Me envía AMDG, coblogger en esta casa, una noticia del diario «El Mundo» muy interesante.
Está claro que todo en esta vida tiene un precio:
La importancia del ‘factor turco’ El canciller Schröder cuenta con la ‘ayuda’ del medio millón de turcos con nacionalidad alemana que suelen votar a favor de la socialdemocracia SILVIA ROMAN. Corresponsal
BERLIN.- El barrio turco de Berlín, Kreuzberg, carece del azul del Bósforo, pero sus mañanas huelen a kahve (café turco) y elma çay (té de manzana). Entre sus grises calles germanas, la animación mediterránea se palpa. Gritos de vecino a vecino, niños corriendo, mujeres bien tapadas comprando en los mercadillos… Por algo a Kreuzberg se le ha bautizado como Kreuzstambul, haciendo honor a la extraordinaria ciudad de la Mezquita Azul.
Pero en esta pequeña embajada de la gran Turquía no se levanta una bella Santa Sofía, aunque sí proliferaban hace décadas los puestos de trabajo. Esa fue la razón por la que miles y miles de turcos dejaron sus hogares y se encaminaron a Alemania Occidental, con el Muro de Berlín recién construido y la RFA emergiendo con fuerza con la ayuda económica de Estados Unidos.
Kreuzberg se ubica en Berlín Oeste, junto al desaparecido Muro, donde las casas eran hasta hace 15 años más baratas por su proximidad al Telón de Acero.
El Muro ya no existe, la RDA ha desaparecido y los múltiples empleos de antaño se han evaporado hasta provocar casi cinco millones de parados en toda la República Federal. Los turcos afincados en Alemania, como los mismos alemanes que se levantan, viven, padecen y se acuestan en territorio teutón, esperan expectantes las elecciones legislativas del domingo.
En la actualidad, tras llegada y llegada de emigrantes, 2,2 millones de turcos o personas de origen turco viven en Alemania.De ellos, 480.000 podrán acudir a las urnas el próximo 18 de septiembre, ya que disfrutan de la nacionalidad germana.
La cifra no es nada desdeñable y los medios de comunicación del país han empezado a hacer hincapié en lo que va a suponer este factor turco, especialmente para el Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Gerhard Schröder, que se beneficiará en gran medida de estos votos, pues la comunidad turca tiene debilidad por la papeleta roja.
En las elecciones legislativas del año 2002, un 60% de turcoalemanes dio su voto al SPD, mientras que el 17% apostó por Los Verdes (en coalición gubernamental con el SPD), otro 17% se lo concedió a los democristianos y socialcristianos (CDU/CSU) y el 6% restante optó por los liberales (FDP) y otros partidos menores.
Si se revisan estos días las listas electorales de las formaciones políticas germanas, en ellas se encuentran 23 turcoalemanes, en diferentes partidos, pero ni uno solo en las filas de la CDU/CSU.
«Pero los tendrá. Los tendrá…», auguraba estos días a EL MUNDO un periodista del diario turco Hürriyet, con sede en Estambul y una gran redacción en Alemania. Precisamente ayer, el canciller fue a visitar la sede del Hürriyet, cerca de Francfort. Schröder es consciente del factor turco, por lo que se paseó por los pasillos de la redacción, saludando a los periodistas y recordándoles que su partido apoya sin reservas el ingreso de Turquía en la Unión Europea.
Los socialdemócratas que lidera Schröder y los verdes de Joschka Fischer son firmes partidarios de que Ankara pase a formar parte del club de Bruselas. Ambos líderes creen que Turquía puede garantizar una mayor seguridad a Europa y que un portazo por parte del Viejo Continente sería un fallo que muchos lamentarían.
‘Portazo’ a Ankara
Con otra perspectiva absolutamente distinta, los democristianos de Angela Merkel y los socialcristianos de Edmund Stoiber rechazan de manera categórica la entrada de Turquía en la UE.Para los conservadores, Turquía no es Europa y sólo hace falta echar un vistazo en el mapa para comprobarlo geográficamente.Merkel y Stoiber consideran que la única relación que debe existir entre Turquía y la Unión es la de «socio privilegiado» y así lo dejan bien claro en sus puntos de política exterior expuestos en su programa.
Un nuevo Gobierno alemán con Angela Merkel como canciller hará temblar las negociaciones que se están llevando a cabo con Ankara.Su no a los turcos es rotundo y lo mantendrá tanto si alcanza, como si no, la Cancillería.
Si la posición de Merkel es castigada en las urnas por los turcogermanos, es algo desconocido. Ahora bien, entre la población teutona las palabras de los conservadores referentes a Ankara pueden ayudarles a captar más sufragios, ya que, según una encuesta reciente, el 62% de la población alemana no desea que Turquía forme parte de la Unión Europea, mientras que el 33% está a favor de que se convierta en un miembro comunitario.
Lo curioso es que la población germana debería sentirse próxima a la turca, debido a su convivencia desde hace largos años y a que es la comunidad más numerosa y asentada de los nueve millones de extranjeros que residen en la República Federal Alemana.
Pero quizá hablar de convivencia es exagerado. Kreuzberg se está convirtiendo en un gueto, provocado por ambas partes (turcos y alemanes), visitado por las noches por jóvenes germanos que cenan en los exóticos restaurantes de Oranienstrasse y reconquistado cada mañana por los turcos con su café humeante y su oloroso té de manzana.