«La Turquie faite partie de l’Europe». O lo que es lo mismo «Turquía es parte de Europa». Éstas eran palabras del primer presidente de la Comisión Europea, Walter Hallstein allá por el año 1963. La pregunta que se hacen todos en la UE es ¿ha evolucionado Turquía lo suficiente para integrarse en Europa?
Turquía es país candidato desde 1999 aunque lleva 40 años queriendo entrar en el club europeo. Durante los últimos años sus gobernantes pretenden hacernos creer que han hecho un enorme esfuerzo por integrar a las suyas las normas internacionales.
Las torturas, por ejemplo, oficialmente prohibidas, no son siempre perseguidas y castigadas. Los observadores de la Comisión Europea aseguran que aún se aplican torturas en las cárceles turcas.
El Ejército que contaba con total autonomía, ahora depende del Ejecutivo, pero los militares no asumen tan rápidamente este cambio de poder.
Por otra parte, el hecho de que exista aún inmunidad parlamentaria, hace muy difícil perseguir los casos de corrupción.
La igualdad entre sexos es una utopía en un país que acaba de introducir en su Código Penal la penalización de la discriminación por género, religión, edad o tendencia sexual. El mismo Código en el que hace unas semanas se quiso introducir el castigo con penas de cárcel para el adulterio, lo que supuso un golpe muy duro a las negociaciones con la Comisión.
La realidad en Turquía no es la que nos quieren hacer ver sus políticos. Ayer fuimos testigos de cómo entienden los turcos los derechos de la mujer. Las imágenes de televisión, en las que una manifestante era golpeada por los policías que pasaban a su lado son más que elocuentes.