Le recomendaría al señor Javier Solana que contratase a una empresa nueva de seguridad y fuese al neurólogo. Me temo que le han lavado el cerebro a través de los auriculares del avión en el que se mueve. Sólo así puedo explicarme que pueda apoyar la candidatura del islamista Gül mientras los turcos salen a la calle por cientos de miles clamando por el secularismo.
Y yo que estaba convencido que sólo el malo malísimo Aznar hacía oídos sordos al clamor del pueblo. Me temo que se trata de una patología propia del político en mayoría absoluta. Y del político en mayoría «comprometida», si pensamos en nuestro querídísimo Zapatero, cada vez más comprometido con ETA y menos con los españoles.