En España, las televisiones generalistas o lo que es lo mismo Atremedia y Mediaset, han perdido más de la mitad de su valor en apenas dos años y medio. La noticia, más allá del interés que pueda suscitar entre los inversores, pone de manifiesto algunos asuntos de relevancia mayor, al menos bajo mi punto de vista. Es muy relevante la traslación de la realidad social de consumo de ocio e información al parqué bursátil que subyace de este hecho. Las nuevas generaciones cada vez ven menos la televisión de la manera que lo hacían sus padres. El consumo se orienta hacia una programación a la carta, que las nuevas tecnologías han puesto al alcance de cualquiera. Esto los inversores lo saben, los anunciantes lo notan y las televisiones tradicionales lo sufren.
El hecho de por sí no solo justifica la venta, antes de que sea demasiado tarde, de cualquier televisión pública, como ya he defendido en este blog y en otras publicaciones, si no que nos indica además, que más temprano que tarde el oligopolio televisivo acabará enterrado en el olvido y será sustituido por las nuevas tecnologías. No solo ya no tienen sentido las televisiones públicas, sino que el mercado, o lo que es lo mismo, la suma integrada de las decisiones de todos los ciudadanos está intentando decirnos que a las privadas les quedan muy pocos telediarios. Pasó la iluminación de las calles con velas y pasarán las televisiones generalistas.
Choca todo esto con el revuelo formado por la renovación de la cúpula de RTVE, en estas últimas fechas. Los políticos viven en su burbuja y la realidad es otra, a veces muy distinta, de la que solo se acuerdan cuando hay que inventarse una nueva reglamentación para coartar la Libertad de los ciudadanos. Entonces, en el en el Parlamento Europeo, mandan votar – por suerte para acabar perdiendo – nuevas leyes con la intención de controlar la red de una forma más férrea. Que no se aprobara un recorte a la Libertad en la red y que el modelo de consumo de televisión y radio esté cambiando son buenas noticias para la sociedad civil, aunque lo sean muy malas para los que se aferran al modelo trasnochado o al intervencionismo sobre internet. Generalmente lo que interesa a los políticos y burócratas es lo contrario a lo que la sociedad civil necesita.
Renovarse o morir, dice la gente. La paremia se hace cada vez más patente en la sociedad del siglo XXI. La revolución en la que nos hayamos inmersos desde finales del siglo XIX exige que el cambio sea lo único constante. De nuevo, implacable, el mercado tomará las decisiones que los políticos no se atreven a tomar en cuanto a las radiotelevisiones públicas. Los consejos de administración de los grupos privados doblarán antes las manos, porque saben que deben renovarse o morirán y buscarán nuevos nichos de negocio, que es lo que se hace en el sector privado. El sector público, por el contrario, engorda con nuestros impuestos, esto no cambiará. Ya buscarán un gran negocio deficitario en el que gastarse nuestros cuartos.
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«El problema es que «el sentir ciudadano» deja mucho que desear ya que la educación que haría posible que el populacho articulase una opinión formada, coherente y responsable sí que está controlada por el estamento político».
Si la soberbia pudiera condensarse en una frase, la anterior sería una de las candidatas a ello.
Esopo necesitó algunas frases más para componer su fábula de «La zorra y las uvas» que trata de la frustración que la soberbia apenas disimula.
La TVs públicas no se rigen por las leyes del mercado. Sobrevivirán mientras no haya algo que permita a los políticos hacer, con mayor eficiencia, lo que hoy hacen con ellas.
En cualquier caso, la gente ya se está acostumbrando a ver lo que quiere cuando quiere. La tecnología lo hace posible y la iniciativa privada, que siempre está al loro de descubrir nuevos mercados, lo hace posible.
Hace años que sería posible conocer, en tiempo real, mediante la tecnología, el sentir ciudadano, sintetizado y anónimo, sobre cualquier cosa que le interesara expresarlo. No lo espero de los políticos, pero espero que algún día la iniciativa privada descubra el filón. Seguramente ya lo ha hecho, pero los poderes fácticos estarán poniéndole frenos.
«Hace años que sería posible conocer, en tiempo real, mediante la tecnología, el sentir ciudadano, sintetizado y anónimo, sobre cualquier cosa que le interesara expresarlo.»
– Vaya si existe, ¿o de que crees que viven Google, Facebook y demás? El problema es que «el sentir ciudadano» deja mucho que desear ya que la educación que haría posible que el populacho articulase una opinión formada, coherente y responsable sí que está controlada por el estamento político. A éste sí que no lo interesa que la sociedad esté formada porque si lo estuviese les mandaría a freír espárragos y les cuestionaría su sistema de robo «legal» (aka, «impuestos»)
Digamos que allá por el 2007, ya quería que C’s (entonces naciente, en cuyo esfuerzo participé activamente), ya propuse crear una herramienta de ese tipo (sin ningún éxito). Google vino a demostrar que el trato personalizado del interés individual era posible a escala global (mucho más complejo es detectar y almacenar los millones de datos por segundo que se producen en el LHC).
Respecto a lo de que la opinión del «sector ciudadano» deja mucho que desear sólo es un tópico falso. Un prejuicio interesado. La sociedad, compleja hasta niveles que ninguna mente humana puede concebir, funciona sin centro rector único, o principal (con millones de centros de decisión que aparecen y desaparecen continuamente). Y todo ello gracias a «esa gente tan mal educada».
La raíz de ese tópico está en la falta de responsabilidad política de los ciudadanos. Como no pueden decidir prácticamente nada, se comportan como niños que sólo piden sin preocuparse de que «papá» ha de pagar. Pero dale a cualquiera un poder y una responsabilidad, y lo verás cambiar automáticamente. Si sabe, actúa, y si no, transfiere la decisión a alguien competente (pero la transfiere él, y bajo su control directo).
Nos tratan como a niños y nos comportamos como a tal. Pero sólo es circunstancial. Circunstancialmente muy interesado por los grandes núcleos de poder (incompetentes, siempre, por propio desbordamiento de la realidad frente a su capacidad, sea ésta cual sea). Grupos que sólo defienden su estatus. No cabe mayor inmoralidad ni maldad. Nadie hace más daño que ellos. O ignorantes o perversos. Lo digo hace años. Los políticos son el único oficio legal no reglamentado. ¡Escandaloso, pero nadie se escandaliza!
Y sigamos con la cantinela de que la gente es incompetente para dirigir (o elegir quiénes los dirijan bajo su control, como a cualquier profesional que contraten para lo que sea), cuando nos ha llevado a la Luna y creado Google.
Quien defiende esa idea suelda sus cadenas.
La gente es perfectamente capaz de dirigir su propia vida en el 99% de los casos. Las personas no son gilipollas por defecto o hace millones de años que estaríamos extinguidos.