De la misma manera que no he defendido ni creo que defienda a Donald Trump, con el que no comulgo en casi nada, tampoco lo haré con Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil, que no es santo de mi devoción. La elección de este último sin embargo viene de nuevo a poner de manifiesto algo que venimos recordando constantemente. Llevan semanas anunciando el apocalipsis y ahora parece encarnarse en la figura de este antiguo capitán del ejército.
Si bien las propuestas económicas del sudamericano se acercan más a aquello que reclamamos los que defendemos Libertad en todo y para todos, sus declaraciones en otros ámbitos anuncian que esta Libertad económica será, si llega a serlo, una herramienta utilitarista para llevar a cabo su ingeniería social de corte derechista.
Así las cosas, la prensa anuncia el fin del mundo de este año. Cientos de miles de millones de brasileños preparan las maletas. Todo se va por el desagüe. Uno no sabe ya si tomarse a chufla la absoluta ausencia de autocrítica de los medios. Tal polarización, tal desapego de la realidad y del pensamiento del común de los votantes empieza ya a colmar la paciencia de cualquier Job. Titulares y percepción de la realidad pronto irán en direcciones diametralmente opuestas. Y el ciudadano de a pie, por cierto, acaba por sentirse insultado en su inteligencia, lo que lleva, más pronto que tarde a los Trumps, Brexits y otros ascensos de la derecha más o menos radical y populista allende los países. Ahora los caminos conducen a Bolsonaro.
El programa de Trump tenía bastantes puntos negros, más sombras que luces, pero no hay que negar que una vez elegido, el magnate se puso manos a la obra, a intentar llevarlo a cabo. Con suerte desigual, como no puede ser de otra manera en las democracias occidentales, ha ido tomando medidas de ese programa. La realidad es que en estas fechas algún éxito económico tiene en el haber y ahí están sus huestes vendiéndolo, diga la prensa políticamente correcta lo que diga. El ciudadano que le votó así lo percibe. Y se cisca en la opinión del experto de New York Times o de la CNN. Más de la mitad de los brasileños que votaron, encargaron a Bolsonaro que hiciera lo que dice que va a hacer. Les guste o no a los gurús de buen rollito. Si los malos van a la cárcel, como promete, y toma las medidas económicas que dice que va a tomar, que tienen buena melodía, se meterá al 55% de los votantes de nuevo en el bolsillo. Todo esto y todo lo demás está por ver.
Me gustará ver cómo quiere armar a las fuerzas del orden como debe hacerlo para luchar contra los narcos y la delincuencia y rebajar impuestos. Trump también se tapó la cabeza a base de destaparse los pies.
Bolsonaro ha dado sobradas muestras de ser un estatista convencido que solo defiende una parcela de la Libertad, la económica. No está nunca de más repetir que la Libertad es y debe ser para todo, para todos y en todo momento. Indivisible. El péndulo sigue firme hacia la derecha. Ya tenemos otra némesis del progre filocomunista dirigiendo un país. Y como sigan así los de las banderas rojas y las camisetas del Che, van a tener némesis hasta hartarse. Némesis en plural.
Sólo para decir que un ingeniero no puede escribir esto: »Cientos de miles de millones de brasileños preparan las maletas. »’
Pero sí esto: »Cientos de miles, de millones, de brasileños preparan las maletas.»
¿O sólo fue el énfasis?
¿Es que la hipérbole nos está vedada a los ingenieros?
Eso no es una hipérbole, sino lo siguiente (como ahora está de moda decir por causa de José Mota). Incluso cientos de millones ya son demasiados, por fuerte que sea la causa. La gente es perezosa.
Es broma.
Yá,pero nadie se habia preocupado de quien gobernaba Brasil,mientras la destruia,la menguaba,aumentaba el número de crimenes e irremediablemente,porque algo funciona en el pais,acababan en la carcel.Es seguro que todo será mejor que con los Lulas y otros mentecatos comunistas y si no lo es,será porque lo habremos leido en El Pis,periodico independiente de la verdad.Y digo esto,porque mas que nada,dudo que convierta Brasil en una dictadura de extrema derecha,como podemos leer en los mas diversos «medios de intoxicación» de «estepais».¡Casi todos!,es para mear y no echar gota.
Lula es un ladrón y debe estar entre rejas. Dilma lo mismo. Nunca un país estará bien con socialismo, y menos con socialistas ladrones. Lo que está por ver es cuan socialista (de derechas) es Bolsonaro.
Pues si está por ver porque al fin y al cabo la gente que no confiamos demasiado en los políticos no solemos esperar mucho de ellos. De hecho solo me mueve la desconfianza hacia ellos.
Todavía está por ver si ejerce la libertad en el área económica, porque en las demás, mas bien como que no. Estas mezclas de conservadurismo y liberalismo, nunca ofrecen resultados buenos a largo plazo. Los así llamados liberal-conservadores estarán contentísimos. Resumiendo, pasará lo de siempre, se harán políticas conservadoras en el setenta por ciento y un poquito de liberalismo económico para contentar a los que se sienten liberales. Nada nuevo bajo el sol, colectivismo a tuti plen, socialismo de derechas a secas.
Eso es lo que me parece que pasará.