Lo vemos todos los días en la cotidianeidad de nuestro trabajo, de nuestras relaciones sociales: aquellos que son incapaces de aportar contenidos en un debate terminan por convertirse en los bufones de la ronda, o los olvidados, o los agradables. No son nunca incómodos, pues su única forma de interacción social es la de agradar a los demás. No encuentran otra vía para ser aceptados en «la ronda», pues toda otra aportación que hiciesen, por baladí, resultaría irrisoria en lugar de simpática. Y para agradar lo mejor es adaptarse, disfrazarse, transformarse. Su vida es un camerino atiborrado de disfraces y maquillajes, lleno de biombos tras los que se esconden las mentiras que les contaron a unos para agradar a los otros.
Mira qué agradables somos!
El título de este post merece un premio. Voy a incorporarlo a mi compendio de frases hechas. Sencillamente, magnífico.
Lo siento Bazán: sí, es para llamarte degenerado.
A mí me da miedo.
Pues ya era cardo de por si o sea que
Llamadme degenerado si queréis, pero a mí Leire Pajín vestida de esa guisa me da mucho morbo…