¿Será vana ostentación? ¿Se les enciende una neurona en el cerebro profundo a los ricos que les mueve a mostrar a las cámaras todos y cada uno de los recovecos de sus inmensas mansiones y casas de campo y playa cuando ven en las noticias que el número de parados asciende a 5 millones? ¿Lo hacen en función de los millones que les ha costado la casa, equiparándolos con los de parados? Ya los hay hasta famosos. El simpático Fernando Hierro, un tío verdaderamente majo, ya se le ve, ha sucumbido a esta extraña forma de ostentación y ha mostrado su CASAZA en Málaga. Supongo que tendrá otros inmuebles en propiedad, para empezar en Madrid. Es rico. Se lo ganó jugando al fútbol. Nadie se lo discute. No entremos en cuestiones de justicia social porque acabamos con progretadas. Pero ¿por qué, Fernando, por qué tú? ¿Tú también? (le diría César a Brutus). Nos clavan el puñal de su riqueza entre las costillas directamente en el corazón. Nosotros, nuevos pobres, clases medias venidas a menos, tenemos que contemplar el bienestar, la abundancia, la paz de espíritu, la belleza que rezuman esa casa y sus paredes. Ay, Hierro, me apena que hayas caído en eso. Detrás de ti, Gonzalito Miró, chico de la Zeja, pues me parece el tipo apropiado. Un sociata millonario con CASAZA que va de ser un humilde “uno más”. Típico. Gonzalito, al que adoptó González, el que asesora al hombre más rico del mundo (digo yo que alguna migajica le caerá de ello). Gonzalico nos enseña su casita, en plan, bueno, esta es mi casa y tal. Y así otros famosos, algunos que son algo más que famosos, a diferencia de Gonzalito, tertuliano de la nada, zejijunto de la ruina, trabajador sin necesidad de trabajar. ¡Qué vidorra! ¡Yo así también soy sociata, majo!
Hace tiempo que veo esos programas que emite no sé qué gran cadena de nuestro país -a lo mejor varias- de “gente que enseña su nidito”. Los niditos son palacetes posmodernos, algunos realmente extravagantes, muy al gusto de su propietario. Están modelados al antojo de quien va a dar a luz algo. Wagner, que siempre fue un dedudor-moroso delincuente financiero, gustaba de rodearse de las mejores sedas. Consideraba que la sociedad le debía todo a él, por ser el gran Wagner. Ciertamente su música es grande, lo cortés no quita lo valiente, pero él era un pedante engreído. Luego se permitía el lujo, entre tanto lujo robado, de unirse a movimientos revolucionarios. Todos cortaditos por el mismo patrón, y todos con trajes de confección a medida, y buenas casas (la suya en Suiza era formidable, con vistas a un lago). Ese genio musical puede perfectamente estar sonando en mis cascos, o Brahms, o Beethoven u otros de antes y después del romanticismo, mientras de fondo mi mujer tiene puesta la tele con el maldito programa, que adquiere un colorido especial al son de las orquestas y los coros sublimes. Realmente los comentarios que hacen los propietarios de las casas sobre el ala norte o el ala sur, o la piscina de yo que sé que tamaño, no me interesan demasiado. Presto más bien atención al lenguaje no verbal, que dice mucho más de lo que la gente cree. Pero no entraremos en psicologías ni en presunciones de conocimiento. El hecho es que la gente con mucha mucha pasta disfruta enseñando sus mansionazas en la tele, y cómo las han hecho a su gusto, y lo originales y creativos que son, y se les ve en la radiante sonrisa, que a veces resulta bastante falsa, de cara a las preguntas que les hacen, pero otras tiene el brillo de lo auténtico, de regodeo con su suerte. Pero…ay… su suerte puede cambiar.
No me han resultado tan chocantes ni molestos los famosos (por méritos o por ser hijo de-estos últimos nos los merecemos, como país) como los no famosos, que buscan sus quince minutos de fama warholiana en la tele, para fascinarnos con lo alucinante que es su morada. Yo alucino, ciertamente, pero con el hecho de que la muestren a las cámaras a todo el mundo, y que lo hagan, como digo, en plena época de crisis, en la que muchas personas han pasado ya a formar el nuevo lumpenproletariado a partir de una clase media que, guste o no, trajo Franco, ese tirano, siempre maldito donde alguien maldiga.
Escuchad chicos, si es que alguno lee algo aquí: no es por envidia, pues soy muy austero y prefiero vestir harapos a lucir joyas, si me acompañan la salud, el amor y el buen vivir. Vuestros spots publicitarios de MICASAESLAMEJOR son un insulto a quienes no pueden acceder a una casa, a los que la perdieron con la crisis financiera, a los que están en paro y pronto no podrán pagar la hipoteca de su choza, en fin: sois unos estúpidos engreidos y unos fanfarrones, como lo era el Rey Creso. Si, cuento la anécdota mil veces contada, pero no por ello menos instructiva (Taleb también la cuenta, y todo aquel que conoce el papel de azar en la vida): El Rey Creso recibió la visita de un legislador ateniense de nombre Solón. Le estuvo mostrando orgulloso todas sus riquezas, a lo que Solón permaneció atento y aparentemente inmutable. Cuando acabó la exhibición, Creso preguntó, a Solón: ¿Crees, acaso, que puede haber hombre más feliz en la tierra? Y Solón se limitó a sentenciar, aforísticamente, que uno sólo podía presumir de ser feliz cuando había muerto, rodeado de los suyos. Puede que haya transformado un poquito la historia, narrada por Herodoto, pero lo esencial, la moraleja de esta leyenda (porque probablemente no se diera tal conversación), viene cuando Ciro el Persa conquista las tierras de Creso y manda quemar vivo al Rey Creso. Este entonces se lamenta de no haber entendido hasta entonces la respuesta de Solón, y lo cierta que era. Mientras estamos vivos estamos en peligro. Nuestra naturaleza nos ha dotado de mecanismos psicológicos para el afrontamiento de los reveses en la miseria y para intentar obtener recursos en la prosperidad. Nos adaptamos lo mejor que podemos. Pero ser rico hoy no te garantiza que mañana no vayas a ser pobre. Si tienes una CASAZA hoy, quizás mañana, por algún enrevesado tropiezo de la suerte que te haga caer mal, acabas en una zanja. Deja de presumir vanamente, deja de chulearle a los que las están pasando putas, tontorroncete. ¿O es que eres tan bobalicón que ni siquiera te has dado cuenta? Ay, la Santa Inocencia. Porque efectivamente puede que lo que suceda es que en tu burbuja de gente in no te hayas percatado de que hay un gravísimo problema en este país. Mejor sería que tu ostentación te la guardases para tus amigos, o para los que vayan a hacerte la pelota.
Germánico, me temo que Catón el Censor era un hombre rico y tacaño y nada modesto; sólo que, en lugar de jactarse de amor al lujo, se jactaba de amor a la austeridad (lo que me parece, ya que has usado la palabra, menos natural, no más). Se alababa, por ejemplo, de no pagar jamás más de 6000 sestercios (si mal no recuerdo) por un esclavo y de venderlos cuando envejecían para ahorrarse el mantenerlos en su improductiva senectud; lo cual, por cierto, más que de la pía virtud tradicional romana que Catón reverenciaba de boquilla –o más bien de bocaza, y agresivamente– era un rasgo de la novedosa racionalidad helenística que profesaba detestar. Yo querría elegir con más prudencia mis modelos éticos… 😉
Si, es cierto Marzo, era un tipo huraño y rácano, y le obsesionaba Cartago. Y Epicuro, el padre del hedonismo, era un tipo austero que llevaba una vida frugal, sin cometer excesos.
He utilizado a Catón el viejo en parte como una ironía (porque me han puesto de vuelta y media en este post). En ningún caso es mi referente moral, si es lo que has creído entender. Precisamente un Epicuro sería el más adecuado.
Por cierto: me alegro que te hagas visible. Últimamente te veía menos que a Epicuro y a Catón.
No, a mi tampoco. No me dan envidia. Tampoco me alegro por ellos. Algunas casas me parecen bonitas, aunque no soy muy dado a apreciar la estética del diseño de interiores. Mi mujer me dice lo mismo que tú, y se descojona de la polémica. Me dice: ¿Qué. te están zurrando? En fin. Está claro que a nadie más que a mi y a cuatro pirados amantes de la austeridad y el no mostrar en público -sobre todo a uno desconocido- las intimidades de mi hogar y/o mi vida, nos parezca cosa de vanidad y estulticia. Quizás sea supernatural lucir tus super obras de arte de decoración y que te gusta la filosofía Zen o el arte africano o no se cuál pintor de vanguardia.
Y sólo a mi, a los envidiosos, y a algún parado sensible a las tremendas vaciedades de esa estética y a los inmensos abismos sociales que se dan, que se abren cada vez más como las carnes de un saeteado, nos parecerá una ostentación pueril o perversa de chiquitos y chiquitas que viven en burbujas en las que 5 milones de parados son «un mero dato estadístico».
Se pregunta Germánico.
Porque les da la gana. Es incluso posible que les paguen por ello. Y están en su legítimo derecho.
No voy a entrar en si las casas las han adquirido a mano armada o con el sudor de la frente. No soy yo juez. Pero si las tienen, y las enseñan, no veo el problema. Yo no vivo en una mansión, pero no envidio a quien lo hace. Este tipo de programas me sirve para ver ideas de decoración y aumentar mi motivación en el trabajo: yo también voy a tener una casa de esas. Pronto! 😉
No te enfades, Germánico, pero mostrar lo que se tiene no es ningún delito, ni reprobable. Si acaso, narcisista y vanidoso. Pues vale, con su pan se lo coman.
Está claro que este agua ha caído en cántaro roto. Si hasta Luis se parte la caja con el asunto, me retiro con la cabeza agachada y el rabo entre las piernas.
Hala, que luzcan sus casas. Que potito.
Pero no lo olvidéis, decadentes del mundo, Catón el Viejo sigue agazapado esperando su próxima oportunidad de…..importunar.
Por cierto, sí, soy nuevo por aquí. Y el tipo de letra me trae loco. Creía que te había citado correctamente dos frases y en mi post salen sin citar. Son:
«”Mira ese, cómo vive, como un señor, y yo aquí jodido”. Más de uno pensará eso. ¿Envidia? Puede que en parte, ¿sensación de injusticia? puede que en parte. »
y
«Pero no le digas: “Eso es porque no te lo has currado, vago” »
Germánico. Bien, pues no politizaré.
Sí, claro que tienes derecho a criticar ese programa (faltaría más). Y, por supuesto, yo tengo igual derecho a criticar tu crítica (creo que ambos coincidimos en este punto). Mi argumento no es que no tengas derecho a hacerlo, sino que tu argumento es erróneo.
Sobre:
”Mira ese, cómo vive, como un señor, y yo aquí jodido”. Más de uno pensará eso. ¿Envidia? Puede que en parte, ¿sensación de injusticia? puede que en parte.
Pues es una lástima, pero si lo pasa mal es sólo por su culpa.
Pero no le digas: “Eso es porque no te lo has currado, vago”
Y no porque no se lo haya currado. Ahí me he expresado mal o has entendido mal, pero no es lo que quería decir. Lo siente mal por su culpa: por sentirse mal al observar el bien ajeno. De verdad que no es una cualidad positiva esa. ¡Sentirse mal por el bienestar ajeno! Es de locos querer proteger esos sentimientos. Es de locos pedir a unos que no muestren lo suyo por no herir a quienes se sienten molestos.
Cuando yo veo que a alguien le va muy bien, y simplemente no lo ha robado (porque me da igual que se lo haya ganado con su esfuerzo, sólo me importa que no lo haya robado ni hecho trampas de algún tipo) me siento bien por él.
Una expresión de las que has usado no me gusta: Suscitar envidias. La envidia no se puede suscitar si el otro no es realmente envidioso. A mí nadie me puede suscitar una envidia malsana (como la que estamos describiendo) por mucha ostentación que haga.
No creo que sea el momento de lucir esas cosas, simplemente. Y me da asco quien las luce en estos momentos, porque es insensible a la situación social. E insisto en lo que dije más arriba, que creo que es un mal endémico en nuestro país, la envidia y sus reversos de ostentación: los que padecen envidias suelen ser los más dados a detectar presuntas envidias en los demás, y a los alardes, en cuanto tienen ocasión.
Pero en fin, como en este asunto no tengo demostraciones científicas a mano, lo dejaremos estar. Se deberá todo a que soy un envidioso, aunque más bien comparto la austera filosofía de Solón.
Juano, son muy libres unos de enseñar sus casas y otros de ver el programa (como mi mujer o -pasivamente, como antes algunos fumadores- yo mismo). Pero yo estaba enfocando el asunto desde otra óptica, que tú descartas a priori, ya que dices que no ves obscenidad en ello.
Según la RAE obsceno es aquello: Impúdico, torpe, ofensivo al pudor.
Impúdico: sin pudor, sin recato
Pudor: Honestidad, modestia, recato.
Yo creo que, a la luz de estas definiciones, y dado lo que está pasando en este país, lo que hacen estas personas es obsceno.
Que cada cual juzgue lo que le parezca. Pero que no me vengan, como me ha venido el de arriba, con que soy un envidioso ni con razones tan poco poderosas como ¿y por qué no? Porque yo he escrito este post porque me he preguntado precisamente lo contrario ¿por qué lo hacen? o, más concretamente: ¿por qué lo hacen sin recato ni pudor alguno en estas circunstancias?
Los que padecen envidias suelen ser los más dados a detectar presuntas envidias en los demás, y a los alardes, en cuanto tienen ocasión..
Recuerdo que en Africa una de las cadenas francesas de televisión retransmitía (ahora no tengo constancia) infinidad de reportajes enseñando castillos y mansiones. Ciertamente era un contraste enorme para aquel público. A algunos supongo que les creaba el efecto llamada, el deseo de ir al paraíso donde estaban aquellos palacios. A otros les generaría un deseo de progreso para acercarse a las comodidades que veían. Y no pocos usaban aquellas imágenes para justificar su lucha política contra el expolio de su tierra que financiaba aquella obscenidad que le pasaban luego por las narices.
Supongo que aquí los efectos deben de ser más o menos los mismos cambiando sólo la gradación.
Pero para llegar a imputar obscenidad en los exhibidores se precisa de un juicio de valor que yo no me veo capacitado de sostener más allá de mis presunciones. Primero hay que dar por sentado que ese patrimonio se ha logrado de manera inapropiada o inmerecida. Y luego hay que dar por sentado que el motivo para abrir las puertas es criticable…
Sin embargo puede ser que esas propiedades se hayan logrado a base de un esfuerzo lícito. Y que el objetivo de mostrarlas sea el de permitir al resto del mundo poder disfrutar de ellas como quien disfruta una obra de arte, un disfrute estético. O que el dueño quiera demostrar que se puede llegar donde él a base de trabajo y sacrificio.
¿En tal caso dónde está la obscenidad?
Además, no es lícito juzgar las acciones de alguien en función de los factores de terceros. El mismo hecho no puede cambiar de calificación ni de grado en base a que a otros les vaya mejor o peor.
Dicho todo esto, ciertamente no son programas que me gusten y las personas que aparecen por norma no las considero interesantes. Que mi gusto siga tu criterio es una cosa, pues en él hasta el capricho irracional es lícito. Pero de ahí a intentar objetivarlo y exponerlo como crítica o norma pública…, creo que no es defendible.
Si los que expusieran sus palacetes fueran Aznar o Zapatero, estaría contigo. Pero si es un empresario trabajador que ha diseñado su casa y ha realizado una obra de arte, ahí no.
*Además, la culpa de lo que se ve en la tele es del que sintoniza el canal, no del que emite…
Normalmente la gente que sale en esos programas no es que me den muchas ganas de conocerlas en persona…, pero bueno, si así disfrutan a mi no me molesta.
Obscenos me parecen los palacios y monumentos que se levantaron a costa del pueblo. No hay obscenidad en que alguien muestre lo que ha hecho con el fruto de su trabajo o suerte…
En cuanto a la finalidad de la televisión…, pues viene a ser como poner una película porno: te venden una fantasía, un sueño, en alguno un incentivo… Lo único que me puede molestar y preocupar es que luego la imagen que dan en esos programas se utilice, de manera obvia o sutil, para alimentar una envidia y animadversión hacia los más pudientes. Pero fuera de esa finalidad indirecta, nada se puede criticar más allá del mejor o peor gusto del programa respecto a nuestras preferencias.
Por favor, no lo politices (perdona que te trate de tú, pero es que me siento más cómodo de esa forma y es por no marcar distancias). Yo soy liberal, yo admito que en la televisión se emitan esos programas, pero libremente también los censuro, porque creo que son inmorales, dadas las circunstancias tan crudas por las que está pasando nuestra economía y, con ella -no nos quedemos en abstracciones y meros «datos estadísticos»-unos cuantos millones de familias.
¿Puedo censurarlo? ¿Puedo decir que está mal hacer ostentación de riqueza por la tele cuando sabes que millones de los que te ven están en una situación económica y personal desesperada y desesperanzada? ¿O se me va a prohibir a mi hacerlo? ¿O se me va a censurar por censor? ¿Soy yo el malo, por denunciar los malos comportamientos de los demás? A mi no me vale el TODO VALE. Eso no es liberalismo, eso es una mierda. No todo vale. Hay ciertas cosas que si se tiene cabeza se respetan y si se es un psicópata, un casquivano, un ignorante o alguien a quien le puede más la vanidad que cualquier otra cosa, pues no se respetan. ¿Queda claro mi punto de vista? ¿Te parece mal que lo exprese? Pues a mi me parece mal que te parezca mal, porque en el fondo revelas que eres como ellos. No sé cómo será tu casa, ni si la habrás enseñado en la tele o no, pero no me interesa. Como no me interesa el programa, que ve mi mujer. Simplemente veo a esa gente y me da asco. Nadie les pide que vayan de luto, no te inventes chorradas. Sólamente se les pide que no se pongan trajes de fiesta y salgan a celebrar su fortuna en medio de una masa de parados.
Debe ser la primera vez que entras por aquí, atribuyéndome el error colectivista de tomar la sociedad como un todo. Y quizás sea la primera vez porque este tema en particular te toca alguna fibra sensible. Pues si te meto el dedo en una llaga lo siento. Yo no tengo de qué avergonzarme. Otros, sencillamente, no tienen verguenza, y no saben que no la tienen.
Ya no se trata de que un a priori envidioso se sienta mal. Se trata de SUSCITAR envidias en personas que se encuentran en una mala situación. «Mira ese, cómo vive, como un señor, y yo aquí jodido». Más de uno pensará eso. ¿Envidia? Puede que en parte, ¿sensación de injusticia? puede que en parte. Pero no le digas: «Eso es porque no te lo has currado, vago» porque a lo mejor te cae una bofetada. ¿Entiendes? No le digas eso a un buen profesional con un excelente desempeño durante años o décadas que se ve de pronto en la calle con treinta o cuarenta y pico años. Ese profesional tiene serios problemas para encontrar trabajo y pone la tele y ve al payaso ese que es hijo de, o a otro que es oftalmólogo, presumiendo de palacete. Y, créeme, en estas cosas del subir y el bajar en la escala social no todo es mérito: existen el azar y las influencias.
Así que dejemos de hablar de envidiosos, pensemos en aquellos que, de la noche a la mañana han pasado de un sueño tranquilo a una pesadilla, sin haber hecho absolutamente nada para merecerlo, ni siquiera votar a la PSOE. ¿Pueden sentirse ofendidos porque una superestrella del fútbol o un empresario con éxito en cualquiera sabe que negocio hecho con un Ministerio, enseñen sus casas, por ejemplo?
Mi argumento es que me hiere porque sé que a mucha gente le hiere, porque sé que es tóxico, porque sé que pone en evidencia unas desigualdades de rentas y patrimonios que no se corresponden, en muchos casos, con diferencias de valía. Y que lo hace cuando las diferencias son mayores, y algunos cuelgan del abismo. Pero no, que no vayan de luto. Simplemente que dejen cerrada la puta puerta de su casa.
Anda que menudos ejemplos más alejados del tema estás proponiendo. La cuestión es que unos no tienen obligación (de ningún tipo, ni siquiera moral) de vestir luto por la sociedad; de ir tristes, de no hacer ningún tipo de ostentación.
No cometa el error colectivista de tomar la sociedad como un todo homogéneo. Los problemas de unos no son los problemas de todos y no atañen, por tanto, a todos.
A mí no me hiere nada la ostentación ajena, pero sí me disgusta la actitud de quien se erige en censor moral público.
Y si es telebasura y triunfa, a lo mejor es porque hay muchos telespectadores-basura. Y, sobre todo, ¿qué importa?
En definitiva, su argumento es que le hiere porque los envidiosos se sentirán mal. ¿Es esto serio? Los envidiosos se sienten mal por su propia culpa, por albergar un sentimiento tan bajo. Mejor haría usted, para evitar esa sensibilidad, en educar a los envidiosos antes que en criticar actitudes ostentosas.
Decir que unas sensibilidades (ajenas) pueden verse heridas por una actitud para censurarlas (moralmente) nos llevaría a callar en asuntos políticos para no herir a los izquierdistas. Así, no podríamos decir que el comunismo trae pobreza, porque heriríamos muchas sensibilidades. No podríamos decir que los sindicatos son inoperantes, por lo mismo. ¿Desde cuando la envidia y los bajos sentimientos son un bien a proteger? Son los propios envidiosos los culpables de su sufrimiento, y no los demás.
A ti te gustan esos programas. También señalas que 5 millones de parados es «un dato estadístico». ¿En qué burbuja vives, amigo/a?
¿Es de mal gusto el programa Sálvame, hace mal a alguien? Bueno, depende. Quizás el mal está hecho y ese sólo sea un síntoma. Pero es basura moral. ¿A quién puede herir la vanidad de una Esteban o un Kiko y sus cuitas y riñas? ¿No es un modo de ganarse el pan como cualquier otro? Pan del Circo. Circo, mentiras, drogas, sandeces, discursos vacuos políticamente correctos y mucha mala uva desnudando la intimidad de gente, que, por otro lado, en su mayoría se vendió rameramente al mundo rosa.
Quizás sea de mal gusto hacerle una fiesta a un padre que acaba de perder a su hijita de 5 años. Quizás haya cosas que no sean apropiadas en determinados momentos, y dependa del buen sentido, además de del buen gusto de las personas, medir cuando corresponde y cuando no corresponde hacerlas.
No me duele su vanidad y su ostentación por mi: me duele por ellos, por quienes sufren esa envidia, y por la inmoralidad de suscitarla en estos momentos tan delicados, en los que hasta estaría justificada.
El post de arriba está repetido (lo volví a mandar cuando vi que no se publicaba, y luego resulta que sí lo hizo).
Germánico. En definitiva, dices que puede herir a:
1. Los envidiosos, y
2. Los que se sientan heridos por la vanidad de otros
En respuesta a lo segundo, sólo tengo que decir que, de nuevo, el problema está en ellos: ¿Es vanidoso el rico por mostrar su casa? Lo primero es: ¿importa? ¿A quién le puede importar? Y si es vanidoso, ¿qué? Y si a alguien le hiere su vanidad, es sentimiento concreto puede herir a otros.
Repito: ¿Importa? ¿Hace mal a alguien? Al contrario, a mí me gustan esos programas, y me alegro por quienes no pasan penalidades. Creo que quejarse de que alguien no lo pasa mal y, encima, lo hace ver, es lo realmente hiriente.
Puedes repetir el comentario cuantas veces quieras, ya te he respondido arriba. ¿Qué pasa, enseñaste tu casa y no aceptas que te considere una persona «baja» moralmente? Pues tómate una tila, respira hondo, haz unos ejercicios de yoga y sigue tu vida en paz. De verdad, me importan un bledo tu casa y tu riqueza, Borjamari. Los liberales no besamos el culo de los borjamaris, que lo sepas.
Ageof, creo haberte explicado qué sensibilidades pueden ofenderse a parte de la de los envidiosos. Repasa más arriba. Hacer ostentación revela ciertos aspectos de las personas (te reitero lo de tu poca psicología). Es algo de muy mal gusto, por muy fina y elegante que sea la morada mostrada. Yo no envidio la riqueza de otros. Me conformaría con lo que hasta hace poco he tenido. Para eso hay distintos tipos de personas o incluso de personalidades. No todos aspiramos a las mismas cosas. Un científico puede aspirar a descubrir una molécula receptora del cerebelo y un adolescente a montárselo con dos tías a la vez, y otros sueñan con palacios principescos o coches deportivos o buscan estar con la familia y los amigos más a menudo. No todas las aspiraciones son igualmente elevadas. Aunque para algunos sea indistinto.
En cuanto a lo de los porcentajes, te remito de nuevo a la cuestión cualitativo/cuantitativo mencionada arriba, no vamos a hablar de un número exacto, ni siquiera de una horquilla. A partir de cierto estado de cosas que uno puede percibir perfectamente como MUY MALO económicamente y un paro que se puede considerar catastróficamente elevado, el mal gusto de la ostentación se multiplica, pero por favor no me preguntes por cuanto (es otra cuestión cualitativa, en realidad entra en otro nivel de mal gusto más repugnante).
Pero en fin, tratándose de asuntos tan de gustos y tan cualitativos no creo que nos vayamos a poner de acuerdo. Si a ti te gusta Britney Spears y a mi Mozart, por mucho que te diga que el segundo es un genio inigualable y la primera una persona bastante vulgar en todos los sentidos -no sólo el musical- tú seguirás prefieriendo ponerte a Britney en tu MP3.
Hablaba de censura en su significado ético, no legal (acabáramos). Es decir, ¿está mal hacer ostentación? Ya te respondo yo: no. No hay víctimas, más allá de los envidiosos.
No es que aplauda la riqueza. A mí esos programas me gustan, pero aunque no fuese así, no veo que podamos decir que es moralmente incorrecto hacer ostentación. ¿Qué problema hay? Si fuera de mal gusto hacer ostentación, es de un gusto atroz criticar dicha ostentación.
Y repito la pregunta. ¿Qué porcentaje de paro considerarías necesario para no cuestionar este tipo de programas? ¿Y por qué ese porcentaje? ¿Y es que los males de muchos dan derechos, y los males de pocos no? Se considera de mal gusto hacer alarde cuando muchos pasan penurias. ¿Y si son pocos? ¿Acaso no se sentirán igualmente aguijoneados? ¿Aunque fuera uno solo?
Germánico: reprochar a los ricos por hacer ostentación de su riqueza es el equivalente a reprochar a un pavo real que haga ostentación de su magnífico plumaje, a un león dominante que se pavonee orgulloso en medio de su harén de leonas o a una gacela que pierda energías dando esos espectaculares saltos sin depredadores a la vista. La ostentación en todos esos casos es una estrategia evolutiva que ofrece ventajas competitivas a los ostentosos. Cosa distinta es que desde nuestra particular moral de españoles sumidos en la crisis lo consideremos de mal gusto.
PVL, si estos ricachos ostentosos se vieran comparados con los pavos reales y los leones (y otros animales menos bellos o poderosos que juegan el mismo juego evolutivo) se sentirían degradados en su humanidad y seguro que profundamente ofendidos. ¡¡Ellos, simples monos vanidosos!!! Y entenderían que toda crítica hacia su comportamiento (hacia su etología) era debida a la envidia, otra fuerza moldeada por la evolución.
Deben tener bastante audiencia estos programas, Pablo. Se da el curioso fenómeno de que gente pobre o empobrecida en lugar de percatarse de la obscenidad implícita en mostrar el lujo en plena crisis, aplaude con las orejas, se identifican por un momento con los moradores de esas mansiones,soñando que son como ellos. Ver esas casas les hace sentir por un momento que viven en ellas. Pero el espejismo pronto se desvanece. Es tele-irrealidad. Lo importante son los anuncios.
Hay quien puede escribir lo mismo que Germánico tras ver por enésima vez una final de Copa, la reacción puede ser similar. Yo creo que se repite un efecto al que en Hispanoamérica están acostumbrados: en las telenovelas ponen apariencia de riqueza en casas recargadas y enseñan cochazos, la gente a la que dirigen esas historias es gente que tiene muy dificil alcanzar esos niveles de gasto. ¿Se hace por costumbre? ¿Se busca una reacción psicológica? Tiendo a descartar las conspiraciones, así que me quedo con la idea de que emiten estos programas para mezclar el entretenimiento de las telenovelas con el cotilleo de la «telerrealidad». Precisamente ahora que cada vez más gente es más pobre económicamente, estos programas pueden tener más audiencia. La audiencia es lo que atrae publicidad y ésta los ingresos. Y estos ingresos son los que deciden lo que se emite y lo que no.
¿Quién ha hablado de censurar, al menos en su acepción de prohibir?
¿Quién está aquí pretendiendo determinar con un número una cuestión cualitativa, no cuantitativa?
¿A quién daña que un rico enseñe su mansión? Pues seguramente a quienes les envidien, pero también a otros a los que hiere la sensibilidad tanta vanidad y ostentación, y que se produzca precisamente cuando más gente está pasando por graves estrecheces.
Amigo o amiga, no pienses que ser liberal es aplaudir las riquezas. No te equivoques al respecto. Es un modo de entender cómo es legítimo obtenerlas, y cómo es legítimo mantenerlas si se han logrado con inventiva, trabajo o suerte, y no a través de coacciones y fraudes.
Entonces, ¿debemos censurar las actitudes que, sin ser incorrectas, molesten a demasiada gente? Si así fuera, por respeto a los millones de izquierdistas de España, redliberal debería cerrar, ¿no creéis? Repito la pregunta: ¿qué porcentaje de desempleo sería necesario para que la actitud de enseñar su casaza no sea censurable? ¿Un 10%? ¿Un 1%? Y digo más. Aun siendo un 0’1% de paro, ¿no deberíamos censurarla igualmente en atención a ese 0’1%? Es que no estoy acostumbrado a escuchar un lenguaje tan izquierdista en un blog de redliberal: O sea, que como hay muchos pobres, los ricos deberían dejarse ver lo menos posible. Increíble. ¿A quién daña que un rico enseñe su mansión? Sólo a los envidiosos.
Un mero dato estadístico. Ya veo por dónde tiras.
Como psicólogo tampoco eres muy bueno.
Dirás lo que quieras, pero parece envidia. A mí me gusta el programa, y me alegra que en estos tiempos aún haya gente que tenga la casa que quiere. ¿Ostentación? No to todo gira a nuestro alrededor. No creo que se levanten cada mañana pensando en cómo aparentar ante otros. Más criticable es la actitud de quienes insinúan que un mero dato estadístico (las personas sin empleo) es suficiente para censurar que otros muestren lo que tienen. Pregunta, ¿Qué tasa de desempleo sería necesaria para que les permitieses mostrar sus mansiones sin censurar su moral? ¿Un 10%? ¿Un 5%?