Ayer, como suelen hacer las compañías de marketing telefónico, me llamaron a eso de las 4. Si algo tienen los teléfonos móviles que vale la pena es el bloqueo de números. Nunca los bloquearemos todos, pero ayuda. Acaba de salir el técnico de mi casa, que me ha renovado la instalación de telecomunicaciones. He probado internet y la tele, pero ya hace mucho que, aunque tengo la línea de teléfono operativa, no hay terminal alguno conectado.
El caso es que imagino la sorpresa del teleoperador cuando a la respuesta a su pregunta “le llamo de Unicef, ¿con quien tengo el gusto de hablar?” mi respuesta fue un simple “Con alguien que odia Unicef”. Tengo claro que alguien que osa llamar a una hora tan peligrosa como las cuatro de la tarde está acostumbrado a que le cuelguen. Esa fue mi siguiente acción. El teleoperador supo combinar mi conocida – al menos en mi entorno cercano – animadversión a hablar por teléfono con mi no menos proverbial antipatía por cualquier agencia de la ONU. Todo aquello que huele a organismo internacional despierta cada vez más en mí una repulsión instintiva, un tic violento de rechazo. Mientras el técnico se marchaba y probaba internet leía la noticia de que el infame Platini ha sido detenido por fraude en la adjudicación del mundial de Qatar 2022. El resto de lo que se pasó por mi cabeza lo tienen en estos párrafos.
No sé si habrá muchos por ahí que pongan negro sobre blanco con tanto afán como el que suscribe que la ONU y todas sus agencias, sean estas Unicef, Acnur o el sursum corda son un fraude. Un nido de víboras. La cueva de Ali-Babá. El dinero de los trapicheos de Platini era el suyo y el mío. El suyo de usted. El suyo de Platini estará a bueno recaudo lejos de las manos de la justicia. Ya resurgirá de sus cenizas, como otros ilustres. Para muestra Dominique Strauss-Kahn, quien después de gastarse nuestro dinero en putas y juerga en el FMI, sigue haciendo fortuna en Marruecos. Cuando todos están de mierda hasta el cuello, conviene tratar bien a aquellos que tuvieron la mala suerte de pisar el callo equivocado y tras caerse brevemente del caballo, hay que ponerlos a cabalgar de nuevo, no vaya a ser.
Cuando ser político se reduce a ocupar un cargo y mantener el culo en el asiento, el ascenso al olimpo de los organismos internacionales se concreta en la compraventa de favores, a precios desorbitados y con cargo a nuestros bolsillos. Así de sencillo. No hay excusas. La Solidaridad, así en mayúsculas, tampoco. Hace muchos años, cuando la ONU no existía ya iban unos y otros por en medio de las selvas fundando escuelitas y enseñando el catecismo del dios que tocara. Igual que PP, Ciudadanos y Vox por un lado y PSOE y Podemos por el otro, se reparten cargos, en cualquier estamento de cualquier organismo de poder la cosa funciona de la misma manera. En su pueblo usted podrá tomarse un café con el alcalde y colorearle la cara porque el parque está sucio. Ahora vaya usted a Bruselas a ver si puede tomarse un café con Draghi y escupirle a la cara “deja de hacer el gilipollas con los tipos de interés, subnormal profundo” que es lo que habría que decirle.
No me pregunten por qué cada vez tengo más claro que no cabe institución supramunicipal compatible con la Libertad y el respeto a nuestros bolsillos. Cuanto más arriba, más deshonestos. Ni la Historia ni el presente son capaces de rebatirme.