El problema de la belleza

Conviene también estar a la expectativa de hechos como estos, que incluso las modificaciones accesorias de las cosas naturales tienen algún encanto y atractivo. Así, por ejemplo, un trozo de pan al cocerse se agrieta en ciertas partes; esas grietas que así se forman y que en cierto modo son contrarias al arte del panadero, son en cierto modo, adecuadas y exitan singularmente el apetito. Asimismo, los higos, cuando estan muy maduros, se entreabren. Y en las aceitunas que quedan maduras en los arboles, su misma proximidad a la podredumbre añade al fruto una belleza singular. Igualmente, las espiras que se inclinan hacia ahabo la melena del léon y la espuma que brota de la boca de los jabalies y muchas otras cosas, examinadas en particular, están lejos de ser bellos; y sin embargo, al ser consecuencia de ciertos procesos naturales, cobran un aspecto bello y son atractivas. De manera que, si una persona tiene sensibilidad e inteligencia suficientemente profunda para captar lo que sucede en el conjunto, casi nada le parecerá, incluso entre las cosas que acontecen por efectos secundarios, no comportar algun encanto singular. Y esa persona verá las fauces reales de las fieras con no menor agrado que todas sus reproducciones realizadas por pintores y escultores; incluso podrá ver con sus sagaces ojos cierta plenitud y madurez en la anciana y el anciano tambien, en los niños, su amable encanto. Muchas cosas semejantes se encontratan no al alcance de cualquiera, sino exclusivamente para el que verdaderamente este familiarizado con la naturaleza y sus obras«.

Marco Aurelio, Las Meditaciones, Libro Tercero, Meditacion 2.

Empiezo el artículo con esta meditación de Marco Aurelio porque me parece la forma más correcta y fácil de entender una reflexión que tuve ayer sobre lo que los seres humanos consideran bello, el efecto que esta consideración tiene sobre nuestras vidas y cómo podríamos mejorarlo en una situación ideal.

Estaba viajando en un tren que me dirigía de Zurich a Milán y desde las ventanas pude observar lo bello del paisaje, los lagos y el color verde de la maravillosa vegetación. Sin duda esto se podría considerar como bello y atractivo. Pero rápidamente recordé de que lo bello en realidad es un sesgo humano que no tiene apenas justificación más allá de razones evolutivas, que no conviene examinar en este momento. El mejor ejemplo que he visto es el de comparar a una mariposa con una cucaracha y la reacción que provocan en el ser humano. Una mariposa se posa en nuestra mano y probablemente nos alegremos y tomemos fotos de dicha belleza, pero si vemos una cucaracha o una rata merodeando por nuestra habitación es probable que nos horroricemos e intentemos aplastarla. La cucaracha no ha hecho nada malo para merecerlo y el trato desigual entre la mariposa y la cucaracha no tiene ninguna explicación más allá de que se trata de un sesgo humano: favorece lo que es bello y denuncia lo que no lo es.

Este ejemplo extremo ayuda a ver esta cuestión desde un punto de vista diferente. En nuestras decisiones diarias estamos juzgando la realidad, en función del atractivo que nos provoca, del placer psicológico que nos genera. El «sesgo de la belleza» nos hace actuar de determinada forma. Y sin embargo, creo que dicho sesgo puede llegar a ser injusto además de peligroso. La belleza o la fealdad en sí no justifican la discriminación que se hace en muchos casos.

Mientras observaba dicha belleza desde las ventanas del tren, se me ocurrió la idea -que a veces ha revoloteado por mi cabeza en varias ocasiones- de que quizá tras dicha belleza se esconda una realidad muy «fea». En el mundo no todo es bello, limpio y ordenado (recordemos el ejemplo de la cucaracha), sin embargo si un paisaje inmaculado, ordenado y limpio nos maravilla, quizá haya sido producto de una intervención humana que haya censurado la «fealdad» y haya transformado el paisaje en algo bello. Es decir, detrás de dicha aparente belleza superficial, se esconde una censura, una intervención humana en la Naturaleza1. Para mi esto no es algo muy positivo, es más bien un síntoma de arrogancia, el de decidir transformar un espacio que no nos pertenece para que nos genere mayor bienestar psicológico o nos parezca más bello. Visto de esta manera, tiene sentido que los países más impolutos, bellos y ordenados tiendan a ser también los más controladores, los países más normativos y con mayor nivel de intoleracia en general. Cuánto menos se cuestiona a sí mismo una persona, mayor nivel de seguridad y de arrogacia irá engendrando, lo cual puede ser peligroso.

En seguida, no pude evitar la comparación con el régimen nacional socialista de Alemania en la II guerra mundial. Si conoces esta parte de la historia, te será sencillo hacer tus propias comparaciones. Por ejemplo, Hitler era un apasionado del arte y de la belleza y tenía una idea de la estética del nuevo Imperio de Alemania. En dicha idea, incluía la discriminación racial, la teoría del espacio vital, entre otras. Desde mi punto de vista, se trata de una discriminación de querer transformar la realidad en pro de algo «estético», unas ideas sobre lo que debe ser un país. Bajo dicha estética se escondían ideas muy negativas que terminaron con el extermino de millones de personas en campos de concentración. Quizá en nuestro día a día no nos encontremos con ejemplos tan extremos como el que aqui relato, pero si podemos observar discriminaciones perniciosas en mayor o en menor grado en pro de algo «estético» o «bello» que terminen haciendo daño. Bajo algo aparentemente bello se puede esconder algo muy oscuro, una intervención humana perniciosa. Aquí también mencionaría los ideales del «Superhombre» de Nietzsche, pero esto requería de un análisis sosegado por separado en otro artículo.

Creo que antes de censurar aquello que nos provoca rechazo o incluso «asco» por ser muy feo o repulsivo, hemos de intentar controlar las emociones y educarlas e intentar ser flexibles. No todo es lo que parece. La realidad está llena de detalles que aparentemente son repulsivos, pero que en realidad son buenos y viceversa. Por tanto es necesario una reflexión algo más profunda antes de decidirse por una censura o manipulación de la naturaleza y aceptar la «belleza» que existe en las cosas que aparentemente no son bellas y apreciar los pequeños detalles, cuestionarse uno mismo sus propias sensaciones (¿por qué esto me provoca repulsa?, ¿no debería ser esto bueno?).

Aquí es donde la Meditación de Marco Aurelio explica esta idea de forma maravillosa. En cierto modo, la naturaleza nos muestra cosas que están lejos de ser bellas, pero que al ser examinadas en su conjunto y al entender sus funciones, cobran un aspecto bello y son atractivas. Por tanto, cuando alguna vez sientas que algo es repulsivo, examina la cuestión de forma completa y entiende las funciones de eso. Por ejemplo, cuando compro un libro de segunda mano que está deteriorado, con páginas dobladas y párrafos ya subrayados e incluso anotaciones de otra persona, en lugar de observarlo como una mancha, se puede observar como un valor añadido al libro que incorpora las reflexiones de otro lector y la sensación de que el libro ha merecido la pena para otra persona. Al cambiar el punto de vista tras la reflexión algo «feo» puede convertirse en bello. El ser humano debería abrir más la mente, lo que llevaría a entender mejor su entorno, lo que a su vez le llevaría a un menor deseo de transformar y cambiar lo que le rodea, fruto de la arrogancia fundamentada en un sesgo cognitivo.

Antonio Vegas
Antonio Vegas

Economista, especializado en finanzas. Apasionado de la libertad.

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