Los dragones asiáticos. Entrevista a Georgina Higueras

El interés de occidente por lo que ocurre en oriente ha sufrido altibajos durante siglos, avivado tanto por modas como por sucesos que han puesto de relieve que no se puede ignorar alegremente lo que ocurre en la mitad más poblada del mundo. Hoy en día se hace cada vez más evidente que el centro de la política y la economía (y puede que la cultura) mundial ha pasado a ser el Pacífico y los países bañados por sus aguas. Y entre ellos, pasa a tener un especial peso lo que ocurre en ese particular triángulo formado por China, Japón y la dividida Corea. Aunque no son ya los únicos actores a tener en cuenta sobre la escena.

Resulta curioso que en una primera aproximación, la mayoría tiende a pensar que estamos ante sociedades muy similares entre ellas. Enseguida nos vienen a la mente ciudades enormes, superpobladas, grandes carteles luminosos, productos estrafalarios, comida exótica y, sobre todo, la mentalidad confuciana. Sin embargo, este espejismo sería el mismo que considerar la civilización occidental como un bloque homogéneo, en el que Argentina, Chile, Venezuela, Noruega y Polonia serían sociedades similares e intercambiables entre sí, al estar unidas por la herencia cristiana y grecolatina.

Desde mi modesto conocimiento, que se circunscribe principalmente a Japón, las diferencias entre países (y entre regiones dentro de los mismos) me parecen enormes. Es cierto que la moral confuciana está profundamente arraigada en cada japonés, chino o coreano, pero sus circunstancias geográficas, económicas e históricas los han convertido en pueblos muy diferentes.

Me fastidian bastante los tópicos, y los intentos de etiquetar a habitantes de una zona con unas determinadas características caricaturescas, pero lo cierto es que esos tópicos existen y son muy populares en Asia (los chinos te dirán que los japoneses son cuadriculados, los japoneses que los chinos son unos liantes, y así podríamos ir recorriendo la costa con lo que te cuentan de los vecinos), y una vez allí, sí que chocan detalles importantes de la personalidad de los habitantes del lugar, que suelen ser compartidos en una gran medida.

Frente a la extroversión y el famoso espíritu comercial de, por ejemplo, una buena parte de los chinos de la costa y el suroeste (lo que en el resto de Asia les da buena o mala fama, dependiendo de a quien preguntes), en Japón, quizás debido a vivir tradicionalmente en casas de papel y madera, con una intimidad casi inexistente (al menos esa es la explicación que me dio un natural de allí), los japoneses han interiorizado un fuerte sentimiento de introspección y de respeto por lo que podríamos llamar, intimidad interior de los demás. Es curioso como un japonés hará casi cualquier cosa para no ofender a un desconocido, ni siquiera con una mirada inapropiada. Y mantendrá esa actitud aun cuando esté intentando hacerte la puñeta en algún otro asunto que en occidente sí consideraríamos importante.

Esa forma de ser deriva en una actitud que se confunde con la timidez, que se vence cuando, como dice su refrán, “todo el grupo unido sí pasa el semáforo en rojo”. Como curiosidad, es por ello que los humoristas japoneses son abiertos, provocativos, entran en la zona de confort de los demás, los agreden (un abrazo puede serlo)…Y aquí es la imagen que en ocasiones llega de Japón.

Luego está la idea que se tiene de los países cercanos. Recuerdo a una japonesa que me comentaba que en su opinión, en todas partes hay gente buena y mala, pero que la mayoría era una mezcla… “excepto en China, que eran todos muy malos”. Estoy convencido que eso mismo lo hubiera afirmado una china respecto de Japón. En Asia se mueven en la contradicción de odiarse profundamente desde el punto de vista sentimental, y necesitarse desde el punto de vista práctico. Un delicado equilibrio que determina toda la política regional.

Siguiendo la prensa japonesa, resulta curioso como se informa sin darle importancia de la más que llamativa carrera armamentística que se está dando en el Pacífico, salpicada muy habitualmente con encontronazos que aquí consideraríamos muy graves, con patrulleras de altura chinas y japonesas embistiéndose en aguas en disputa, para luego intercambiarse prisioneros (perdón, náufragos) entre declaraciones rimbombates de amistad y de “pelillos a la mar”. Todo ello contrastando con las intrincadas y cada vez más importantes relaciones industriales, comerciales y culturales, conformadoras de una red económica y social que trasciende fronteras y que ningún gobierno está dispuesto a poner en riesgo.

Corea, por su parte, recelosa desde hace siglos de una China a la que sienten demasiado cerca y de un Japón que hasta hace tres cuartos de siglo consideraba la península como parte integrante de su territorio nacional, forma parte de esa potente red económica, y la mitad sur suele agradecer a su odiado vecino japonés los esfuerzos de éste por, en cada oportunidad que surge, demostrar que están allí para ayudar frente a enemigos comunes al norte.

Un rompecabezas fascinante y muy complejo, un equilibrio entre sentimientos e intereses, sobre los que merece la pena escuchar a quienes realmente conocen el tema en profundidad. En este sentido, Germánico, con alguna colaboración por mi parte, ha realizado una interesante entrevista a Georgina Higueras, periodista de El País, a la que sin duda podemos considerar una experta en Asia y en los asuntos que apenas he señalado. Tomen mis comentarios como lo que son, un mero conjunto de anécdotas, y lean a quien realmente sabe de este tema:

Entrevista:

1.- El psicólogo social Richard Nisbett es famoso, entre otras cosas, por sus trabajos sobre las diferencias cognitivas entre personas occidentales y del extremo oriente. Se encontraron tendencias más individualistas y analíticas en los occidentales y más holísticas e interdependientes socialmente en los orientales. Esto tiene inevitables repercusiones en cómo se estructura y organiza la sociedad. ¿Qué se aprecia de singular en los usos y costumbres de las sociedades del extremo oriente frente a las occidentales?

Las sociedades orientales –china, indochina, japonesa y coreana—son profundamente confucianas, lo que significa que el individuo es importante en tanto que miembro de la sociedad. La estructura del universo, según Confucio, que vivió en el siglo V a.C., se sustenta en la familia, el amor y la obediencia filiales, y desde esa base asciende de forma piramidal a través de los estratos de las distintas autoridades civiles y militares hasta llegar al príncipe, el hijo del cielo, cuya sabiduría y moralidad, unido al amor a su pueblo, facilitan el gobierno armónico de ese todo social. Según Confucio, sus enseñanzas se basaban en lo mejor de la tradición china, lo que significa que la filosofía enraizada en la población no tiene 2.500 años sino muchos más.

En Occidente, por el contrario, el individuo es el importante. Todo el pensamiento occidental tiene al individuo como objetivo. Si tomamos a Sócrates en la filosofía vemos su preocupación por la virtud y la honestidad del hombre como ser humano, no como miembro de una sociedad. Pericles, en la organización del Estado, defiende también al individuo al poner en valor su voto para organizar el gobierno: la democracia. No es de extrañar, por tanto, que Nisbett encontrara diferencias cognitivas entre personas occidentales y orientales.

En Japón, por ejemplo, Estados Unidos impuso la democracia durante su ocupación del país tras la Segunda Guerra Mundial, pero desde la fundación del Partido Liberal Democrático, en 1955, vemos que ese mismo partido ha gobernado Japón todos estos años, con dos pequeñas excepciones poco exitosas. Además, muchos de sus políticos, como el actual primer ministro Shinzo Abe, lo son por herencia familiar.

En este sentido, la meritocracia existente en Singapur es un sistema de gobierno más acorde con la filosofía oriental que la democracia.

2.-En el estudio de la Historia se ha pasado por alto durante mucho tiempo la del extremo oriente, y ahora parecen perfectos desconocidos. Sin embargo están cobrando una importancia tan grande en el mundo que forman una parte esencial de la historia presente, y parece cada vez más necesario entender a los asiáticos del este. ¿Se escribirá la Historia del futuro en Kanji?

Kanji es la denominación en japonés de los hanzi, los caracteres chinos. Creo que, como en la antigüedad, el mundo tendrá dos grandes polos de atracción: Oriente y Occidente.  Antes se conectaron y se influyeron a través de la ruta de las caravanas, llamada posteriormente Ruta de la Seda. Hoy, en un mundo global, las conexiones entre ambos son mucho mayores y enriquecen a ambos. La historia se escribirá con mayor conocimiento, pero no solo en hanzi.

3.-Desde la masacre de la plaza de Tiananmén y la caída del muro de Berlín en 1989, el comunismo en la URSS y en China se descompuso y recicló, respectivamente. Deng Xiaoping mantuvo el pulso firme mientras introducía el capitalismo que provocó el despegue de China como gigante económico, mientras mantenía y mejoraba una maquinaria administrativa hecha para perpetuarse indefinidamente en el tiempo, con menos liderazgos, como el de Mao, y más funcionarios grises y fieles al partido. Hoy, los países que constituyeron en bloque soviético tienen al líder Ruso Vladimir Putin proyectando su negra sombra sobre ellos, tratando de recuperar de algún modo, por la fuerza o la astucia, el Imperio Soviético, pero declarándose carente de ideología, mientras los chinos tienen un grupo de mandatarios  con Xi Jinping a la cabeza, cuyo partido comunista es fuerte, pero que no se sabe muy bien tampoco qué queda en él de comunista. ¿Qué está sucediendo en el comunismo chino?

El próximo diciembre se cumplirán 40 años de la política de reforma y apertura de Deng Xiaoping. Deng tenía claro que la modernización de China solo se conseguiría poniendo fin a la autarquía maoísta. Los chinos, pragmáticos por naturaleza, estaban agotados por 30 años de excesos políticos e ideológicos de Mao y la oferta de Deng, aunque al principio desconfiaron de ella, les pareció extraordinaria. Mao consiguió la expulsión de las potencias extranjeras que se disputaban China y la unificación del país. Deng y sus sucesores lograron con la introducción de la economía de mercado, sacar de la pobreza a 600 millones de chinos en otros 30 años, algo único en la historia. La llegada de Xi Jinping al poder, en noviembre de 2012, inicia un nuevo ciclo de poder en China, un proyecto de otras tres décadas largas que debe culminar en el centenario de la fundación de la República Popular en 2049. Este nuevo periodo está marcado por una China más segura, que ya no necesita imitar ni copiar a Occidente, una China que quiere ponerse al frente de la revolución tecnológica, una China orgullosa de sus logros y agradecida al Partido Comunista Chino (PCCh), que ha sido capaz de inventarse la fórmula del “socialismo con características chinas” para convertir el país en la gran potencia del siglo XXI.

Económicamente hay poco de comunismo en China, aunque la tierra sigue siendo del Estado y las grandes empresas, también. Políticamente, la evolución ha sido mucho menor, el PCCh sigue teniendo una estructura de poder leninista, pero es tan piramidal que bien podría ser confuciana y, de hecho, hay estudiosos que consideran que el partido gobernante en la República Popular debería cambiar de nombre. Creo que aún estamos lejos de esa posibilidad.

4.- Corea del Norte es el último reducto del totalitarismo y dispone de un arsenal nuclear (modesto, pero suficiente para hacer mucho daño), y hace frontera con China. Donald Trump y Kim Jon-Un mantienen una tensa relación que podría provocar una guerra a gran escala. ¿Cómo es la situación actual en la península coreana, con las tímidas conversaciones entre norte y sur que ahora se están produciendo?

La situación sigue siendo muy volátil y peligrosa porque pone frente a frente a dos líderes imprevisibles. El acuerdo de Seúl y Piongyang para los juegos olímpicos de invierno es solo un movimiento geoestratégico que no conduce a la solución, aunque concede una cierta calma a la tensión que vive la zona. Kim Jong-un no quiere negociar con el Gobierno surcoreano, que considera un títere de Washington, quiere negociar con EEUU y firmar el acuerdo de paz que tienen pendiente desde el fin de la guerra de Corea (1950-1953), que acabó en un armisticio. El problema es que Kim Jong-un insiste en que la negociación no es para desprenderse de su arsenal nuclear, como pretende EEUU, sino para que se le reconozca como potencia nuclear. El régimen norcoreano ha hecho del arsenal atómico –al menos 15 bombas— su seguro de vida y no va a renunciar a el. Si hay que morir, Kim Jong-un prefiere morir matando.

Piongyang y Washington ya tuvieron un principio de acuerdo con George Bush por el que Kim Jong-il destruyó, en junio de 2008, la torre de refrigeración de la central de Yongbion y entregó a China los planes de su proyecto nuclear, pero Bush ralentizó el cumplimiento de sus compromisos hasta hacer saltar al dirigente norcoreano, que volvió a retomar el proyecto. Kim Jong-un persigue con su arriesgada jugada no caer en la “trampa” que supuestamente le tendieron a su padre y menos después del resultado que tuvo para Muammar el Gadafi renunciar al armamento atómico.

5.- ¿Qué efectos tuvo la globalización en el extremo oriente? Tras la disolución del mundo bipolar y el fracaso relativo del mundo unipolar, ¿qué son los países del extremo oriente en el nuevo contexto multipolar?

China siempre defendió un mundo multipolar y ahora que se encamina al podio de primera potencia sigue insistiendo en la multipolaridad y en las ventajas que ofrece para la gobernanza global.  De ahí, su interés en el fortalecimiento de distintas asociaciones, instituciones, grupos y foros, como los BRICS, donde se incluyen las cinco grandes potencias emergentes –Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica—; el G-20, que reúne a los países más desarrollados y a los que comienzan a pisarles los talones, o la APEC, el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico. Además, Pekín promueve otras regionales, como la Organización de Cooperación de Shanghai y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, en sus siglas en ingles) e instituciones como el Banco Asiático de Inversión e Infraestructuras, con el que pretende financiar muchos de los proyectos vinculados a la Ruta de la Seda, la gran apuesta diplomática china, con la que busca impulsar la conectividad euroasiática y global.

6.-¿Cómo es la actual relación entre los países de la zona? ¿Especialmente, qué hay del resentimiento chino contra Japón? ¿Cómo es la relación de China con Rusia, que aspira a un área económica y geoestratégica asiática enfrentada a Occidente?
China mantiene unas relaciones difíciles con todos sus vecinos y en especial con Japón, no solo por motivos históricos sino también por la disputa por un conjunto de islotes deshabitados cercanos a Taiwan. Estados Unidos, principal aliado de Japón y gran rival de China, ha incluido esos islotes, denominados Diaoyu en chino y Senkaku en japonés, dentro del tratado de defensa Japón-EEUU, lo que significa que, si hay un conflicto por ellos, Washington acudiría en apoyo de Tokio. Esta disputa ha envenenado las relaciones en un momento de creciente nacionalismo en los dos países, lo que dificulta el entendimiento, aunque en la última cumbre de la APEC Xi Jiping y Shinzo Abe se saludaron y acordaron mantener conversaciones para mejorar las relaciones bilaterales.

En cuanto a la relación de China con Rusia, hay que entenderla como un matrimonio de conveniencia. Rusia tiene el petróleo y el gas que China necesita para su desarrollo y China la capacidad de financiación que necesita un Moscú ahogado por las sanciones impuestas por Occidente. Además, Rusia es clave para el proyecto de la Ruta de la Seda porque sigue manteniendo mucha influencia en Asia Central, que desconfía del gigante chino. Su entendimiento se basa también en que los dos países sufren un embargo de armas y de tecnología de doble uso militar y civil impuesto por Occidente, lo que ha impulsado su cooperación militar y la puesta en marcha de maniobras cada vez más complejas y alejadas del escenario fronterizo. Si entre Shinzo Abe y Xi Jinping no hay química, entre Putin y Xi se ha establecido una relación muy amistosa y en estos años se han reunido más de veinte veces.

7.-¿En qué está trabajando ahora? 

Estoy corrigiendo las pruebas de mi primera novela, En busca de mi hermana china, que publicará Esfera de los Libros en abril. Después de tantos años de periodismo, es muy difícil levantar los pies del suelo, dejar que la imaginación vuele y ser creativa. Me ha costado mucho más que mis libros anteriores que eran ensayos sobre China y Asia, pero estoy contenta.

 

Miguel A.Velarde
Miguel A.Velarde

Ejerzo de Abogado en Sevilla, además de estar implicado en algún que otro proyecto.

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5 comentarios

  1. Un comentario a esta respuesta en concreto referida a Trump y el líder norcoreano: «La situación sigue siendo muy volátil y peligrosa porque pone frente a frente a dos líderes imprevisibles».
    Mi opinión personal es que más allá de la retórica y las puestas en escena, la política real de ambos líderes, en especial, en lo que atañe a su conflicto de intereses derivado de la nuclearización de Corea del Norte, es justo lo contrario a imprevisible. De hecho me atrevo a calificarlas como «obvias».

    Por parte de Corea del Norte, debido al gigantesco contraste entre su pobreza y la riqueza de sus hermanos de Corea del Sur (que empezaron en idénticas condiciones), la supervivencia del régimen, independientemente de quien sea su líder, depende de su capacidad de ser potencia nuclear, dado que sin esa capacidad de chantaje permanente, su régimen se desmoronaría porque en la práctica carecería del poder de movilizar a su propia sociedad, tal y como sucedió con el bloque socialista satélite de la URSS, (caída que acabó arrastrando a la propia URSS). En resumen, sin armas nucleares Corea del Norte está más condenada al fracaso que la extinta RDA, aunque sus armas nucleares nunca vayan a ser utilizadas para atacar preventivamente a sus enemigos, dado que, ni ganarían nada con ello y además sería lo único que obligaría a los USA a intervenir militarmente, que en un conflicto entre potencias nucleares como sería el caso, implicaría arrasar nuclearmente al enemigo norcoreano.

    Por parte americana, y también con independencia de quien sea su líder, mientras Corea del Norte no se suicide usando sus armas de manera preventiva , (que no lo va a hacer por lo expuesto) no le queda otro remedio que amagar, aparentar, hacer aspavientos y……no dar. En definitiva, si China permite que su aliado coreano sea potencia nuclear, (cosa que le interesa para utilizar a Corea del Norte como su conejillo de indias para comprobar la fuerza y determinación de USA) como de hecho lo hace, a USA solo le queda «ajo y agua».
    Y ello por una razón muy sencilla: China no permitiría, bajo ningún concepto un ataque preventivo americano a Corea del Norte, de la misma manera y por los mismos motivos que USA no permitiría un ataque nuclear o una invasión china a cualquiera de los aliados de los americanos (Japón, Corea del Sur, ¡¡¡¡Vietnam!!! etc).

    En resumen: Trump y el líder norcoreano serán todo lo payasos que se quiera, pero ninguno de los dos es un suicida imprevisible.

    • Gracias por comentar.
      Opino como tú en cuanto que el tema coreano está en un punto muerto del que nadie quiere salir, esperando que otro de el primer paso o cometa el primer error del que aprovecharse sin tener que usar los tanques.
      A nadie le interesa una guerra convencional. Corea del Norte sabe que la perdería sin remedio (aún con la ayuda china), y que significaría el final del régimen, y posiblemente su absorción por el Sur. EEUU y sus aliados tampoco, porque significaría la segura destrucción de Seul y la guerra con China. Un desastre económico se mire por donde se mire.
      Y una guerra nuclear, por supuesto que la quieren aún menos.

      De todas formas, lo que nos enñó la 1ª guerra mundial es que el hecho de que nadie quiera una guerra, no es garantía de que no se produzca. Esperemos que no sea el caso.

      • Un par de comentarios:
        1º Al margen del tema principal, dices que «lo que nos enñó la 1ª guerra mundial es que el hecho de que nadie quiera una guerra, no es garantía de que no se produzca».
        Lo que he leído al respecto de la 1ª GM, es justo lo contrario: que todos la buscaban con verdadero entusiasmo, no solo por parte de los dirigentes, sino incluso entre las «masas» de los contendientes, que creyeron ingenuamente que la guerra sería un episodio de corta duración en el que pondrían en su sitio a sus respectivos enemigos tradicionales.
        2º Volviendo al tema de Corea, la Biología nos enseña ejemplos de como los depredadores, incluso los más poderosos (por ejemplo los leones), rehuyen con frecuencia pelear contra enemigos (por ejemplo, los babuinos o las hienas e incluso contra presas tradicionales como ñus y cebras que excepcionalmente les plantan cara) que aun siendo claramente menos poderosos, podrían herirlos en la pelea, con el consiguiente riesgo de incapacitarlos.
        Lo anterior implica que en Biología, la cuestión fundamental en la estrategia de como afrontar conflictos es la relación coste/beneficio, más aún que el poder relativo de cada contendiente.
        Lo anterior se aplica al pié de la letra a la situación en Corea, tanto para USA como para Corea del Norte (y China): los costes de una guerra (aún en el caso de ganarla) superan con mucho a los posibles beneficios.
        Precisamente por eso, la Guerra de Corea acabó en tablas y durante la misma, aunque se barajó, no se llegó a emplear armamento nuclear.

        • Totalmente de acuerdo en tu punto 2º. Respecto del 1º, es un sí y un no. Había firmes partidarios de la guerra, claro. En Francia había bastantes, aunque no así su gobierno. Lo mismo en Alemania, donde si bien se conservan declaraciones del kaiser en uno y otro sentido, el gobierno tenía serias dudas. De hecho, parece que hasta los gobiernos más belicistas pretendían más bien una especie de farol arriesgado. De la correspondencia de las semanas (y días) anteriores al comienzo, se puede ver que todo el mundo estaba en estado de pánico, no queriendo comenzar ni provocar, pero tampoco mostrar debilidad ni quedarse indefensos, lo que los llevaba a la guerra.
          Me parece muy interesante, en ese sentido, un libro de Barbara Tuchman: «Los cañones de agosto», que si bien en algunos aspectos ha quedado algo anticuado, viene a describir muy bien esa idea.
          Por cierto, por «enñó» quería decir «enseñó». Cosas de escribir con prisas y no revisar lo escrito. Ya está corregido. 🙂

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