Durante mucho tiempo he sostenido que no hay – no puede haber- una distinción de principio entre lo natural y lo artificial.
our pride in human amazingness and distinctiveness – understood theologically or in terms of evolution – is matched by our self-loathing (beautifullly developed in the monotheistic traditions and environmentalism), and we regard our own interventions primarily as destructions. »pollution’ is a nice site of this struggle: pouring artificial poisons of our own invention into a pristine nature. so think about this: the gummy black toxic slop pouring into the gulf of mexico is an entirely natural substance: it hasn’t been refined or processed at all; it is the trace of billions of organisms over millions of years; what’s going to kill everything is an essence or a remainder of life. all we did was…release it. that is a much better model of us in relation to our world: not standing outside it destroying or conserving it from the heights of consciousness and technology, but issuing slight deflections or articulations of it, wholly from within. if we were to destroy nature (which, i tell you, is by definition impossible) it would be nature devouring itself. — Crispin Sartwell
Y usted, querido lector, qué opina?
Imagen de Abstruse Goose vía Szara’s Soup
Solo es una definición. Y las definiciones solo tienen que ser consistentes. Por ej:
– Artificial: Hecho por mano o arte del hombre. (RAE)
– Natural: No artificial. (PM)
En el Golfo tenemos un producto natural, artificialmente depositado allí. ¿Nos sirve de algo la definición? Yo creo que sí. Nos dice que si hacemos el indio, acabamos con los pies llenos de galipó en la playa.
Cuando nos encontremos con un platillo volante, tendremos un problema con la definición. Y diremos artificial = producto de una inteligencia de nivel X. Pero hasta entonces, no.
Todo lo artificial ha salido de la madre naturaleza, incluso los residuos nucleares proceden de una mina de uranio, el hombre no ha hecho más que reconcentrarlos y aprovechar su energía. Sería mucho más ecológico molerlos, disolverlos hasta una concentración inocua, y diseminarlos en el ambiente o en el océano.
Ocurre igual con el plástico, el producto artificial por excelencia, pero ahora hay «plásticos naturales» procedentes de cultivos industriales. Para mi ambos son igual de naturales o igual de artificiales, es una cuestión de educación, nos enseñan a valorar lo natural y despreciar lo artificial.
Este tipo de pensamiento impide valorar ideas como la anterior, o la de quemar los plásticos y recuperar parte de la energía que gastamos en fabricarlos, esto sería más ecológico que concentrarlos en vertederos donde tardarán años en descomponerse.
Pero incluso estas ideas generan rechazo en un blog como este.
Para finalizar, piensen en esto:
Nunca se han fabricado tantos productos naturales como ahora.
La demonizacion de lo artificial no quita utilidad a la diferenciacion entre lo artificial y natural.
Es una entrada muy escueta, pero el tema da mucho de sí. Con respecto a la cita de Mr. Sartwell, yo diría que el ser humano, al crear sus artefactos, lo que hace normalmente es manipular la materia en sentido contrario a la entropía, pues detrás de esa actividad hay una intención creadora y una inteligencia: de informes rocas crea esculturas como las de Miguel Ángel o edificios como la catedral de Chartres, con arena de diferentes colores crea mandalas, y a partir de complejos procesos de manipulación de la materia crea aparatos como los iPhone, que son artefactos sumamente ordenados. Al principio, el ser humano manipulaba la materia de un modo rudimentario, al modo de los castores cuando construyen sus diques. El proceso se fue volviendo más complejo, y ahora se manipula a un nivel muy sofisticado.
Creo que las destrucciones o acciones humanas que van más en el sentido de la entropía son insignificantes si somos capaces de verlas a una escala sobrehumana. Cualquier cometa de poca monta es más destructivo de lo que han sido miles de millones de seres humanos desde los tiempos de Homo Antecessor, por muy natural que sea el cometa y muy artificiales que sean la guerra o la minería.
Por otro lado, si lo vemos con suficiente perspectiva temporal, el trajín que se trae el ser humano en esta pequeña bolita del Sistema Solar es tan efímero, probablemente, como lo fue un petardo en las Fallas de Valencia de 1956 con respecto a la historia de la Humanidad.
Hace poco leí un relato de Jünger titulado «El bosquecillo 125»; es un relato de guerra, de la Primera Guerra Mundial. Hace una descripción de un jardín bombardeado y se maravilla al ver cómo la vida recupera el terreno perdido, con una feroz tenacidad:
«Por todas partes veía cómo el mundo vegetal se adueñaba del terreno. Las plantas se introducían, colgando, en el interior de los viejos embudos; la manzanilla, la grosella y el alhelí amarillo se habían refugiado en los restos que quedaban de las paredes; las ortigas habían tomado al asalto los montones de escombros; las losas de piedra de los caminos de los jardines habían desaparecido bajo alfombras de musgo de un color pardo dorado. Pensaba para mí que si este ansia de vivir y de crecer pudiera ser percibido por nuestros oídos, su estruendo superaría en mucho los ruidos producidos por la más grande batalla de los seres humanos.»
Hace poco vi también un documental titulado «La tierra sin humanos» (un festival de la entropía), y una de las cosas que más me llamaron la atención de ese festival de la entropía fue que estructuras como el puente de Brooklyn se vendrían abajo en cien años, por falta de mantenimiento. Para entonces, las antes populosas ciudades serían ya selvas inextricables.
Hablando de natural o artificial, la tetas de Alicia Young ¿son naturales o artificiales?
Hoy descansamos de cuestiones técnicas de economía, política y sociedad. Toca nivel tres.
Nada humano es «artificial». Pero nuestra proliferación y nuestras colonias, a diferencia de las de las hormigas, han crecido demasiado para el planeta y sus limitados recursos. Otras partes de la naturaleza no nos han contra-balanceado todavía. Destruímos los habitats de otros animales no humanos, de vegetales o incluso de nuestras «hermanas lejanas», las rocas y otros entes/cosas inanimados, como recordaba siempre Thomas Mann en sus novelas, repitiendo lo del paso del no ser al ser, de lo inanimado a lo animado, y luego al hombre. ¿Seremos un paréntesis equivocado en la historia del ser o de la vida, o una parte relevante de la escalera o del rollo concéntrico?
Solo podemos hacer un «educated guess», No estaremos aqui para ver como acaban ( o no, que diría Rajoy) los multi-universos, una gentileza o alarde que permite al mismo tiempo la idea de un algo omnicopmrensivo y que al mismo tiempo cada subparte de la naturaleza tenga la libertad de elegir.
Somos un brevísimo paréntesis en el devenir de la historia de la vida en el universo. Me resisto a considerar los resultados de nuestra acción como «buenos» o «malos», pues para ello necesitamos de lo que carecemos: perspectiva futura.
Creo que el instinto de autoconservación y nuestro afán por cubrir nuestras necesidades serán uno de los factores limitantes de nuestra «expansión». Por los mismos motivos y dado que no somos hormigas, el ingenio y la innovación abrirán nuevas formas de intercacción con el medio, nuestros vecinos naturales. La discusión entra entonces en si permitimos que los humanos actúen según su condición o si les planificamos las acciones.
Al final, nadie se acordará de que existimos.
Es lo que piensa un amigo mío: somos un paréntesis corto, y mejor que nos divertamos.
El problema de la valoración (se puede decir que una acción es malo o bueno?) es dificil. Un famoso griego acabó por decir que es un sentimiento interno el que nos indica si algo es malo o bueno. La capacidad de percepción interna parace ir haciendose más fina con el tiempo. Yo me debo haber tomado la pastilla equivocada y en este simulacro, soy de los que creen en la existencia de valores y en tratar de seguirlos.
Institivamente me apunto contra las «planificaciones». Ya sabemos como funcionan y que resultados tienen.
No, no habrá recuerdo alguno de nadie, ni de Siddharta Gautama, ni de Napoleón, ni de la raza humana. Seremos polvo…pero quizás polvo enamorado.
Por?