Sí, sí. Te entiendo. Pero eres gilipollas.

«No, si yo te entiendo, entiendo perfectamente lo que me quieres decir. Créeme, yo he pensado así durante mucho tiempo hasta que me di cuenta de que me equivocaba, desde que empecé a escuchar a [introduzca nombre de algún personaje público].»

Tengo una vaga idea de lo que intentas transmitirme en base a mis ideas preconcebidas, pero lo que expones no coincide con las estructuras mentales que tengo ahora que están basadas en eslóganes que he ido recogiendo porque así al vuelo parecían razonables y me hacían sentir bien. No es que seas tonto, sino que no piensas como yo, y como no piensas como yo, que tengo ciertas certezas en mi mente, que conozco algunas verdades irrefutables, pues es que estás adoctrinado. No como yo, que soy un pensador libre, que soy transgresor, que voy a aportar nuevos sistemas de pensamiento a la humanidad. No como tú, gilipollas.

«Ahora no pienso así, ahora soy alguien nuevo desde que me di cuenta de [introduzca algún concepto ambiguo] tenía la culpa.»

Tuve un pequeño flash en el que pude ser consciente de que en ese momento no conocía todas las verdades que rigen el cosmos, así que decidí cambiar las etiquetas de posición y ahora resulta que sí que las tengo. Antes estaba equivocado, pero formaba parte del proceso, ahora puede decirse que sí que tengo la verdad, así que escúchame, gilipollas.

«Si lo que te digo no es cierto, entonces, ¿Por qué [introduzca topicazo de turno aquí]?»

Pero cómo no voy a tener la razón si la realidad es reductible a cuatro mierdas que me parece que tienen sentido… ¿No ves que tengo una teoría del todo? Los físicos tendrán la suya, discutible, pero la mía, LA MÍA ES VERDAD. Mis hechos son los que cuentan, ¿Lo demás? Un razonamiento estructurado con definiciones y hechos que se retroalimentan y forman una red abstracta y no puramente subjetiva basada en primeras impresiones es de parguelas.  Si es que hay que explicarlo todo, gilipollas.

Es verdad, soy gilipollas. Tienes razón, oh dios omnisciente materializado en todólogo de carne y hueso. Por favor, deja en comentarios la verdad única e incontestable de que soy gilipollas. Por favor, lo necesito, necesito fustigar mi alma porque no pienso lo mismo que Fulanito/a.

Sofía Rincón
Sofía Rincón

Escritora y artista multidisciplinar. 1993. www.sofiarincon.org

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2 comentarios

  1. Sucedido el pasado Lunes por la tarde.
    Estoy tomando una caña con un conocido.
    Me pregunta:
    Él.- ¿Que opinas de lo de los refugiados que van a traer en un barco?
    Yo.- Pues mal, que los lleven a Arabia Saudí, que tienen mucho sitio y mucho dinero.
    Él.- Entonces tu querrías que les bombardeasen para que no llegasen.
    Yo.- ¡Que idea más buena has tenido! Díselo al Gobierno/a.
    Él.- ¡Tú eres un facha!
    Yo.- Con eso de «facha» ¿quieres decir que soy un fascista?
    Él.- ¡Sí! Tu eres un fascista.
    Yo.- Hombre, teniendo en cuenta que me lo dice un experto, nada menos que uno que fue Jefe de Centuria de las Falanges Juveniles de Franco, pues será cierto.
    Pero en ese caso, te digo que a mucha honra, por muchos años y que no lo veas. Y por cierto ¿me podrías decir que es eso del «fascismo»?
    – En ese momento le noto que se empieza a cabrear y aprovecho.
    Yo.- Y ya que tanto te gustan los refugiados ¿cuantos vas a acoger en tu casa?

    Y aquí se acabó la conversación. Creo que soy un mal educado y un insolidario. Y, además, un gilipollas.

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