ABORREZCO de la forma y sentido que han adoptado algunos de los llamados blogs, o espacios de comunicación abierta en Internet. Sin embargo creo que un análisis meditado y frío convierte tal fenómeno en un enorme desafío y también en una excelente oportunidad para la prensa y los medios de comunicación. Un escritor amigo me asegura haberse dado cuenta de la cantidad de tiempo que perdía visitando algunos blogs, posiblemente inducido por el hecho de que hablaban de él. Pero hastiado al mismo tiempo de estar en boca de gentes que al hablar de sus libros podían hacerlo ¡sin haberlos leído! Ese amigo protestaba por el hecho de que esa circunstancia se diera. Uno, me decía, está tres años trabajando en una obra y alguien que la desconoce y comienza diciendo que no la ha leído, opina sobre ella con la mayor impunidad. Ese hecho se da, pude comprobarlo en una polémica ya antigua sobre crítica literaria, que trajo a la palestra la oportunidad de actuar en el foro a gentes que ni sabían, ni conocían, ni siquiera leían, sólo opinaban, porque el medio está para eso, para opinar, independientemente de su contenido y responsabilidad.
Creo que se está cumpliendo en la forma que han adoptado los blogs que conozco, la prevalencia perversa de la opinión sobre el juicio. A la gente le basta con lo primero, olvidando que una opinión sin juicio, sin discurso, debería ser rechazada. Pero, pese a mi incomodo por la forma en que se desarrollan esos foros me resisto a adoptar la mirada puramente crítica de sus aspectos negativos. También los hay positivos. Enunciaré algunos. El primero me parece a mí que tiene que ver con el propio canal: muchos de los blogs han nacido o viven al abrigo de los medios de comunicacion, especialmente de los periódicos diarios, y servirán para revitalizar la forma misma en que se da tal comunicación, hasta ahora unidireccional…
…Para ello habría que empezar intentando corregir y denunciando algunas de las prácticas más usuales, que resultan inaceptables. Por ejemplo su vulnerabilidad, nacida de la débil resistencia que pueden oponer a que un grupo de amiguetes pueda actuar de mamporreros, ocupando para sí el espacio del periódico o del blog y terminando por bloquearlo a fuerza de su sobredimensión. Quizá, y ya está ocurriendo con alguno de los que conozco, el bloqueo sistemático al que lo someten un grupito de usuarios adictos, que establecen en tal blog conocido, y por tanto visible, su tertulia particular, acumulando sandeces, ocurrencias, falsas agudezas, o estupideces sin número, pueda servir de una reflexión importante: no creo que pueda sostenerse mucho tiempo la práctica del anonimato que permite a una serie de gentes asomarse a un blog con tal grado de impunidad, agazapados en su pseudónimo. Hay otro fenómeno que convendría legislar: el uso de la firma de otro. Cualquiera puede firmar con tu nombre, suplantando tu identidad, bajo las frases más inanes, o los pensamientos más contrarios a los que tú mismo habrías emitido…
Interesantes reflexiones del autor sobre el fenómeno blog.
Considero que la solución a los problemas – existentes y ciertos – que plantea no puede pasar por una «regulación» o un mayor control del medio por el estado. Deberíamos ser los propios bloggers quienes llevásemos la iniciativa a la hora de proponer medidas que impidan el abuso que algunos hacen de la blogosfera. No existen las solucions fáciles, creo. Cómo evitar, por ejemplo, la usurpación de identidad?
agados, es una pena que no exista un smiley «quitarse el sombrero».
Qué razón llevas!
Perry sí, por ahí van los tiros.
«opina sobre ella con la mayor impunidad»
Mi amigo escritor, policía de rellano tijera en mano persiguiendo al que habla de oídas en el patio de vecinos. Valiente escrupuloso, mi amigo escritor, que en una tapia ha leído «tonto el que lo lea». Y se asusta y grita (¡castigadlo! ¡castigadlo) al niño travieso, deslenguado, que con la tiza pinta de oídas tetas en la pared de enfrente. Mi amigo escritor, con las mejillas colorás (¡qué barbaridad! ¡qué barbaridad!), indignado y asustado. Preocupado. Por lo que ha leído, dice. Por lo que han leído, digo. Porque tenga más gracia el garabato travieso que su pluma decente, quiero decir.
Estoy de acuerdo con Luis I. Gómez en su conclusión.
Un blog puede ser muchas cosas. Lo clásico es que sea sólo un espacio para la voz y opinión personal de su autor. La elección del anonimato o la firma bajo pseudónimo siempre ha sido válida, incluso en la Literatura o el periodismo convencional. Los motivos para ello pueden ser diversos. A mi juicio no resta, o no debe restar, interés a la manifestación o al mensaje que pretende el autor.
Es natural que aparezcan en torno a una determinada forma de expresión o punto de vista particular, intervinientes afines o detractores y que el blog se materialice así su particular vehículo de comunicación.
El hecho de que lectores habituales decidan comentar para reforzar u oponerse a nuestros artículos no hace variar, en mi caso, un ápice mis objetivos y determinación al escribir. Sin embargo los abusos de ese mismo anonimato en la toma al asalto de un espacio ajeno pueden dar al traste y ser contraproducentes con ese proyecto personal. Yo suelo comentar cuando creo que tengo algo que aportar y no creo que el forzar la identificación aporte más calidad, salvo por el filtro que el autor pueda establecer. Alguna vez simplemente saludo al autor que me gusta. Entiendo que es correcto y parte de la vida blogosférica.
Estar pendiente de si alguien aprovecha para publicar en tu espacio una imagen porno o publicitarse personalmente puede solucionarse solicitando registro.
Dentro de poco se generalizará el uso de credenciales digitales. Esas credenciales permitirán que junto a los datos de una persona física real pueda asociarse un nick público y si se desea un medio de contacto privado.
El firmante anónimo de una columna de opinión, siempre ha podido ser localizable o contactable solicitandolo al editor del medio. En la práctica los blogs pueden implantar ya ahora sistemas de registro de comentaristas que puedan ser identificados. Un sistema de este tipo evitaría sin duda la usurpación de personalidad y no tiene porque dejar impedir, restringir o «regular» el deseo de anonimato de unos u otros que debe ser respetado.
Resulta asombroso que algunos blogs de personajes conocidos registren 500 o más comentarios al día en los que suelen verse interminables hilos entre los propios comentaristas con poca relación en general con el artículo en cuestión.
Disculpas por la longitud de mi comentario.
Man-porreros… ¿es un anglicismo? 🙂
Y grave también para algunos blogs, en particular de políticos e intelectuales conocidos que intentan divulgar su opinión y abrir un foro de debate es el de la invasión de manporreros.
Tal vez una solución sería la de exigir por parte de los dueños de los blogs la identificación de datos personales e IP, que aunque después podrían firmar a la vista de todos con su alias, desanimaría a algunos cuantos trolls y manporreros, (sorpresas habría también).
Para luchar contra la credibilidad y calidad del propio blog está el mercado que lo regula; no es un problema de los blogs sino de los que zappean y comentan con intenciones coordinadas «deluctuosas», y contra estos, por hoy los bitacoreros, no tienen medidas para defenderse.