Pensar con el estómago (Entrevista al Dr Emeran Mayer)

En libros como Decisiones Instintivas de Gerd Gigerenzer o Inteligencia Intuitiva de Malcolm Gladwell, entre otros, se plantea la interesante cuestión de cómo los seres humanos, en numerosas ocasiones, tomamos decisiones sobre asuntos o situaciones muy complejos, sin apenas pensarlo conscientemente, en un parpadeo («Blink», así se titula en inglés el libro de Gladwell). Gracias a un reconocimiento de una serie de patrones característicos, que se produce a nivel inconsciente, uno reacciona rápidamente y detecta si un determinado estímulo o circunstancia son peligrosos, falsos, incompletos, desmesurados, ajustados o no al contexto etc. Un experto en arte puede reconocer una falsificación sin poder dar cuenta de porqué la obra es falsa. Es lo que se conoce como conocimiento experto, y es el que se adquiere después de año de práctica y repeticiones de cierta clase de acciones y aprendizajes. Por ejemplo el de un médico, un jefe de bomberos o un ajedrecista.

Pero como apunta Daniel Kahneman en su libro Pensar Rápido, Pensar Despacio, la intuición puede surgir tanto de nuestros sesgos y sus correspondientes heurísticos (o atajos mentales), cuando construimos la historia más creíble a partir de los escasos datos disponibles por pura asociación con algo que no se relaciona más que superficialmente con lo experimentado u observado, como de un conocimiento del que no se tiene conocimiento explícito pero que está ahí almacenado en nuestro cerebro para ser usado cuando las circunstancias así lo exijan. A esa conclusión al menos llegaron él y Gary Klein, hasta entonces enfrentados respecto al origen de las intuiciones. Como es natural, Kahneman sostenía que eran los sesgos y los heurísticos (campo al que había dedicado gran parte de su trabajo profesional) los responsables de las respuestas calificadas como intuitivas, mientras que Klein consideraba que las intuiciones eran el fruto del conocimiento o juicio expertos. Tras llegar a un compromiso razonable lo convirtieron en un artículo científico publicado conjuntamente (pueden verlo pinchando aquí).

 

El caso es que en toda ocasión recurrimos a nuestros recuerdos, sean conscientes o inconscientes, episódicos, procedimentales o emocionales, para juzgar lo que nos rodea y tomar decisiones. Y al ritmo que suele ir la vida, incluso la contemplativa, la intuición es una poderosa herramienta que nos ahorra recurrir a un sesudo razonamiento y análisis que dejaría pasar las oportunidades y consumarse los peligros.

 

Una visión convencional de la memoria y el olvido

Pero ¿de qué pasta están hechos los recuerdos? ¿Se ubican todos en el cerebro? ¿Tienen algún correlato físico, entendiendo por tal algún tipo de reflejo en el resto del organismo? La respuesta es afirmativa. Ya desde que William James, padre de la Psicología americana y el psicólogo y físico danés Carl G. Lange propusieron la atrevida hipótesis de que las emociones eran el resultado de una activación fisiológica, contra la idea de que las emociones suscitaban dicha activación (me siento triste porque lloro, no lloro porque me siento triste), se ha ido profundizando cada vez más en el modo en que el cuerpo y la mente se relacionan.

 

Hay dos vías principales a través de las cuales nuestras vísceras se comunican con el cerebro y viceversa: la hormonal, compuesta de mensajeros químicos que recorren el cuerpo por la sangre, y la nerviosa autónoma, con sus ramas simpática y parasimpática, que inervan a los distintos órganos para modular su actividad en función de los requerimientos del organismo como conjunto.

 

Uno de los principales ejes que conectan al cerebro con las vísceras es el nervio vago, de la rama parasimpática. Este nervio parece tener una importancia crucial en transmitir mensajes del cerebro al aparato digestivo y, lo que es más importante, del aparato digestivo al cerebro: el tráfico es mucho mayor de abajo a arriba. Trabajando en conjunción con las células endocrinas del sistema digestivo tiene en todo momento informado al ejecutivo del piso superior del cerebro de lo que pasa en «las cloacas». ¿Pero cómo? ¿Qué hacen distrayendo al CEO de la Empresa, que mira desde la altura de su rascacielos a todo un amplio horizonte de posibilidades existenciales, con mensajes constantes desde los bajos fondos de los sucios intestinos, ese sistema de tuberías que absorben la comida ingerida y ¡puag! se desprenden de lo que no es absorbido en forma de algo hediondo e insalubre arrojándolo a los contenedores de basura del inodoro, fuera del glorioso edificio del cuerpo?

 

El llamado eje intestino-cerebro es hoy foco de un intenso interés por parte de científicos que distan mucho de ser escarbadores de suciedades. Son CEOs que toman muy en cuenta la información recibida en su despacho desde los sótanos de su cuerpo. De hecho desde la altura de su despacho otean múltiples horizontes y se interesan por toda la ciudad, por todos esos edificios que están constituidos de la misma forma y experimentan los mismos procesos. Quieren saber cuál es su importancia.

 

Porque ¿Tiene algo que decirnos el intestino delgado sobre los nervios que experimentamos ante una entrevista de trabajo? ¿Es el estómago un buen consejero para emprender un negocio? ¿Puede el intestino grueso sugerirnos el próximo plato que vamos a comer en el restaurante?

 

Es ya indudable la conexión entre el sistema nervioso entérico, que algunos llaman segundo cerebro (aunque a nosotros no nos merezca tal consideración por algo que se expondrá más adelante en la entrevista) y nuestras emociones e incluso cogniciones. Dicho “segundo cerebro” es el conjunto de células del sistema nervioso que recubren de principio a fin esa supuestamente tosca pero enrevesadamente compleja tubería del aparato digestivo, y constituye un auténtico imperio en términos de número de neuronas y sofisticación en sus conexiones. De hecho podría funcionar de forma autónoma y regular si se desconectara del cerebro por un corte en el nervio vago. Desde luego lo que se cocina ahí en las tripas es lo suficientemente importante para que no hagan falta instrucciones desde la dirección (¡Oído cocina!), mientras que las instrucciones dirigidas hacia el piso superior del cerebro exigiendo cambios de comportamiento no deben ser desoídas. Así que tanto si empieza en la tripa como si lo hace en algún lugar del cerebro emocional, de pronto uno “siente” los “sentimientos”, los somatiza, o bien, como sugerirían James y Lange, convierte “sensaciones viscerales” en “sentimientos”.

 

Están bien estudiados los circuitos del cerebro emocional inconscientes que asocian determinadas vivencias con emociones, dando origen a vagas sensaciones de malestar al entrar en un lugar en el que no se había estado nunca sin razón aparente o incluso a explosiones de estrés postraumático. La conexión del tálamo, centralita de la percepción, con la amígdala, centro del miedo y otras sensaciones intensas, puede llevar las huellas de antiguas vivencias grabadas a fuego. Como ninguno de esos centros neuronales se encuentran en la corteza no somos conscientes de porqué de repente nos sentimos mal o fantásticamente bien. Esa asociación inconsciente entre ciertos estímulos del entorno y ciertas emociones es una forma de memoria emocional inconsciente.

 

Estos centros también están conectados por aferencias provenientes de las vísceras y envían eferencias a las mismas, con lo que algunas memorias emocionales realmente se pueden grabar en circuitos que conectan el cerebro y el aparato digestivo. Y así uno de pronto siente que no se encuentra bien del estómago, nota en él una punzada, y ni siquiera Freud con todos los psicoanalistas que le han sucedido trabajando en ello podrían decirle exactamente porqué la experimenta, indagando con sus toscas herramientas psicodinámicas en la mente del paciente.   O quizás sí. Puede usted experimentar diarrea cada vez que tiene que hacer una presentación. ¿No es tan fácil como decir que el pavor que le produce hacer una presentación le provoca ese torrente incómodo y maloliente que procura evacuar en un lugar seguro y apartado?

 

La cuestión aquí es parecida a la de las causas inmediatas y las causas últimas en la evolución biológica. Que usted se vaya de…cuando tiene que….parece una relación causal bastante plausible, incluso teniendo en cuenta que correlación no implique causalidad. Pero la causa última, la que verdaderamente importaría a un médico que tratara de curarle, o al menos de entender lo que realmente le pasa, aunque no pueda hacer nada, radica en conexiones establecidas entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico, muchas de las cuales son inconscientes, y muchas de las cuales están grabadas temprano en la vida y son muy difíciles de….desatascar. Difícilmente se irán por la cañería cuando tiremos de la cadena con el resultado de la acción de nuestros nervios en nuestro intestino.

Hay pues que pensar también en una memoria digestiva. Cada uno tiene sus propios rituales digestivos de los que probablemente, y con fortuna, no sea consciente. Quienes padecen la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa o el Síndrome del intestino irritable serán mucho más conscientes de ellos (con síntomas imposibles de obviar) que de los propios bucles emocional-digestivos que podrían estar en su origen.

Así que tenemos, de todo este desarrollo, algunos puntos clave que pueden servir de guía:

1.- El cerebro está conectado al sistema nervioso entérico y existe una comunicación bidireccional entre ellos muy fluida.

2.- Nuestras emociones se ven afectadas por lo que suceda en nuestro aparato digestivo y nuestro aparato digestivo se ve afectado por nuestras emociones. Se crean con ello circuitos que se refuerzan y activan ante determinados estímulos.

3.- Guardamos memorias en el cerebro, memorias episódicas, memorias procedimentales y memorias emocionales. Algunas de estas memorias están bajo el umbral de la consciencia. Estas memorias, en particular las inconscientes, están vinculadas con el aparato digestivo, lo cual podría decirse que genera cierta forma de memoria digestiva.

4.- El cerebro, cuando toma decisiones, recurre la mayor parte de las veces al sistema rápido e inconsciente, lo cual puede salvarnos o perdernos, según lo que afrontemos y el conocimiento explicito o implícito que tengamos de ello. Esas decisiones rápidas, conocidas como decisiones instintivas, responden a memorias almacenadas tanto en el cerebro como en el aparato digestivo, o lo más seguro en un almacén compartido.

Y después de todo esto tocaría hablar de los microorganismos que viven en nuestros intestinos, pero es un tema tan tratado ya, hemos hablado tanto de él, que podríamos reducir el mensaje a un solo párrafo, que constituye el quinto punto:

5.- Ellos estaban antes que nosotros, produjeron las moléculas que usamos en nuestras comunicaciones, las usan para comunicarse con nuestro intestino, nuestro sistema inmunitario y sí, nuestro cerebro. Ahora están tratando de descifrar los archivos secretos de esas conversaciones mantenidas durante cientos de millones de años (de hecho, miles).

¿Creen, queridos lectores, si es que han llegado hasta aquí, que entienden lo que puede significar “pensar con el estómago”? A mí me parece claro. Aunque el título en inglés de la obra sea The Mind-Gut Connection, los editores de Grijalbo decidieron titularlo “Pensar con el estómago”, que tampoco es que esté mal, pero suena más a libro de autoayuda. El autor, el Dr Emeran Mayer, se ha dedicado a esa conexión entre la mente y el intestino desde los comienzos de su carrera con verdadero empecinamiento. Su trabajo es sobresaliente: el libro no vende falsas esperanzas, ni tiene nada que ver con otras obras como la del Dr. David Perlmutter, más encaminado en su trabajo a vender libros como churros con ataques al gluten y dietas milagro que a explicar lo que sucede en nuestro cuerpo. Y sin embargo la crítica elogiosa de la contraportada es del Dr. Perlmutter. No debe extrañar que el elogio del superventas acompañe al libro, pero sí lo hace que el de Antonio Damasio, Martin J. Blaser, Michael D. Gershon o Rob Knight se encuentren escondidos en la contrasolapa de la portada.

Y ahora viajemos al remoto pasado e imaginemos los primeros sistemas digestivos con sus sistemas nerviosos circundantes y sus microorganismos colonos habituales y pensemos en cómo la evolución nos ha llevado hasta aquí, porque el Dr Mayer ha tenido la amabilidad de responder un breve cuestionario para nosotros.

Para quien quiera profundizar aún más en el tema aquí tienen su libro: Pensar con el estómago. Dr Emeran Mayer. No les defraudará, salvo que lo que busquen sean respuestas estereotipadas a preguntas tipo. Es un libro de ciencia.

En inglés:

1.- What was the first language of the earth?

The first biological language on earth was the signaling code developed by the microbes living in the oceans to communicate with each other.  These microorganisms had billions of years to develop this language and store this knowledge in their millions of genes.  After some of the microbes settled in the digestive system of primitive marine animals (like the hydra), some of this genetic information was transferred by the microbes to the marine animals, and this information ultimately became the basis for the development of signaling molecules and neurotransmitters in our nervous system. A similar process of lateral gene transfer may have occurred between microbes and plants, as plants also share many of the same signaling molecules with us.  I have called this a universal biological language which is shared by all living creatures on planet Earth

2.-From an evolutionary perspective, which one do you think was the first brain?

There is no question, that the nerve nets surrounding the digestive tubes of primitive marine animals like the hydra represented  the first nervous system in evolution.  Even though these nerve nets developed some 500 Million years ago, their basic architecture has been preserved all the way to our own enteric nervous system (often falsely referred to as the «second brain”).  With the development of polar animals (animals with a head), a brain outside of the gut developed which ultimately became our brain.  While the functions of the first brain (peristaltic reflex, regulation of digestive function) remained in the enteric nervous system, all functions related to optimal functioning in the environment (cognition, emotion, locomotion) and homeostasis of the organism were transferred into the main brain.  Because of this development from the first brain in the gut to the second brain in our heads, both systems share the same neurotransmitters and they are closely connected by neurons, hormones and cytokines with the brain gut axis.

3.- How does our diet affect our physical and mental well-being?

In addition to providing nutrients to our body, complex carbohydrates from plants (fiber) provides food to the gut microbes. These microbes turn the fiber (which our gut cannot break down and absorb) into absorbable molecules (like short chain fatty acids) which also can signal to the endocrine cells in our gut, and to the vagus nerve.  These signals can reach the brain either through the circulation or via vagal nerve activity and affect brain structure and function.  A good example for this communication is the feeling of fullness and wellbeing after a meal, or the nausea and bad feeling associated with food poisoning.  An unhealthy diet (high animal fat, high sugar, low in fiber) will change the gut microbiome, make the gut more leaky, and cause low grade immune activation, which can also affect the brain.  Low grade immune activation can be associated with such symptoms as brain fog, fatigue and loss of energy.

 

4.- Stress is a complex adaptive mechanism for survival that sometimes overflows. What role do our gut and their microbial inhabitants play in our predisposition to suffer it and in its modulation?

While acute stress is adaptive and essential for our survival, chronic and sometimes severe stress triggers maladaptive changes including low grade inflammation throughout the body.  Gut microbes are affected by chronic stress in both a direct and indirect way:  Norepinephrine levels increase inside the gut lumen (spill over from sympathetic innervation of the gut) and interact with adrenergic like receptors on many strains of microbes, changing their gene expression pattern and making them more virulent.  Stress can change many gut functions including regional motility, secretion, blood flow and intestinal permeability.  These stress induced changes modify the environment that microbes live in, decreases the abundance of certain microbes (in particular lactobacilli) and increases the leakiness of the gut.  All these changes give gut microbes more access to the gut associated immune system, leading to low grade immune activation in the gut and throughout the body.

5.- Joseph Ledoux discovered a brain circuit between the thalamus and the amygdala that allowed the generation of unconscious emotional memories. But you have proven that the guts also remember and condition our decision-making. How does this visceral memory work?

The gut and its nervous system don’t have the same type of memory that our brain has.  However, events that occur early in life, during a period when the gut microbial community structure is established, are able to shape the microbiome for the rest of a person’s life.  In addition, I have proposed that the gut reactions which occur as part of every emotion can be stored as part of emotional memories in the brain, analogous to what Antonio Damasio called somatic markers.  The brain stores billions of such emotional memories during a lifetime and can recall them when making a gut based decision.  In other words, the memories are form in the CNS and include a memory of the gut reaction associated with every emotion.

 

6.- The immune system also has memory. And much of it works along our digestive tract. What kind of relationships exist between the somatic cells of our army and our diplomatic corps of the immune system and the intestinal microbiota?

There is a close interaction between the gut associated immune system and the gut microbes. It starts early in life when the immune system is being trained to differentiate between self and non-self, a training in which microbial organisms from the environment play an important role.  Compromised training of the immune cells and formation of immune based memories are thought to be responsible for many autoimmune diseases and food allergies.  Throughout life there is a close interaction between certain gut microbes with the adult immune system, in particular under conditions of a reduced gut barrier, a so called leaky gut.

7.- And between the early memories of the cranial brain, the digestive system and the immune system …. are created from infancy, as Freud defended, unconscious memories that mark us for life? What role do our genes play and what do our experiences (particularly early ones) play in our destiny?

As you state, memories are formed at multiple levels of the brain gut microbiome axis.  I proposed that we may have access to the vast database of  emotional memories of gut feelings (somatic markers) that are being generated throughout life during our dreams, and that the beautiful and often highly personal “movies” we are “watching” when we dream are being generated from these memories.  The operating system of our brain gut microbiome axis is established early in life when our genetic programs are being shaped by environmental influences through epigenetic mechanisms.

 

8.- What are you working on now?

Two major projects:  1. To identify the role of gut microbes in modulating ingestive behaviors, in particular the microbial metabolites that can modulate the brain’s reward system to produce the craving for high fat, high sugar containing foods.  2. To identify the role of gut microbial metabolites, in particular tryptophan metabolites to modulate brain function in patients with irritable bowel syndrome.

Conexión Intestino-Cerebro

En Castellano:

1.- ¿Cuál fue el primer lenguaje de la tierra?

El primer lenguaje biológico de la tierra consistió en un código de señales desarrollado por los microbios residentes en los océanos para comunicarse entre sí. Estos microorganismos dispusieron de miles de millones de años para desarrollar este lenguaje y almacenarlo como conocimiento inscrito en sus millones de genes. Una vez establecidos algunos de estos microbios en el sistema digestivo de los animales marinos primitivos (como la hidra),  parte de esta información genética se transfirió desde los microbios hasta los animales marinos hospedadores, convirtiéndose en última instancia la información transferida en la base para el desarrollo de moléculas de señalización y de los neurotransmisores de nuestro sistema nervioso.  Podría haberse dado un proceso similar de transferencia génica lateral entre microbios y plantas, dado que las plantas también tienen en común con nosotros muchas de las mismas moléculas de señalización. A esto lo he denominado lenguaje biológico universal, pues es compartido por todas las criaturas vivientes en el planeta Tierra.

2.-Desde una perspectiva evolucionista, ¿cuál diría que fue el primer cerebro?

No cabe duda de que las redes nerviosas que rodearon los tubos digestivos de los animales marinos primitivos como la hidra representaron el primer sistema nervioso en la evolución. Pese a que estas redes nerviosas se desarrollaron hace unos 500 millones de años, su arquitectura básica se ha conservado hasta ahora y podemos apreciar en nuestro propio sistema nervioso entérico (a menudo denominado falsamente  «segundo cerebro»). Con el desarrollo de animales polares (animales con cabeza), se desarrolló un cerebro fuera del intestino que en última instancia se convirtió en nuestro cerebro. Mientras las funciones del primer cerebro (el reflejo peristáltico, la regulación de la función digestiva) permanecieron en el sistema nervioso entérico, todas las otras funciones relacionadas con un funcionamiento óptimo en el ambiente (cognición , emociones, locomoción) y la homeostasis del organismo se transfirieron al cerebro principal. Debido a este desarrollo que llevó del primer cerebro en el intestino hasta el segundo cerebro en la cabeza, ambos sistemas comparten los mismos neurotransmisores y están estrechamente conectados por neuronas, hormonas y citoquinas en el eje intestino-cerebro.

3.- ¿Cómo afecta nuestra dieta a nuestro bienestar físico y mental?

Además de proporcionar nutrientes a nuestro cuerpo, los carbohidratos complejos de las plantas (la fibra) proporcionan alimento a los microbios intestinales. Estos convierten la fibra (que nuestro intestino no puede descomponer y absorber) en moléculas absorbibles (como los ácidos grasos de cadena corta) que además envían señales  a las células endocrinas de nuestro intestino y al nervio vago. Estas señales pueden llegar al cerebro a través de la circulación o a través de la actividad del nervio vago y afectar la estructura y al funcionamiento del cerebro. Un buen ejemplo de esta clase de comunicaciones es la sensación de plenitud y bienestar después de una comida, o las náuseas y las malas sensaciones asociadas con la intoxicación alimentaria. Una dieta poco saludable (con alto contenido en grasa animal, azúcar y pobre en fibra) cambiará el microbioma intestinal, generará una mayor permeabilidad intestinal y provocará una reacción inmune de bajo grado, que podría también afectar al cerebro. Dicha activación inmune puede asociarse con síntomas tales como confusión mental, fatiga y pérdida de energía.

4.- El estrés es un complejo mecanismo de adaptación para la supervivencia que a veces se desborda. ¿Qué papel juegan nuestro intestino y sus habitantes microbianos en nuestra predisposición a sufrirlo y en su modulación?

Si bien es cierto que el estrés agudo es adaptativo y esencial para nuestra supervivencia, el estrés crónico y, a veces severo, desencadena cambios patológicos, que incluyen inflamación de bajo grado en todo el cuerpo. Los microbios intestinales se ven afectados por estrés crónico de forma directa e indirecta: si los niveles de norepinefrina aumentan dentro de la luz intestinal (por un derrame desde la inervación simpática del intestino) e interactúan con los receptores adrenérgicos de muchas cepas de microbios, cambian su patrón de expresión genética y los vuelven más virulentos. El estrés puede afectar a muchas funciones intestinales tales como la motilidad regional, las secreciones, el flujo sanguíneo y la permeabilidad intestinal. Estos cambios inducidos por el estrés modifican el entorno en el que viven los microbios, disminuyendo la abundancia de algunos de ellos (en particular, los lactobacilos) y aumentando las filtraciones del intestino. Todos estos cambios dan a los microbios intestinales un mayor acceso al sistema inmune que rodea al intestino, lo que lleva a una activación inmune de bajo grado tanto en el intestino como en el resto del organismo.

5.-Joseph Ledoux descubrió un circuito cerebral entre el tálamo y la amígdala que permitía la generación de recuerdos emocionales inconscientes. Pero usted ha demostrado que nuestras tripas también recuerdan y condicionan nuestra toma de decisiones. ¿Cómo funciona esta memoria visceral?

El intestino y su sistema nervioso asociado no tienen el mismo tipo de memoria que alberga nuestro cerebro. No obstante lo cual, los eventos que acaecen en las fases tempranas de la vida, durante el período en el que se establece la estructura de nuestra comunidad microbiana intestinal, pueden dar forma al microbioma de una persona para el resto de su vida.  Además, he propuesto que las reacciones viscerales que acompañan a cada emoción pueden almacenarse como parte de los recuerdos emocionales en el cerebro, un proceso que actuaría de modo análogo a lo que Antonio Damasio denominó marcadores somáticos. El cerebro almacena miles de millones de recuerdos emocionales a lo largo de la vida que pueden emerger cuando tomamos una decisión visceral. Dicho de otro modo, los recuerdos se forman en el sistema nervioso central  y contienen un recuerdo de las reacciones intestinales asociadas con cada emoción.

6.- El sistema inmune también tiene memoria. Y gran parte de su trabajo se desarrolla  a lo largo y en derredor de nuestro tracto digestivo. ¿Qué tipo de relaciones existen entre las células somáticas de nuestro ejército y  cuerpo diplomático inmunitarios y la microbiota intestinal?

Existe una estrecha interacción entre el sistema inmune asociado al intestino y los microbios intestinales. Comienza temprano en la vida cuando el sistema inmune es entrenado para diferenciar entre el “yo” y el “no yo”, un entrenamiento en el cual los organismos microbianos del ambiente juegan un papel importante. El comprometido entrenamiento de las células inmunitarias y la consiguiente formación de recuerdos inmunes son responsables de muchas de las enfermedades autoinmunes y de las alergias alimentarias. A lo largo de la vida se da una estrecha interacción entre ciertos microbios del intestino con el sistema inmunitario adulto, en particular cuando se da la circunstancia de que la barrera intestinal se ve reducida, lo que se conoce como intestino permeable.

7.-Y entre los primeros recuerdos del cerebro craneal, del sistema digestivo y del sistema inmunitario … se crean desde la infancia, como defendió Freud, recuerdos inconscientes que nos marcan de por vida. ¿Qué papel juegan nuestros genes y cuál nuestras experiencias (particularmente las tempranas) en nuestro destino?

Como bien dice, los recuerdos se forman en múltiples niveles del eje  microbioma-intestino-cerebral. Yo propuse que podríamos acceder a la vasta base de datos de los recuerdos emocionales de las sensaciones viscerales (los marcadores somáticos) que se crean a lo largo de nuestras vidas, y que las bonitas y a menudo altamente personales «películas» que estamos “visionando» mientras soñamos son generadas a partir de estos recuerdos. El sistema operativo de nuestro eje microbioma-intestino-cerebro se establece temprano en la vida cuando nuestros programas genéticos se ven moldeados por influencias ambientales a través de mecanismos epigenéticos.

8.- ¿En qué está trabajando ahora?

Principalmente en dos proyectos:  1. Identificar el papel de los microbios intestinales a la hora de modular los comportamientos de ingestión alimentaria, en particular  de los metabolitos microbianos que pueden modular el sistema de recompensa del cerebro para generar el ansia de alimentos con alto contenido en  grasas y azúcares.  2. Identificar el papel de los metabolitos microbianos intestinales, en particular los metabolitos de triptófano, para modular la función cerebral en los pacientes con el síndrome del intestino irritable.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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34 comentarios

  1. […] Guardamos memorias en el cerebro, memorias episódicas, memorias procedimentales y memorias emocionales. Algunas de estas memorias están bajo el umbral de la consciencia. Estas memorias, en particular las inconscientes, están vinculadas con el aparato digestivo, lo cual podría decirse que genera cierta forma de memoria digestiva. […]

  2. ¿Qué quién resulta ser el tal Juan Carlos Mirre que nos ha estado dando el pestiño desde casi el momento en que el post se publicó? Pues en efecto, cabe resaltarlo, se trata de un Naturópata (además de homeópata y especialista en la medicina tradicional China…y geólogo). Aquí tienen una página en la que se venden sus libros. Dicen de él:

    Juan Carlos Mirre es profesor y Licenciado en Ciencias Naturales por la Universidad de Buenos Aires y doctorado por la Sorbona de París. ha dedicado muchos años a las Ciencias de la Tierra y la conservación del Medio Ambiente, así como al estudio de la biología y en especial a su relación con los minerales presentes en nuestro planeta. Formado en naturopatía, Homeopatía y Medicina Tradicional China, imparte cursos sobre terapias naturales. (Me he permitido corregir un par de erratas del original)

    ¿Que a qué vienen las alusiones a Discovery Salud? Sencillo: escribe o ha escrito al menos alguna vez allí.

    Obviamente para un genio de esta talla los libros que pueda escribir o la trayectoria científica de un Señor como el Doctor Emeran Mayer son anticuadas, a pesar de que el libro del que hablamos prácticamente está recién publicado y, por consiguiente, trata algunos de los últimos descubrimientos sobre la interacción entre microbiota, intestinos y cerebro.

    De Emeran Mayer dice la Wikipedia (en inglés, no hay traducción al castellano, me temo):

    Emeran Anton Mayer (born July 26, 1950 in Traunstein, Germany) is a gastroenterologist, lecturer, author, editor, neuroscientist, documentary filmmaker and a professor in the Departments of Medicine, Physiology and Psychiatry at the David Geffen School of Medicine at UCLA He is a pioneer of medical research into brain gut interactions

    Books:

    Basic And Clinical Aspects Of Chronic Abdominal Pain New York: Elsevier, 1993. ISBN 978-0444894373
    The Biological Basis Of Mind Body Interactions Progress in Brain Research, Vol. 122, Amsterdam: Elsevier, 2000.
    Functional Chronic Pain Syndromes: Similarities And Differences In Clinical Presentation And Pathophysiology Seattle, IASP Press, 2009

    References:

    1.-Mayer EA, Baldi JP. Can regulatory peptides be regarded as words of a biological language. Am J Physiol Gastrointest Liver Physiol 261:G171-G184, 1991
    2.- Mayer EA. Clinical Perspectives: Irritable bowel syndrome. NEJM 358:1692-9, 2008
    3.- Rhee SH, Pothoulakis C, Mayer EA. Principles and clinical implications of the brain-gut-enteric microbiota axis. Nat Rev Gastroenterol Hepatol 6:306-14, 2009
    4.- Mayer EA. Gut feelings: the emerging biology of gut-brain communication. Nat Rev Neurosci 12:453-66, 2011
    5.- Jarcho J, Mayer EA, Jian K, London ED. Pain, affective symptoms, and cognitive deficits in patients with cerebral dopamine dysfunction. Pain 2012 Feb. 29 [Epub ahead of print]

    También pueden buscar a Mayer en Google Scholar pinchando aquí

    Por otra parte, nuestro comentarista naturópata, ha ido derivando desde una prepotencia cargada de expresiones y giros poco afortunados en alguien que se presume científico tales como «lamentable» y «revolucionario», tildando de paso los datos del artículo como muy anticuados y casi anacrónicos, para luego decir algunas obviedades y añadiendo algunos datos directamente falsos (luego tuvo que recular en el único que le apunté, aunque no era el único). En sus siguientes comentarios ha ido echando espumarajos por la boca cual pobre desgraciado contagiado de rabia mientras cortaba y pegaba frenéticamente artículos científicos en inglés, vinieran o no al caso.

    Señor Mirre, antes de que le de un infarto, tómese una de esas infusiones con tantas propiedades naturales que tan bien le sientan y siga con su vida y su trabajo que seguro le producen más satisfacciones y beneficios de los que merece por su categoría como científico. A mí no me tiene que refutar nada, pues yo a usted no pretendo demostrarle nada. Sus comentarios ocupan espacio. Eso es todo.

    Ciao

    • ¡ Yo ayer, cuando vi sus comentarios, me metí en los enlaces que ponía, y resultó que en realidad eran de propaganda de unos helados de yogur !. ( Espectaculares de aspecto, eso sí, pero soltar esos venablos para vender yogures , pues no sé si me parece apropiado ) .
      Y otra cosa : los españoles en eso somos más bastos y decimos que tenemos mal «las tripas», ( y en las ilustraciones, lo que se veía eran cerebros e intestinos ) , pero yo al menos, a los anglos siempre les he oído lo de «tummy ache «, en general, para cualquier cosa, desde una indigestión, hasta un cólico miserere, pasando por la úlcera de estómago. Sólo especifican en privado, y para su médico.

      • Si tienen que hacer publicidad de yogures y helados exijo que vengan de Danone y Häagen Dazs a negociar directamente con nosotros un espacio en la página (Ah, y de paso que nos den unas muestras gratuitas a los escribientes del blog y a los lectores asiduos).

        No sabía lo del tummy ache. Una vez una compañera del trabajo dijo que le dolía el estómago. Yo le dije: ¿Dices la tripa? y me respondió categórica: «No, la tripa es el intestino, eso es al menos lo que a mí me enseñaron en el colegio. Lo que me duele es el estómago». Lo dijo tan cortante que me callé y me di la vuelta Yo le hablaba en plan coloquial de dolor de vientre, pero ella fue muy específica respecto al origen de su dolor y al término tripa. De todos modos no suelo conversar mucho con ella. Nunca le he caído simpático, y además lo tiene todo clarísimo.

  3. UN REGALO DEL GEOLOGO-NATUROPATA-ACUPUNTOR PARA EPATAR AL REY UBU GERMÁNICO
    Nos encontramos a las puertas de una revolución terapéutica. Ahora la promesa no está basada tanto en los trasplantes fecales como en la transfusión de sangre. El título del trabajo presentado por el numeroso equipo multidisciplinario de la Universidad de California – San Francisco coordinado por el Dr. Saul A. Villeda, lo revela con total fidelidad: Young blood reverses age-related impairments in cognitive function and synaptic plasticity in mice (La sangre joven revierte la pérdida de capacidad cognitiva y de plasticidad sináptica en los ratones). Según explican los autores en su artículo de Nature Medicine del 2014, la transferencia de plasma sanguíneo de un ratón joven a uno anciano mejora la memoria y el aprendizaje espacial de los segundos.
    Pero eso no es todo, a finales de abril del 2017, el equipo de la Stanford University School of Medicine encabezado por el Dr. J.M. Castellano publicó un artículo en la revista Nature con este sugestivo título: Human umbilical cord plasma proteins revitalize hippocampal function in aged mice (Las proteínas del plasma procedente del cordón umbilical humano revitalizan la función del hipocampo de ratones ancianos). Pero todavía hay más, a los mismos viejos ratones se les inyectó plasma de humanos de entre 19 y 24 años de edad con el resultado de que en el hipocampo murino ¡se potenció la expresión de los genes que regulan el crecimiento neuronal y la formación de nuevas sinapsis! Posteriores investigaciones por el mismo equipo permitieron aislar a la proteína TIMP2, aparentemente la que parece responsable de incrementar la plasticidad cerebral.

    Nat Med. 2014 Jun;20(6):659-63. doi: 10.1038/nm.3569. Epub 2014 May 4.
    Young blood reverses age-related impairments in cognitive function and synaptic plasticity in mice.
    Villeda SA1, Plambeck KE2, Middeldorp J3, Castellano JM3, Mosher KI4, Luo J5, Smith LK6, Bieri G7, Lin K8, Berdnik D5, Wabl R5, Udeochu J9, Wheatley EG10, Zou B11, Simmons DA5, Xie XS11, Longo FM5, Wyss-Coray T12.
    Abstract
    As human lifespan increases, a greater fraction of the population is suffering from age-related cognitive impairments, making it important to elucidate a means to combat the effects of aging. Here we report that exposure of an aged animal to young blood can counteract and reverse pre-existing effects of brain aging at the molecular, structural, functional and cognitive level. Genome-wide microarray analysis of heterochronic parabionts–in which circulatory systems of young and aged animals are connected–identified synaptic plasticity-related transcriptional changes in the hippocampus of aged mice. Dendritic spine density of mature neurons increased and synaptic plasticity improved in the hippocampus of aged heterochronic parabionts. At the cognitive level, systemic administration of young blood plasma into aged mice improved age-related cognitive impairments in both contextual fear conditioning and spatial learning and memory. Structural and cognitive enhancements elicited by exposure to young blood are mediated, in part, by activation of the cyclic AMP response element binding protein (Creb) in the aged hippocampus. Our data indicate that exposure of aged mice to young blood late in life is capable of rejuvenating synaptic plasticity and improving cognitive function.

    2017 Apr 27;544(7651):488-492. doi: 10.1038/naturNature.e22067. Epub 2017 Apr 19.
    Human umbilical cord plasma proteins revitalize hippocampal function in aged mice.
    Castellano JM1,2, Mosher KI1,2,3, Abbey RJ1,2,4, McBride AA1,2,4, James ML1,5, Berdnik D1,2,4, Shen JC1,2,4, Zou B6, Xie XS6,7, Tingle M7, Hinkson IV1,2,4, Angst MS7, Wyss-Coray T1,2,3,4.
    Abstract
    Ageing drives changes in neuronal and cognitive function, the decline of which is a major feature of many neurological disorders. The hippocampus, a brain region subserving roles of spatial and episodic memory and learning, is sensitive to the detrimental effects of ageing at morphological and molecular levels. With advancing age, synapses in various hippocampal subfields exhibit impaired long-term potentiation, an electrophysiological correlate of learning and memory. At the molecular level, immediate early genes are among the synaptic plasticity genes that are both induced by long-term potentiation and downregulated in the aged brain. In addition to revitalizing other aged tissues, exposure to factors in young blood counteracts age-related changes in these central nervous system parameters, although the identities of specific cognition-promoting factors or whether such activity exists in human plasma remains unknown. We hypothesized that plasma of an early developmental stage, namely umbilical cord plasma, provides a reservoir of such plasticity-promoting proteins. Here we show that human cord plasma treatment revitalizes the hippocampus and improves cognitive function in aged mice. Tissue inhibitor of metalloproteinases 2 (TIMP2), a blood-borne factor enriched in human cord plasma, young mouse plasma, and young mouse hippocampi, appears in the brain after systemic administration and increases synaptic plasticity and hippocampal-dependent cognition in aged mice. Depletion experiments in aged mice revealed TIMP2 to be necessary for the cognitive benefits conferred by cord plasma. We find that systemic pools of TIMP2 are necessary for spatial memory in young mice, while treatment of brain slices with TIMP2 antibody prevents long-term potentiation, arguing for previously unknown roles for TIMP2 in normal hippocampal function. Our findings reveal that human cord plasma contains plasticity-enhancing proteins of high translational value for targeting ageing- or disease-associated hippocampal dysfunction.

  4. Solo una aclaración: ¿¿¿Pseudocientífico THE LANCET???

    THE LANCET Volume 370, No. 9583, p262, 21 July 2007
    Brain of a white-collar worker
    Dr Lionel Feuillet, MDCorrespondence information about the author Dr Lionel FeuilletEmail the author Dr Lionel Feuillet, Henry Dufour, PhD, Jean Pelletier, PhD
    Published: 21 July 2007
    PlumX Metrics

    DOI: http://dx.doi.org/10.1016/S0140-6736(07)61127-1
    A 44-year-old man presented with a 2-week history of mild left leg weakness. At the age of 6 months, he had undergone a ventriculoatrial shunt, because of postnatal hydrocephalus of unknown cause. When he was 14 years old, he developed ataxia and paresis of the left leg, which resolved entirely after shunt revision. His neurological development and medical history were otherwise normal. He was a married father of two children, and worked as a civil servant. On neuropsychological testing, he proved to have an intelligence quotient (IQ) of 75: his verbal IQ was 84, and his performance IQ 70.

  5. Venga Caballero Teutón. Tiene Ud. razón, toda la razón y nada más que la razón. Doy por terminada mi intervención. Solo unas palabras para activar los circuitos neuronales sean pertenecientes al encéfalo o a otros miembros viriles. Para la Medicina Tradicional China el cerebro no existe. No forma parte de ninguno de los meridianos energéticos y ninguno de sus sustancia terapéuticas (fundamentalmente fitoterapia) tiene acción sobre el complejo neuronal cerebral. ¿Qué curioso, no?
    Por otro lado recomiendo a los interesados en neurociencia la lectura del artículo de la revista DSalud de julio/agosto 2017 (nº 206) con el título de «Alzheimer ¿una enfermedad o un dogma?» donde se exponen los centenares de casos de personas inteligentes y con perfecta salid mental que solo tienen un 50% O MENOS de masa neuronal encefálica!. Un afectuosos saludo a todos.

    • Gracias, hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien. ¡Una boca pseudocientífica sin oídos!! Ése si es un fenómeno natural digno de estudio.

      Abrazos afectuosos y buen rollito

    • Si señor: DSalud, la biblia de los «geólogos naturopatas acupuntores» y demás especialistas de reconocido prestigio.
      Es decir:
      geológos: los especialistas en el estudio de las piedras (incluídas las del riñón)
      naturópatas: sin conocimiento alguno de Química, pero con un profundo conocimiento innato de Física cuántica .
      acupuntores: con agujas con las que modifican los diversas desequilibrios de nuestros campos de energía.

      • Nuestro contertulio es eso en estado puro (o depurado homeopáticamente…..es decir: NADA).

        La naturopatía puede quizás tener algunos representantes merecedores de respeto. La naturo-patanería en cambio no merece consideración.

        • Creo que los hackers y trolls rusos vendrán en mis próximas entrevistas, que les resultarán ¿cómo lo diría yo?….más interesantes.

  6. Bien Caballero Teutón o Germánico. Al menos he conseguido que reconozca lo equivocado del titulo. Solo una advertencia a los lectores: lo que los neurocientíficos del mundo o idioma anglosajón denominan «brain-gut axis» o «barin-gut neuroaxis» debe traducirse como «comunicación neuronal entre el cerebro y el microbioma intestinal».. Y también permítame que insista en recomendar, -para aquellos que quieran enterarse sobre las evidencias más avanzadas y modernas en neurociencia que lean el libro o vean los videos del Dr. Marco Ruggiero quien plantea la existencia de 4 cerebros: 2 humanos = el cerebral y el intestinal y 2 bacterianos: el del microbioma cerebral y el del microbioma intestinal.
    Un saludo muy afectuoso.

    • No reconozco lo equivocado del título. El título es plenamente certero porque es el título en castellano de la obra de Emeran Mayer (más o menos afortunado, más o menos lamentable como reflejo del contenido del libro). Y creo que estas cuestiones relacionadas con títulos son superficiales. Si hubiera leído el texto nos habría ahorrado este intercambio absurdo.

      Pero en fin, como sigue a lo suyo, con su autor, su libro, y sus ideas, que aquí no se han discutido en ningún momento, pues no eran objeto de debate, le diré que llamar cerebro a todo lo que se mueve tampoco va a ayudar a comprender los fenómenos naturales en su intrincada y hermosa complejidad.

      Ya puestos algunos dicen que los machos de nuestra especie desarrollan un cerebro en la punta de su pene, su quinto cerebro, con el que tienen el 99,99% de sus pensamientos. La verdad, no sé que hacemos hablando de esto pudiendo hablar de tías.

      • Teutón no. Germánico Julio César conquistó tierras a los Germanos, entonces bárbaros para el Imperio Romano. Un poco de historia tampoco viene mal.

  7. Que nuestras células humanas respecto a las del microbioma son 1 a 10 o 1 a 5 o 1 a 1 no es falso sino simplemente discutible. No todo el mundo está de acuerdo en una cifra definitiva y es algo que está actualmente en discusión. Por cierto, hasta ayer se pensaba que el cerebro y la sangre eran estériles , en cambio hoy se sabe que tenemos bacterias en el cerebro, la sangre y hasta en el esperma. Lo importante no son los números sino el concepto. Lo que parece cierto es que al menos tenemos incorporado a nuestro organismo un genoma NO HUMANO, NO MAMÍFERO que sintetiza proteínas y neurotransmisores por su cuenta y riesgo y que además interactúa con nuestras células inmunitarias.. Eso es innegablemente e indiscutiblemente científico por más escéptico que se sea.
    De todas formas, insisto. La referencia al estómago en el título me parece lamentable.

    Revised estimates for the number of human and bacteria cells in the body (2016)

    Ron Sender, Shai Fuchs, Ron Milo
    doi: https://doi.org/10.1101/036103
    Now published in PLOS Biology doi: 10.1371/journal.pbio.1002533
    AbstractInfo/HistoryMetricsSupplementary material Preview PDF
    Abstract

    We critically revisit the ″common knowledge″ that bacteria outnumber human cells by a ratio of at least 10:1 in the human body. We found the total number of bacteria in the ″reference man″ to be 3.9·1013, with an uncertainty (SEM) of 25%, and a variation over the population (CV) of 52%. For human cells we identify the dominant role of the hematopoietic lineage to the total count of body cells (≈90%), and revise past estimates to reach a total of 3.0·1013 human cells in the 70 kg ″reference man″ with 2% uncertainty and 14% CV. Our analysis updates the widely-cited 10:1 ratio, showing that the number of bacteria in our bodies is actually of the same order as the number of human cells. Indeed, the numbers are similar enough that each defecation event may flip the ratio to favor human cells over bacteria.

    • Bueno, mejor ahora. Sin entrar cual elefante en la cacharrería.

      El título lamentable sí, caballero, ¿Pero qué quiere que le haga? Es el que le ha puesto la editorial. Pero lo digo todo en el texto. Tengo la vaga sensación de que o bien no lo ha leído, o bien no lo ha leído entero o bien lo ha leído muy descuidadamente porque explico que el título no es el adecuado, ni tampoco otras cosas en la publicación, encaminadas todas ellas a hacer más «vendible» el producto en un mercado que puede cambiar mucho por pequeños detalles superficiales.

      Pero el contenido del libro es interesante.

      Por otro lado en el post no he tenido que entrar en números (muchas veces es un juego de prestidigitadores para darse prestigio) porque lo que cuento no va por ahí. Ni tampoco creo que sea necesario hacer aclaraciones sobre temas que ni he tratado, como la esterilidad del cerebro. Vamos, que ése es otro debate.

      • Repasando su comentario constato que, en efecto, no debe haber leído bien el artículo. Se habla no sólo de las proteínas, hormonas varias y neurotransmisores que sintetiza el microbioma, sino del origen evolutivo de esas moléculas que no es otro que…¡los propios microbios!

        Usted parece saber bastante y gozar de una inteligencia que, en este caso ha sido relativamente mal aplicada. Pero esto no es un debate televisivo de política y no voy a seguir respondiendo a cosas que no vienen al caso.

      • Gracias por el artículo de Ruggiero en la rigurosísima DSalud.

        Vaya respuestitas da…todo un Mesias. ¡Quiero probar su yogurt….debe ser como tomar peyote pero a lo bestia…..¡te brotan cerebros por todas partes!

  8. Lamentable título. El segundo cerebro y su microbioma están en el epitelio intestinal y NO en el ESTÓMAGO. De todas formas lo que se refiere en la reseña ya son datos muy anticuados y casi anacrónicos. Si alguien está interesado en lo más novedoso y revolucionario aconsejo la lectura del libro del Dr. Marco Ruggiero «The Third Brain» o simplemente escuchar sus conferencias en Youtube. Recordemos que solo el 10% de nuestro sistema orgánico son células humanas, de lo que es fácil colegir que solo el 1% de nuestro código genético es humano, el 99% de la información que ordena la síntesis de proteinas, enzimas y neurotransmisores está controlado por el genoma microbiano.

    • Expone usted las cosas de forma altisonante, grandilocuente, despectiva y categórica.

      Respecto a sus porcentajes (en fin, no hablemos de intervalos, cosa sutil para mentes escépticas) le ruego revise la bibliografía científica que conduce a ellos. Como ejemplo: Lo de que nuestras células son un 10% de las que forman nuestro superorganismo es falso. Sí….yo también lo creí. Pero haga como yo y revise la literatura especializada en lugar de presentarse con una serie de argumentos de autoridad y un libro bajo el brazo. Lo anticuado es ésa forma de debatir la ciencia

      • Germánico, tu también te basas en bibliografía ya superada: La teoría de Cannon-Bard es una explicación científica de la fisiología de la emoción.

        En la búsqueda de una explicación para la biopsicología de la emoción, Walter Cannon propuso una serie de supuestos que superaban la hasta entonces vigente teoría de James-Lange. Sus ideas fueron recogidas por su discípulo Philip Bard, quien las amplió y difundió.

  9. ¡¡¡Qué interesante el art.!!!! Ultimamente ha leído bastantes noticias sobre la conexión existente entre el cerebro y los microbios de nuestro aparato digestivo.

    • Es un terreno en gran medida inexplorado. Nuestro invitado de hoy es uno de los pioneros de su estudio.

      El inconveniente de los terrenos inexplorados es el «salvaje oeste» y la «fiebre del oro» que generan.

  10. ¡ Cómo me gusta este hilo , Germánico !

    Es que, en mi familia somos un tanto raritos , porque el que no tiene Crohn, tiene colitis ulcerativa, o , Colon irritable.
    Pero es que también tenemos lo que Danny Kaye llamaba «Un gramo de locura » ( bipolaridad, distintos grados de Asperger, fases de comportamiento obsesivo compulsivo , de bulimia, de anorexia )…Siempre he creído que las tripas y el cerebro estaban muy relacionados. Y conste que en general, a pesar de todo, somos «altamente funcionales «.

    Desde luego, me voy a comprar el libro del Dr Mayer, ( «Blink» , y «Thinking fast and Low » ya los tengo ), pero este artículo, me lo voy a bajar a mi mac, ( no me basta tenerlo en Favoritos en la nube, que no me fío de que de pronto la nube se evapore ), y lo leeré una y otra vez, y se lo pasaré a los distintos miembros de la familia.

    Muchíssimas Gracias .

    • ¡ Qué faena ! He comprado el libro , pero no sale para el Kindle hasta el 2 de enero del 2018 ! Tendré que armarme de paciencia, y la paciencia no es una de mis virtudes.

      • Yo lo tengo en papel. Qué problema tiene esa vieja tecnología de los códices para leer? La letra no es pequeña.

        • Es que yo tengo la casa llena de libros en papel, y ya no me caben, a pesar de estar en doble fila, y de amontonarse por todas partes, y me los compro directamente en el kindle , y sólo los que de verdad me encantan, me los compro luego en papel, que por cada libro nuevo en papel que añado, tengo que buscarle una nueva casa a otro de los que no relea desde hace tiempo. Suelo desterrar los libros «vestidos», que leía cuando era joven. Mi biblioteca está viva, pero no es ya nada fardona. En el Kindle, en cambio, todavía me caben bastantes, y no tengo que quitar ninguno cuando me compro un libro nuevo.

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