, supieron analizarlas con inteligencia contractiva y discernimiento crítico.
Su liberalismo no fue mentira de bienpensantes, escorzo perezoso ni estado de flatulencia vago y crónico que hará decir a los progres que el microbio “ libegal” sólo sabe vivir en aire confinado… no tuvo miedo a la libertad ni miedo a la verdad ni miedo a vivir.
Ahora bien, a estos cínicos estercolares yo les pararía los pies quevedescamente: “Alto ahí, ¿¡que me queréis herir con vuestras nadas?!”
Pues que tanteen, que tanteen. Yo tengo algo más de paciencia que Yuste. Más que nada, porque el mío también es un percentil pequeño, aunque sea de León. Para ir subiendo en la escala no hay nada mejor que someterse a tanteos y reautoanalizarse en cada respuesta que se da. Estas cosas curten.
Los que pronuncian condenas genéricas con más palabras de las necesarias y sin proponer alternativas… no son creíbles.
Te están tanteando para utlizar tu propio sentido de la justicia en contra tuya.
Antonio Yuste tenía, seguirá teniendo, poca paciencia para los cínicos. Los que no llegamos al percentil nonagésimo noveno ni somos de León siquiera debemos aprender a leer y pensar por nuestra cuenta.
Gracias JotaEle.
Acabo de cenar y pensaba ponerme a buscar unos enlaces para ac. Ya lo has hecho tú, y bien elegidos además. Yo, si acaso, hubiese añadido la conferencia de Vargas Llosa, que puede verse aquí.
Saludos.
Tenemos esas respuestas preparadas para tí
Aquí y aquí. Y si no te gustan tenemos más.
Mentira cochina
Pues sí. Tener las necesidades básicas cubiertas puede ayudarte a cubrir otras necesidades, como una mejor educación, ocio, etc. Pero claro eso sólo si quieres, usa tu libertad.
No has dado ninguna, sólo una serie de afirmaciones sin justificar. Puede que valgan como consigna entre los de tu secta, pero aquí hay que argumentarlas.
No esta demás que antes de entrar en una bitácora como elefante en una cacharrería hagas los deberes.
¿Que el capitalismo asegura la libertad del hombre? Una afirmación brutal. ¿Puedes decirme cómo?
Cuando dices que el capitalismo genera riqueza tienes razón, pero lo hace a costa de explotar todo lo que esté a su alcance: recursos materiales, seres humanos… lo que sea, todo vale.
Hablas de riqueza refiriéndote únicamente al dinero, como si tener más dinero nos hiciera vivir mejor o ser más felices, como si tener dinero solucionara todos los problemas del ser humano.
Ya te he dado varias explicaciones: si algo no es rentable no se hace aunque ello conlleve que siga muriendo gente; mercantilización de todo, incluídas las relaciones humanas… De todo se puede hacer negocio, sin escrúpulos, lo único que importa es sacar rentabilidad a costa de lo que sea. El arte ya no importa, lo que importa es vender discos. ¿Qué más quieres que te diga? ¿Sólo te vale que te ponga datos numéricos, no reconoces que esas cosas están pasando? Si no lo ves, deberías mirar un poco mejor.
El único recurso que te queda es pedirme que cuente en los comentario de un blog cuál es el sistema ideal para la humanidad, así, de repente, cuando simplemente estoy opinando sobre el daño que el capitalismo ha hecho al mundo y más concretamente a la vida de las personas. Lo que no puedo esperar y no espero es que tú ni tan siquiera te plantees que el capitalismo pueda tener algo malo, así que sé que ante una opinión como la mía tú te cerrarás por completo, no vaya a ser que te cuestiones las cosas… Qué peligro.
Que tengas un buen día tú también.
Es que sigo esperando alternativas, ac. Yo digo: el capitalismo es el mejor sistema posible para generar riqueza y bienestar, para asegurar la libertad del hombre. Este blog (y la historia) está repleto de ejemplos.
Tú me dices que no, que no es así. Y yo te pido datos, explicaciones, alternativas. Como vuelves a negármelas, me dije, «a ver si por el lado del amor propio…» pero ni por esas, No sales de tu indignación por lo que has entendido como una ridiculización.
Pues vale, que tengas un buen día. Yo, gracias al capitalismo, sigo trabajando para mejorar mi bienestar y no le debo nada a nadie. Así, mientras tanto, tal vez se te pase la pataleta y me explicas, por fín, qué sistema es, según tú, el más adecuado.
Lo saco del capitalismo en sí mismo no de nada que hayas dicho tú. En el capitalismo, como deberías saber, prima el capital sobre el trabajo de las personas para crear riqueza. No hace falta poner datos porque todos podemos ver que para el capitalismo si algo no es rentable, no merece la pena hacerlo.
Y lo último que citas es mi opinión, que para eso está dicho por mi. Tú lo que has hecho es tomarte a broma mis opiniones e intentar ridiculizarme por ellas diciendo «esperaba redencion».
De dónde sacas que eso es así? De algo que he escrito-dicho yo? no creo. Habla por tí.
Te recuerdo que el primero que «sentó cátedra» (por eso del pensamiento único y tal) aquí no fuí yo:
¿Es que necesitas que te dé datos, numéricos, por supuesto, que es de lo único que entendéis, para demostrar que esas cosas pasan? Jaja…
Pues nada, también veo que eres otro de esos defensores del pensamiento único que cuando se encuentran con alguien que piensa diferente enseguida corren a pretender ridiculizarlo («esperaba redención»…). Nada, tú a lo tuyo, a dar gracias de que tienes para comer caliente, qué importa que para conseguir eso hayamos tenido que caer en dar más importancia al dinero que a las personas… Al fin y al cabo lo que importa es la pasta, ¿a que sí?
Por supuesto que estoy en el paquete! Por eso esperaba redención.
Los datos que te pido son éstos?:
Cómo era eso de los recursos?
¿Acaso no estás en el paquete? ¿Acaso no te he dado razones por las que pienso que el capitalismo es negativo? ¿Acaso no he explicado por qué el capitalismo desposee a las personas de su vida? Pensé que tenías recursos mejores que hacerte el loco.
Me decepcionas, ac. El comienzo de la «charla» había sido esperanzador:
y me metías en el «paquete»:
Yo ya estaba esperando redención.
En serio, cuando dices que
tienes datos que lo confirme, o es más una «sensación» la que te impulsa a escribir esa afirmación? Una «creencia»?, no sé, algo que no va con tu concepción «moral»?. Eso es lo que espero que me expliques, ac.
Jaja, ¿cómo creo que debes pensar? ¿Es que tengo yo que decirte cómo pensar? Piensa tú…
Abro la mente: cuéntame. Tu que eres? Qué propones? Cómo crees que debo pensar yo?
¿Tú también eres de los que piensan que si no eres capitalista es que eres comunista? Abre un poco la mente, que luego me dices a mi no sé qué de consignas…
Me alegro de que estés vivo, y de que tengas casa, y calefacción, y de que tus hijos coman caliente todos los días, y de que puedan hacer lo que quieran (pffff, eso de lo que quieran…).
Lástima que a costa del capitalismo las vidas de mayoría de la gente estén absolutamente vacías y alienadas, sean esclavos del capital y sus acciones, sus capacidades y emociones no valgan nada si no producen dinero y rentabilidad. Os seguimos dando las gracias porque haya gente que siga muriendo de enfermedades que se podrían curar si no fuera porque no es rentable producir los medicamentos necesarios. Gracias por hacer que las reglas del mercado se inmiscuyan en todo, en la vida cotidiana, en el arte… Sí, sin duda el capitalismo es lo peor que le ha pasado a nuestra especie. Para poder comer caliente a diario no es necesario convertirnos en mercancías.
Efectivamente, ac. Tú sigue siempre al lado de «los buenos»:
En cuanto a lo de “presos del capitalismo”… imaginemos que es verdad, que soy una pura mercancía. Anda! si estoy vivo! Y tengo casa! Y calefacción! Y mis hijos comen caliente todos los días! Y pueden hacer lo que quieren, e ir a donde quieren!
Viva el mercantilismo!
En otras palabras: baja del carro de la consigna y recapacita.
No hay hombres más alienados que los que están presos del capitalismo.
Desde que ese cáncer se ha propagado por el planeta, los SERES HUMANOS caen como moscas, y no me refiero a que se mueran. Se han convertido en simples mercancías, y la mayoría de sus relaciones también. Gracias, capitalistas, por extender la plaga que mayor miseria moral ha traído a la humanidad…
Prefiero un mundo menos feliz y con más sentido común. Gran entrada.