Gilipollas

Han pasado algunos meses desde mi último post y, como era totalmente previsible, no hay nada nuevo bajo el sol. El puritanismo ecocomunista, apoyado por intrincados entramados financieros y que encarna Greta Thunberg sigue demostrando que la explotación infantil es perfectamente admisible para la ONU, que la jalea en cuanto tiene ocasión, siempre que responda a los intereses adecuados. Y si la persona está afectada por un desorden como el asperger, mejor que mejor. Muchos se asombran cuando a cada tuit de las Naciones Unidas, de Unicef o de cualquier otra agencia de ese antro, el insulto más suave que se me escapa es gilipollas. Gilipollas es poco para aquellos que justifican los medios a través del fin. De gilipollas, como poco, es no poner de manifiesto tantas veces como tengamos oportunidad que todos los totalitarismos y dictaduras que hemos sufrido en la Historia con el fin justificaban los medios. Por ahí se empieza y en la esclavitud se acaba.

Profundizar en la podredumbre no creo que se considere novedad. Los gallos violan gallinas y los meapilas de lo políticamente correcto se empeñan en que la gente no pueda cantar cuantas sandeces les de la gana. Me permito recordar que la Libertad de Expresión ampara que tres tontos digan las estupideces que deseen lo mismo que a mi me ampara para hacer notar que son, como poco, gilipollas de tomo y lomo. Y los mojigatos que se escandalizan por las letras de una canción, además de mojigatos también son, adivinen, gilipollas. Dictadorzuelos de tercera y gilipollas.

En otro orden de cosas, seguimos sin gobierno. No se está mal en esta tesitura. Ya lo comprobamos años atrás y vuelve a repetirse la cantinela. En aquel momento sirvió para salir con tranquilidad y de forma definitiva de una de las peores crisis de los últimos tiempos. La economía se desató del encorsetamiento a la que la someten sistemáticamente los gobiernos de España – para esto no importa el color – y todos sentimos un poco de alivio en nuestras cuentas corrientes. Ahora está sirviendo para que la desaceleración, esa que los que están en funciones se apresuran a negar, no se note demasiado todavía en el vulgo que todos formamos. Y no es cuestión baladí, pues ya se apresuran muchos a pedir y ofrecer Planes E y cambalaches financieros que a uno le recuerdan, sin ninguna duda, a aquellos que el gobierno de ZP y a la UE de entonces se le ocurrieron para acabar por hundirnos definitivamente en la fosa séptica que fueron los últimos años de la pasada década.

Y lo jodido del asunto es que, ante un hipotético envite electoral al final de este año, los españolitos diremos que queremos fosa séptica. Vivan las “caenas”, gritaremos de nuevo. La democracia debe ser cosa de gilipollas. Yo el primero, porque a veces me conformo con coger el coche cuando podría ir andando, cantar “Cuanta puta y yo que viejo” en cuanto tengo ocasión y seguir participando de esta merienda de negros que es el Estado del Bienestar y la Democracia. Y me permito el pequeño placer de escribir poco más de 500 palabras titulándolas “Gilipollas” y conteniendo una preciosa locución como es “merienda de negros” cuando los bárbaros están a las puertas de Roma y la secuencia de autodestrucción de la Civilización Occidental parece haber empezado. En Constantinopla debatían sobre el sexo de los ángeles, que debían de ser los veganos de la época, mientras los turcos se relamían comiéndoles la tostada. Debatan ustedes si quieren, yo ya prefiero despotricar como un gilipollas.

José Luis Montesinos
José Luis Montesinos

Soy Ingeniero Industrial, siempre fui autónomo aunque ya no quede más remedio que trabajar con frecuencia para la Administración que todo lo invade. Soy Vicepresidente del Partido Libertario y autor de dos novelas cortas, Nunca nos dijimos te quiero y Johnny B. Bad, que puedes encontrar en Amazon. Mi último libro se llama Manual Libertario, está disponible en www.fundalib.org. Canto siempre que puedo.

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