Con el sistema digestivo aún totalmente desconcertado tras los excesos de dos días pantagruélicos y el cerebro definitivamente mermado en sus facultades (está recontando las neuronas que le quedan tras la batalla librada contra los blancos, los tintos, los espumosos y algún licor de mayor calado etílico, todo culpa del hígado, que ya esta mayor y no defiende como antes) intento recobrar la actividad bloguera.
No es fácil. Tras leer algunos blogs de RL (no todos, he de reconocerlo) y la prensa de los ultimos tres dias, llena de medias noticias, productos enlatados, estadísticas de fin de año, repasos inoportunos y otras basuras propias de quien sabe que ha de sacar algo pero no puede trabajar demasiado, me doy cuenta de que a mí me ocurre lo mismo. Sigo perplejo por lo que parece un desprecio total a la libertad de expresión en nuestro país, sonrío displicente ante las frases de Bono, me pierdo – incapaz de comprenderlo en su totalidad – en el discurso del Rey y recurro al ejercicio fácil de la escritura liviana para, simplemente, dejar constancia de que estoy aquí.
Es un «hola» más que nada.
Luis te llame el otro dia (el 23 creo) para felicitarte la Navidad pero como casi siempre no cogiste el móvil; ya me diras por donde andas.
feliz digestión, feliz vuelta
Tengo la misma sensación, Luis.
Pero habrá que mantener la firmeza. Sí, se vive bien en el Exilio.
Feliz vuelta Luis,
me pillas por España y la cosa está para llorar. Intentar reponer la censura y la gente calla.
Alguna gente anda con mucha precaución como algún profesor de religión que conozco, y que ya no se atreve a decirlo. Uf, le entran ganas a uno de volverse inmediatamente al exilio.
Un saludo.
Buena reincorporación, Luis. Ya te irás desperezando, aunque pille enmedio la recaída del fin de año.
Un abrazo,
Fernando